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sábado, 25 de julio de 2015

Cuba, Cuba


He vuelto 15 años después a Cuba y otra vez constato que la diferencia entre ir a un lugar a trabajar o de vacaciones es abismal. Lo que antes no me gustó ahora si, y al revés.

Desde nuestro apartamento en pleno Malecón de La Habana, la salida del sol era espectacular y se podía ver a la gente a todas horas, sin nada que hacer más que hablar, charlar, pasear y aspirar la brisa del mar en estos mese de calor.


Los vehículos de los años 40 y 50 siguen funcionando como si el tiempo se hubiera detenido. Este llamado “almendrón” es de un colega que nos vino a buscar. Mejor dicho, del hermano del marido de su hija, eso, de un colega y que lo trabajo como taxi.



Y poco a poco Cuba se va abriendo al mundo, permitiendo lo que antes no se podía. El Che sigue estando presente, vigilando desde su billete que no se pierda lo que tantas vidas costó.


De tanto gente sentándose en el banquito, el árbol ha ido dejando lugar para las cabezas




De vuelta de Camagüey tocó comprar en el campo lo que en la ciudad no se consigue: queso, cebolla, crema de leche…El día que el campo se de cuenta de que lo que realmente vale es lo que se come, la gente volverá a salir de las ciudades.


Gente blanca, negra, mulata, colorada, de todo hay en la viña de Cuba