Casa en un curva de Kpalime, donde lo que me llama la atención son los colores |
Incluso cuando voy en moto, los niños me ven y gritan yovo,
yovo, que significa blanco. Lo hacen con una sonrisa y agitando las manos, así
que no hay como enfadarse, y es que al fin y al cabo, para ellos realmente
somos blancos.
En la plaza de Kuma Kunda, las decisiones se toman bajo el
árbol sagrado, al lado del bar de Adzo y José Ramón. Incluso yo, cuando me
siento a su sombra me siento mas tranquilo, como si sus hojas me soplaran
Togo me parece el país del colorido, incluso en los frutos y
en los productos que sacan de ellos. En el poblado de Hanyigba, a un par de
kilómetros de Kpalime, el dueño de esta “fabrica” de aceite de palma me contaba
orgulloso de este proceso industrial, que otras muchas mujeres también hacen, pero
en cantidades muy inferiores y de forma más artesanal (todavía).
Los sábados por la mañana me gusta ir al mercado, que esta
en todas partes, como este puesto en la carretera donde no puedo resistirme a
comprar mi fruta preferida. Como voy en bicicleta, puedo deleitarme viendo los
diferentes coloridos de cada puesto e incluso de las frutas y me dan ganas de
pararme a lamerlas.
En las tiendas de ropa el colorido tampoco falta. Algunos
extranjeros se atreven a vestirse con estas ropas que a los togoleses les
quedan tan bien, mientras algunos yovos más bien parecen ir disfrazados.
En los últimos meses me he cortado el pelo en Serei Saophon,
en Papua, en Sant Jaume d’Enveja y ahora en Kpalime, a cuál lugar más diferente.
En ninguno de estos lugares me costó más de 2 euros, menos en Sant Jaume donde
mi hermana Irene me lo corto gratis. Los otros no eran de la familia ni yo los había
visto nunca antes. Cuando fui a la barbería de Kpalime me quedé sorprendido que
había chicos con el pelo muy corto que se lo venían a cortar más todavía. Sera
para evitar pulgas ? Yo vi que todo el mundo pagaba con monedas así que ya
sabía que costaba menos de 1 euro. Cuando me toco pagar me quiso cobrar 3 euros
y le dije que porqué si todo el mundo pagaba menos. Me dijo que yo era su “grand frère” (hermano mayor) y me
hizo tanta gracia que le di 1 euro y me dijo que añadiera algo más, así al
final acabe pagando 1000 CFA que viene a ser 1,5 euros (el precio real es de
0,4 euros)
Como si fuera un corte de pelo a la naturaleza es lo que te
encuentras viajando por los alrededores de Kpalime que dentro de lo que cabe
todavía tiene bastante masa boscosa. Este país tuvo un dictador con mano de
hierro durante más de 30 años, que no dejaba tocar los bosques. Le ha sucedido
su hijo, como si esto también fuera una impresentable dinastía europea más y
todos achacan a este cambio el que estén desapareciendo los bosques a marchas
forzadas. Siempre me ha llamado la atención como la gente más sencilla reconoce
los aspectos positivos de los dictadores y no hacen mención a todo el resto.
Las termitas trabajan día y noche sin parar, construyendo
sus termiteros que a veces engullen arboles enteros. La altura que alcanzan de
hasta 3 y 4 m da una idea de la profundidad del suelo y cuando llueve algunos
de los nutrientes que han sacado a la superficie vuelven a abonar la zona a su
alrededor.
De vez en cuando veo alguno de los muchos motoristas
haciendo de transportista como este que lleva un colchón matrimonial en el
asiento motero. Aunque yo también voy a comprar y hago algún malabarismo en mi
moto, no llego a tanto.
Y como un monumento a mejores tiempos pasados queda esta
casa “Villa Providencia” construida en 1924.
Libro: aquí acabo
con esta serie de extractos de este estupendo libro (a pesar de que muchos párrafos suenan mal hoy en día), no porque no haya nada mas
que reseñar, si no porque pocos de los temas tocan directamente a Togo y me los
reservo para cuando vaya a otros países (África desde la prehistoria hasta los Estados actuales, Pierre Bertaux, Siglo XXI Editores, 1966):
- Aunque se diga familiarmente “trabajar como un negro”, los africanos negros no parecen muy inclinados al trabajo; en conjunto, consideran el trabajo como una actividad humilde, servil y degradante, reservada a las mujeres y a los esclavos, que para eso existen.
- En 1927 André Gide, a su vuelta de un viaje al Congo, Camerún y Tchad, causaba sensación en los medios parisinos denunciando ciertos excesos y numerosas insuficiencias de la administración colonial. Entre otras cosas dice que “cuanto menos inteligente es el blanco, mas bestia le parece el negro”.
- La presencia francesa era de orden esencialmente administrativo. Las exigencias de esta administración eran muy débiles, pero tocaban un punto sensible: el trabajo forzado. El africano requerido para el trabajo, que consideraba como una ocupación humillante, no hacía diferencia entre un trabajo de interés general del que, en ultima instancia el y los suyos serian beneficiarios y la obligación de trabajar por cuenta de un particular, como ocurría en las colonias portuguesas o en África del Sur. En las colonias francesas el trabajo forzado no era – en principio y salvo algunos abusos- utilizado para fines privados. Pero el africano al que se iba a buscar a la selva y al que se le ponía una azada en la mano no captaba el matiz, intentando sustraerse a esta obligación, era incordiado por el administrador, comandante o jefe de cantón, responsable de la ejecución de las obras y que no dudaba en emplear la coacción y a veces la violencia. En África occidental francesa fueron construidos en 20 000 km de carreteras en 1920, otros 60 000 km en 1930 y 100 000 en 1940 y cerca de 4 000 km de vías férreas. Seria falso pensar que todo esto fue hecho únicamente por buena voluntad.
- Los europeos desarrollan la agricultura, menos bajo la forma de cultivos alimenticios que de cultivos industriales, destinados a proporcionar a los africanos un ingreso monetario que les permita ser, a la larga, compradores de productos industriales y a la vez contribuyentes.
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