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domingo, 19 de junio de 2022

To go (Kuma Konda - Atakpamé - Kara)

 

Kuma Konda tiene varios artistas que plasman su arte también en los muros de las casas del pueblo


No pude evitar ir a Kuma Konda, un lugar donde se respira una paz especial y donde además puedes hablar castellano con José Ramón, que cada vez pasa más tiempo aquí que en España. En Kuma Konda nadie tiene agua corriente en la casa y el pueblo se abastece de unas fuentes de donde, por tuberías, conducen el agua hasta un par de puntos en el pueblo donde los pobladores van a buscar el agua. Hace poco José Ramón contrató una empresa que se dedica a hacer pozos y en el patio de la casa perforaron hasta 80 metros, profundidad a la que encontraron agua. Con una bomba sumergida bombean el agua a un tanque con el que se abastece toda la casa. El coste total fue de 5000 €. Por esa misma cantidad el ayuntamiento del pueblo podría construir un pozo que abasteciera directamente las casas mejorando la salubridad y el tiempo que la gente pasa yendo a buscar agua. Pero incluso esa cantidad es mucho para este pueblo, aparte del coste que tienen luego las redes de distribución y la instalación en cada casa. Un largo camino todavía por recorrer.

Atakpamé

A veces en los viajes las cosas funcionan bien y otras no tanto. Después de dormir en Atakpamé, una ciudad algo caótica, que sirve de paso de camiones del norte al sur y viceversa, por la mañana intenté averiguar de donde salían los autobuses hasta Kara y me fue imposible. A cada uno que le preguntaba me decía una cosa diferente y cuando cogí una moto para que me llevara a la estación de taxis me llevó a una que no era. Finalmente cogí un taxi compartido, que a unos 70 km de mi destino me vendió a otro taxista, del que dijo que era su hermano pequeño, lo cual significa que como máximo son del mismo pueblo. Este nos llevó a una velocidad de vértigo a Kara, con lo que la primera parte de esta pequeña aventura se acababa de completar.

Los camiones que van a Burkina Faso o vienen de allá, pasan por Atakpamé cargados hasta él cielo, para aprovechar al máximo el viaje

En unos controles de carretera, de los que suele haber a la entrada o salida de alguna de las ciudades, los taxistas deben pagar una pequeña mordida (unos 30 céntimos) a los policías que están allí, realizando controles. Para evitar que alguien pueda fotografiar o filmar la entrega cuando llega el taxi al control el policía le dice “a tierra”, lo que significa que debe dejar caer las monedas al suelo para luego, cuando no haya nadie, poder recogerlas. Esto se repitió varias veces en los diferentes controles y cuando hay algún taxi parado significa que quizás se le olvidó aportar la pequeña contribución.

Kara ( Kutammakou - País Tamberma)

La takienta es casa y fortaleza a la vez, donde se resguarda la familia y los animales, donde los granos quedan almacenados y defendidos por sus moradores, mientras fuera las ofrendas les conceden favores y también les protegen de sus enemigos

Cuando vine a Trabajar a Togo y sólo llevaba 3 meses aquí, se organizó un viaje a Kara, al norte del país, para una feria agrícola anual que se celebra en este país, y a la que yo tenía la oportunidad de asistir junto con toda la delegación de la GIZ. Por un problema de visado en ese momento al final no pude ir, lo que me fastidió bastante, no sólo porque me perdía algo que me iba a ayudar a conocer mejor el mundo agrícola togolés en su conjunto, sino porque esta es una de las regiones que tiene un interés especial por algunas de las etnias que viven aquí. Así que ahora con este viaje me he quitado esa espinita ya que he podido ver algo de la agricultura que practican en esta zona y he visitado el país Tamberma, donde todavía conservan algunas de sus costumbres ancestrales y que ha sido declarado Patrimonio de la Unesco.

Allí me pregunto cómo puede uno entender un pueblo que lleva siglos modulando su forma de vida, sus costumbres, sus creencias, en el rato que pasas haciendo fotos y comprándoles algunas artesanías con las que intentan ganar algo de dinero. Pues eso, no se puede. En un rato te cuentan la historia de este pueblo que considera a todos los hombres iguales, por lo que rechazan el poder, por eso cada casa, cada takienta es una fortaleza en si misma, porque cada familia es responsable de su propio destino.


Los baobabs están en todo el territorio, dando sombra, frutos y aportando a través de sus hojas los minerales que absorbe del subsuelo. Dicen que fueron los primeros lugares que habitaron, en las oquedades de estos enormes árboles, hasta que aprendieron a modular la tierra, construyendo sus casas.

Pais Tamberma – Kotammakou, el país de los Batammariba, los que modelan la tierra. Como se ve al fondo, poco a poco los techos se van sustituyendo por otros de zinc, menos frescos, pero más fáciles de reponer


Al día siguiente me fui a hacer una excursión por una zona agrícola al este de Kara, junto con un guía, donde hay un proyecto comunitario. Estuvimos un par de hora caminando bajo un sol abrasador viendo como cultivan en lo que ellos llaman terrazas, aunque consiste en realidad en alinear las piedras abundantes a lo largo de líneas en el terreno pendiente. La densidad de plantas es muy baja y los rendimientos ni me los quiero imaginar. Aunque en la época de lluvias hay un curso de agua que fluye, no lo aprovechan por falta de medios para hacer un pequeño embalse y comprar tuberías que la conduzcan a sus terrenos. Algunos usan abonos químicos, cuando tienen medios económicos para comprarlos, sobre todo para el maíz, aunque el resto intenta aportar todo lo que tienen de materia orgánica, que es casi nada.

La mezcla de ceniza y estiércol de ovejas es la materia orgánica que va a ayudar a que los cultivos, como este de maní, puedan dar algo en los suelos agotados


Después de dar la vuelta a una montaña e ir viendo cultivos llegamos a un pequeño pueblo donde había mercado. Como era sábado casi todo el mundo estaba dedicado al deporte nacional de beber “tchoukoutou” o también llamado “Sioulim”. Se trata de una bebida basada en el sorgo, que se prepara poniendo los granos en agua durante 8 horas, para pasarlos después a un colador y dejar escurrir el agua. A partir de ese momento el sorgo empieza a germinar. Se lava de nuevo y se pone a la sombra. Tres días después se lleva al molino, donde se muele, se mezcla con agua y se deja reposar durante una hora

A través de un tamiz, se recupera el agua que se pone de lado para utilizarlo más tarde. La masa se pone al fuego al menos unas 4 horas para que se ponga espeso y se va añadiendo agua según se evapora. Se vuelve a tamizar para recuperar el agua y se guarda hasta el día siguiente para que tome su color definitivo y que fermente, para luego volverlo a hervir.

Se deja enfriar todo el día y ya se puede beber, aunque será dulce y no fermentado. Es al añadir los líquidos que se habían dejado de lado con lo que se obtiene la bebida fermentada y con contenido alcohólico.

Yo probé un poco para no hacerles el feo pero no me bebí todo el bol que me ofrecían. Mi guía se bebió entre este primer lugar y otro que visitamos al menos 4 boles después de lo cual me pareció que empezaba a decir tonterías. Para que se le pasara empecé a apretar el paso ya que nos quedaba media hora de camino y aunque al principio le costó cogerme, al final me adelantó. Y es que un guía debe ir siempre delante.


Los cultivos en terrazas, a pesar de la variedad -pimientos, gombo, tomates, maní, sorgo, curcuma – con su estacionalidad ligada a las lluvias, apenas da para el consumo familiar


La mejor manera de conocer una ciudad es patearla, que es lo que he hecho en mi último día en Kara. En todos los recorridos empezando por el museo de Art Kara, donde he visto una interesante colección de máscaras de África del Oeste, no me he encontrado a ningún blanco por la calle. Habré hecho unos 10 ó 12 km y cuando veo la miseria por todas partes, la pobreza y que el 50% de los hombres que veo me parecen más fuertes que yo (el otro 50% son niños y ancianos), no entiendo porque no me atacan y me roban lo que llevo encima, Yo no me lo tomaría como algo personal, sino que pensaría que recuperan algo de lo que en su momento les quitaron nuestros antepasados. En realidad, son buena gente y nos siguen teniendo miedo. La historia les ha enseñado que con el blanco siempre van a perder al final.

Había máscaras para todos los gustos, para funerales, para ritos de fertilidad, para festividades…


jueves, 9 de junio de 2022

To go (Lomé-Kpalimé)

 

Cuando llueve, lo hace con ganas

Me he levantado esta mañana y he oído que llovía. Es época de lluvia y es lo que toca pero como pensaba coger una moto para ir a la estación de los taxis colectivos que me llevarían a Kpalimé me fastidiaba. Así que me levanté rápido y sin desayunar me fui, antes de que lloviera más fuerte. Y todo eso, para ahorrarme quizás 3 euros y un rato de discusión. Uno que es así. En la parada de taxis, como casi siempre, me tocó el taxi más cutre. Por fuera tenía mal aspecto y por dentro peor. Me pedí los dos asientos de delante y así voy más cómodo, aunque me cuesta el doble. Aquí si pagué casi 5 euros de más con gusto. Una vez en marcha, en la nueva autopista todavía en construcción, pero ya casi terminada a la salida de Lomé, todo iba sobre ruedas. Más adelante empezaron los baches y a sufrir el coche y yo también. De pronto se oyó un ruido metálico como si cayeran unas monedas al asfalto y el chofer aminoró la velocidad, miró por el retrovisor y continuó la marcha. En el primer pueblo que pasamos paró en un taller del que parece ser cliente habitual ya que nos atendieron al momento. Quitaron la rueda delantera y el mecánico se puso a recortar unas gomitas que encajó en los frenos que eran de todo menos nuevos. La operación no duró más de 10 minutos y ya la rueda estaba de nuevo montada gracias a los jóvenes aprendices. A la hora de pagar, el mecánico le pidió tres euros al chofer y este sólo le dio un euro y medio, pero no discutieron mucho, solo un breve cruce de palabras en una lengua que no entiendo y al irnos parecía que seguían siendo amigos.

Dos gomitas y a correr

La carretera, en las partes donde están trabajando y está cortada, se desvía hacia caminos de tierra que cuando llueva de verdad se pondrán impracticables. Por suerte hoy sólo habían sido unas gotas, de esas que se dicen que son para más calor. Cuando vi el Monte Agou, con sus 986 msnm fue para mí la señal de que ya queda muy poco para llegar a Kpalimé. Es la montaña más alta del país, aunque algunos de mis antiguos colegas aseguraban que hacia el norte, las había más altas todavía. Cosas de la magia africana.

El Monte Agou

Los últimos kilómetros la carretera ya es más ancha y está asfaltada recientemente, así que el chofer puso el trasto a todo lo que daba. Aunque en el salpicadero no funcionaba nada yo pensé que debíamos ir a algo más de 100 km/h. Como nadie llevaba cinturón de seguridad yo también me lo quité ya que pensé que si reventaba la rueda y nos salíamos de la carretera no quería ser el único superviviente. Como se puede ver por este escrito, la cosa acabó bien.

Kpalimé

Lo bueno de llegar a un sitio que conoces y donde has vivido es que no tienes que preguntar nada y sabes exactamente adonde quieres ir. Lo primero que he hecho ha sido coger una moto e irme al Hotel Geyser, que tiene una piscina, no muy grande, pero piscina al fin y al cabo. Aunque Kpalimé tiene fama de ser un lugar fresco la temperatura al mediodía es de 30 ºC, un par de grados menos que en Lomé, lo que se agradece, aunque en realidad ni se nota.

He ido caminando hasta mi antiguo lugar de trabajo para así ir saboreando los pequeños cambios que iba viendo a lo largo de la carretera. Como era mediodía el calor apretaba y cuando ya cerca, me senté en un pequeño restaurante a comer algo, lo primero que hice fue beberme una botella de un litro y medio de agua fresca de una tirada. En caso de tener una piedra en el riñón estoy seguro de que se habrá ahogado

El reencuentro con Ruth, mi antigua ayudante, ha sido estupendo. Ver a una mujer que empezó a trabajar conmigo después de haberla seleccionado entre varios candidatos, a la que recomendé para este puesto por sus cualidades cuando me fui y ver como se ha convertido en una mujer que transpira confianza y seguridad, seriedad y buen hacer, me enorgullece. Se lo he dicho; lo mejor no es que yo tuviera razón o que ella esté ganando un sueldo, sino el servicio que está dando a su país y a su gente. Antes de que ella llegara me fui a ver a los chóferes, todos de la época en que yo estaba y aunque sabían que vendría todos han hecho ver que se sorprendían.


Ruth con las tabletas y la tarrina de Chocolate Artesano Isabel, que le llevé para que lo diera 
a probar a las mujeres con las que trabaja (https://chocolatesartesanosisabel.com)

Al volver he querido hacerlo de nuevo andando ya que había caído un buen palo de agua y había refrescado. Pero sólo era una avanzadilla. A mitad de camino ha vuelto a llover de nuevo y me he tenido que refugiar en una tienda hasta que en una pequeña tregua de la lluvia he parado una moto y me he venido al hotel a escribir.

Hay momentos en que siento unas ganas locas de volver y trabajar de nuevo aquí. Después pienso que no, que igual que ellos, creo que aquí no hay futuro ni hay nada que hacer. Mientras sigan existiendo los sistemas desiguales basados en una relación de poder injusta, producto de la descolonización, aquí no hay nada que hacer y es en nuestro país donde hay que batallar para dar a conocer esta realidad y cambiar las cosas.

Por la mañana me fui con Ruth a ver lo que se había construido en una plantación de cacao desde que yo me había ido. Su trabajo consistió, entre otras cosas, en dar seguimiento a la construcción de una unidad de fermentación y varias superficies de secado, en una de las cooperativas que yo había recomendado y siguiendo algunos de los esquemas que yo había dejado. Aunque fue una visita corta me quedó claro el esfuerzo que había sido construir eso en ese lugar y en esas condiciones y ver que habían hecho algunas modificaciones que mejoraban el diseño original.

Unidad de fermentación y camas de secado

Caminando por la carretera me encontré a Tana, mi antiguo guardián y jardinero. Venía en una bici que primero no reconocí. Yo me la había comprado nada más llegar y cuando ya se estropeó un par de veces la deseché y se la regalé. Él la ha arreglado y dice que funciona muy bien.

A Dovi lo conozco hace tiempo y varias veces me había parado a comprarle alguna artesanía. Su nombre significa que es el segundo que nació de un parto gemelo. Ha trabajado siempre como maestro hasta que un derrame cerebral lo dejó paralizado de un lado. Para ayudarse con su exigua paga de jubilado tiene en su casa este puesto de venta de artesanía y siempre me ha vendido las cosas a un precio razonable y yo nunca le he regateado. Hoy me contó la historia del elefante de madera del que siempre estuve enamorado. El nunca ha visto un elefante de verdad, sólo una vez, hace muchos años, cuando mataron un elefante en una zona boscosa y lo cargaron muerto en un camión y lo pasearon por los pueblos donde iba pasando camino de la capital, para que la gente lo viera. Pero volviendo al elefante de madera, me contó que en un bosque cercano se cayó una rama de un enorme árbol. La cortaron en tablones y de un trozo que sobraba, un artista talló el elefante. Luego lo cargaron en un triciclo e hicieron falta 6 hombres para cargarlo y descargarlo. Ahora lo ha comprado un togolés, dueño de un hotel en Lomé, para ponerlo en la entrada y le queda solo otro, más pequeño, que ya lo tiene apalabrado el hotelero. Es un objeto decorativo que no te roban fácilmente.


Los nombres en Togo pueden seguir el santoral o no. Una costumbre arraigada es ponerles a los niños el nombre del día que nacieron.

Dia

Niño

Niña

Lunes

Kodjo o Kouadjo

Adjo o Adjowa

Martes

Komlan

Abla

Miércoles

Kokou o Kouakou

Akou

Jueves

Ayao

Ayawa

Viernes

Koffi

Afi

Sábado

Komi o Kouami o Kouame

Amele

Domingo

Kossi o Kouassi o Kossiwa

Kossiba

 También puede influir el orden de nacimiento: para los niños el primero se llamará Anani, seguido de Anoumou y luego vienen Messan o Mensah. Las niñas serán Dede, la siguiente Kokoe y la tercera sería Mablé.

También hay nombres que vienen de la religión, como Edem que significa “Dios me ha liberado”, Dela que significa “salvador”, Hola que es el “redemptor”. Las niñas también pueden llevar el nombre Hola, y también el nombre Kekeli, que significa “la luz” y Akofa que significa “aquella que alivia“

 

Antes de continuar el viaje hay que coger fuerzas. En este "guachinche" togolés te hacen una tortilla de 1 huevo por 30 céntimos




domingo, 5 de junio de 2022

To go

 

A pesar de lo que digan los políticos en Canarias, cuando uno quiere ir al sur, tiene que ir primero al norte. Así que doce horas después de haber salido de Tenerife estoy en Casablanca, yendo hacia el sur, pero todavía al norte. Si en Madrid en la zona de embarque de los vuelos africanos ya había colorido, en Casablanca el color lo ponen las gentes de diversas procedencias con sus ropajes y lo exótico aquí es el blanco. Hay gente que va a los destinos más variopintos, vestidos de forma que no los consigo adscribir a ningún país, sólo unos pocos.

Llego a Lomé según el horario previsto, tanto yo como mi maleta. Al ser las 4 de la mañana hay poco movimiento y paso todos los controles y la aduana sin mayores contratiempos, eso sí, zumbado como una maraca. Salgo fuera y la oficina de cambio de divisas está cerrada, así que negocio con un taxista que me aborda y quedamos en que me lleve a mi hotel por diez euros. Estoy en Togo, la anteriormente llamada La perla de África, sin contratiempos, viendo que todo está más o menos como lo dejé y que me alegro de estar aquí.

El hotel Galion tiene también un restaurante, ampliado ahora incluso a pizzería, y está justo enfrente de la casa donde yo me quedaba con mis amigos Lisa y Andrés cuando venía a Lomé. Muchas veces vine aquí a desayunar, a comer y a quedar con los amigos por la noche para cenar. No me podía imaginar un mejor sitio adonde venir para empezar mi periplo por Togo.

Cuando llego a algún lugar lejano hay dos cosas que me gustan especialmente. Una es que me vengan a buscar al aeropuerto, algo que casi nunca ocurre y la otra es encontrarme a alguien conocido por la calle. Hoy me he encontrado con mi taxista de confianza que era el que me llevaba por Lomé cuando yo vivía aquí. En realidad, fue el quien me reconoció y gritó mi nombre cundo yo ya pasaba de largo y me alegré de verle.

Por la tarde me fui a tomar una cerveza a la playa, muy cerca de la frontera con Ghana. Este último tramo de playa de Togo tiene fama de peligrosa, sobre todo por la noche, aunque he ido varias veces, pero de día, y nunca he visto nada raro. Es un lugar que me gusta porque ves las barcas, el mar, los barcos anclados a lo lejos, los niños bailando al son de la música de los bares. Aunque, siempre hay un pero, ya que no soy capaz de beberme las cervezas de 750 ml que te sirven y además nunca tienen cambio. Al final he conseguido que me vendieran una Heineken pequeña que cuesta un euro y medio y nada más traérmela le he pagado con un billete de 15 euros, por lo que la camarera ha puesto enseguida los ojos en blanco y me ha dicho que no tiene cambio (il y a pas de la monnaie). Normalmente lo que esperan, y la gente hace, es seguir bebiendo hasta que completan la cantidad entregada o la gente trae cambio. Cuando ya me estaba achicharrando al sol le he dicho que si me podía devolver el cambio ya que me quería ir. Su respuesta, de nuevo, es que no tenía, pero que si yo le regalaba otro euro y medio podría hacer un esfuerzo. Al final lo hemos dejado en 80 céntimos de euro de propina y me ha dado el cambio diciendo que la dejaba sin nada para otros clientes.

Les haría falta un Che para empezar a deshacer injusticias

Para llegar a una playa a la salida de Lomé hay que pasar por una zona de chabolas, con baches llenos de agua de lluvia, tan grandes, que pueden engullir un coche así que estos acaban pasando por la acera y en los bordes la gente quema basura y recicla lo que puede. Aquí poco queda de la perla de África.

Cuando lo vi me pregunté si sería un futuro inmigrante

En parte he venido a Togo para saber si quisiera volver a trabajar aquí. Después de 2 días, ya sé que a veces si y a veces no.

Al mediodía, si llegas acalorado y sudado debes ducharte rápido y aprovechar los primeros litros del agua que está en las tuberías dentro de la casa, a la sombra. En cuando entra el agua de la calle, es como si pusieras el agua caliente a todo gas y ya no puedes seguir duchándote ya que te quema. ¡Una manera de ahorrar agua! Se me ocurre que con la tecnología adecuada y con voluntad política quizás ese podría ser el futuro de muchos países pobres africanos: utilizar y exportar energía producida por energía solar.

La mañana del lunes la he dedicado a visitar a mis antiguos colegas de la GIZ en Lomé. De paso les he dicho que en el Cabildo me aburro mucho y que si tienen algún trabajo para mí que me avisen. Les he traído chocolate biológico y de comercio justo para que lo prueben y vean lo que se podría hacer con el cacao desde el mismo Togo.

A veces hay pequeñas cosas que te dan grandes alegrías. Una de ellas ha sido ir a comer riz (arroz) gras, una de mis comidas favoritas, en un lugar que curiosamente se llama Big Metro y donde la camarera también se ha alegrado de verme, contenta de volver a tener uno de sus clientes habituales.

La pesca como siempre poca, y muchos a repartir

La antigua ciudad colonial alemana en Lomé se estableció al lado del mar. Lo importante es tener las casas orientadas hacia el mar con ventanas que dejan pasar el aire a través de las habitaciones. Hacia el interior de la ciudad, en barrios con casas más nuevas y donde viven los que tienen medios, las casas deben tener aire acondicionado ya que ahí la brisa del mar ya no llega. Los niños aprovechan para salir a jugar a la playa, sobre las 5 de la tarde, cuando ya el sol decae y antes de que llegue puntualmente la noche a las seis. Los mayores sacan sus esteras a la calle y estirados o sentados, saborean el frescor y se ponen a hablar con los vecinos, igual que se hace todavía en algunos pueblos de España y como yo le recuerdo de mi infancia, antes de que se inventaran las máquinas.


Por la tarde me he ido a Ver a Bilah, a quien ya había visto por la mañana para darle un pequeño cadeau que me habían dado Juan y Silvia para él, ya que había sido su guardián mientras estuvieron aquí y le tienen mucho aprecio. Aproveché para hacerle un par de fotos a los niños que pasaban muchos ratos en casa de mis amigos.