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jueves, 23 de noviembre de 2023

Colombia: Islas de Providencia y San Andrés (2)

 

Arte caribeño en Southwest Bay

Le alquilé la moto a Sandra, la que gestiona el hotel y recorrí toda la isla de Providencia que tiene un perímetro de 17 km por carretera asfaltada. Lo hice en un sentido y en el otro, para tener las dos visiones. Ni en este recorrido ni en los que he hecho a pie he podido ver ninguna finca de agricultura más allá de un pequeño huerto y una parcela con plátano, yuca y maíz.

Algo de agricultura en Southwest Bay

El dueño del hotel me dice que hay varias razones: la gente mayor era la que se dedicaba a cultivar y ahora los más jóvenes ya no quieren, en un esquema que se repite en todo el mundo. A ello se añade que estas islas han sido durante mucho tiempo foco del narcotráfico, con lo que en una noche se podía ganar lo que en varios años trabajando la tierra. Como todos los jóvenes saben navegar, los reclutan para ir a pilotar lanchas con productos ilícitos al golfo de México. Y yo añado a ello también lo que he visto en otros lugares, que es la fatalidad con la que encaran la vida quienes están expuestos a terremotos y huracanes, que en un momento pueden llevarse todo lo que se ha construido durante años. Para que hacer nada si todo acabará destruido¡!

Estas islas fueron asoladas por el huracán Iota en noviembre de 2020, cuando ya la temporada de huracanes había casi acabado y se había anunciado que sólo era de categoría 1. Pasó a categoría 5 en 3 horas y arrasó con más del 90% de las viviendas y edificios, así como con varias infraestructuras de la isla y con el 90% de los cocoteros. A pesar de que han pasado 3 años, todavía se ven muchas casas destruidas sobre todo al borde del mar.

Por eso están sembrando manglares en las partes donde rompió estas barreras naturales, para reforzar las defensas de la isla en lo que se ha demostrado que es lo único eficaz para amortiguar la fuerza de un huracán.

Resiembra del manglar en Santa Catalina

Tampoco he visto ninguna planta de cacao y a la gente que le he preguntado me han dicho que no hay. Estoy seguro de que aquí se daría y ya les he sembrado el gusanillo a un par con los que he hablado. Así empecé en Tenerife. Lo que si he visto son árboles nim, lo que para mí siempre es una buena señal.

Aunque el idioma oficial en las islas es el español, en el colegio que es gratuito, se enseña también inglés. En casa aprenden creole y aunque dicen que si sabes inglés entiendes algo del creole, yo pillo una palabra de cada veinte. Rectifico, ayer estuve poniendo la oreja y solo entendí una de cada treinta.

Una cosa que me parece curiosa es lo que también me llamaba la atención en Corn Island, que al hablar, la gente usa “em” como muletilla, como si fuera nuestro eee, entre frase y frase.

Cuando llegué a la isla, como mi amigo Ricardo de Bogotá conoce a la gente del hotel donde me iba a hospedar, les pidió que me pusieran en mi habitación una botella de ron de Providencia, Bush Rum Cream, en el que pone 100% orgánico con 27 al 33% de alcohol, que sólo se produce aquí y se vende sólo en una casa particular de la familia que lo produce. Mientras estuve en el hotel, todas las noches me echaba un trago lo que me servía de somnífero para dormir hasta el día siguiente. Me llevo una botella para Bogotá para compartirla con Ricardo, ya que me voy a quedar en su casa cuando regrese allí.


Los primeros días de mi llegada llovió bastante fuerte en algunos momentos. Además, la lluvia, llega de repente y aun cuando pensabas dar un corto paseo, es capaz de enchumbarte en segundos. Lo bueno es que los ratos de lluvia me han permitido dedicarle más tiempo a escribir y leer. Cuando llueve muy fuerte la gente se resguarda, esperando que pase lo peor. Cuando ya baja la intensidad, entonces sigue caminando, haciendo como que no llueve. Lo he practicado un par de veces, y funciona, tanto lo de hacer como que no, como le enchumbarme, ya que una vez lo fuerte me pilló en medio del puente a la isla Santa Catalina y ahí no había donde esconderse. El problema de la lluvia no es tanto mojarse como que se te puede mojar el celular o la cartera. Por eso me he conseguido unas bolsas de plástico para meter dentro mi celular, pero cuando llueve siempre me doy cuenta de que me he dejado la bolsa. Desde que la llevo, no ha vuelto a llover. Será eso.

Zona de manglar destruido en Santa Catalina

Aunque hay mosquitos, no hay muchos. Pero lo que si hay son jejenes, que también suelen recibir el nombre de mosca negra. Son insectos de tamaño diminuto (apenas 3 mm), y están en entornos naturales en los que haya agua cerca. Lo bueno es que no transmiten enfermedades, lo malo es que no te das cuenta cuando te pican y hasta horas después empiezan los picores, que pueden llegar a durar hasta 2 a 3 semanas. Lo curioso es que la picazón se da por la mañana y por la tarde. Y es que no todo puede ser bueno.

Paseo en la isla peatonal de Santa Catalina

En la isla de Providencia hay algunos coches, pocos, vehículos tipo carro de golf, que es mayoritariamente para el alquiler de los turistas y las motos, tipo escúter, que te alquilan por 20 euros al día, combustible aparte. Los lugareños tienen mayoritariamente motos y no parece existir reglas. Conducen todos sin casco, muchos son menores de edad, van conduciendo en paralelo para ir hablando, algunas no tienen luces de noche, no se respetan los límites de velocidad y en la moto pueden llevar cualquier tipo de carga y van hasta 3 personas. Y digo 3 y no cuatro ni cinco como en Asia, ya que con esos cuerpos que tienen tres es el límite. Si va una Big Mama, entonces apenas caben dos en la moto.

Están construyendo alrededor de la isla toda una serie de paradas de buses, así que supongo que dentro de poco lo pondrán en funcionamiento y quizás sirva para bajar la cantidad de motos que hay. Es una lástima que no esté todavía porque yo lo hubiera utilizado.

Me he cambiado los últimos 4 días a otro hotel en la playa de Southwest Bay, con una playa muy bonita y un par de restaurantes. Desde aquí hago mis paseos caminando para ir a cenar por la noche a la playa de Aguadulce, a unos 2 km.

Playa de Aguadulce

Al final me he reconciliado con el buceo con botellas. Cuando llevas tiempo sin bucear te hacen hacer un refresh, para ver que te acuerdas de todo. Cuando me han preguntado cuantos años habían pasado desde mi último buceo, dije que unos dos, quizás tres, podría ser que cuatro, lo que en caribeño, significa que hay que multiplicar la cifra más alta por lo menos por dos y eso te dará una idea. Así que hice el refresh. La verdad que todo fue muy poco complicado, ni les interesaba ver mi certificación de buceo, ni me hicieron firmar ningún papel de descargo de responsabilidad por si me pasaba algo, que es lo que hacen los clubs de buceo serios. El instructor Alejandro, la verdad que muy bueno, me hizo un refresh un poco de risa, 5 minutos en el agua y me dijo que también servía de teoría. Lo único que le interesó es que yo no colapsara si se me salía la boquilla o me entraba agua en las gafas. Una vez comprobado estos nos fuimos con otros 4 buzos y otra instructora hacia la zona de la barrera de coral. El primer buceo fue espectacular, bajando a 20 metros, con muy buena visibilidad y dos tiburones de arrecife de 1,5 a 2 m, dando pasadas muy cerca de nosotros. Teníamos instrucciones de no tocarlos, para hacerse una idea de lo cerca que pasaban.

Tiburón de  arrecife del Caribe

Luego venía un tramo de coral blando y multitud de peces, incluido un pez león con todas sus espinas levantadas.  El segundo buceo fue más relajado, a menos profundidad y viendo grandes bancos de peces, alguna morena y toda una serie de peces comestibles como pargos y chernes, entre otros. En fin, después de hoy me he prometido no dejar pasar tanto tiempo hasta el próximo buceo.

Pescadores limpiando el pescado. El pescado atrajo a los pájaros y los pájaros me atrajeron a mi.

Por la tarde los pescadores vuelven a la playa y limpian el pescado en el agua, tirando las entrañas, lo que alborota a las gaviotas y las fragatas que se tiran a por ellos. Cuando veo la barracuda me quedo anonadado y no me atrevo a preguntarles donde la pescaron, por si ….

Y si ......

Con mucha pena me voy de Providencia, hacia San Andrés donde sólo estaré una noche. Como venía convencido de que no me gustaría, pues efectivamente, no me ha gustado, pero menos de lo que esperaba. Tiene amplias zonas peatonales, lo que es un plus, playas atestadas lo que es un minus, y una parte de la isla, en la que los hoteles se han tomada la costa, otro minus. Cuando quise entrar en uno de ellos para ver la parte del mar el de seguridad no me dejó pasar de la recepción. San Andrés es dos veces más grande que Providencia pero tiene 10 veces más habitantes (55 mil). Recibe un millón de turistas al año, lo que da una idea de la carga que soporta la isla. Los diferentes puertos turísticos que hay son una aberración y un conglomerado de botes, lanchas y barcos, que se le pasan a uno las ganas de subirse. Los destinos son los diferentes cayos que hay alrededor e incluso en las fotos de promoción ya se ven masificados, llenos de gente, y es que al colombiano no le gusta sentirse sólo. Como más gente mejor. Así que a pesar de todo he disfrutado del rato que he pasado aquí, pero me quedo con Providencia, que todavía por suerte guarda gran parte del sabor caribeño, tal como lo recuerdo de la isla de Corn Island.

Playa Manzanillo

Carácter isleño

Siguiente destino: feria del Chocolate en Bogotá.  https://chocoshow.co/


Santa Catalina y la parte norte de Providencia




viernes, 17 de noviembre de 2023

Colombia: Islas de Providencia y San Andrés

 

Foto aérea de Santa Catalina y el puente que la une a Providencia (Google Maps)

Sigo con el blog y esta vez vuelvo a los viajes. Espero poder separar pronto los temas de cacao en un nuevo blog que ya estoy preparando y dejar este sólo para viajes, para evitar así el cacao mental que se me forma. Todavía de momento se van a mezclar ambas cosas, en este viaje que he empezado a inicios de noviembre y finalizará a mediados de enero.

El vuelo de Madrid a Bogotá iba medio vacío, algo que hacía años que no me pasaba y con lo que pude tener los 3 asientos para mí solo todo el viaje. Así que como no estaba cansado después de 18 horas de viaje desde que salí de Tenerife, me fui a ver a mis amigos Irene y Pedro, francesa ella y cubano él. Los conocí en Togo y desde entonces nos hemos vuelto a ver en Cuba el año pasado y ahora en Bogotá, ya que llevan unos meses viviendo y trabajando en Colombia, ella como responsable de Médicos Sin Fronteras. Después de tomarnos unos cuantos rones para celebrar el encuentro me fui a dormir y al día siguiente me salió el cansancio y la altura (2600 msnm).

Por eso hicimos un día tranquilo, yendo por la mañana caminando a un enorme mercado y al mediodía a comer a un sitio de moda, Plaza de comidas La Perseverancia. Caminar por Bogotá te muestra los contrastes en las zonas de clase media-alta, con las criadas o paseadores profesionales de perros de raza, que pueden llevar hasta 6 perros de una vez y las personas que van en carromatos recogiendo los desechos de las clases más pudientes.

Mercado de flores en Bogota

Por las calles veo pasar el famoso Transmilenio, un sistema de buses, en algunos casos hasta con 3 buses unidos entre sí, que en carriles de su uso exclusivo se dedican a mover a la gente de una parte a otra de la ciudad.

El domingo toca viajar hacia las islas y me voy temprano al aeropuerto, para evitar las ciclovías, un sistema que lleva años funcionando en Bogotá. Consiste en que se cierran determinadas calles e importantes vías, en unos 180 km de largo en toda la ciudad, las que son tomadas por ciclistas, paseantes, corredores enfundados en su ropa deportiva, vendedores, talleres móviles de bicicletas y algunos más. Para moverse por esta ciudad en domingo hay que conocer para saber esquivar todas las calles cerradas.

Cuando llego al aeropuerto a hacer el check in para ir a la isla de San Andrés, donde hago escala para seguir a Providencia, me obligan a comprar el billete de vuelta, a pesar de ser un vuelo interior, quizás para que no me quede a vivir por una de esas islas. Razón tienen. Así que deprisa y corriendo tengo que decidir qué día volver y no dejarlo a lo que me pareciera, que es lo que había decidido en su momento. No importa cuánto quieras prever las cosas, siempre hay algo que lo cambia. También tengo que pagar un impuesto de entrada a las islas de 30 euros, esto es para que vayan tomando nota en España y en Canarias. Mientras espero, leo las noticias de España viendo a los fachas manifestarse y me dan ganas de no volver.

Al abordaje del avión de San Andrés a Providencia

En San Andrés después de pasar varios trámites caribeños voy a la otra compañía que me llevará a Providencia, un avión pequeño de hélices como los de Canarias. El tiempo amenaza lluvia y así ocurre cuando llegamos además de que al tomar tierra veo volar unas plumas y después me entero de que con las hélices hemos centrifugado un pájaro al aterrizar. Me toca la novatada de los sitios nuevos donde no conoces los precios y al ser mi maleta la última ya no quedan casi coches así que pago los 10 euros que me piden por hacer 4 km de recorrido. Y finalmente llego al puente de colores que es el que da acceso a la isla de Santa Catalina, mi destino final.


El hotel no cumple del todo mis expectativas, aunque la habitación está muy bien. Al día siguiente me levanto temprano y después del desayuno me voy a nadar y caretear como dicen aquí (hacer snorkel o nadar con gafas y tubo) y llego hasta la roca que llaman la cabeza de Morgan (por el pirata, marketing caribeño). En el agua, algo turbia porque el agua dulce de lluvia y el agua salada no casan muy bien, se ven bastantes formaciones de corales y peces. En una cueva me encontré de frente con una barracuda bastante grande y salimos ambos disparados en diferentes direcciones. Al regreso vi lo que me pareció una tortuga y cuando bajé para tocarla vi en el último momento que era una raya, pero que tenía bastante forma de tortuga. Al día siguiente, como ya conozco la cueva de la barracuda, vuelvo a asomarme y puedo afirmar que es más larga y gruesa que mi brazo e incluso que mi pierna, incluido el muslo. Esta vez ni ella sale disparada ni yo tampoco, sólo me mira de lado que es como te miran las barracudas. Nos volvemos a ver al regreso y estoy seguro de que si coincidimos más veces acabará por seguirme como el perro del hotel. Al día siguiente ni sale de su cueva, sólo se mete más adentro, no se si por timidez o indiferencia.

El cabezón de Morgan

Volviendo a la cabeza de Morgan, al parecer el pirata tomó la isla de Providencia como base para realizar sus ataques a Panamá (que queda bastante a mano) y dicen que hace unos años, alguien encontró algo de oro debajo de uno de los viejos cañones que todavía quedan en la isla.

Cuando hace bueno aprovecho para ir caminando hasta una parte de la isla de Providencia donde hay un par de restaurantes y alojamientos interesantes donde pregunto y miro habitaciones por si me cambio los últimos días para así conocer algo mejor esa otra parte de la isla. Al andar, aunque sólo son 6 km, bastante llanos, me permite verlo todo con detalle, y pararme a preguntar a la gente, la que me parece muy amable. El calor se hace notar y me tengo que comprar algo de beber para poder llegar a mi destino. Aunque había pensado regresar andando, desisto y voy haciéndome el longuis por la carretera hasta que me para un motorista que me dice que es un mototaxi. Me lleva los 6 km por 2 euros, cuando desde el aeropuerto …. ni me quiero acordar.

Playa Manzanillo

Desde que llegué, voy recordando todas esas cosas que conozco ligadas al Caribe. Para saber algo debes preguntar al menos 3 veces y cuando te digan dos veces lo mismo, eso es. Pregunté si el catamarán hacía todavía el viaje a San Andrés y dos me dijeron que no y una que sí, así que es que no. Por eso no me queda más remedio que volver a volar de regreso y eso que ya me había hecho a la idea del viaje en barco saltarín, donde no dejaban viajar a mujeres embarazadas ni a personas con problemas de cadera. En un restaurante pregunté si abrían por la noche, sólo una vez, y me dijeron que sí, así que cuando fui a cenar estaba cerrado y me tuve que ir a uno que no me gustaba tanto. Lo dicho, el Caribe.

Las islas de San Andrés y Providencia pertenecieron en el pasado a Nicaragua, junto a las islas de Corn Island y Little Corn Island y otros cayos menores. Posteriormente, a raíz de un tratado donde estuvo involucrado los EEUU, como no, pasaron a pertenecer a Colombia, lo que los nicaragüenses han intentado revertir, sin conseguirlo. Como conozco las islas nicaragüenses intento encontrar similitudes con estas, pero aparte de la población negra y su hablar creole, no encuentro muchas. Aquí las islas son mucho más montañosas que las llanas Corn Islands. En el caso de Providencia su densidad de población es mucho menor, mientras en la de San Andrés es muy alta, debido a ser un importante destino turístico.

La isla de Santa Catalina, donde me quedo, tiene una superficie de apenas 1 km2 y sólo está construido el frente de la parte sureste de la isla, lo que la hace especialmente atractiva. Los 150 m que la separan de Providencia se pasan por un puente y toda la isla es peatonal. Está a 72 km al norte de San Andrés y a 775 km al noroeste de Colombia. En ella viven 200 personas, incluido yo estos días. Mientras, Corn Island tiene 10 km2 y 7800 habitantes, la isla de Providencia es casi el doble de grande y tiene menos habitantes, sólo unos 5 mil.

Vistas desde Cayo Cangrejo: los Tres hermanos y Providencia

Hice un tour de snorkel, con el peligro de que el tiempo no acompañara. Me tocó ir en el mismo bote con un gringo loco que vive en Chile, patoso y caótico, lo que me pone de los nervios. Una vez en el agua yo me hacía la barracuda y salía huyendo. El que llevaba el bote, no me pude quedar con su nombre, nos iba contando historias de los sitios por donde pasábamos y nos llevaba a lugares muy bonitos con corales y multitud de peces. En los días que me quedan intentaré ir a la barrera de coral (tiene 32 km de largo) a ver si vemos tiburones. Comimos en un restaurante que se llama el Divino Niño (y yo que esperaba un nombre como Bob Marley, …), pero todo y así la comida estaba muy rica: pescado entero frito, con arroz y patacones, mi acompañamiento favorito. Fuimos al famoso Cayo Cangrejo que me desilusionó, no había gran cosa que ver, aunque ellos le ponen todas las ganas y todo el mundo va para allá, mientras que los tres cayos que llaman los tres hermanos, que son parte del Parque Nacional, estaban llenos de fragatas, con el buche rojo de los machos, que sacan cuando están en período de apareamiento.

Fragatas en Tres hermanos

Desde el mar la isla se ve completamente diferente, no sólo por los colores cambiantes del mar según el fondo que haya, sino que se aprecia mejor la costa con una perspectiva completamente diferente. Ya en el camino de regreso, se puso a llover de nuevo lo que facilitó que diéramos por terminado el tour.

De momento estoy siguiendo el plan que me había marcado: por las mañanas me voy a nadar, a caminar y cualquier otra actividad y después del mediodía, me pongo a escribir y a ordenar toda la información sobre el cacao, leyendo los documentos que me he traído, releyendo lo que tengo escrito incorporando nuevos textos, y como no, escribiendo este blog. Además, también aprovecho para escribir a mis contactos en Colombia para organizar las siguientes actividades cuando vaya a la feria del Chocolate, a mi regreso de las islas.

Iguana y cangrejito, en Isla Cangrejo

 

viernes, 6 de octubre de 2023

Del cacao al chocolate. Ecuador (3)

 


Algunos productores en la zona de Santa Ana, en Manabí, eligen estrategias que combinan en la misma finca cacao nacional con coco, limón, plátano y banano, todos ellos productos para vender. Para el consumo propio y la venta de los sobrantes se contabilizaron en una parcela de 3 ha otras veinte especies de frutales y otros productos (mandarina, naranja, limón, toronja, achotillo, achiote, maracuyá, guanábana, aguacate, plátano, banano, guineo, guayaba, guayacán, yuca, haba, caña, ají), en un claro ejemplo de biodiversidad.

Una estimación reciente del impacto del cambio de uso de tierras asociado al cacao en el Ecuador (World Food LCA Database) indica que en este país la deforestación es mínima en el contexto cacaotero en comparación con la de otros países, sobre todo africanos. No obstante, en la Amazonía existen ya áreas de solapamiento entre diferentes tipos de sistemas cacaoteros y áreas protegidas.

Aunque estos datos sugieren que la deforestación es menor, debe considerarse la posibilidad de que aumente en el futuro si el monocultivo de cacao CCN-51 sigue creciendo en la región. La superficie en cacao en la Amazonía ha crecido de 41 815 ha en 2016 a 58 343 ha en 2019, muy probablemente basada en el monocultivo de CCN-51, lo cual genera una creciente presión sobre la biodiversidad debida a la fragmentación de áreas naturales y al uso de pesticidas (dado que la región es más susceptible a plagas). La producción amazónica, si bien poco representativa en volumen (6 % en volumen y 10 % en área, en 2019), garantiza el aprovisionamiento de la cadena durante los meses en los que no se cosecha en las otras regiones, debido a la estacionalidad de la producción cacaotera ecuatoriana, lo que algunos grandes compradores podrían incentivar para abastecerse de cacao en los meses en que las otras regiones se encuentran en período no productivo.

Cacao en la chakra

Chakra

Un tipo de cultivo interesante es el de agricultores de la etnia kichwa en la provincia de Napo y otras zonas amazónicas, con chakras, un tipo de sistema agrícola ancestral, en el que todas las especies existentes son importantes, teniendo incluso connotación espiritual y medicinal. El uso anterior de sus tierras eran bosques primarios y actualmente son utilizadas para la producción agrícola. En un principio los terrenos eran de 40 ha por agricultor y el 50 % del predio correspondía a áreas no cultivadas (bosques primarios o secundarios). Actualmente, las fincas han sido subdivididas en porciones menores y entregadas a los hijos y otros familiares, por lo que en promedio cada agricultor cuenta con unas 3 ha. El sistema de producción es diversificado y su principal objetivo es garantizar la seguridad alimentaria de las familias. La chakra es un sistema agrícola en el que conviven árboles (maderables, frutales), arbustos, cultivos, hierbas medicinales, fauna y flora domesticada y silvestre que es fuente de alimento, fibra, combustible y cultivos comerciales. En revisiones de la literatura se confirma que el carbono total (biomasa aérea y subterránea) almacenado en un sistema agroforestal, incluyendo tanto el cacao como los árboles de sombra, es, en promedio, 2,5 veces mayor que en el monocultivo.

El principal cultivo que genera ingresos económicos en la chakra es el cacao, el cual es vendido en su totalidad, seguido de yuca, plátano y guayusa (Ilex guayusa). Los agricultores cuentan con animales para el autoconsumo, como gallinas y cerdos. El 95 % de las chakras están dirigidas por mujeres indígenas y solo se trabaja con mano de obra familiar. La mayoría no cuenta con instalaciones de secado, dado que el cacao es vendido en baba a las asociaciones locales. Por lo general, el sistema de siembra utilizado para el cacao es de 4 x 4 m, con unos 625 árboles por hectárea, lo que se relaciona directamente con los menores rendimientos por hectárea reportados en comparación con el promedio nacional.

Se ha evidenciado un incremento en la demanda de cacao proveniente de sistemas agroforestales y con certificación por parte de clientes de mercados de alto poder adquisitivo. Sin embargo, la baja diferenciación en precios pagados por el cacao y los costos de ingresar en estos esquemas suponen una barrera. El origen amazónico del cacao debería permitir dar a conocer a los actores internacionales la importancia del cacao y su relación con el bosque, la biodiversidad, el medio ambiente, las comunidades nativas, los ecosistemas y la interculturalidad.


Un ejemplo de todo ello es la organización Tsatsayaku, que produce chocolate y licor de cacao que exportan, además de vender otros productos hechos por diferentes comunidades cercanas (www.tsatsayaku.com). Está formada por 180 socios de doce comunidades, siendo el 95 % kichwa. Solo trabajan con cacao nacional y compran en baba un día fijo a la semana en cada comunidad, para lo que utilizan un vehículo propio, y así aseguran una buena fermentación y secado, lo que es controlado por una técnica de la asociación. Junto con la asociación Kallari (https://www.kallari.com.ec/) y otras que trabajan en la misma línea, apoyados por algunas instituciones locales e internacionales, como la FAO, están desarrollando un sello que certifique la forma de producción chakra.

Algo que debería cuestionarse el sector sería hacer incidencia en incorporar un sistema de pago por servicios ambientales a estos sistemas agroforestales, si no se quiere que desaparezcan. No creemos que con legislaciones europeas y los requisitos de debida diligencia sea suficiente si no se remuneran debidamente estos sistemas.

Todo ello se refleja en varias empresas chocolateras exitosas ecuatorianas como República del Cacao, Pacari, Hoja Verde y Ecuatoriana de Chocolate, que han empezado a introducir chocolates con cacao amazónico resaltando su origen. Del lado del consumidor europeo solo queda decir que tiene la palabra para decidir si está dispuesto a pagar más por un cacao de calidad inserto en este sistema sostenible.

Consumo

El consumo de cacao ha tenido una tendencia creciente en los últimos años que va desde el 7 % en Europa, Estados Unidos y Canadá hasta el 28 % en algunos mercados emergentes de Asia, África, América Latina y Oceanía. El continente europeo es el mayor consumidor de cacao per cápita y año (2,27 kg), por encima del consumo promedio mundial, de alrededor de 640 g/persona/año.

Aunque Asía-Pacífico tiene el 50 % de la población mundial, solo consume el 15 % de chocolate. El consumo en China es de 200 g por persona y año y la tendencia en este país es que se incremente el consumo de chocolate premium, bajo en azúcares y como un objeto de regalo.


A pesar de que el origen del cacao se ubica en la cuenca amazónica del Ecuador y se ha constatado su uso tradicional por las poblaciones indígenas en el pasado, no parece que esta tradición se haya mantenido de forma generalizada, como lo demuestra su bajo consumo per cápita. No obstante, en algunos lugares todavía se tuesta y muele el grano de forma artesanal, para elaborar bolas de chocolate para el consumo familiar.

En la parroquia La Unión, Enrique tiene árboles antiguos en su finca de los que asegura que le dan un mejor sabor al cacao que consumen en la familia. Para ello hierven 100 g de cacao tostado y molido en un litro de agua, y con la mezcla hacen una bola a la que le añaden canela o pimienta, con lo que está lista para consumir o para mezclar con leche. En su familia lo toman porque dicen que es vitamínico.

En otra parroquia, la de San Gregorio, encontramos dos mujeres preparando bolas de chocolate, a las que además de la canela le añaden pimienta. Luego se mezcla una bola en un litro de leche para tomar el chocolate. Venden algunas de las bolas que hacen a nivel local.

Estas prácticas deberían fomentarse introduciendo políticas adecuadas para promover e incrementar el consumo a nivel nacional.

Mujeres en el proceso de descascarillar el cacao una vez tostado (Esmeraldas). 

Transformación

Hay varias iniciativas de asociaciones que producen su propio chocolate, el cual se vende localmente. Ese es un primer paso para salirse de la esclavitud de los precios internacionales, pero no es un camino fácil. En muchos casos las iniciativas han sido apoyadas y financiadas por la cooperación internacional. No es lo mismo producir cacao que fabricar chocolate y además venderlo. Aunque también reciben formación en este ámbito, vemos que los precios a los que se vende el chocolate, salvo contados casos, es bastante elevado, lo suficiente para hacerlo inviable para la mayoría de la población ecuatoriana y no competitivo frente a los chocolates de las multinacionales. Una tableta de 50 g se vende a 2,5 US$ (2,3 €), un precio que se ha establecido como generalizado entre todas las asociaciones. Mucho tendrán que revisar sus costes de producción si quieren llegar a posicionarse en el mercado.

Parte del beneficio se lo llevan los distribuidores cuando se quiere alcanzar un mayor segmento de población, por lo que los productores de cacao no ven recompensada económicamente su pertenencia a la asociación, que debe vender su tableta de 50 g a 1,70 US$ al distribuidor, quien a su vez lo vende al público a 2,50 US$, con un beneficio del 32 %.

La empresa Pacari (www.paccari.com), que se ha dado a conocer internacionalmente por su chocolate de calidad, trabaja con diferentes asociaciones como la Asociación de Producción Agrícola de Mujeres Kichwas de Santa Rita (ASOPROMUSAN), que solo producen cacao orgánico y de variedad nacional. Su relación se remonta a varios años y desde 2013 también les proporcionan asistencia técnica. Pacari apuesta por las variedades tradicionales y de aroma, llegando a pagar un 50 % o más sobre el precio internacional el cacao de variedad nacional, lo que representa un precio de hasta 4000 US$/t. Su propietario, Santiago Peralta, intenta revolucionar el mundo del cacao y quiere llevar el cacao y chocolate de calidad a un nivel como el del vino, como ha explicado en recientes entrevistas.

Las iniciativas de transformación son un primer pequeño paso hacia la independencia económica de los precios marcados en la bolsa. Es una manera de hacer partícipe al productor de su propio desarrollo, abarcando casi todos los eslabones de la cadena. El cuello de botella suele ser la falta de capital de las empresas locales, que en ocasiones no pueden comprar al momento de picos de cosecha toda la producción de sus asociados, frente a la capacidad financiera de las grandes multinacionales.

Algunas asociaciones como la Unión de Organizaciones Productoras de Cacao Arriba de Esmeraldas (UOPROCAE) ya han alcanzado un mayor grado de organización al ser una cooperativa de segundo grado que engloba a cinco organizaciones de base con 550 productores y un total de 1400 h certificadas. Las organizaciones de base hacen la fermentación y el secado y con ese trabajo cubren sus gastos fijos. En este caso cuentan con hasta cuatro certificaciones diferentes, en los ámbitos de comercio justo, orgánica y agricultura regenerativa, y realizan análisis químicos de su producto en Alemania antes de hacer el envío a sus clientes en Europa. Solo admiten la variedad nacional, de la que dicen que, aunque produce menos que el CCN-51, obtiene mejores precios en sus mercados diferenciados y no presenta los problemas de los monocultivos. Tienen su propia marca –Herencia– (https://herenciachocolate.org/es/), que comercializan a nivel nacional. Han ganado varios premios internacionales tanto ellos como los clientes que les compran el cacao. Sus asociados producen alrededor de 300 t/año de cacao seco, pero por problemas de capital solo les pueden comprar 150 t, por lo que actualmente están buscando créditos internacionales para poder llegar a adquirir todo el cacao a sus socios. El precio garantizado al productor es de hasta un 70 % por encima del precio pagado internacionalmente, y las primas de las certificaciones se pagan directamente a la organización. También promocionan entre los asociados el diversificar sus ingresos con el cultivo de otros frutales en las fincas (https://www.facebook.com/UOPROCAE/).


Monos en árboles de cacao; sus grandes diseminadores (Tena, Ecuador)

El Ministerio de Turismo (MINTUR), con el propósito de difundir y promocionar la importancia histórica y emblemática de la producción de cacao y chocolate en Ecuador, ha propuesto rutas turísticas asociadas a la producción cacaotera, en el contexto del producto turístico «Ecuador tierra del chocolate», para lo cual publicó en 2017 una guía a disposición de los viajeros nacionales y extranjeros, que reúne diez rutas temáticas (https://www.turismo.gob.ec/ecuador-tierra-del-chocolate-un-folleto-que-te-permitira-descubrir-el-mejor-chocolate-del-continente/).

En el mismo sentido, Rosendo Castillo, presidente de la asociación de productores APROCEL, de la provincia de Sucumbíos, indica que han acopiado 363 t de cacao en 2019 comprando a más de 1300 socios que tienen entre una y dos hectáreas de cacao cada uno. Esta producción fragmentada a pequeña escala es característica de las seis provincias amazónicas ecuatorianas, en donde alrededor de 15 000 pequeños productores generan 20 000 toneladas anuales de cacao en más de 40 000 hectáreas y pretenden promover este modelo con iniciativas de agroturismo en sus comunidades (https://www.proamazonia.org/sabores-unicos-con-impacto-positivo-el-futuro-del-cacao-amazonico-ecuatoriano/).

Turismo comunitario en Shandia (Amazonía)


Cadmio

Aunque las concentraciones de cadmio presentes en el cacao y por tanto en el chocolate no son un asunto de dominio público, es necesario abordarlo para conocer los pros y contras de su consumo.

El cadmio (Cd) es un metal pesado que se acumula en los granos de cacao y que es absorbido por la planta a partir del suelo. Es tóxico para el ser humano, especialmente en niños. Su presencia viene dada por la meteorización de las rocas y erupciones volcánicas, así como por actividades humanas como la aplicación de fertilizantes fosfatados o por inundación de zonas ribereñas de áreas afectadas por actividad industrial o minería.

Se han realizado estudios y un mapeo en todo Ecuador que demuestra que hay zonas más ricas en cadmio que otras. Se están estudiando diferentes metodologías para reducir el nivel de cadmio presente en los granos, como, por ejemplo, mantener la mazorca cosechada durante un día sin abrir, ya que al encontrarse el 50 % del cadmio en la pulpa, la propia mazorca reabsorbe parte de este metal, reduciendo la concentración presente en los granos. Hay estudios que demuestran que diferentes variedades de cacao absorben hasta trece veces más o menos cadmio en un mismo suelo, lo que puede ser una vía para bajar las concentraciones al cultivar variedades con las características de menor absorción.

En el ámbito de las fincas cacaoteras, los productores pueden prevenir la acidificación y mejorar el contenido de materia orgánica del suelo, dos parámetros que se ha demostrado que bajan los niveles de cadmio. También se están probando diferentes tipos de enmiendas orgánicas e inorgánicas y estrategias de biorremediación con el uso de microorganismos para reducir la concentración de este metal.

La Unión Europea puso en vigencia en 2019 el reglamento 438/2014, que regula el límite máximo permitido de 0,8 mg de cadmio/kg de cacao y sus derivados, mientras la OMS lo considera un contaminante de alta peligrosidad para la salud pública. Los límites establecidos se aplican sobre el producto final y no a los granos, pero las multinacionales aplican estos umbrales de forma extraoficial a los granos, y se emplean distintos baremos entre las diferentes empresas, de los que solo cabe suponer que van en detrimento del productor. Esta regulación no significa que por debajo de esta cantidad sea inocuo, ya que los metales pesados se acumulan en el organismo humano y no se eliminan. De momento, hasta encontrar métodos fiables, se están mezclando granos con diferentes concentraciones buscando obtener la media que está permitida, lo cual en cierto modo es una pequeña treta, ya que los granos con alto contenido lo siguen teniendo, pero al parecer es una práctica aceptada.

En un país donde todavía se fumigan las bananeras con avioneta y parte de ello va a parar a los campos colindantes e incluso a zonas habitadas cercanas, este asunto del cadmio, aunque pueda parecer un problema menor, no lo es, como lo atestiguan las diferentes investigaciones y estudios que se están llevando a cabo en Ecuador, y por estar el cacao destinado en un 90 % a la exportación a países que posiblemente vayan a ser todavía más restrictivos en los próximos años en cuanto a las cantidades de este metal permitidas.

En todo caso, este es un problema añadido para los países latinoamericanos en su carrera en competencia con los africanos, que no tienen o tienen en menor grado este problema.

Pequeña finca diversificada con cacao en zona de monocultivo de maíz (Los Ríos)

Algunas conclusiones

Los países productores deben encontrar una forma de unirse para garantizar la calidad, tanto organoléptica como en términos de salud del cacao, y deben ser capaces de influir sobre los precios, basándose en costes de producción adecuados a las diferentes zonas agroecológicas y a los sistemas agroforestales.

Parece sintomático que un producto que estuvo en manos de grandes haciendas haya pasado a manos de pequeños productores. No solamente las plagas y las enfermedades pueden explicarlo, sino también los escasos márgenes de beneficio y la capitulación frente al monopolio de las multinacionales.

Si se paga un precio justo por el cacao y se hace al productor parte del negocio, involucrándolo en la transformación, humanizando y dignificando la profesión, habrá relevo generacional y se podrá hablar de crear empleo, pero de una forma digna. Un precio justo incentiva al productor a dar el mantenimiento adecuado a sus plantaciones y mejorar la producción.

Las ventajas de los países latinoamericanos frente a los africanos se ven lastradas por la presencia de cadmio, mientras los aspectos ambientales y sociales les son más favorables.

La situación de la mayoría de los agricultores en Ecuador es similar a la de los agricultores en África occidental. Deben aceptar los precios internacionales y sus ingresos dependen completamente de la fluctuación en las bolsas de materias primas.

Reunión con productores de cacao en Los Ríos

Algo de bibliografía sobre cacao en Ecuador

·    Avadí A., Temple L., Blockeel J., Salgado V., Molina G., Andrade, D. (2021). «Análisis de la cadena de valor del cacao en Ecuador». Reporte para la Unión Europea, DG-INTPA. Value Chain Analysis for Development Project (VCA4D CTR 2016/375-804), 171p + anexos.

· Álvarez, Paz. «Santiago Peralta: “Soy el justiciero del chocolate”». El País, 11-4-2022. https://cincodias.elpais.com/cincodias/2022/04/08/fortunas/1649416254_159190.html.

·     López-Ulloa, M., Jaimez, R. & Orozco, L. (2021). Guía 1: El cadmio en el cultivo de cacao. Caja de herramientas para la prevención y mitigación de la contaminación de cadmio en la cadena de cacao-Ecuador (1.ª ed., pp. 1-20). Quito, Ecuador. https://balcon.mag.gob.ec/mag01/magapaldia/Caja%20de%20Herramientas_Cadmio_Cacao/. Consultado el 4-4-2023.

·    Vanderschueren, R., Pulleman, M. (2021). «Cadmio en cacao: de dónde viene, cómo se regula y por qué preocupa a los productores». Resumen Informativo de Clima-LoCa n.º 1. Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT). Cali, Colombia. 10 pp. Disponible en https://hdl.handle.net/10568/117850. Consultado el 4-4-2023.

BaBarómetro del Cacao (2020). www.cocoabarometer.org. Antonie Fountain - VOICE Network antonie@voicenetwork.eu.

·   Hütz-Adams, F., Campos, P., Fountain, A.C. (2022): Barómetro del cacao. Base de referencia para Latinoamérica, 2022.

 

jueves, 21 de septiembre de 2023

Del cacao al chocolate. Ecuador (2)

 

Plantación de cacao en San Pablo, Ecuador (enero 2023)

La producción del cacao en Ecuador ha crecido considerablemente durante los últimos años, convirtiéndose en la más importante de América Latina. El Gobierno de Rafael Correa (2007-2017) reformó el marco institucional del sector y aplicó políticas de apoyo a los agricultores dentro de un sistema liberalizado. También hubo apoyo a los productores locales para que establecieran instalaciones de producción y desarrollaran marcas propias de chocolate.

Una de las condiciones básicas para las reformas en el sector del cacao fue la nueva Constitución, que entró en vigor en 2008 y que seguía un concepto heredado de la cultura indígena, el sumak kawsay (en castellano ‘buen vivir’). Esto condujo a un mayor compromiso con el desarrollo de estrategias que siguieran los principios sociales y ecológicos. El objetivo era preservar los ecosistemas y la biodiversidad, y promover la solidaridad, la justicia social y la reducción de la pobreza. El Gobierno apuntó específicamente a los pequeños agricultores para apoyarlos en salir de la pobreza. Entre otras cosas, había que incrementar la productividad y mejorar la cadena de valor. Además, se pretendía promover una industria competitiva de productos semiacabados y chocolate de alta calidad.

La mayoría de estos programas se llevaron a cabo entre 2012 y 2014 en lo que se llamó la minga (palabra kichwa que significa ‘reunión solidaria para hacer algún trabajo en común’). En poco tiempo, el rendimiento de los cultivos aumentó gracias a las mejoras en la poda de los árboles, la fertilización y la gestión de la sombra. Según Quiroz, Ecuador entró en el mapa mundial del cacao cuando se hizo un trabajo de renovación y rehabilitación (minga) con los productores. Pero en muchos casos, al no haberse dado continuidad en los años posteriores al mantenimiento adecuado de estas plantaciones, buena parte de este esfuerzo se ha perdido.

Distribución de donde se realizó la Minga del cacao

Como continuidad a los planes anteriores, el Plan de Mejora Competitiva del Cacao (PMC) que se firmó en junio de 2022 tiene la intención de duplicar la producción de cacao, lo que podría aumentar la sobreproducción en el mercado mundial.

Cómo se reparte el dinero

Según los cálculos realizados en el documento «Análisis de la cadena de valor del cacao» de 2021, la ganancia neta en 2019 en promedio para los 159 000 pequeños productores en Ecuador fue de 494 US$ y para cada uno de los veinticinco mayores exportadores de granos y productos fue de 995 356 US$, como ejemplo de los dos extremos de la cadena.

Esto muestra que la integración de la actividad de exportación por parte de los centros de acopio de productores asociados permitiría disminuir las inequidades de distribución de beneficios entre producción y exportación y entregar una mejor remuneración a los productores en relación con su contribución al valor agregado y el empleo.

La repartición del ingreso neto directo total del sector entre actores corresponde al 56 % para los productores, el 12 % para los comerciantes, el 20 % de los exportadores y el 11 % de la industria.

En la provincia de Los Ríos, doña Aurora riega mediante bombeo unas 5 ha de cacao con el consiguiente coste de combustible, que ella paga pero que no contabiliza como coste de producción. Paga jornales de 10 US$ por cuatro a cinco horas de trabajo para cosechar, abrir las mazorcas y poner los granos en baldes. Ella mezcla lo cosechado en las cuatro hectáreas de cacao nacional con los granos de una hectárea de CCN-51, ya que le pagan el mismo precio. Cuando lo lleva a vender fermentado y semiseco en la época de lluvia, le descuentan un porcentaje adicional de alrededor del 15 % del precio, que varía según quién esté en el puesto de compra. No sabe cuáles son sus costes de producción y cuando se le pregunta qué haría si el precio del cacao bajara a la mitad responde sin titubear que venderlo, ya que necesita el dinero para vivir, así sea poco.

Doña Aurora en su casa en la finca

Por lo general, las vainas y los granos de cacao de CCN-51 son más grandes que en las variedades tradicionales. Esto reduce el trabajo durante la cosecha y el tratamiento postcosecha. El CCN-51 es considerado por muchos actores como una opción eficiente para los agricultores, ya que aumenta la productividad y tiene el potencial de reducir costos.

El rendimiento por hectárea en Ecuador difiere mucho entre provincias y depende de la variedad. Algunas provincias que cultivan mayoritariamente CCN-51 registran rendimientos promedio de más de 1 t por hectárea mientras que, en otras regiones, que dependen mayoritariamente de las existencias de árboles viejos de la variedad nacional, están por debajo de los 200 kg. Las cifras no son del todo comparables, ya que la CCN-51 se cultiva principalmente en sistemas a pleno sol con una alta densidad por hectárea, mientras que la nacional suele crecer en sistemas agroforestales con un menor número de plantas de cacao por unidad de superficie. El predominio de CCN-51, que no es adecuado para los sistemas agroforestales, propicia un enfoque hacia los sistemas a pleno sol que conducen a una menor biodiversidad y requieren más insumos.

Algunas de las ventajas del cacao ecuatoriano se dan por las diferentes condiciones climáticas en las que se produce; está disponible todo el año y con capacidad para ofrecer calidad, y responde a la demanda cada vez mayor de requisitos ambientales, sociales y productivos frente a la producción africana. En el otro lado de la balanza encontramos que los costes de producción principales, como la mano de obra de alrededor de 20 US$ por día, son hasta tres veces mayores que en otros países del área y hasta diez veces mayores que en algunos países africanos. Los altos costos de producción comparados con otros países (país dolarizado, mano de obra, insumos) traen una pérdida de competitividad en relación con Perú y Colombia.

Injertando, Esmeraldas

Cuando se habla de rendimientos, en prácticamente todos los artículos consultados se habla de cuellos de botella en todos los eslabones de la cadena de valor del cacao, desde la producción hasta la postcosecha. A pesar de la gran cantidad de investigaciones en nuevos clones, en árboles de alto rendimiento, del apoyo técnico y edición de manuales que deberían conducir a una mejora en el cultivo, los rendimientos siguen siendo en promedio muy bajos, lo que debería llevar a pensar que algo falla en la cadena de transferencia tecnológica a los productores y que la investigación y su transmisión debería tener en cuenta más factores que el simple aumento de la producción. El promedio a nivel mundial está en alrededor de 0,44 t por hectárea, lo que es una cantidad muy baja si se tienen en cuenta todos los años de mejoras tecnológicas dedicadas a este cultivo, lo que las pone en cuestión. Posiblemente una de las varias razones sea que no siempre se cultiva el cacao en las zonas más adecuadas ni en las condiciones edafoclimáticas ideales. Cuando se habla de que ha habido incremento de la oferta de grano de cacao se debe al aumento de superficie de cultivo y muy poco debido a la mejora productiva, estancada en los rendimientos nombrados desde hace dos decenios.

Actualmente (marzo 2023) el precio del cacao está en torno a los 2600 US$/t y en Ecuador se estima que si el precio baja hasta los 1700-1800 US$/t provoca el abandono de la actividad. El documento «Análisis de la cadena de valor del cacao» de 2021 estimó el coste ponderado por tonelada de cacao en un promedio de 1360 US$, fluctuando entre 1281 y 1678, según el tamaño de la finca.

Secaderos de cacao de Maquita en Manabí

El sector del cacao ecuatoriano depende casi exclusivamente de las exportaciones, de las que solo un 7 % se realizan a través de organizaciones de pequeños productores.

Durante mucho tiempo, las empresas de Estados Unidos fueron los mayores compradores de cacao ecuatoriano, lo que ha cambiado durante los últimos años. Actualmente el 52 % del mercado de exportación desde Ecuador está concentrado en Indonesia, Malasia y Holanda. El flujo de las exportaciones a Indonesia y Malasia (101 000 t) se relaciona en este caso con el peso de la empresa Olam (comercializadora mundial malaya con sede en Singapur), que concentra el 15 % de las exportaciones ecuatorianas, es decir, 40 000 t en 2019. Como Indonesia es también un importante productor y exportador de cacao a nivel mundial, esto significa que el cacao ecuatoriano es una materia prima para la industria de transformación asiática que probablemente abastece el mercado asiático. Indonesia ha reducido hasta un tercio su producción de cacao, al parecer por enfermedades aparecidas en los cultivos, por lo que necesita cubrir sus capacidades industriales instaladas importando de otros países.

La entrada en los últimos años de las empresas multinacionales en Ecuador ha hecho aumentar la agresividad en la compra de cacao por parte de los acopiadores, que intentan sacar del mercado a las empresas locales más pequeñas. En el país hay un total de 131 exportadores, de los que cinco son transnacionales, y han conseguido relegar a los últimos puestos a las empresas nacionales. Un ejemplo de ello es la Fundación Maquita, una organización con fines sociales creada hace más de treinta años y que busca beneficiar a los pequeños productores: ha pasado de ser el tercer exportador de Ecuador en el año 2012 a ocupar el decimoquinto lugar en 2022 y a reducir su nivel de exportación a una quinta parte en este período.

Muchos exportadores y comerciantes prefieren el CCN-51, ya que al tener los granos más grandes y de un tamaño uniforme, facilita la molienda. Hace diez años, se estimaba que la mayor parte del cacao exportado desde Ecuador seguía siendo CFA, pero el CCN-51 se ha hecho popular entre los agricultores que han replantado las plantaciones o han establecido plantaciones nuevas con esta variedad.

Fermentación y secado

Instalaciones de fermentación de la empresa Pacari, en Santa Rita

La calidad del grano empieza por la selección de mazorcas, maduras y libres de enfermedades, seguida por el proceso de fermentación de los granos, para eliminar el mucílago que recubre los granos, y su posterior secado. En conversaciones con productores, algunos dicen que prefieren vender en baba o escurrido (La expresión en baba puede referirse a grano fresco con mucílago, escurrido, parcialmente fermentado en sacos) porque eso les permite vender todo el cacao que tienen, no importa la variedad, incluyendo granos de mazorcas enfermas.

Uno de los mayores retos que se presentan es el secado de los granos, lo que en época lluviosa se dificulta si no se cuenta con las instalaciones adecuadas, como secadores de gas, con las que sí cuentan las grandes empresas acopiadoras. El secado en condiciones de alta humedad provoca que muchos de los granos presenten mohos, deteriorando la calidad del producto. Si además la fermentación no se ha realizado en las condiciones adecuadas, también se ve afectada. Por ello muchos productores prefieren vender el cacao en baba, con lo que además pierden el primer paso de la cadena de valor, aunque muchos aseguren que el precio pagado en baba se corresponde en la proporción de 1:3 con la pérdida de peso al realizar el secado.

Planta de cacao en un modelo agroturístico y agroforestal en la finca Picaflor

Hay datos que consideran que en promedio 2,75 kg de grano con todo el mucílago líquido, llamado «cacao en baba», equivale a 1 kg de cacao seco y que 2 kg de grano que conserva parte del mucílago, llamado «cacao escurrido» y que se acondiciona en sacos, equivale a 1 kg de cacao seco. Estas variaciones entre el peso al que entrega el productor y el peso final que tendrá el grano seco es uno de los márgenes con los que juegan los acopiadores para sacar beneficio de este proceso, en detrimento del productor. Solo las asociaciones comprometidas con sus asociados que pesan y registran el lote en el momento de la entrega y cuando el grano está seco, pagando en consecuencia, aseguran una real transparencia en el proceso.

El diferencial de precio baba/seco no proporciona un incentivo al productor para realizar una fermentación de calidad en finca, por lo que el pequeño productor prefiere vender en finca por el pago en efectivo e inmediato que hace el comerciante, y que resuelve su problema de liquidez en ese mismo momento. Tampoco es de desdeñar que los agricultores prefieren vender en baba, ya que durante el proceso de secado pueden producirse robos, lo que en algunas zonas puede llegar a ser habitual. La ventaja para los intermediarios al comprar en baba es que uniforman la fermentación y por lo tanto la calidad del grano.

El cacao puede seguirse considerando como moneda en Ecuador, ya que cualquier persona puede llevar a vender cacao, incluso en pequeñas cantidades, al mercado de intermediarios y convertirlo inmediatamente en dinero. Su uso como moneda ocurría desde la época anterior a la llegada de los españoles a América, cuando los granos de cacao eran de uso corriente entre los pueblos indígenas en el intercambio con mercancías, práctica que se siguió utilizando con la llegada de los españoles. Los granos fermentados y secos correspondientes a ocho mazorcas se pueden vender por alrededor de un euro.

Pequeña cantidad de granos de cacao puestos a secar en el distrito Playas de Oro, en Esmeraldas, probablemente por un niño.

A las organizaciones de productores les resulta muy difícil establecer una relación a largo plazo con los agricultores, ya que estos tienden a vender sus productos al mejor postor cuando tienen necesidad de dinero. En general, la confianza en las organizaciones también es baja debido a las experiencias asociativas negativas que han tenido los productores en el pasado. Sin embargo, si se compara el sector cacaotero con otras cadenas, el hecho de que el cacao sea un producto comercializado a nivel internacional (y que los precios de mercado estén fijados) incluso llega a influir positivamente en los niveles de confianza entre los actores. Uno de los servicios que las cooperativas ofertan a sus asociados es el de la fermentación y secado.

El cacao de Ecuador sigue teniendo una gran reputación, pero los mercados están cambiando. Las empresas interesadas en cacao de alta calidad se quejan de que los granos de CFA no están bien fermentados y, como consecuencia, son de menor calidad, o que han sido mezclados con CCN-51, lo que no se considera CFA. Estos problemas crean un mercado en el que las empresas están menos dispuestas a pagar precios elevados por el cacao ecuatoriano. Además, algunas de las empresas que antes pagaban precios muy superiores a los del mercado mundial por el cacao de calidad reconocen que muchos clientes no notan la diferencia de todos modos. En consecuencia, han sustituido el CFA de buena calidad y alto precio por calidades inferiores o incluso por cacao que sigue siendo declarado CFA pero que puede contener grandes volúmenes de CCN-51 u otras variedades sin determinar.

En Ecuador es común ver ciertas cantidades de granos en los bordes de las carreteras, secándose directamente sobre el asfalto, lo cual afecta a su calidad, aparte de la contaminación por los escapes de los gases de combustión de los vehículos. En varias de las provincias productoras es habitual ver grandes secaderos en la zona intermedia de las autovías que soportan un elevado tráfico con la consiguiente contaminación, lo que abunda en lo dicho.

Camión pasando por la autovía en la provincia de Los Ríos, con cacao secándose en la mediana. Foto Alfonso Molera.