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sábado, 6 de abril de 2019

Togo por sombrero / Togo par chapeau


Echarse Togo a la cabeza 


Las mujeres de Togo se ponen al país por sombrero ya que en la cabeza son capaces de llevar cualquier cosa que uno se pueda imaginar y así todavía les quedan las manos libres para seguir haciendo otras cosas. 



Un de las tareas más habituales, aparte de traer leña a la casa, es la de acarrear agua, lo que no tiene ninguna gracia. Este es trabajo de mujeres y no importa que tan lejos haya que ir ni cuanta agua haya que acarrear y me duele ver a las niñas cargando con recipientes, llenos hasta arriba, con un peso que yo no me atrevería a llevar, salpicándolas al caminar al vaivén de sus caderas, y que como menos vaivén, mejor.



En el mercado no importa la mercancía que haya que vender, sea ropa, toallas, calcetines o almohadas, casi todo va sobre la cabeza.



Incluso cuando estas tranquilamente sentado en un restaurante pensando en comer algo, el mercado viene a ti, viajando en innumerables cabezas que te ofrecen cinturones o linternas, remedios para el catarro o la impotencia, como si estuvieras ahí justo pensando en comprar algo de ello. El otro día una vendedora se sentó a mi mesa, me pregunto mi nombre y me dijo que le diera mi número de teléfono. Le dije que para que lo quería y me dijo que para llamarme. Yo le conteste que no nos conocíamos como para estarnos llamando y me dijo que si, que ya nos conocíamos, que me había dicho su nombre y yo le había dicho el mío. Eso ya era conocerse.



Aunque uno piense que no, los coches también tienen cabeza, así que hay que aprovechar para llevar todo lo que haga falta y no se pueda llevar sobre la propia cabeza o porque vamos muy lejos.



En el campo, el otro día nos encontramos con unos niños cargando con tablones de madera recién cortada y les ayudamos a ponerlos sobre su cabeza como si eso fuera lo más normal del mundo



Pero la cabeza también es un objeto de belleza, a la que se le pueden añadir extensiones, pelucas o cualquier cosa susceptible de embellecer la cabeza de una chica, aunque sea como esta malla que sirvió para contener patatas y que Prisca encontró tan bonita que se paso toda la noche con ella puesta.


A veces me quedo parado sentado en un sitio admirando los cuerpos de estos hombres y mujeres, verdaderos portentos de la naturaleza. Me gustará ver quien será capaz de pararlos cuando dentro de unos años vengan a exigir su lugar en el mundo.
En el trabajo y en mi vida personal tengo un conflicto que también tiene que ver con mi cabeza y que no sé cómo solucionar. De España me traje un portátil con teclado español, con su eñe y todo. En el trabajo me han dado un portátil, pero tiene teclado en francés (¡los franceses le llaman “clavier” al teclado, como si esto fuera un piano!). Hay varias teclas que están cambiadas, como en el caso del “qwert” español que pasa a ser “awert” con lo que la palabra “lavadora” la escribo como “lqvqdorq” y luego me toca corregirlo y otras letras y símbolos que a veces me paso un buen rato buscando. Cada vez que cambio de ordenador del trabajo al mio tengo que cambiar de ordenes en mi cabeza o en no sé qué lóbulo de mi cerebro, en un ejercicio que algunos dirán que es muy bueno para el Alzheimer, pero que estoy seguro que me dejará otras secuelas, posiblemente mucho más graves.


En el bar de Adzo y José Ramon en Kuma Kounda se puede comer tortilla de patatas y además hablar de viajes en bicicleta, de rutas a pie, de aventuras en veleros, de los africanos en general y las africanas en particular, de cascadas de agua sin fin, de costumbres y de agricultura y de todo lo que se te ocurra.
Una frase que leí en un libro sobre frases de África y que me gustó: “Los blancos tienen reloj, pero no tienen tiempo”

El libro
Y en el libro de xxx xxx sigo descubriendo interesantes aspectos de historia, agricultura y desarrollo:
Mohamed Bello alcanzará fama de sabio. Escribe obras de historia, de geografía y de geología. Su obra de historiador tiene un aspecto original y negativo: para asegurar el porvenir de su interpretación de la historia, hace destruir los archivos de sus predecesores, los soberanos hausas, donde se encontraban las crónicas de la región. Eran casi los únicos documentos de la Historia de África escritos por africanos.
El suelo de África es generalmente pobre en humus, en todo caso mucho menos rico que el de las Antillas, paraíso de los plantadores. Las plantaciones solo prosperan excepcionalmente, en cambio son innumerables los triunfos parciales y los fracasos estrepitosos.
Aparte de la existencia de algunas grandes aglomeraciones en Nigeria, no encontramos en ninguna parte de África al sur del Sahara, en el momento que los estados africanos acceden a la independencia, la densidad de población que, hasta el momento presente parece ser la condición previa para el paso de las civilizaciones al estadio industrial de su desarrollo.



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