Después de casi 2 años viajando
todavía no se si el viajar es un arte, un placer, o ambos a la vez, pero sí que
me gusta y que me hace vibrar cada vez que empiezo, como si el tiempo
reverberara en el aire, como en un carrusel de sensaciones.
Despegamos desde Barajas y el
capitán nos anuncia el tiempo que hace en La Habana aunque en realidad nos
dirigimos a Costa Rica. Voy pensando que quizás los desencuentros del personal
de Iberia han llevado al piloto a secuestrarnos y a pedir asilo político-laboral
en Cuba. Dormitando voy ya pensando en los mojitos, aunque al final aterrizamos
en San José.
Y se cierra un ciclo para empezar otro, en Corn
Island, mi isla preferida, incluso con los mosquitos y “sand flies” que a las
seis de la tarde vienen a buscar su tributo de sangre o de picores que te
obligan a rascarte hasta sangrar, lo único que parece ayudar a aliviarte. Pero
todo se me olvida en el mar, con los nurse shark escondidos en sus cuevas o nadando
majestuosos sobre la arena blanca. Y mientras, cada piedra, cada recodo, me
lleva a recordar las horas pasadas, el cariño olvidado, el espejo roto.
El día, entre paseos, juegos de ajedrez, charlas y ensoñaciones tumbado en la hamaca, va pasando, lento como la tenue brisa que mueve las olas.
Ya de noche la música reggae del Nico’s me envuelve mientras escribo, la brisa del mar me abraza, y a los pocos días, reconozco como mis vecinos, que sin esa música ya no puedo dormir.
Enhorabuena por el blog, lo encuentro fácil de manejar y a la vez es instructivo
ResponderEliminarA partir de ahora lo seguiré