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sábado, 20 de abril de 2019

Ndi Yovo, Bonjour Yovo

Casa en un curva de Kpalime, donde lo que me llama la atención son los colores

Incluso cuando voy en moto, los niños me ven y gritan yovo, yovo, que significa blanco. Lo hacen con una sonrisa y agitando las manos, así que no hay como enfadarse, y es que al fin y al cabo, para ellos realmente somos blancos.


En la plaza de Kuma Kunda, las decisiones se toman bajo el árbol sagrado, al lado del bar de Adzo y José Ramón. Incluso yo, cuando me siento a su sombra me siento mas tranquilo, como si sus hojas me soplaran

Togo me parece el país del colorido, incluso en los frutos y en los productos que sacan de ellos. En el poblado de Hanyigba, a un par de kilómetros de Kpalime, el dueño de esta “fabrica” de aceite de palma me contaba orgulloso de este proceso industrial, que otras muchas mujeres también hacen, pero en cantidades muy inferiores y de forma más artesanal (todavía).


Los sábados por la mañana me gusta ir al mercado, que esta en todas partes, como este puesto en la carretera donde no puedo resistirme a comprar mi fruta preferida. Como voy en bicicleta, puedo deleitarme viendo los diferentes coloridos de cada puesto e incluso de las frutas y me dan ganas de pararme a lamerlas.


En las tiendas de ropa el colorido tampoco falta. Algunos extranjeros se atreven a vestirse con estas ropas que a los togoleses les quedan tan bien, mientras algunos yovos más bien parecen ir disfrazados.


En los últimos meses me he cortado el pelo en Serei Saophon, en Papua, en Sant Jaume d’Enveja y ahora en Kpalime, a cuál lugar más diferente. En ninguno de estos lugares me costó más de 2 euros, menos en Sant Jaume donde mi hermana Irene me lo corto gratis. Los otros no eran de la familia ni yo los había visto nunca antes. Cuando fui a la barbería de Kpalime me quedé sorprendido que había chicos con el pelo muy corto que se lo venían a cortar más todavía. Sera para evitar pulgas ? Yo vi que todo el mundo pagaba con monedas así que ya sabía que costaba menos de 1 euro. Cuando me toco pagar me quiso cobrar 3 euros y le dije que porqué si todo el mundo pagaba menos. Me dijo que yo era su “grand frère” (hermano mayor) y me hizo tanta gracia que le di 1 euro y me dijo que añadiera algo más, así al final acabe pagando 1000 CFA que viene a ser 1,5 euros (el precio real es de 0,4 euros)


Como si fuera un corte de pelo a la naturaleza es lo que te encuentras viajando por los alrededores de Kpalime que dentro de lo que cabe todavía tiene bastante masa boscosa. Este país tuvo un dictador con mano de hierro durante más de 30 años, que no dejaba tocar los bosques. Le ha sucedido su hijo, como si esto también fuera una impresentable dinastía europea más y todos achacan a este cambio el que estén desapareciendo los bosques a marchas forzadas. Siempre me ha llamado la atención como la gente más sencilla reconoce los aspectos positivos de los dictadores y no hacen mención a todo el resto.


Las termitas trabajan día y noche sin parar, construyendo sus termiteros que a veces engullen arboles enteros. La altura que alcanzan de hasta 3 y 4 m da una idea de la profundidad del suelo y cuando llueve algunos de los nutrientes que han sacado a la superficie vuelven a abonar la zona a su alrededor.


De vez en cuando veo alguno de los muchos motoristas haciendo de transportista como este que lleva un colchón matrimonial en el asiento motero. Aunque yo también voy a comprar y hago algún malabarismo en mi moto, no llego a tanto.


Y como un monumento a mejores tiempos pasados queda esta casa “Villa Providencia” construida en 1924.

Libro: aquí acabo con esta serie de extractos de este estupendo libro (a pesar de que muchos párrafos suenan mal hoy en día), no porque no haya nada mas que reseñar, si no porque pocos de los temas tocan directamente a Togo y me los reservo para cuando vaya a otros países (África desde la prehistoria hasta los Estados actuales, Pierre Bertaux, Siglo XXI Editores, 1966):

  • Aunque se diga familiarmente “trabajar como un negro”, los africanos negros no parecen muy inclinados al trabajo; en conjunto, consideran el trabajo como una actividad humilde, servil y degradante, reservada a las mujeres y a los esclavos, que para eso existen.
  • En 1927 André Gide, a su vuelta de un viaje al Congo, Camerún y Tchad, causaba sensación en los medios parisinos denunciando ciertos excesos y numerosas insuficiencias de la administración colonial. Entre otras cosas dice que “cuanto menos inteligente es el blanco, mas bestia le parece el negro”.
  • La presencia francesa era de orden esencialmente administrativo. Las exigencias de esta administración eran muy débiles, pero tocaban un punto sensible: el trabajo forzado. El africano requerido para el trabajo, que consideraba como una ocupación humillante, no hacía diferencia entre un trabajo de interés general del que, en ultima instancia el y los suyos serian beneficiarios y la obligación de trabajar por cuenta de un particular, como ocurría en las colonias portuguesas o en África del Sur. En las colonias francesas el trabajo forzado no era – en principio y salvo algunos abusos- utilizado para fines privados. Pero el africano al que se iba a buscar a la selva y al que se le ponía una azada en la mano no captaba el matiz, intentando sustraerse a esta obligación, era incordiado por el administrador, comandante o jefe de cantón, responsable de la ejecución de las obras y que no dudaba en emplear la coacción y a veces la violencia. En África occidental francesa fueron construidos en 20 000 km de carreteras en 1920, otros 60 000 km en 1930 y 100 000 en 1940 y cerca de 4 000 km de vías férreas. Seria falso pensar que todo esto fue hecho únicamente por buena voluntad.
  • Los europeos desarrollan la agricultura, menos bajo la forma de cultivos alimenticios que de cultivos industriales, destinados a proporcionar a los africanos un ingreso monetario que les permita ser, a la larga, compradores de productos industriales y a la vez contribuyentes.


sábado, 6 de abril de 2019

Togo por sombrero / Togo par chapeau


Echarse Togo a la cabeza 


Las mujeres de Togo se ponen al país por sombrero ya que en la cabeza son capaces de llevar cualquier cosa que uno se pueda imaginar y así todavía les quedan las manos libres para seguir haciendo otras cosas. 



Un de las tareas más habituales, aparte de traer leña a la casa, es la de acarrear agua, lo que no tiene ninguna gracia. Este es trabajo de mujeres y no importa que tan lejos haya que ir ni cuanta agua haya que acarrear y me duele ver a las niñas cargando con recipientes, llenos hasta arriba, con un peso que yo no me atrevería a llevar, salpicándolas al caminar al vaivén de sus caderas, y que como menos vaivén, mejor.



En el mercado no importa la mercancía que haya que vender, sea ropa, toallas, calcetines o almohadas, casi todo va sobre la cabeza.



Incluso cuando estas tranquilamente sentado en un restaurante pensando en comer algo, el mercado viene a ti, viajando en innumerables cabezas que te ofrecen cinturones o linternas, remedios para el catarro o la impotencia, como si estuvieras ahí justo pensando en comprar algo de ello. El otro día una vendedora se sentó a mi mesa, me pregunto mi nombre y me dijo que le diera mi número de teléfono. Le dije que para que lo quería y me dijo que para llamarme. Yo le conteste que no nos conocíamos como para estarnos llamando y me dijo que si, que ya nos conocíamos, que me había dicho su nombre y yo le había dicho el mío. Eso ya era conocerse.



Aunque uno piense que no, los coches también tienen cabeza, así que hay que aprovechar para llevar todo lo que haga falta y no se pueda llevar sobre la propia cabeza o porque vamos muy lejos.



En el campo, el otro día nos encontramos con unos niños cargando con tablones de madera recién cortada y les ayudamos a ponerlos sobre su cabeza como si eso fuera lo más normal del mundo



Pero la cabeza también es un objeto de belleza, a la que se le pueden añadir extensiones, pelucas o cualquier cosa susceptible de embellecer la cabeza de una chica, aunque sea como esta malla que sirvió para contener patatas y que Prisca encontró tan bonita que se paso toda la noche con ella puesta.


A veces me quedo parado sentado en un sitio admirando los cuerpos de estos hombres y mujeres, verdaderos portentos de la naturaleza. Me gustará ver quien será capaz de pararlos cuando dentro de unos años vengan a exigir su lugar en el mundo.
En el trabajo y en mi vida personal tengo un conflicto que también tiene que ver con mi cabeza y que no sé cómo solucionar. De España me traje un portátil con teclado español, con su eñe y todo. En el trabajo me han dado un portátil, pero tiene teclado en francés (¡los franceses le llaman “clavier” al teclado, como si esto fuera un piano!). Hay varias teclas que están cambiadas, como en el caso del “qwert” español que pasa a ser “awert” con lo que la palabra “lavadora” la escribo como “lqvqdorq” y luego me toca corregirlo y otras letras y símbolos que a veces me paso un buen rato buscando. Cada vez que cambio de ordenador del trabajo al mio tengo que cambiar de ordenes en mi cabeza o en no sé qué lóbulo de mi cerebro, en un ejercicio que algunos dirán que es muy bueno para el Alzheimer, pero que estoy seguro que me dejará otras secuelas, posiblemente mucho más graves.


En el bar de Adzo y José Ramon en Kuma Kounda se puede comer tortilla de patatas y además hablar de viajes en bicicleta, de rutas a pie, de aventuras en veleros, de los africanos en general y las africanas en particular, de cascadas de agua sin fin, de costumbres y de agricultura y de todo lo que se te ocurra.
Una frase que leí en un libro sobre frases de África y que me gustó: “Los blancos tienen reloj, pero no tienen tiempo”

El libro
Y en el libro de xxx xxx sigo descubriendo interesantes aspectos de historia, agricultura y desarrollo:
Mohamed Bello alcanzará fama de sabio. Escribe obras de historia, de geografía y de geología. Su obra de historiador tiene un aspecto original y negativo: para asegurar el porvenir de su interpretación de la historia, hace destruir los archivos de sus predecesores, los soberanos hausas, donde se encontraban las crónicas de la región. Eran casi los únicos documentos de la Historia de África escritos por africanos.
El suelo de África es generalmente pobre en humus, en todo caso mucho menos rico que el de las Antillas, paraíso de los plantadores. Las plantaciones solo prosperan excepcionalmente, en cambio son innumerables los triunfos parciales y los fracasos estrepitosos.
Aparte de la existencia de algunas grandes aglomeraciones en Nigeria, no encontramos en ninguna parte de África al sur del Sahara, en el momento que los estados africanos acceden a la independencia, la densidad de población que, hasta el momento presente parece ser la condición previa para el paso de las civilizaciones al estadio industrial de su desarrollo.