Seguidores

sábado, 1 de marzo de 2014

100 días en Guatemala

Mural en mi linda Masaya

Yo me olvido del pasado igual que tacho los días que pasan sin parar.
No solo no me gusta Guastatoya sino que además me amargan las iglesias que salen como hongos por todas partes. Hay dos iglesias en la esquina opuesta de mi calle que consiguen con la suficiente potencia de altavoces entrar con sus cánticos en mi casa. También la casa de mis vecinos se convierte por arte de magia y por medio de un poster que pegan en la ventana los viernes en un tabernáculo y en este caso, sin altavoces, también me llegan sus voces celestiales. Nunca he oído que la palabra de Dios tenga que ser transmitida a gritos pero así parece que lo entienden algunos. Voy a decirles lo que me contó Blanca, que hace poco en Nicaragua me decía toda convencida que los 10 mandamientos se los dio Moisés a los israelitas, no a las nicaragüenses o a los guatemaltecos. 
Guastatoya tiene un supermercado, la Despensa, que tiene los mismos productos baratos y de baja calidad que los que vendían en Pali en Jinotega, ya que son de la misma cadena. A veces me desconsuelo de ver la poca oferta que hay. Como cuando no encuentro ningún queso de los que me gustan. Por suerte, como ahora ando algo enamorado, no tengo mucha hambre y con cualquier cosa me conformo.

Con mi reloj fresita en mis vacaciones en Belice (no me atrevo a llevarlo
en Guastatoya)

Ya tengo una mujer que limpia en mi casa. Le pregunté cuanto me cobraba y me dijo que no sabía, que es lo que se suele decir a los extranjeros preguntándoles luego que cuánto ofrece. Después de preguntar un poco cuales eran los precios le ofrecí 2,5 Euros/hora y ya me di cuenta por su rápida respuesta de que le pagaba más de lo que es normal, el doble o más. Pero no me importa, me lo puedo permitir y no me importa revolver un poco el avispero del mercado doméstico local. El problema de contratar a alguien aquí es que enseguida le parece poco surtido tu arsenal químico de limpieza y te hacen una lista de todo lo que les hace falta. Así que le dejé dinero para que comprara ella todo lo que necesitara y ahora ya estamos preparados para librarle una guerra química a los mismos EEUU. Se llama Nuenjuly Mishell, sólo el nombre, y si, si, no es un error ya que tengo su DPI delante y algún día le preguntaré que significa su primer nombre y quien fue el desalmado que se lo puso. En todo caso cuando entro a mi casa huele a limpio.
En mi piso en Tenerife como no me gusta limpiar intentaba hacer lo menos posible, sólo 1 vez a la semana. Así que limpiaba una habitación cada semana, eso sí, a fondo y luego me pasaba 3 semanas intentando ensuciar lo menos posible esa parte de la casa. Cuando limpiaba el baño los siguientes días iba a casa de los amigos y preguntaba si podía ir a l baño.
Normas de los garifunas para los chapines (guatemaltecos)


100 días en Guatemala
Ahora llevo unos 100 días en Guatemala, día más, día menos. Me propuse hacer un primer balance en este tiempo, como si fuera cualquiera de esos políticos electos y la verdad es que no he llegado a ninguna conclusión determinante, así que me he dado 100 días más. ¡Ventajas de ser yo mismo quien me fiscalizo!
De todas formas ya voy viendo algunas cosas que tengo en cuenta para este segundo centenar de días.
Vivienda: mi casa es grande, bonita y espaciosa, pero le falta un jardín con un palo de mango para colgar mi hamaca. Es caliente durante el día y refresca un poco por la noche. De momento cuando ponen música religiosa los vecinos la minimizo sobreponiendo mi música con el pequeño altavoz que me dejó de regalo Rosa.

Mi pequeño jardín

El pueblo es aburrido, sin nada que hacer ni entre semana ni los días de fiesta. No hay ningún restaurante que resalte sobre otro ni nada interesante que hacer. Lo poco que de momento he iniciado es ir los sábados a las 9 de la mañana, antes de que llegue la marabunta a nadar a las piscinas del parque acuático. Uno o dos días a la semana voy con Neftalí, mi compañero de trabajo a jugar al tenis de mesa, en las instalaciones donde entrena el equipo olímpico de Guatemala. Ni decir que no les llegamos a la altura del zapato pero hacemos lo que podemos.
Una vez al año hay un desfile hípico, para las fiestas de  enero, donde viene gente pudiente, finqueros grandes de varias partes del país a mostrar sus caballos. Al mismo tiempo muestran sus grandes pistolas y así no es de extrañar que Guatemala sea uno de los países más violentos de Centroamérica si a cualquier descerebrado le dejan llevar impunemente un arma.
Los fines de semana son demasiado cortos para ir a cualquier lugar ya que cualquiera de los mares me queda al menos a 5-6 horas en coche, así que de momento planeo las vacaciones y los fines de semana largo para escaparme.
Cuando vine acá, pensaba que venía a una especia de Jinotega, pero ya en estos pocos días me he dado cuenta de que Jinotega no hay más que una. Aquí no hay farmacias donde jugar al ajedrez, ni casas antiguas estilo colonial, ni gente que con su amabilidad te alegren el día.
El trabajo, quizás por estar empezando no acaba de cumplir mis expectativas y de momento los grandes medios de mi empresa se gastan en temas administrativos y no en los técnicos. Damos ejemplo de derroche a nuestras contrapartes y les pedimos ajuste presupuestario. El equipo con el que trabajo es bueno y me entiendo bien con ellos, lo que es una suerte visto lo visto.

El fin de semana los borrachitos se caen en cualquier lado,
como este enfrente de mi lugar habitual de trabajo


Y una cosa que tengo que cargarme en mi cuenta y que hasta ahora parece que no me hubiera dado cuenta, es que me gusta más ser capataz que peón y de momento me cuesta un poco asumir este nuevo rol.