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viernes, 17 de mayo de 2013

Últimos coletazos en Filipinas



Los famosos cocodrilos de Davao 

Uno de mis entretenimientos es ir a ver jugar al ajedrez a los parques. En San Franz, uno de los pueblos donde me toca trabajar y donde me suelo quedar varios días, juegan al lado del mercado, en un sitio sucio y maloliente, ya que los jugadores cuando no pueden más con los nervios, mean en una esquina que lleva a un callejón. En Davao el sitio está mejor, es un lugar abierto pero techado, situado en medio de un parque pero aquí las apuestas son fuertes y hay verdaderos profesionales que tienen una especie de agente que acepta apuestas de los que miran y se juegan cantidades bastante importantes. Aunque me cuesta, siempre me niego a jugar ya que no quiero jugar por dinero. Cuando algunos me ven se ponen nerviosos porque huelen el dinero pero cuando digo que no voy a jugar, solo a mirar, pierden el interés por mí. En Butuan, también juegan en una esquina, pero que de oscuro que es da hasta miedo ir. Al final he solucionado el problema comprando un ajedrez y jugando con un par de los trabajadores de una de las organizaciones con las que trabajo.

Los filipinos lo convierten todo en un juego y acaban haciendo apuestas con ello. El otro día vi a un hombre rodeado por un corro de niños. Tenía un palo al que le daba vueltas lentamente y los niños seguían atentamente sus movimientos. Cuando me acerqué más vi que en el palo había 2 arañas que cuando se encontraban, luchaban y la que perdía se descolgaba por un hilo. No sé cómo reconocían a que araña habían apostado, pero la cuestión es que los niños también estaban apostando con dinero.

Intentando imitar a Lidia en su descripción de la gente en Camboya, (http://unapuertademijaula.blogspot.com) intentaré dar mi retrato de la gente en Filipinas. Ella habla de las mujeres, así que me centraré en los hombres. La imagen que tengo de los filipinos es que son bajos y delgados, siempre están en grupos, callados, observan todo lo que pasa. No suelen ser incisivos cuando te venden sus servicios y con una negativa basta y no te molestan más. No son gritones, menos cuando hablan por el teléfono móvil. Mean en cualquier lugar, aunque prefieren las esquinas, los palos y las farolas, pero no le hacen tampoco ascos a las paredes lisas. También se suelen apretar contra ruedas de camión, jeepneys o buses, y yo también lo he probado una vez cuando le pedí al conductor del bus que me parara y no se me dio tan mal.
Son maleducados según nuestra forma de entender las formas, se echan eruptos en cualquier momento y lugar, y cuando quieren llamar tu atención hacen ruidos con la boca, te llaman Joe que para ellos es sinónimo de americano y normalmente si hablan contigo lo hacen de una forma superficial, pero preguntándote cosas que nosotros consideramos íntimas (estás casado, donde está tu mujer, cuanto años tienes, buscas a una mujer aquí). Cuando llegan o cuando se van normalmente no suelen ni saludar ni despedirse. Pueden hablar contigo animadamente y al minuto siguiente se van como si no te conocieran. Hasta a mí que, no soy especialmente cuidadoso con estas cosas, esta forma de actuar me desconcierta. No se enfrentan a las situaciones y evitan los conflictos. Si los ofendes por decirles algo demasiado directo note mostrarán su enfado en público pero a partir de entonces te evitarán.
Hace unos días de pronto me di cuenta que nunca he visto a nadie leer un libro, lo cual estoy seguro que se refleja en su forma de ser, aunque no se cómo. Paso muchas horas en buses, viajando de un lado a otro de la isla y nunca los veo leer nada, escuchan música, ven la tele, mandan mensajes por el móvil o duermen. El dormir es lo que más me maravilla de esta gente, pueden dormir en cualquier lugar, encima del asiento de una moto, en el canto de un cuchillo y además lo hacen con ganas, como si estuvieran en una enorme cama en su casa.
Yo no les encuentro casi nada de la cultura española, les quedan el par de palabras que han conservado en el tagalo, las iglesias y la religión que los hace rezar hasta para ir al baño y a la que se aferran como si les fuera a salvar de algo, aunque también practican la doble moral. En lugares como la ciudad de Davao son muy estrictos en la prohibición de fumar, pero no hacen nada por cambiar la situación de las cientos de personas que duermen en la calle. Quizás otro ejemplo de la superficialidad de su forma de ser o del populismo de sus dirigentes.
Señora viviendo en su carrito

En Butuan, suelo ir al restaurante Margie’s donde alguna vez se ve algún que otro extranjero ya que tiene algunos platos más internacionales. En la pared tiene un cartel de una corrida de toros donde uno de los diestros es Angel Teruel, del que dicen que esa gente es familia nuestra, de Almería. Me hace gracia ver mi apellido puesto en la pared de un sitio tan lejano.

El arroz que no falte

Los filipinos comen habitualmente a las 8 am, a las 12, a las 3 y media de la tarde (la famosa merienda) y a las 6 es la cena. Además de esto se puede comer a cualquier hora y en los restaurantes siempre hay alguien comiéndose un plato de arroz con cerdo frito alas 6 o a las 10 de la mañana, a las 4 de la tarde o alas 9 de la noche. Quizás el truco está en que comen muchas veces pero no mucha cantidad (bueno, de arroz si, la media está en ½ kg de arroz por persona y día) y por eso siguen estando en general delgados aunque con la llegada de los McDonald cada vez más filipinitos/as gorditos.