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sábado, 24 de diciembre de 2022

Unas semanas en La Habana

 




Con esta entrada hago un parón en lo que llevaba escribiendo sobre el cacao, pero será para coger más fuerza en cuanto me ponga de nuevo.  

Todo lo que escribo sobre Cuba son sólo mis impresiones, dando mi opinión de lo que veo y tal como me parece a mí, en temas que seguro son controvertidos y sobre los que cada uno opinaría posiblemente de diferente manera porque además seguro que no soy imparcial. Pero como me decía el taxista que me llevo a Cienfuegos, ”ni que yo te explicara las cosas de Cuba durante un año, no las entenderías”.

Recorrer La Habana a pie, en bici, o en coche es un gusto porque hay poco tráfico. Aquí no hay colas, ni en la hora punta. Otra cosa es que haya que hacer cola o esperar para encontrar un transporte público, pero una vez conseguido, va viento en popa. Algo que llama la atención son las motos eléctricas que hay a las que muchas veces no oyes llegar hasta que las tienes encima y te llevas un buen susto. Hay también bastantes antiguos coches americanos de colores algo estridentes, que le dan a la ciudad un toque para mi gusto algo artificial.

En las autopistas de salida de La Habana, de 2 hasta 4 carriles, en los cruces hay mucha gente mostrando billetes de dinero para mostrar que están dispuestos a pagar por el pasaje a los coches que pasan. Debe ser desesperante estar horas y horas, sin saber cuándo podrás viajar. Un país que no es capaz de transportar a su gente y prioriza el combustible para el transporte de turistas, va hacia el desastre. Pero eso hace años que se dice de Cuba.

Callejeando no dejan de impresionarme las casas antiguas, coloniales, algunas de una belleza tremenda, aunque siempre hay una historia negra detrás de las imponentes fachadas. Nadie se ha hecho rico trabajando y mucho menos en los siglos pasados. Estas casas, con unos techos altísimos han sido divididas sobre todo en La Habana Vieja a lo horizontal y a lo vertical, donde se arrebujan varias familias conformando diferentes viviendas en lo que antes era una. Si el país está apedazado, las casas también lo están, muchas desconchadas y sin pintar. Otras tienen escaleras de infarto que suben del bajo al segundo piso sin descansillo, producto de esa división irracional.

Tener amigos que viven aquí desde hace 2 años, que me prestan su casa, una tarjeta de teléfono, la bicicleta, me dan acceso a internet y me explican todos los trucos para el día a día, está claro que no se puede pagar con dinero. Tendré que pensar en alguna otra cosa.

Lo que más mal me sabe en este país es ver las inmensas colas que hay por todas partes. Aunque parece que estén desorganizadas, todos saben quién es el último y el penúltimo. Sin embargo, siempre hay quien se quiere colar y ya he visto más de una bronca. Estas colas se forman normalmente en los expendios de productos subvencionados por el gobierno, única manera de que la gente con un salario de unos 20 euros al mes (al tipo de cambio del mercado negro, pero 136 € al cambio oficial) puedan acceder a estos productos básicos. También se forman colas en los hospitales y centros de salud, otro de los servicios más básicos que requiere una población. Esto no es tan diferente a lo que ya viví en la Nicaragua sandinista en el año 86 donde también me tocaba hacer colas. Parece que no he avanzado nada aunque aquí las colas que hago de pagos en divisas son mucho más cortas que las de la gente normal.

Mercado Agro libre


En los pocos días que llevo aquí, ya casi dos semanas, hay cosas que me han salido exactamente como me las había imaginado, otras ni por asomo. Por ejemplo, no he conseguido todavía jugar al ajedrez, aunque ya he empezado las clases de baile, tengo internet todo el día y ya se moverme más o menos por La Habana, porque su sistema cuadriculado y de calles numeradas me lo facilita mucho. Ficho esto, a pesar de ello me sigo perdiendo.

No recuerdo a cuanto cambié el dólar en 2015, la última vez que estuve aquí por unos pocos días (creo que a 25). Hoy no hay cambio oficial con el dólar, pero si con el euro que está a 25 CUP (peso cubano) al cambio oficial y a 173 en el mercado negro.


En estos días he ido a comprar un par de veces y en un día me he gastado, entre pan, unos pastelitos, algo de verduras y queso, el salario mensual de un cubano. Todo ello comprado obviamente en las tiendas no estatales, donde se vende el porcentaje que se permite a los agricultores poner a la venta libre.

En La Habana, como en cualquier lugar, lo primero que hay que hacer es enterarse de como moverse, donde hay que y como se consigue. De Canarias me he traído 3 paquetes con medicinas que me han dado gente de Tenerife para conocidos. En el primero después de no coincidir en un par de ocasiones, ya que la señora tiene a su hermano en el hospital y su marido venía de Mariel, a unos cuantos kilómetros de La Habana, finalmente pudimos quedar. Para el otro he necesitado 3 días para averiguar cómo mandarlo a Camagüey ya que en las oficinas de correos normales no lo reciben y tuve que ir al Ministerio de Comunicaciones que está en la plaza de la Revolución. He tenido que cambiarle el empaque y finalmente, por el módico precio de 220 céntimos he podido mandarlo. Eso sí, me han recalcado que puede tardar 2 meses en llegar. El tercero finalmente lo he entregado en Cienfuegos, a un amigo de quien lo va a recibir, para que se lo entregue en Santa Clara, una ciudad cercana (70 km).

Un agro estatal lleno de gente

En los años 80 en mis viajes de Europa a Nicaragua pasé algunas veces por Cuba para hacer escala, a veces de uno o dos días.  En diciembre de 1999 pasé aquí casi un mes de vacaciones, en la época en que se produjo el conflicto con EEUU por Elián, el niño balsero.  Luego volví en agosto de 2015 para evaluar un proyecto de cambio climático. En esa última ocasión las cosas habían mejorado de como yo las recordaba, pero ahora el país vuelve a sufrir un bache y parece que la política de desgaste de los EEUU va obteniendo resultados ya que se dice que este año se han ido más de 200 000 personas del país (que tiene alrededor de 11 millones de habitantes, por lo que es un 2% en sólo 1 año). Esto significa una sangría importante en lo que a capacidades se refiere, ya que se van sobre todo los jóvenes, pero, por el contrario, los que se quedan posiblemente tengan más recursos económicos, por las remesas de dinero que mandan los que se han ido en cuanto estabilizan su situación. La gente con la que hablo de ello me dice que si esto sigue así no saben quiénes van a trabajar en Cuba, ya que se van los jóvenes y sólo quedan los viejos.

Este mes de diciembre las cosas han mejorado algo, no hay cortes de luz por ejemplo, pero los cubanos ya son tan pesimistas que dicen que el gobierno está haciendo un último esfuerzo poniendo todo lo que tienen para que la gente no se rebele, pero que 2023 será un año mucho peor. Hace un mes mis amigos me habían dicho que me trajera linternas por los cortes de luz. He traído tres y no ha habido ni un solo segundo de cortes. Me preocupa que si las regalo vuelva a haber. Esperaré al último día.

En los pocos días que llevo aquí ya se me hace corto el mes que voy a pasar. Desde el egoísmo de saber que me puedo permitirme vivir sin pasar las penurias de la mayoría de sus habitantes, pienso que no me importaría estar más tiempo y seguir disfrutando de mis paseos a través de La Habana, sin cansarme de mirar a sus gentes, sus casas, el cielo.

Centro Habana

Hay días en que (casi) todo te sale bien. Así fue hace poco en que sentí que ya domino un poco el entorno. Por la mañana, cuando hace relativamente fresco, salgo a pie en dirección a la biblioteca para luego seguir a La Habana Vieja, donde inevitablemente acabo. Con los diversos giros que voy haciendo, cambiando de calle para ir conociendo más, son entre 8 y 12 kilómetros cada día. Ese día fui al Ministerio de Comunicaciones para mandar uno de los paquetes que me quedaban pendientes. No había colas y cuando ya me veía desprendiéndome de la encomienda, resulta que no lo aceptan en el formato que yo lo llevaba y tengo que meterlo en una cajita. Pero vamos avanzando. Al entrar me pareció que la señora de la limpieza, señalándome con el dedo, me pegaba (un poco) la bronca por algo que no entendí. Tardé todavía un rato en darme cuenta. De ahí me encaminé a la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, adonde estoy yendo a consultar documentos relacionados con el cacao. Ahí una señora muy amable en información me atendió y llamó al responsable de relaciones internacionales para que yo le pudiera entregar mi libro de Agroecología, asignatura pendiente, que traje para que también esté en esta biblioteca, ya que es un libro que habla de luchar contra el sistema establecido y no se me ocurre ningún mejor lugar para que esté. Este hombre (Juan Carlos Fernández) me dijo que en este año había recibido a varias personas de las islas Canarias que habían pasado por allí y que en la Biblioteca están interesados en recibir libros, sobre todo de Agroecología (sic). Nos hicimos una foto y todos tan contentos. Luego pasé a hacerme el carnet, en la categoría de profesional ya que no llevaba ninguna acreditación como investigador. Me lo hicieron en un momento, a mano, y tuve que pagar el precio de 6 CUP que son 3 céntimos de euro, lo que me habilita para consultar documentos en las diferentes salas que tienen. Luego pasé a otro mostrador donde una mujer muy amable me dijo que no podía entrar a la sala con la mochila de la que tengo que sacar todas las cosas de valor y llevarlas en una bolsa transparente para pasar a las salas. Luego, en voz baja, me dijo que la próxima vez no viniera en “chor”, o sea en pantalón corto, ya que podría serme denegada la entrada tal como consta en los términos del carnet que me dieron. Ahí entendí los aspavientos de la señora del Ministerio de Comunicaciones. ¡Esa es la razón de que, al hacerme la foto en la biblioteca, esta se queda a la altura del ombligo! Así que tendré que venir con pantalón largo lo que obviamente me fastidia un poco con el calor que hace y pienso que en algunos aspectos de las formas la revolución se les quedó algo corta y anclada en el pasado.


Biblioteca Nacional José Martí


La biblioteca está muy cerca de una zona de buses y taxis, donde al pasar por ahí me ofrecieron todo tipo de viajes por todo el país. Por lo menos ahora ya se los precios aproximados, que cobran en euros. De ahí, todavía me quedaba camino por recorrer, para pasar por un hostal donde a través de mis amigos quedé con un cambista que me cambió unos euros a un cambio superior al que ofrecen en la calle a los turistas de La Habana Vieja a 160 mientras él me lo cambió a 173 CUP.

De ahí seguí camino hacia la Plaza José Martí, donde me encontré en el Boulevard San Rafael con Irene, una amiga francesa con la que hice amistad en Togo y que está aquí de vacaciones con su marido cubano. También iba con su mama, una increíble mujer de 90 años, de origen español que ha venido a pasar unos días a Cuba. Ellas me dijeron que habían visto una gente jugando al ajedrez en la Plaza José Martí, así que me fui para allá. Efectivamente, había dos choferes de coches antiguos que, como ahora no hay muchos turistas, tienen que esperar varias horas hasta que les toca el turno de salir y matan el tiempo jugando al ajedrez. Enseguida nos pusimos a hablar, en el lenguaje universal que te da el ajedrez, sobre todo con algunos que estaban esperando su turno para enfrentarse al que ganara y había también un turista alemán con el que suelen jugar. Les dije que yo había traído un tablero y figuras para jugar y me contestaron que muy bien, pero que lo que necesitan es un reloj para jugar con tiempo ya que el alemán tarda mucho en cada jugada y esas partidas se alargan interminablemente. El lenguaje del ajedrez.

Para rematar el día fui al Museo del chocolate, que curiosamente está en la calle Amargura, donde me tomé un batido de chocolate frío que me costó 20 céntimos de euro, y eso que está en el mero centro de Habana Vieja. Van muchos cubanos ya que es un precio que se pueden permitir. Ya agotado después de tanto caminar me fui hacia un lugar donde sabía que por allí cerca pasaban almendrones, coches antiguos que hacen transporte compartido, que iban hacia la dirección donde yo me quedo. Le pregunté a un chico que tenía una bici taxi donde era y como estaba a 4 cuadras y yo ya estaba harto de caminar le pregunté cuanto me cobraba por llevarme y así me aseguraba de ir al punto correcto. Me cobró 1,1 euros, me dejó en una calle y me dijo que los coches no tienen parada, sino que los tienes que parar cuando pasan y decirles donde vas. Así fue, uno de los primeros que pasó iba en la dirección correcta, hacia el puente Almendares y después de 6 km compartidos con otros viajeros que subían y bajaban durante unos 20 minutos de viaje, dado el escaso tráfico, me dejó a 20 metros de mi casa y pagué el precio que todos pagaban, 60 céntimos de euro.

Almendrón

Todavía por la noche queda tiempo para salir. Un lugar cercano es la FAC -Fabrica de Arte Cubano- que está a unas pocas cuadras de la casa de mis amigos por lo que se puede ir andando. Uno de esos días actuaba el profesor de percusión de Juan y lo fuimos a ver actuando con un grupo de jazz. Un espectáculo.



Actuación de jazz en la FAC


Desde el Malecón




domingo, 4 de diciembre de 2022

Ingreso Digno

 

Esta entrada del blog no tiene fotos porque es difícil y además no se debe fotografiar la pobreza. Tiene alguna gráfica y muchos datos con los que espero no aburrir a nadie, pero es que sólo viendo cifras y hechos podremos ver las interrelaciones que hay entre nuestra riqueza basada en la pobreza de otros.

En los próximos 3 meses me voy a dedicar a seguir escribiendo sobre estos temas, en parte lo que ya tengo elaborado y en parte sobre las propias experiencias que espero ir compartiendo sobre los países de América Latina que voy a visitar.  

Ingreso Digno

El ingreso digno se define como el ingreso neto que un hogar necesitaría para permitir un nivel decente de vida a todos sus miembros. Los elementos de un nivel decente de vida incluyen: alimentación, agua potable, vivienda, educación, atención sanitaria, transporte, vestimenta y otras necesidades esenciales, incluida la provisión para imprevistos. Esto incluye poder permitirse una dieta nutritiva y de bajo coste, una vivienda básica y saludable y otros gastos esenciales, incluyendo una asistencia sanitaria adecuada y la educación de los hijos hasta la escuela secundaria, y no correr el riesgo de caer en la pobreza o en el endeudamiento debido a acontecimientos ocasionales o no planificados (matrimonios, funerales, enfermedades, etc.).

El ingreso en base a la rentabilidad de los cultivos de cacao es difícil de calcular dado que no hay datos contrastados de producción y por las dificultades inherentes a las propias explotaciones, sobre todo al tratarse de pequeñas fincas familiares. Las densidades por hectárea son diferentes en cada finca, lo que desvirtúa el valor final. Los datos de la cosecha también crean confusión cuando se dan datos por año o por ciclos. El registro de las ventas a las cooperativas en muchas ocasiones no se corresponde a la cantidad total porque se desvía parte de la producción a compradores locales, debido a que el pago es inmediato o se vende a los países vecinos cuando el precio en estos es superior.

Aunque la disponibilidad y los costos de la mano de obra son parámetros cruciales en el debate sobre los ingresos de los agricultores, casi no hay datos disponibles. El aumento en la mano de obra necesaria cuando se implementan las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) tiene serias implicaciones para los programas de sostenibilidad y podría explicar la baja implementación de estas, incluso cuando los agricultores han recibido capacitación al respecto. Nadie sabe si sus costes son más altos que los ingresos netos adicionales. Desde la perspectiva de los agricultores, frente a los riesgos e inestabilidad del precio y de los rendimientos debido a plagas y enfermedades, invertir en BPA e invertir en la utilización de más mano de obra es un enfoque muy arriesgado y de resultados inciertos.

Uno de los argumentos esgrimidos de porqué las compañías se aferran al precio del mercado mundial es que el sector del chocolate es competitivo y las compañías no pueden permitirse pagar precios más altos de forma unilateral. Sin embargo, desde enero de 2020 Nestlé ha readquirido alrededor de 13 mil millones de francos suizos en acciones de los accionistas. Por otro lado, a principios del 2020, la familia Ferrero se abonó un dividendo anual de 642 millones de euros. Un cálculo aproximado sobre las 135.000 toneladas de cacao que esta empresa adquiere por año podría proporcionar a cada hogar productor de cacao de los que se abastece (alrededor de 90.000 agricultores que producen 1,5 toneladas por hogar) un ingreso digno para el año de 5.500 € por cada hogar en Costa de Marfil – el doble de lo que se paga en la actualidad - con un costo de 450 millones de euros como máximo. Esto todavía dejaría a la empresa alrededor de 192 millones de euros para su familia propietaria, la familia más rica de Italia. Si las compañías de chocolate pueden pagar esa cantidad de dinero a sus accionistas y propietarios, simplemente no hay excusa para que las compañías no paguen precios que aseguren un ingreso digno para sus productores. Estos datos deberían al menos llevar a los consumidores a cuestionarse si es ético el seguir comprando a este tipo de empresas. Eso o te haces accionista de la compañía o miras para otro lado. No hay más opciones.

Por suerte algunas pequeñas empresas ya están tratando de pagar un salario digno en el sector del cacao. Todavía no han encontrado eco en el mercado de masas, con la excepción de Tony's Chocolonely, que ya es la segunda marca de chocolate de los Países Bajos en términos de ventas.

Ingresos netos, no el rendimiento, como indicador clave

Las compañías tienen un papel claro en el cambio fundamental del enfoque; en vez de promover esfuerzos unilaterales de productividad, y en lugar de contar los kg cosechados por hectárea, deben utilizar los ingresos netos como indicador clave de medición. Los gobiernos desempeñan un papel crucial a la hora de garantizar políticas agrícolas holísticas y proporcionar una infraestructura pública adecuada, tales como el acceso a los mercados y a los servicios de extensión. El aumento de rendimiento de manera sostenible ofrece la oportunidad de reducir las áreas plantadas. Estas áreas podrían convertirse en cultivos diversificados o reconvertirse en bosques naturales para restaurar la biodiversidad y revertir algunos de los efectos adversos de la deforestación.

Aumentar el rendimiento no es - contrariamente a una convicción corporativa muy popular – la panacea para solucionar los problemas del sector. Como demuestran las frecuentes bajadas de los precios, con solo aumentar los rendimientos no se resuelve el problema de ingresos. Además, mientras a los productores se les exigen complicados sistemas de certificación, sean ecológicos, de sostenibilidad u otros, y que desgranen sus costes de producción y de vida, a las grandes multinacionales no se les pide que rindan cuentas, sino que es con sus propios sistemas con los que intentan garantizar cierta transparencia y trazabilidad en sus dudosas prácticas comerciales.

La diversificación de los cultivos debe ser un componente importante en los programas de aumento de la productividad. Los cultivos diversificados reducen la dependencia de un solo producto básico, haciendo más resilientes a los agricultores. La diversificación también puede aumentar la biodiversidad, tanto de la flora como de fauna. Además, en especial la agroforestería, puede contribuir a estrategias de mitigación a largo plazo y de adaptación al cambio climático.

Yo defiendo que lo más justo sería establecer un sistema de pago en base a costes de producción que aseguren un ingreso digno. Hay suficientes datos y conocimientos para calcularlos en base al potencial de producción por zonas y países con criterios de sostenibilidad y buenas prácticas agrícolas. Esto choca con la dictadura empresarial que quiere costes fijos de adquisición de la materia prima, sin importarles las condiciones en que se producen, para lo que por supuesto ha puesto los medios para conseguirlo.


Tabla: Ingresos reales vs. Ingreso vital (datos de 2019)

 

 

Ghana

Costa de Marfil

Ingreso Vital de referencia USD/persona

2.16

2.49

Precio USD/kg para obtener Ingreso Vital

2.10

2.20

Precio real recibido en finca/kg

1.52

1.37

% recibido vs. lo que debería recibir

72

62

 

A pesar del considerable desempleo en Costa de Marfil y Ghana, la mano de obra agrícola contratada escasea, porque la gente no puede ni quiere trabajar en niveles inferiores a los de subsistencia. La mayoría de los agricultores no pueden satisfacer las demandas salariales más altas, ya que ellos mismos ganan muy poco.

Fijación del precio

La relación entre existencias y moliendas es una de las fuerzas del mercado del cacao que determinan los movimientos de su precio. Este índice se obtiene dividiendo las existencias de final de temporada del año cacaotero anterior entre las moliendas estimadas para el año de cosecha actual, con un alto componente de especulación, dado que son mercados de futuros.

Durante los últimos años, los precios internacionales del cacao mostraron un comportamiento oscilante.

 



El colapso de los precios (ver 2016/17) está directamente vinculado al fuerte incremento de la producción de cacao en los últimos años, impulsado en parte por la creación de nuevas áreas de producción a expensas de los bosques nativos. Esto puede atribuirse tanto al desinterés de las compañías por el impacto medioambiental que tiene el suministro de cacao barato, como también a la casi total ausencia de medidas gubernamentales para hacer respetar las áreas ambientalmente protegidas.

La estimación de una renta vital en las zonas rurales de cultivo de cacao de Ghana es de 1.464 GHS (329 dólares) al mes para una familia típica de dos adultos y tres niños. La estimación se basa en los costes de vida reales en marzo de 2018, con un nivel básico, e indica todas las cantidades de ingresos del hogar que serían necesarios para cubrir los gastos de manutención de la familia. Se añade un pequeño margen por encima de este coste total para hacer frente a imprevistos como enfermedades y accidentes, u ocasiones especiales como matrimonios y funerales, para garantizar que las familias no caigan fácilmente en la pobreza. El desglose se resume en el siguiente cuadro:


Item

GHS/mes

USD/mes

%

Costes alimentos por mes

757

170

52

Costes vivienda por mes

198

44

13

Otros costes

439

99

30

Sostenibilidad

70

16

5

Total

1464

329

100

Estos gastos se calculan sobre la base de tres comidas diarias (aunque muchos cabezas de familia sacrifican al menos una comida al día o incluso más durante la época de escasez) e incluyen el autoconsumo y los alimentos comprados. Los agricultores dicen que se alimentan principalmente de arroz, ñame, sémola, attiéké (sémola de yuca) y plátanos que se producen en los huertos familiares. En los mercados se compran otros productos, especialmente pescado, aceite, azúcar, sal, conservas, etc. El consumo de carne es bajo. La mayoría de las familias cultivan pequeños huertos y también recogen fruta. Hay 3 meses críticos durante el año en los que las familias tienen serios problemas para cubrir todos sus gastos diarios. Los datos demuestran que las familias productoras gastan la mayor parte de sus ingresos familiares en alimentos. A pesar de ello la calidad de los alimentos no es satisfactoria y los ingresos no permiten incluir más proteínas animales como la leche, los huevos, el pescado o la carne.

La investigación que ha hecho posible obtener estos datos cuenta con el apoyo de un grupo diverso de partes interesadas implicadas en la sostenibilidad actual del sector del cacao en Ghana, aunque el que empresas como Cargill y Mars participen y estén en el comité directivo hacen dudar de su papel como juez y parte. Hay que reconocer que también están otras entidades como Fairtrade International, Rainforest Alliance y Voice Network que dan ciertas garantías de velar por los intereses de los productores.

A menudo se afirma que los productores de cacao son pobres, pero rara vez se define el alcance de su pobreza. En datos procedentes de cuestionarios de hogares de productores de cacao de Costa de Marfil y Ghana, en muchos hogares (30-58%) obtienen unos ingresos brutos inferiores al umbral de pobreza extrema del Banco Mundial y la mayoría (73-90%) no obtienen un ingreso vital. Los hogares con menos ingresos por persona y día suelen obtener menores rendimientos de cacao, están formados por más miembros del hogar, tienen un menor tamaño de tierra disponible y dependen más de los ingresos del cacao que los hogares con mayores ingresos. Si se comparan los efectos del aumento de los precios y de los rendimientos sobre los ingresos brutos, los aumentos de los rendimientos conllevan mayores beneficios, especialmente para los hogares más pobres. Duplicar el precio del cacao dejaría todavía al 15-25% de los hogares con una renta bruta por debajo del umbral de la pobreza extrema y al 53-65% por debajo del umbral de la renta vital. Con rendimientos de 600 kg/ha, frente a los rendimientos actuales de unos 300 kg/ha, estos porcentajes se reducen al 7-11 y al 48-62%, respectivamente, mientras que con rendimientos de 1.500 kg/ha sólo el 1-2% de los hogares quedan por debajo del umbral de pobreza extrema y el 13-20% por debajo del índice de referencia del Ingreso Vital. Si suponemos que los costes de producción para alcanzar un rendimiento de 1.500 kg/ha son el 30% de los ingresos, todavía sólo el 2-4% de los hogares obtienen unos ingresos netos por debajo del umbral de pobreza extrema y el 25-32% por debajo del punto de referencia del Ingreso Vital.

Es importante darse cuenta de que incluso los aumentos drásticos del precio del cacao no supondrían el fin de la pobreza para todos los productores de cacao, aunque actualmente muchos programas de investigación y desarrollo se centran en la intensificación sostenible de la producción de cacao. Sin embargo, los productores, especialmente los más pobres, suelen carecer del capital y la mano de obra necesarios para lograr aumentos sustanciales del rendimiento, y tales inversiones les suponen un gran riesgo.

Desde que el Barómetro del Cacao 2015 pusiera el ingreso digno en el centro de atención del sector, este concepto y los medios de subsistencia de los agricultores se han convertido en asuntos fundamentales en el debate sobre el cacao, y ya se han adoptado algunas medidas prometedoras que a corto plazo deberían conducir a actividades coordinadas para aumentar los niveles de ingresos de los agricultores.

Además, varias multinacionales se han comprometido a eliminar la pobreza. Barry Callebaut, como parte de su plan «Forever Chocolate», se ha comprometido a eliminar hasta el 2025 la pobreza estructural en su oferta de cacao. El plan «Sostenibles en una Generación» de Mars tiene como objetivo que todos los integrantes de su extensa cadena de suministro obtengan un ingreso suficiente para llevar una vida decente. Todavía no está claro cómo se lograrán estas ambiciones, y no hay pruebas de que los agricultores estén ganando más gracias a estos compromisos. De hecho, hasta la fecha, se han desarrollado o implementado muy pocas políticas al respecto. Una cadena de valor que acepte la pobreza estructural como algo inevitable nunca podrá denominarse sostenible.

Certificaciones

La mayoría de los programas de certificación de comercio justo y sostenible se refieren a sistemas de producción que se basan cada vez más en una sola variedad (cultivada en monocultivo en parcelas prácticamente sin asociación) y en el uso extensivo de insumos químicos. Con el tiempo se ha ido confeccionando un "paquete" de producción de cacao convencional, correspondiente a las prácticas agrícolas de la "revolución verde", que no integran árboles de sombra, fomentan la fertilización química y el uso de pesticidas para el control sanitario. El objetivo principal es aumentar la "productividad" para satisfacer la demanda industrial sin preocuparse demasiado por la sostenibilidad medioambiental del sector.

El 50% de la producción de cacao de Costa de Marfil está certificada como sostenible, aunque cabe preguntarse si realmente lo es. En el plano medioambiental, el cultivo de la variedad "Mercedes" sin sombra, que es el principal sistema difundido por los servicios técnicos (lo que hace desaparecer las variedades más tradicionales y rústicas como la "Ghana" o la "Francesa"), combinado con el elevado uso de productos químicos, no ofrece realmente garantías de sostenibilidad.

El hecho de que la demanda mundial de cacao esté creciendo y pueda enfrentarse a una gran escasez en los próximos años, como se especula en varios documentos, puede fomentar lógicas de producción intensivas, que tendrán un ligero impacto en la producción a corto plazo y pondrán en serio peligro su sostenibilidad a medio y largo plazo.

Según los datos de otro estudio con rendimientos promedio de 590 Kg/ha y un coste de 677 FCFA por Kg (aprox. 1 €/kg) y un precio pagado de 1100 FCFA/kg (1,7 €/kg) el productor obtiene un margen neto de 500 dólares por hectárea. Según todos los productores entrevistados, más del 85% de sus ingresos monetarios dependen del cultivo del cacao y es este cultivo el que les permite pagar todos los gastos monetarios necesarios para la alimentación, la educación, la salud, etc.

Dado que la producción de cacao es la principal actividad y fuente de ingresos de las familias, es posible afirmar que el nivel de pobreza viene dado por las precarias condiciones de vida y que la mala alimentación está directamente relacionada con los bajos precios que reciben. Por lo tanto, es urgente que incluso se aumente el precio mínimo garantizado establecido por el Comercio Justo para permitir que se cumpla el objetivo de garantizar unas condiciones de vida dignas para cada productor.

En otras zonas geográficas, en otras situaciones agrarias, el Comercio Justo, al establecer precios mínimos realistas, ha tenido un efecto regulador sobre el sector convencional. Los métodos de producción que ha apoyado han constituido referencias y demostraciones de sistemas agrícolas ambientalmente sostenibles.

Todos los productores entrevistados en un estudio de AVSF dijeron que les gustaría ganar más dinero para poder educar mejor a sus hijos, comer mejor y pagar los gastos de salud sin problemas. Asimismo, los productores afirman que sus principales aspiraciones son tener una casa más cómoda (con más habitaciones, con baño como en algunas casas de las ciudades que conocen o que les describen sus hijos), poder dormir en un colchón....

Finalmente hay que añadir que ni una sola de las normas ha contribuido de manera significativa a que los agricultores ganen un ingreso digno, ni siquiera les ayudan a salir de la pobreza estructural. Si bien los ingresos medios de un cacaocultor certificado pueda ser ligeramente superior, el impacto global de la certificación es relativamente bajo; el cacaocultor certificado medio sigue siendo pobre.

Aunque las organizaciones de normalización son conscientes de ello, sufren la presión de la competencia entre los sistemas de certificación. Las compañías chocolateras y los minoristas suelen buscar la etiqueta más barata, ignorando los posibles efectos negativos de la presión sobre los precios. Además, las organizaciones de normalización no ejercen un control directo sobre diferentes variables que inciden de modo fundamental en el nivel de vida de los agricultores, como el acceso a la infraestructura (escuelas, atención sanitaria, carreteras y acceso a los mercados, etc.), la calidad de la legislación sobre la tierra y su cumplimiento, la disponibilidad de insumos, etc.

Queda un largo camino por recorrer….

 

viernes, 18 de noviembre de 2022

África Occidental: el cacao sigue a la pobreza

 


La pobreza es el origen de casi todos los desafíos que enfrenta el sector del cacao, por lo que parece lógico que el objetivo principal debería ser su eliminación. Si los productores de cacao no cuentan con un ingreso digno, el cacao nunca será sostenible, sobre todo porque poder ganar un ingreso digno es un derecho humano fundamental. Resolver el problema de la pobreza también es necesario porque los desafíos que enfrenta el sector (desde la deforestación y el trabajo infantil hasta la desigualdad de género y la desnutrición infantil) serán imposibles de abordar si las familias de agricultores continúan viviendo en estas condiciones. Cuando los agricultores deben elegir entre alimentar a su familia y no talar árboles, no tienen elección. Cuando deben elegir entre alimentar a su familia o enviar a los niños a la escuela, tampoco se trata de una elección. Actualmente, casi ningún productor de cacao en los principales países productores de África occidental obtiene un ingreso digno. En Costa de Marfil, incluso entre los agricultores certificados, solo el 12% obtuvo un ingreso digno durante el 2018.

En una entrevista a Antonie Fountain, director general de Voice Network, sobre qué tipo de reformas propone para el sector como prioritarias, dice: Creemos que el precio del cacao debe aumentar y que esto requiere más transparencia por parte de los gobiernos. Las empresas, si realmente creen en el desarrollo sostenible, deben asumir sus responsabilidades. Si les preocupa la pobreza de sus productores, simplemente deberían pagarles más.

Michel Arrion, director general de la Organización Internacional del Cacao dice que los precios actuales representan «un tercio de los precios del cacao de hace cuarenta años». Su cultivo ya no es una esperanza de desarrollo para las familias productoras, que están encerradas en una pobreza endémica. Además, «el cacao se paga demasiado poco para ser sostenible» y sin un precio que permita invertir seriamente en la transición agroecológica de la producción de cacao, la deforestación va a continuar.

En el África occidental hay alrededor de un millón doscientas mil familias de pequeños agricultores y un total de 11 millones de aparceros que viven de la producción de cacao. Sin embargo, su margen de ganancias es extremadamente pequeño. La principal causa de ello son los bajos precios en el mercado mundial que en los últimos veinte años han fluctuado con una fuerte tendencia a la baja. Esto obliga a los agricultores a reducir al mínimo sus costos de producción, para lo cual los niños esclavos, que no cuestan más que un plato de comida diario, vienen como anillo al dedo. Para los picos de trabajo en períodos de cosecha se traen los llamados trabajadores golondrina de los países limítrofes del norte.

Los estados de Ghana y Costa de Marfil tomaron la decisión conjunta e histórica en el verano de 2019 de exigir a los compradores de cacao el pago de un diferencial de renta digno (DRD) a los productores. Se trata de una cantidad de 400 dólares por tonelada que se suma al precio de la bolsa de Londres, un mecanismo que pretende distribuir mejor la riqueza creada en el sector. 

Pero en lugar de respetar esta decisión de los estados, las multinacionales prefirieron frenar sus compras y recurrir a sus existencias y a las de las ventas a futuro de las bolsas de Nueva York y Londres, presionando a las pequeñas organizaciones productoras, que se encontraron con una elevada cantidad de cacao en grano sin vender. Las grandes multinacionales del sector han acabado presionado a los gobiernos de Costa de Marfil y Ghana para que bajaran los precios, por lo que al final todo sigue igual.

Una desventaja para los países productores es la dificultad para mantener las existencias de cacao en stock, debido a su clima caluroso y húmedo, y a que no tienen medios para financiar las infraestructuras necesarias para la conservación del producto por largo tiempo. Esto hace que los stocks sean un instrumento en manos de los países industrializados consumidores y no de los del sur productores.

Como parte de sus estrategias de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), las principales empresas cacaoteras estimulan la mejora productiva del producto. Mediante la distribución de insumos y la formación en buenas prácticas agrícolas, intentan aumentar la productividad y, por tanto, los ingresos de los agricultores. Con estas iniciativas, aunque parezcan correctas, las empresas se aseguran la fidelidad en el suministro de las asociaciones de productores asociadas y además trasladan el problema de los ingresos a los propios productores y no al precio pagado. Nadie asegura a los productores que, aunque incrementen la producción, los precios no van a seguir bajando y con ello seguirán manteniendo la espiral de pobreza.

 

Sin embargo, si el sector se centra en el aumento de la productividad de todos los cacaocultores, es probable es que a largo plazo se produzca un exceso de oferta y una caída de los precios en el mercado mundial, con lo que se perderían todos los efectos a futuro. Otras estrategias que los cacaocultores pueden implementar son la mejora de la calidad de su producción o el paso a segmentos orgánicos o certificados de la cadena de valor, ya que con ello pueden acceder a diversas primas de precios. Sin embargo, diversos estudios han indicado que incluso estas primas de precios tienden a ser insuficientes para cubrir el ingreso vital.

El modelo de negocio del cacao ordinario es la pobreza, porque el cultivo de este tipo de cacao paga tan mal que solo es atractivo para los más pobres. El abastecimiento de un cacao ordinario lo más barato posible, genera presión sobre los pequeños agricultores, quienes no pueden influir en los precios y, en su mayoría, no están organizados. Mientras tanto, en la cúspide de la pirámide, los fabricantes multinacionales de chocolate, los procesadores de cacao, los comerciantes y los minoristas ganan miles de millones de dólares al año por satisfacer las necesidades de los consumidores por un producto de placer.

Soluciones técnicas a un problema político: aumento de la productividad

Los enfoques comunes para aumentar la productividad son la capacitación sobre buenas prácticas agrícolas, la distribución de plántulas de cacao y árboles de sombra, la diversificación de cultivos y la puesta a disposición de insumos agroquímicos tales como fertilizantes y plaguicidas. Aunque estos pueden ser elementos que contribuyen a una cierta mejora, este enfoque no ha conducido a un progreso significativo en la lucha contra la pobreza de los agricultores. Todas estas medidas van ligadas a un incremento en inversiones, con productores que en la mayoría de los casos no disponen de capital para ello.

Casi todos los esfuerzos para aumentar los ingresos de los agricultores se basan en soluciones técnicas. Pero los retos a los que se enfrenta el sector del cacao - que son similares a los de muchos otros sectores - no son sólo de tipo técnico, sino que están influidos por las relaciones de poder y los sistemas políticos. Entre ellas se encuentran el establecimiento de los precios de mercado, la falta de poder de negociación de los agricultores, la concentración de los mercados por parte de las multinacionales y la falta de transparencia. Estos son la base de los desafíos políticos que debe abordar el sector del cacao y del resto de productos básicos tropicales.

En 2018 Fairtrade International estimó que, como media, una familia dedicada a la producción de cacao en el área rural de Costa de Marfil ingresaba tan solo el 37% de la renta mínima de subsistencia: 0,78 dólares estadounidenses diarios frente a los 2,51 diarios estimados necesarios. A pesar del enorme volumen del mercado global de chocolate, el valor que reciben los productores y productoras de cacao del producto final es mínimo y probablemente seguirá menguando en el futuro: de media, quienes producen cacao reciben entre un 3% y un 7% del precio de venta final de una barra de chocolate, lo que contrasta con el 50% que recibían en la década de los setenta o el 16% que recibían en la década de los ochenta. En comparación, las marcas fabricantes de chocolate obtienen alrededor del 40% del precio final y los minoristas cerca del 35%.


Estadísticamente, la proporción del precio del cacao en el precio de venta de los productos elaborados con cacao ha ido disminuyendo de forma constante en las últimas décadas. En el mercado francés, por ejemplo, el cacao seguía representando el 23% del precio de una tableta de chocolate entre 1960 y 1970. Entre 2000 y 2011, solo fue el 10%. El descenso más acusado se produjo en la década de 1980. Como resultado, la proporción de pagos a los agricultores -medidos en función del precio del chocolate- se redujo del 12% por barra al 5,6%. Una tendencia similar se ha observado en el mercado del chocolate en Estados Unidos y Gran Bretaña.

Ante ello cabe preguntarse si esto no corresponde a una estrategia a largo plazo de las grandes multinacionales que permitieron durante un tiempo un precio atractivo del cacao, llevando a que muchos agricultores apostaran por este cultivo, lo que dada la vida útil de los árboles los hacía cautivos por varios decenios. Posteriormente, al bajar los precios, recuperaban con creces el dinero dejado de ganar en esa época.

Las familias agricultoras por lo general no pueden permitirse introducir mejoras relacionadas con la fertilidad de una tierra agotada o con la sustitución de árboles del cacao envejecidos o enfermos; tan solo alrededor del 10% de quienes producen cacao del África Occidental pueden permitirse el uso de fertilizantes. Esto se debe fundamentalmente a los deficientes métodos agrícolas, así como a la falta de acceso a insumos, tecnología, subvenciones y servicios de crédito o de extensión agrícola. El incremento en la producción de los últimos años se deriva sobre todo del aumento del área total cultivada más que del incremento en la productividad. Entre 1990 y 2017, el área cultivada con cacao ha pasado de 0,7 millones de ha a 1,7 millones de ha en Ghana y de 1,6 millones de ha a 4,1 millones de ha en Costa de Marfil, un incremento del 150% entre los dos países.

 

Gráfico: causas de los bajos rendimientos en producción de cacao en África occidental


El caso de Costa de Marfil

El cacao en Costa de Marfil, con alrededor de 920.000 productores, contribuye con este cultivo en un 14% al Producto Interior Bruto del país. En este país el cultivo se introdujo en 1895 y se desarrolló con rapidez, especialmente tras la independencia de Francia en 1960, superando a Ghana a partir de 1970.

En 1946 se suprimió el trabajo forzado, utilizado por los franceses en sus colonias para la construcción de infraestructuras. Esto contribuyó a que la producción de cacao aumentara en Costa de Marfil con un frente pionero del cacao que se desplazó hacia el oeste a través de la zona boscosa, animado por los altos precios mundiales de las materias primas en la década de 1950. Tras la independencia, en 1960, se abrieron las reservas forestales y el gobierno fomentó la expansión de la producción de cacao.

A ello contribuyó la abundante mano de obra migrante de Malí y Burkina Faso. Tras la independencia, Costa de Marfil adoptó una política de estímulo a la producción de cacao como principal cultivo económico de exportación. La política de liberación de tierras hizo que más de 2 millones de personas emigraran de las zonas áridas y secas y de los países vecinos a las zonas tropicales y fértiles de Costa de Marfil.

Los resultados de una investigación revelaron que el 81% de los hogares encuestados eran marfileños y extranjeros que se instalaron en la región hace tres décadas debido a dos grandes oleadas migratorias. La primera oleada estaba compuesta por emigrantes marfileños en la década de 1970 y la segunda de no marfileños, incluidos burkineses y malienses, en la década de 1980. Estos emigrantes contribuyeron al establecimiento y la expansión de los cultivos de cacao en el suroeste de Côte d'Ivoire, lo que provocó el desplazamiento del cinturón de cacao en esta región en la década de 1980. Algunos burkineses alquilaban o directamente compraban las tierras a los grupos bete o guere. Mientras que la integración se produjo inicialmente de forma pacífica, los conflictos por la tierra, entre otras razones, condujeron a una guerra civil desde 2002 hasta 2007, con un resurgimiento de la violencia en 2011. Es en este contexto de conflictos por la tierra, incertidumbre y migración, se desarrolla el cultivo del cacao en Costa de Marfil.

En 1977 Costa de Marfil superó a Ghana como mayor productor mundial. La producción ha seguido aumentando de forma espectacular gracias a la expansión de la superficie cultivada. En la década de 1980, bajo la presión internacional para proteger los remanentes de bosques de Costa de Marfil, el gobierno prohibió los asentamientos en las reservas forestales restantes. La política de fomento del cultivo del cacao se revirtió oficialmente en 1988. Esto parece haber tenido poco efecto en la producción, pero la expansión de la superficie parece estar disminuyendo en la actualidad.

 

El cacao ocupa aproximadamente el 40% de las superficies cubiertas por los cultivos exportables y proporciona cerca del 40% de los ingresos por exportación. Desde el punto de vista social, el sector del cacao emplea a dos tercios de la población activa del país y mantiene directa o indirectamente a 6 millones de personas. Los pequeños agricultores son responsables de la producción del 95% del cacao en explotaciones de monocultivo cuyo tamaño medio oscila entre 2 y 5 hectáreas. En los últimos años han surgido varios paisajes cacaoteros-forestales en las últimas reservas forestales del país que se han convertido en importantes zonas de cultivo de cacao. Estas grandes degradaciones han provocado una disminución sin precedentes de la cubierta forestal.

Formas de producción

Existen tres tipos principales de productores de cacao en África Occidental:

   Agricultores que cultivan sus propias tierras. La mayoría de los agricultores que poseen y cultivan sus propias tierras integran la producción de cacao con otras actividades agrícolas. Este es un método común de producción de cacao en la mayoría de las zonas productoras bien establecidas.

  • Los aparceros, que cultivan la tierra de otro a cambio de una parte del rendimiento. Los aparceros suelen dividir la cosecha con el propietario en una proporción de 1:2 (abusa) o, con menos frecuencia, 1:1 (abunu). Estos sistemas existen desde hace mucho tiempo, pero son habituales en las zonas de reciente cultivo, sobre todo en Costa de Marfil, donde muchos de los aparceros son emigrantes de Malí o Burkina Faso. Dado que los aparceros reciben una parte menor del rendimiento de su producción, sus ingresos rara vez son suficientes para pagar la mano de obra, por lo que tienden a utilizar la mano de obra familiar o realizan las mínimas labores necesarias. En el sistema de arrendamiento Abusa, los agricultores arriendan tierras a terratenientes que no pueden o no quieren administrar ellos mismos la plantación. A cambio, suelen tener que dar la mitad, a veces hasta dos tercios de su rendimiento, que varía según la cosecha, al propietario. Actualmente no hay datos confiables sobre el porcentaje de hogares que trabajan bajo los sistemas Abunu o Abusa. Las cifras que se tienen son relativamente bajas; sin embargo, hay datos que indican que en algunas regiones son alrededor de una cuarta parte y, según otras encuestas, incluso un tercio de las plantaciones son administradas por los arrendatarios, aunque este tema ha sido poco investigado. Actualmente, estos sistemas no consideran si el arrendatario recibe el dinero suficiente para considerarlo ingreso digno. Como muchos agricultores propietarios de tierras no reciben un ingreso digno, es probable que la situación de muchos arrendatarios sea mucho peor.

    Administradores de fincas que gestionan las explotaciones y reciben un salario, unos honorarios o una futura participación en la explotación. Son habituales en las explotaciones en desarrollo, antes de que comience la producción comercial. Pero algunos pequeños agricultores también se encargan de la gestión de las explotaciones de los grandes propietarios, además de las suyas propias. Suelen tener los mismos problemas de pago de la mano de obra contratada que en el caso de los aparceros.