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miércoles, 21 de diciembre de 2016

Durcheinander

Durcheinander

Las últimas semanas me han llevado a un cierto caos, con el cambio de casa, un viaje inesperado a Bangkok, visitas, vacaciones, cambios en la rutina del trabajo y algunas otras sorpresas más. Finalmente escribo y comparto algunas fotos, sin ton ni son, como mi vida, y espero poder compartir pronto las de mis vacaciones en el este de Camboya, en el delta del Mekong, zona de bosques y elefantes.

Aunque parezca un concurso de a ver quién se tira el pedo más grande, en realidad el cuidador acaba de bajarse del elefante y este se ha agachado para ponérselo más fácil (Ratanakiri)

En una de las cuevas más visitadas de Battambang vi la parte oscura de Camboya, que está presente en muchas partes y que todavía estoy intentando entender. Es esa parte de la vida camboyana, oculta bajo la amabilidad que muestran y que te hace difícil entender cómo pudieron llegar a cometer el genocidio de los años 70 en los que tanta gente estuvo involucrada y de los que hasta ahora sólo han juzgado y acaban de condenar de nuevo a unos pocos.

Calaveras y huesos almacenados en una cueva donde para ahorrar balas, escasas en las filas de los khmer rouge en esa época, justificaba que eliminaran a los que consideraban sus enemigos a palos o despeñándolos desde una considerable altura.

La otra cara de esa cueva son los murciélagos que allí viven y que, ante la vista de varias decenas de turistas, salen cada tarde puntualmente a las 5 y media, justo antes del anochecer, camino del increíble lago Tonlé Sap para alimentarse de insectos hasta la madrugada. La cantidad de insectos que comen equivale a evitar el daño de un total de unas 30.000 toneladas de arroz, lo que da una primera idea de la cantidad de murciélagos que hay. Aunque no es lo mismo verlo que te lo cuenten, lo voy a intentar. Durante más de media hora salen volando de la cueva los murciélagos haciendo un perfecto giro de 90° nada más salir, lo que parece indicar que saben adónde van. Con un colega de trabajo hicimos una estimación de que salían unos 1.000 murciélagos por segundo, así que tras algo más de media hora eso daría para unos 2 millones de estos bichos. Como el arroz es algo básico para los camboyanos supongo que será la razón de porque dejan a los murciélagos en paz, dado que los deben ver como sus aliados. Yo me quería quedar hasta el final para ver al último murciélago saliendo de la cueva porque debe joder que de 2 millones seas el último, digo yo. Pero se hizo de noche y supongo que aprovechó para salir en ese momento y no pasar vergüenza.


Una de las cosas que más me gusta aquí es que en la oficina trabajo en chancletas. Pero también tendré que aprender a lidiar con las puertas abiertas mientras el aire acondicionado está funcionando. La mayoría de la gente aquí ha estado viviendo o vive todo el tiempo sin aire acondicionado, el que se ha instalado recientemente en muchos sitios en los últimos años. Las puertas y ventanas abiertas lo que hacen es propiciar corrientes de aire y eso es lo que conocen desde siempre. Por ello su tendencia es que cuando salen o entran a un sitio, dejan la puerta abierta. Cuando se dan cuenta de que el aire está puesto, entonces, sin prisas, cierran la puerta, pero para muchos ni eso es necesario. Con un precio de electricidad tan alto como en Europa, un trabajador normal no se puede permitir tener aire acondicionado en su casa, pero ellos, no son conscientes o les vale verga el gasto en el que puedan incurrir otros con un aire acondicionado funcionando a toda marcha dado que está puesto a 21 grados o menos y la puerta abierta deja entrar el aire de la temperatura ambiente a 33 grados. Mientras, otra buena noticia es que el primer nim que vi en Camboya es el que está justo enfrente de mi oficina y bajo el que cada día aparco mi moto.


Y esta es mi casa, en la que para conseguirla tuve que hacer algunas concesiones a los propietarios. Pero la casa me gusta, es amplia y tiene un pequeño jardín en la parte trasera. Menos me gustó tener que lidiar con 4 ratones a los que finalmente conseguí eliminar y es que la gente aquí es más limpia por fuera que por dentro (otra parte oculta), o sea que limpian sólo lo que se ve, eso significa, nunca detrás de los muebles y nunca por encima de la cabeza, lo que propicia que se formen verdaderos nidos de ratones.



Y por suerte en este país también conocen las ventajas de tener una buena hamaca para ponerse a la fresca en la tarde



Y para terminar, una Rosa entre arrozales (isla enfrente de Kratie, rio Mekong)



domingo, 6 de noviembre de 2016

Battambang


Battambang, a unos 70 km de donde vivo, es de momento la ciudad que más me gusta, con sólo unos pocos turistas en sus calles, con sus bonitas casas coloniales francesas (a pesar del crazy cableado)


Y de la ocupación del espacio público por parte de algunos, construyendo un pequeño adosado en la acera


Ver a las mujeres pasando la mañana en la calle, con el pijama todavía puesto



O al pescador, usando el casco de la moto para protegerse del sol


Los monjes-monjitos, comprando-robando en el supermercado



Y los templos majestuosos con figuras de color azul que más parecen demonios


lunes, 24 de octubre de 2016

Cambodia Green



Se acaba la época de lluvias y los campos de arroz están en su verde más intenso. Entre medio, algunas lagunas, producto de las inundaciones y donde los camboyanos practican su deporte favorito, pescar cualquier cosa que se mueva en el agua.


Algunas casas se ven bien precarias aunque el verde y el colorido de las plantas lo disimule.


Para llegar a las parcelas a veces nos toca caminar bastante y otras pasar peligrosos puentes, no tanto por la altura sino por las pocas ganas de caerte dentro


En la zona norte del país, cuando las fuertes correntadas de agua llegan desde Tailandia, los camboyanos siguen practicando con la ley del mínimo esfuerzo su deporte favorito, poniendo estas redes adonde, no sé por qué extraña razón, los peces acaban saltando y quedando atrapados


Las formaciones se hacen en cualquier lugar que tenga techo, por si llueve y para evitar el sol, mientras que sillas y mesas no hacen falta en un país donde a la gente le gusta sentarse en el suelo


En algunas ocasiones se da comida al finalizar la formación, y algunos traen a sus hijos para que en el reparto les toque algo más






martes, 27 de septiembre de 2016

Living in Cambodia



Cuando llueve, todo se pone perdido y si vas al campo como yo, pues esto es lo que pasa y por eso voy en chanclas, que no gano para zapatos.
La vida en Camboya puede ser muy diferente en una ciudad grande o en el campo. Yo vivo en una pequeña ciudad que tiene varios nombres (Sisophon, Serei Saopohan, Banteay Meanchey) y unos 60.000 habitantes, bastante diseminados. Se encuentra en la parte noroeste del país, a unos 50 km de la frontera con Tailandia, en una zona rica en agricultura y donde, hasta los acuerdos de paz de 1991 (finalizando con la deposición definitiva de las armas en 1998), estuvieron los khmer rouge manteniendo su último bastión.
El mercado está cerca de mi casa y puedo ir andando pero también me he acostumbrado a ir en moto. La aparco fuera en la calle, a la entrada, pero la gente va hasta los puestos del interior con su moto ya que ni ahí quieren caminar. A veces al ir a comprar comida intento descubrir nuevas zonas  en el mercado y al pasar por algunos puestos de pescado y carne, ni encuentro lo que busco y en cambio, por los fuertes olores y lo que venden, se me pasan hasta las ganas de comer.

Algunas delicatessen

La comida no me gusta tanto como esperaba, lo que demuestra que no es lo mismo vivir en un país que estar allí de vacaciones. Cuando viajé por Camboya solía comer en lugares turísticos, donde ya saben lo que te gusta. Aquí, donde sólo somos muy pocos extranjeros, te toca comer lo que ellos. Sobre todo cuando voy al campo con mis colegas y nos toca comer fuera, pues me toca apechugar con lo que hay. 
A los camboyanos no les gusta comer solos y tampoco les gusta esperar por la comida. Cuando llegas a un restaurante, por sencillo y pequeño que sea, enseguida te ponen un plato con arroz y un vaso con hielo donde te sirves té caliente desde una tetera. En la entrada tienen unos calderos de los que en unos bols te ponen la comida según la pides o según las personas que compongan el grupo. Los bols se comparten lo que significa que te vas poniendo un poco de cada en tu plato y lo comes con el arroz. Está mal visto que si lo que hay en un bol te gusta mucho, te lo pongas todo (prometo no hacerlo más!!). Yo normalmente suelo solo comer un poco de 1 o 2 boles ya que el resto de los contenidos siempre me parece sospechoso, además de que hacen unas mezclas con unas pastas de pescado fermentado que tienen un olor tan fuerte que te tira para atrás. Lo bueno que tiene esta comida es que sólo cuesta 1 euro. Por lo menos espero que con este tipo de dieta obligada y la piscina, la barriga que me puse en Alemania se me acabe de quitar.
Los fines de semana me doy el gusto de irme a mi restaurante favorito, donde me como un plato de setas con algo de carne y todo el arroz que quiera, además del consabido té. El precio del lujazo es de 2 euros.

A comer !! que curiosamente en camboyano se dice "ñam"

Para evitar que la moto ayude a agrandar mi panza me voy todas las veces que puedo a la piscina de 25 metros de largo que casi siempre tengo para mí solo. Supongo que con el tiempo eso cambiará ya que hace poco que la han abierto, aunque los precios son algo caros para la gente normal de aquí. Suelo ir el fin de semana a la hora de comer, al mediodía, y me doy el gusto de nadar solo, ya que los camboyanos la comida al mediodía no la perdonan y todavía están en casa, en un agua cristalina y sin nadie que me moleste. Luego, tras bastantes piscinas y cuando ya empiezan a llegar los primeros niños, me voy. A veces voy entre semana, después de trabajar y ahí me encuentro alguna gente nadando que no respetan las líneas, sobre todo una china que nadando de espaldas, va haciendo zig-zags, pero bueno, me aguanto.
Después de la piscina del sábado me doy el otro lujo asiático, que es irme a una casa de masajes cerca de la piscina, donde por 7 euros me dan un masaje de una hora que me deja como nuevo.

Mi piscina

 Y el que no hace ejercicio es porque no quiere. Los camboyanos son muy aficionados a hacer ejercicios temprano por la mañana o al atardecer y se puede ver a gente sentada delante de su casa haciendo pequeños movimientos con las manos o los pies, algunos andando alrededor del parque y sobre todo mujeres haciendo unos bailes un poco cursis al son de una música y una instructora, a la que pagan una módica cantidad por poner el sonido y enseñarles los pasos.

Lo bueno es que cada una baila como quiere

La ciudad forma en su núcleo un triángulo en la que en dos de sus vértices hay estatuas, como la de esta señora que todavía no he averiguado quien es, pero la llaman la Perfect lady. En toda la ciudad hay sólo un semáforo que es respetado por un aproximadamente 70% de los vehículos.



sábado, 3 de septiembre de 2016

Camboya

Köln y sus modernos edificios

De la moderna Alemania, donde pasé 3 semanas de preparación, fui literalmente volando por Tenerife para después volar y llegar al cabo de 2 días casi sin darme cuenta, a la Camboya rural, a pesar de que mi residencia está en la capital de una de las provincias del país. Un poco más allá ya empiezan los arrozales sin fin, que en esta época de lluvias lo inundan todo con sus tonalidades verdes.

Portales de entrada a barrios de la ciudad
Me recibieron en la oficina con un ramo de flores y con un montón de trabajo, lo cual es bueno y malo, bueno porque te sientes útil, malo porque no te da tiempo a aterrizar.
Pero por suerte al par de días ya era fin de semana y he podido ir a reconocer la ciudad, que básicamente es un triángulo que es lo que conforma el centro, donde yo también vivo y donde se encuentra el café Palma, recién abierto y que ya se ha convertido en mi lugar favorito así como el mercado viejo, lleno de olores, buenos y malos y donde todo se puede encontrar aunque no te entiendan, ya que el dedo índice sustituye cualquier palabra.
Mercado de Sisophon
A partir de la primera semana he empezado a aprender khmer, por lo menos para poderme desenvolver en lo básico. Me pagan 80 horas de clases particulares así que me voy a poner en ello y espero por lo menos aprender 3 palabras nuevas por hora, así que vamos a ver adonde llego con 240 palabras.

Mi mayor ocupación en mi tiempo libre consiste en buscar una casa para alquilar. De momento estoy en un apartamento que está bastante bien pero que sólo tiene una ventana muy pequeña y tienes que estar la mayor parte del tiempo con el aire acondicionado puesto. Ya he visto alguna casa que me gusta, como las de estilo chino de madera, pero hasta ahora en todas las que he podido ver caminando por la calle hay gente viviendo.

Casa de estilo chino

Ya el segundo día de llegar fui al campo acompañando al técnico local, Yeng, que está encargado de las cadenas de valor. Fue interesante el primer contacto con algunxs agricultorxs y en las cosas básicas no hace falta ni traductor para entendernos. Los niños, cuando ven a un barang (extranjero) enseguida vienen. Me dijo Yeng que barang significa blanco, entonces puse mi brazo al lado del suyo y le dije que yo no era blanco, y luego me dijo que también significa nariz larga, a lo que ya no le pude objetar nada.


Y para terminar, un rico jugo natural de caña de azúcar  en el mercado!!!!

miércoles, 6 de julio de 2016

En julio no hay milagros

Cada domingo por la tarde, la gente mayor, como si estuvieran en el pueblo, se juntan para bailar en la plaza Kennedy de Miraflores, en el mero centro de Lima
Y así como a don Lucho, mañana, a ti, también pueden sacarte los muebles a la calle. Será como abrirte el estómago y dejar, a la mirada pública, tus intestinos: lo más íntimo que tienes. Entonces, después de muchos años de trabajo, comprenderás que nunca tuviste un pedacito de tierra para vivir, que todo lo tuyo fue ajeno, que ni siquiera eres dueño de tu patria. Y todos estarán contra ti: los pobres sólo verán, desde lejos, tu desgracia; los ricos dirán que fuiste un hombre sin voluntad, que te faltó energías para conquistar un sitio en tu país. Y si reclamas, la fuerza del orden te acusará de rebeldía y, violentos, te enseñarán los deberes de todo buen ciudadano. La iglesia te aconsejará paciencia, humildad; los políticos te prometerán un cielo terrenal a cambio de un voto; los sabios te avergonzarán al demostrar que no supiste emplear la inteligencia para hacer fortuna; los poetas señoritos verán tus cosas en la calle y luego cantarán al geranio de tu maceta rota o a tu gata que juega sonámbula con el sol.
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Una noche, el muchacho un poco borracho le dijo que quería comprender el sentido de la vida, la conducta de sus familiares más cercanos, que lo desesperaba el misterio de la pasión amorosa, que no llegaba a comprenderse, que ya estaba dejando de creer en Dios y que esto lo volvía triste, que era un cobarde, que no sabía qué hacer, entonces el Profe le dijo que el también todavía tenía esos problemas, que había que superarlos, que había que tener fe en la lucha de los hombres que quieren cambiar el mundo.

Dos pasajes de un libro peruano que también podrían servir para nuestro país: En octubre no hay milagros, de Oswaldo Reynoso, Biblioteca de Narrativa Peruana Contemporánea, 1998,


Y ya que estamos de libros, os recomiendo una novela que compré por casualidad y que le gustará a quienes les guste cocinar, las puestas de sol, las aventuras de mujeres y que además haga reír e incluso llorar en alguna ocasión.

Recetas para amar y matar, de Sally Andrews, Editorial Grijalbo



Próximo destino Camboya

A partir del 22 de agosto próximo espero estar en Camboya, cerca de Angkor Wat, donde uno no se cansa de ver las ruinas devoradas por la selva. Os espero.

Ciudad de Siam Reap

Casas flotantes del lago Toné Lap

La selva y las ruinas en Ta Phrom


jueves, 9 de junio de 2016

Huaytará



A las 12 de la noche me llaman diciéndome que han tenido que adelantar el viaje a la 1 de la madrugada, que si me viene bien, me vienen a recoger. Yo que ya estaba durmiendo no entiendo bien lo que me dicen hasta que me doy cuenta que quieren salir ya, que viajaríamos todo el rato de noche y no vería el recorrido, que es una de las cosas que me interesa y que otra vez tocaría estar a las 5 de la mañana en un sitio donde no tengo ni hotel reservado. Le digo que muchas gracias, que ya me apañaré, pero obviamente ya estoy con los ojos como platos, pensando en cómo voy a hacer, recuperando de la papelera el papelito que me había conseguido de un taxista al que había preguntado para hacer ese recorrido y que ya alegremente había tirado y me doy cuenta de que otra vez no me voy a poder dormir. Para rematar a las 3 de la mañana me llaman de España al móvil y me gastan el saldo que tenía, ya que parece que aunque te llamen tú también pagas. A las 5,30 ya haciéndome a la idea de otra noche perdida llamo al taxista al que no consigo despertar en primera instancia. A las 6,30 por fin lo saco de la cama y me dice que a las 7 me manda a un taxista y puedo salir. A ducharse a toda prisa toca y ya me vienen a buscar.

Andy y su taxi
Mi taxista se llama Andy y normalmente hace la ruta a Rumichaca y a veces va hasta Huaytará. Me iba contando cosas por el camino, que si aquí le llaman las 7 curvas, que si ahora estamos a 4.800 metros sobre el nivel del mar, los nombres de los pueblos por donde pasábamos, y preguntándome que cuánto cuesta un Corolla en España y así fuimos charlando y viendo el paisaje durante las 4 horas que dura el viaje. Paramos a desayunar en Santa Inés una de las zonas donde se va a trabajar con el proyecto y me puse a hablar con Hilario, el dueño del restaurante que estaba moliendo albahaca para la comida del mediodía. Le pregunte que si estando a 4.600 msnm no tenía estufa en la casa y me dijo que no, que la gente está acostumbrada y que si uno tiene frio se pone más ropa. Pues no lo veo claro.
Andy lleva 5 años conduciendo en esta ruta y sólo una vez se durmió y se salió de la carretera. No le debí haber preguntado ni el habérmelo contado porque ya a partir de ese momento el viaje no fue lo mismo.
Me seguía doliendo la cabeza y aún me costaba respirar y no veía el momento de que empezáramos a bajar.

Pueblo de Chcoclococha que sus habitantes se vieron obligados a abandonar cuando el represamiento de la laguna lo inundó
Una vez de nuevo en camino pasábamos por paisajes increíbles, con pequeños reductos de nieve en las montañas ya por encima de los 5.000 msnm, viendo todos los pisos climáticos con los diferentes tipos de vegetación y también los animales como la alpaca al principio, las llamas después y los rebaños de vicuñas al final, e incluso algunos animales silvestres como una especie de conejo silvestre y unas aves de las que ya olvidé el nombre. El paso por la laguna de Chococlocha fue espectacular y a pesar de haberlo visto en fotos es imponente pasar por allí. Lo que más me llamaba la atención es la inmensidad del territorio sin casi población.
Producción de truchas en la laguna de Chococlocha
Y a las 11 de la mañana, después de las 4 horas anunciadas (los taxistas rápidos lo hacen en 3 horas pero a Andy le dije que no íbamos con prisa) y 217 kilómetros, llegamos a la ciudad de Huaytará, de la que mi primera impresión es que todo parece ir todavía más lento. Había dos hoteles que yo llevaba recomendados, uno el Plazapi, con buen aspecto pero que a las 12 del mediodía no tiene a nadie en recepción, sólo un papel pegado en el mostrador donde pone el teléfono del administrador a quien llamas y te dice que sólo atiende después de las 2 de la tarde, así que me fui al otro, el hotel turístico del Tambo, que pertenece a la asociación de campesinos de Huaytará y donde me dieron una habitación que no está mal por 30 soles (8 euros).

En Huaytará, a sólo 2700 msnm, ya el paisaje cambia y aparecen los cultivos
Al día siguiente sigo camino hacia Ica, la parte baja de la cuenca del río Ica, ya una gran ciudad y donde realizaré las entrevistas más provechosas. Se tarda unas 2 horas en llegar a Pisco y de allí otra hora en regresar hacia Ica. Por fin, después de varias reuniones contrarreloj lo que me obliga a tomar varios mototaxis, que son los únicos que te aseguran que te llevan en el mínimo tiempo posible al lugar que vayas ya que para ellos las reglas de circulación no existen y se saltan incluso las que no están escritas, a las 6 de la tarde llego agotado a un hotel que me han recomendado para pasar la noche, donde a pesar del cansancio por primera vez vuelvo a subir las escaleras de 2 en 2 de nuevo y siento que vuelvo a la normalidad.


Las alpacas son las que a mayor altura viven y abrigadas, no parecen tener frío

lunes, 6 de junio de 2016

Huancavelica 2



Me sigue costando subir cuestas, o sea, que me canso, y en el hotel estoy en el segundo piso, así que para la próxima vez que venga, me iré a un hotel donde sólo haya que bajar. Y efectivamente, paseando despreocupadamente por la ciudad, sin ninguna carga en la espalda, vi un montón de hoteles que pueden también estar bien, e incluso en la misma Plaza de Armas como el Hotel Ascensión, que es bonito y bastante asequible (hotelascension@hotmail.com). En mi paseo por el centro llegué hasta un pequeño museo arqueológico que muestra los restos y algunas momias encontradas de los habitantes de esta región que ya la habitaban hace 10.000 años.
Hablando con Feliberto me comenta que ellos están felices con el servicio de bus, que ahora sólo se tarda 12 horas en llegar a Lima y que la carretera está asfaltada, que antes cuando era pista era mucho peor. En vehículo privado obviamente es mejor y sólo se tarda 7 horas. Dice que no hay ningún aeropuerto cerca y es mejor así, porque eso sólo hace que la gente vaya más acelerada. Un tipo interesante este Feliberto. Me comenta también que lo que me dio fue lo que llaman soroche, o mal de altura y es lo que algunos organismos no aguantan tan bien por la falta de oxígeno. Todo el tiempo que paso en Huancavelica me duele ligeramente la cabeza y me canso por nada. Para rematar tengo los labios cuarteados por el frío.

Al mediodía he ido a un comedor que he visto y me han cobrado por 2 platos que no estaban mal, bebida y postre sólo 5 soles (1,4 Euros). Una pasada. Por la noche he cambiado y he ido al Restaurante popular El Ayacuchano que también sirve mate de coca y por la cena, que estaba muy buena, me han cobrado 6 soles.
Después de la cena he ido a pasear y si no fuera por el frío (que estoy seguro que puede ser todavía peor) me hubiera quedado más rato porque la plaza y las calles peatonales están bien alegres con mucha gente yendo de un lado a otro y conversando en las calles, eso que uno ya casi no ve en España.

Ya camino del hotel he encontrado una manifestación contra Keiko Fujimori, la hija del que fuera presidente de Perú (actualmente en la cárcel entre otros cargos por corrupción) en la época de la guerrilla Sendero Luminoso, que en Huancavelica tuvo mucha presencia y les significó estar en medio del conflicto armado en el que murió bastante gente. Y es que el domingo 5 de junio han sido las elecciones en las que parece que el país se ha unido contra Keiko y por un estrecho margen, a falta de los votos del extranjero, parece que ganará el otro candidato.
Y a las 8 de la noche y ya estoy listo para irme a la cama. Me duermo viendo el reflejo de la montaña de 4.300 msnm que se ve desde mi ventana.

Los anuncios, a pesar de que todo el mundo tiene móvil y que hay internet, se siguen poniendo en esos carteles de la calle

Después de dormir super bien que es lo habitual siempre que la cama no se mueve, saqué un dedo de la colcha y decido que no me voy a duchar. Recapacito y pienso que no hay que perder las buenas costumbres de Nicaragua de ducharse todos los días por la mañana, haga frío o calor. Pero si hago como Carlos, el chofer de Jinotega, moviéndome en la ducha en los bordes para no mojarme mucho.
Me quedo con las ganas de hacer el viaje en tren, llamado tren macho ¡!, que va de Huancavelica a Huancayo, con un recorrido de 128 km y una duración de entre 4 y 5 horas dependiendo del tren. Dicen que le llamaban así porque antes alía cuando quería, y llegaba cuando le daba la gana o cuando podía”, pero siempre venciendo y superando numerosas dificultades. Va a ser que voy a tener que volver.

Mi mayor problema de momento aquí, aparte de la altura, es el desayuno, ya que aquí lo típico es tomarse o unos bocadillos enormes de tortilla francesa con trozos de salchicha o unas sopas de mondongo y gallina que resucitan a un muerto, pero que yo por la mañana no me puedo tomar. Al fin encuentro una panadería y me compro un bollo y luego me voy a tomar un café con leche, o como aquí entienden el café con leche, que es leche fresca de vaca caliente con un poco de café frío que ya está hecho y que dan en unas jarras para que te sirvas lo que quieras.

Todo el mundo me pregunta que como llevo lo del frío y yo les digo que no me parece tanto como me temía, que me preocupa más el viaje en bus y el que uno se asa de calor cuando camina por el sol y si te vas al lado de la sombra te mueres de frío y se tiene la sensación de que nunca llevas lo adecuado en ropa. En cuanto a lo del bus me recomiendan para la próxima tomar el bus Oropesa que sale del mismo sitio que el Mega bus, a las 7,30 de la tarde y va por Pisco y pasa por Huaytará. Llega a las 5,30 de la mañana, o sea que tarda sólo 10 horas. Sigue sin resolverse adonde se va uno a las 5,30 de la mañana si no tiene casa. Lo que si les hizo mucha gracia es que yo no hubiera venido en clase ejecutiva y por eso no hubiera podido dormir. Aseguran que en clase ejecutiva la inclinación de los asientos es de 160°.

La verdad que no parece que estas fechas sean las más propicias para el trabajo que estoy haciendo ya que al ser las elecciones el próximo fin de semana, mucha gente está ocupada con el tema y ya he visto un par de manifestaciones por diversos temas. Hoy había una enfrente del gobierno regional y al mediodía, después de la reunión, he tenido que salir como una rata por el garaje.


Después de pasarme el día en reuniones, unas más provechosas que otras, me comunican que me puedo ir con los del gobierno regional en su vehículo a Huaytará ya que ellos van a unas capacitaciones, lo que a mí me viene ni que pintado, lo único es que salimos a las 5 de la mañana. En contrapartida, Huaytará está sólo a 2.700 msnm, así que espero recuperar allí algo de mi forma física.




domingo, 5 de junio de 2016

Huancavelica



Ya escribí sobre Lima en el otro viaje que hice el año pasado a Perú, por eso no me voy a extender en este. En ese viaje estuve por el Amazonas y al final una semana en Lima, moviéndome por los barrios bien, como Miraflores, Barranco o Magdalena, lo que te da la impresión de una Lima limpia, ordenada, segura, cuidada y moderna. Sólo atisbé un poco de la otra Lima cuando fui al centro histórico, en los bordes, y que me recordaba los barrios descarnados de La Habana. Esta vez, cuando fui a tomar el bus para Huancavelica, ya vi que el barrio donde estaba la estación era totalmente distinto a los que yo había visto hasta ahora.
A Huancavelica seguramente se puede ir de varias maneras, pero yo fui con Mega Bus, que te promete un viaje cómodo, en asientos reclinables de 135° (este dato lo pongo yo por la experiencia vivida) y con clase ejecutiva en la parte de abajo (en la que ya no había espacio) por 70 soles (19 euros) y la parte de arriba, con espacio más reducido, por 50 soles (13 euros). El bus sale puntualmente a las 7 de la tarde y una azafata con una minifalda totalmente incómoda para ella, te dice que el viaje dura 10 horas (mentira, dura 12 horas para hacer los 457 km). A los minutos de salir te sirve un bocadillo minúsculo, una chocolatina, medio vaso de gaseosa y te dice que ella ya ha terminado su trabajo contigo y que se va a dedicar a los de la clase ejecutiva. Y que el baño del bus sólo es para orinar, eso lo repite hasta 3 veces.

Como no tengo nadie al lado me alegro de que iré más cómodo pero en realidad después de probar todas las variantes que van de los 90° hasta los 135° no encuentro en toda la noche ninguna posición que me permita dormir ni un ratito. Acabamos de salir y no veo la hora de llegar. Por la ventana van desfilando los suburbios que no paran, casas y más casas en mal estado, un tráfico tremendo, bocinazos en todas las escalas de sonidos y aunque no miré el reloj, creo que tardamos más de una hora en salir todavía de la ciudad. Mi alegría se truncó cuando vi que el bus iba parando a gente en la carretera que iban para Huancayo y otros lugares, e iban rellenando los asientos vacíos. Cada vez que subía alguien, yo me hacía el dormido, esperando que se sentara en otro lugar, al lado de otro, para no quitarme ese mínimo de espacio vital que tenía. Y es que los asientos no son muy anchos y si te toca al lado una muchacha peruana, cargada con su niño que se pasa la mitad de la noche llorando, vas apañado. Todo y así, aunque viajé todo el rato solo, igual no me dormí, así que tampoco sirvió de mucho mi estrategia.

Durante el viaje no me sentía muy bien, me daban sudores fríos y yo lo achacaba a la calefacción que estaba muy alta. No había cenado y sólo me comí el refrigerio del bus, pero como no me sentía muy bien, igual no tenía hambre. Creo que me dio un virus, de esos que en Canarias llaman un “andancio”, o sea que está andando por ahí. Una vez fuera de Lima ya empezaron las curvas, y recordé que en la oficina de Ongawa en Lima, ya me había preguntado Karin que si yo me mareaba, porque había muchas curvas en la ruta que iba a hacer. Le dije simplemente que no, ¡ para no tener que contarle que como se va a marear alguien que ha recorrido en barco los 7 mares ¡. En el bus la chica de la minifalda repartió unas pequeñas bolsas ridículas de plástico por si alguien vomitaba y aunque no quisieras, te la daba porque decía que es mejor prevenir. Yo pensé si tirarla a la basura (por lo de los 7 mares) pero como ya tenía los sudores me la guardé en el bolsillo, por si acaso. Como era de noche no veía nada más que algún poblado iluminado cuando pasábamos a su altura, y el no poder dormir se me hacía a cada rato más una tortura. Cuando calculé que estábamos a mitad de viaje, sin mirar el reloj, ya que no quería desanimarme en caso de que no fuera así y sólo hubieran pasado 20 minutos, empecé a sentirme un poco mareado. Pensé primero que sin darme cuenta me había dormido y que estaba soñando, pero cuando me pellizqué la pierna, vi que no. Esto ya empezaba a preocuparme. Pasé las siguientes 3 horas con altibajos en mi estado de ánimo y de salud, con más o menos sudores y náuseas que iban y venían, pero de momento bajo control, pero me daba cuenta que no debía fijar la vista en ningún otro lugar que al frente porque automáticamente me sentía peor. En leer, ni pensarlo ¡! Después he leído en internet que en la ruta que hice pasamos por el puerto de Ticlio de 4.818 msnm, el segundo más alto por carretera del mundo, o sea que en 2-3 horas pasamos de 0 a casi 5000 m de altura!!

Y de pronto se hizo de día, lo que me alegró mucho, pensé que serían ya sobre las 6 de la mañana, siempre sin mirar el reloj (recordad, el ánimo es importante en estas circunstancias y por eso no se debe permitir que siga decayendo bajo ningún concepto) y ahora podía mirar el paisaje, las casas, algunas vacas en los campos y la gente con sus ponchos yendo a trabajar. Y justo ahora el cansancio me podía y me cerraba los ojos por ratos.

Empecé a ver algunos movimientos de la gente en el bus que indicaba que estábamos muy cerca, y no sé si fue esa pequeña alegría o que ya las últimas 100 curvas fueron demasiado para mí, que empecé a notar que iba a tener que usar la bolsa. Me resistí hasta el último momento, pensando en la vergüenza propia y hasta en la de mis ancestros (bueno, mi abuelo también se mareaba y recuerdo que una vez que íbamos en coche a ver a unos parientes a una masía, dijo que se mareaba y que se iba a bajar y se fue caminando por el bosque por unos atajos y llego al mismo tiempo que nosotros – me quedé alucinado) pero vi que no había nada que hacer, busqué la bolsa desesperadamente y no la encontraba y me volvió el sudor frío, pero esta vez supe que era de miedo, vacié el bolsillo y por fin salió, escondida en el último recodo y ahora que la necesitaba todavía pareciéndome más ridícula que antes. Pero ni modo, es lo único que había y lo más bajito que pude tuve un par de arcadas, mis vecinos más cercanos me miraron, pero yo que iba a hacer, y por suerte, como no había casi cenado, había poco que echar y sólo salió un poco de líquido amarillo que apenas cubrió el fondo de la bolsa. Y por fin llegamos a Huancavelica, a las 7 de la mañana en punto, o sea tras 12 horas de viaje (haber llegado en las 10 horas prometidas tampoco hubiera sido mejor porque ya me dices que haces a las 5 de la mañana en Huancavelica, así que por eso y porque no tenía fuerzas, no le dije nada al respecto a la azafata) y me bajé del bus como un zombi y por mi podíamos haber llegado a la luna, ya que no me sentía las piernas, me dolía la cabeza, tenía ganas de ir al baño, pero a uno que no te diera bandazos y te mandara de un lado a otro del cuarto, a quitarme el mal sabor de boca, en todos los sentidos, y ahora viene lo más bueno: no tenía reserva de hotel. En Lima cuando hablé del tema me dijeron, después de preguntar a alguien que había estado en Huancavelica, que no había problema, que en la Plaza de Armas (a unas 4 cuadras de donde para el bus) hay una oficina de información turística que te aconseja donde ir y que en la propia plaza hay varios hoteles y que así yo me buscaba el que más me gustara. Esto que en Lima me pareció de lo más normal, en Huancavelica cargado con mis dos mochilas, la de la ropa y la del ordenador, cansado, a las 7 de la mañana, con todos los males que ya expliqué antes, me parecía de pena, pero eso no me servía de nada. Y no sé si sería la altura, pero cada cuestecita me parecía una montaña y me costaba respirar. Lección aprendida: cuando estás de viaje de trabajo con las condiciones de tiempo limitadas, no te lo hagas más difícil y resuelve todo lo que puedas antes.


Así que fui caminando a la Plaza de Armas donde obviamente la oficina de información turística estaba cerrada y yo sólo veía el hotel Presidente que vale una burrada (260 soles la noche). Por suerte yo me había mirado en internet un par de hoteles que por las fotos tenían buena pinta y me había apuntado los nombres. Caminé unas 7 cuadras, preguntando, a pesar de ser hombre, y por fin llegué a uno de ellos. Al preguntar me di cuenta de que me había quedado ronco y me salía una voz como la de Marlon Brando en El Padrino, supongo que por el cambio de temperatura del bus a la calle. Íbamos a peor. El hotel tenía buena pinta, el precio asequible de 60 soles con baño dentro y wifi pero la habitación no tenía ventana y yo quiero ventana, aunque haga frío. Así que nada, tuve que desandar el camino, las mochilas cada vez pesaban más y preguntar por el otro hotel, que no encontraba y que al final resulta que tiene un letrero ridículo que no se ve y yo ya había pasado por delante al menos 2 veces. Allí decidí que me iba a quedar aunque fuera con el perro y por suerte, la habitación por 70 soles es grande, tiene baño dentro (aunque huele un poco mal), wifi y el agua está entre tibia y caliente (más lo primero).


No hay calefacción pero la colcha es tan gruesa que creo que no hace falta y se puede dormir en bolas o en lo que cada uno tenga. Me dio tiempo a ducharme, afeitarme, cambiarme de ropa y bajar a tomar un café con leche, que era lo único que me apetecía, e irme a la reunión que tenía con una organización belga a las 9 de la mañana. Lo mejor fue que a pesar de que la reunión duró algo más de 3 horas, fue tan amena, tuvimos enseguida tanta empatía con Feliberto, mi interlocutor, que cuando me fui me supo hasta mal.
De allí salí al hotel, comí algo, y me fui a dormir 2 horas en una cama de 180° y me quedé dormido al instante. Quizás estos buses que hacen estos viajes tan largos deberían instalar el sistema como en Vietnam de poner literas y así todo el mundo iría realmente durmiendo y llegaría en condiciones.
Después de la siesta me fui a caminar y conocer algo la ciudad, que es relativamente grande, tiene semáforos, algunas calles peatonales, restaurantes, discos y karaokes e innumerables tiendas y tiendecitas. La ciudad está a 3.700 msnm y tiene unos 40.000 habitantes.



miércoles, 6 de abril de 2016

Corn Island



He vuelto a mi isla favorita, un mundo minúsculo donde se mezclan todavía la tradición de los pequeños barcos a vela con los sofisticados yates y los pesqueros que poco a poco van esquilmando las aguas alrededor de las islas.


Corn Island son dos islas, la grande y la pequeña, esta última libre de motos y coches. Esto que es tan idílico, se convierte en un problema ante los efectos del cambio climático ya que mientras en la isla grande están protegiendo su litoral con grandes piedras extraídas de la montaña, en la pequeña como no hay ni carreteras ni vehículos, el mar se va comiendo la isla poco a poco. Cada propietario que ve su casa o terreno atacado por las olas lo intenta frenar a su manera, pero ninguno da resultado porque el mar trabaja 24 horas y cada vez que se enfada, lo hace con con fuerzas redobladas.


¿Cuál es la casa más bonita de Corn Island? ¿Es del gobernador, del alcalde, del rey, del presidente? Pues no, es del jodido cura de una de las muchas iglesias que existen en la isla, de cuyo nombre ya ni me acuerdo.


Y cada tanto, los cangrejos salen de sus escondrijos y vienen a celebrar una fiesta a tierra firma en que los habitantes aprovechan para comérselos




Mientras el árbol ciervo al lado del pozo todo lo observa