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lunes, 4 de julio de 2022

To go (Kara)

 

Cuando es la época de los mangos, todos maduran al mismo tiempo y hay tantos, que se venden por nada en el mercado. Los mayores encargan a los niños que vayan por ahí vendiéndolos, porque cualquier dinero que consigan será bienvenido.


En los pueblos, los mercados son algo tan triste como lo que se ve en la imagen, un pequeño edificio central y varias piedras y chamizos alrededor para que los vendedores ambulantes puedan exponer sus exiguos productos.


Las niñas-mujer crían a sus niños y no los suelen destetar hasta los 3 años, como se hacía antes seguramente en todo el mundo, para aumentar sus probabilidades de sobrevivencia.

Los pequeños montículos delante de la casa-fortaleza, tienen hasta sus pequeños ojos que todo lo ven, sirviendo de protección y como lugar de ofrenda y sacrificios.


Para las picaduras de serpiente tienen plantas cuya savia aseguran que introducida en la herida a los tres días te curan, o no, como esta Euphorbia poissonii.  Según el experto canario que la identificó, escribe que la bibliografía dice que sirve para el sida, el cáncer, la próstata, …. pero no cuenta nada sobre picaduras de serpiente…..


Los niños juegan en los campos, expectantes ante la llegada de visitantes. Estos campos con la llegada de las lluvias se llenarán de plantas de algodón, un cultivo de “renta”, con el que conseguir algo de dinero para seguir malviviendo. El algodón es el primer producto de exportación de Togo, unas cien mil toneladas producidas anualmente, que ya son toneladas, que se venden sobre todos a los países asiáticos ya que en el país no existe industria textil. Para entender esto mejor algunos datos:

La compra del algodón estaba centralizada en una empresa participada por el estado togolés (NSCT – Nouvelle société cotonnière du Togo). En la campaña 2020-2021 el gigante agroalimentario OLAM, con sede en Singapur ha adquirido el 51% de esta sociedad por la cantidad de 41 millones de US$, con lo que en la práctica asume su control. https://www.financialafrik.com/2021/05/20/togo-la-production-cotonniere-enregistre-une-baisse-annuelle-de-43/

El algodón es otra de esas materias primas que como el café y el cacao cotizan en bolsa en Nueva York, detrayendo de los agricultores cualquier control sobre lo que producen y el poder negociar un precio justo que cubra con cierto margen sus costes de producción.


En los últimos años han sido China, la India, Malasia y Vietnam los mayores compradores de este algodón, que luego llegan a nuestros países en forma de prendas muy baratas, producto del comercio de las zonas francas, libres de impuestos, donde no existen derechos laborales, con lo que se cierra un circulo perfecto para los explotadores.

Con la venta de la sociedad togolesa a Olam, el gobierno espera que esta empresa logre multiplicar por 12 el valor de las exportaciones (https://www.republiquetogolaise.com/agro/1002-6569-l-asie-du-sud-est-principal-marche-d-exportation-du-coton-togolais).

No hace falta preguntarse quienes volverán a ser los perdedores de esta nueva historia que se está escribiendo.


Esta es tierra de baobabs. Su robustez y su dura corteza me recuerda a la piel de los elefantes. Dicen que al principio los primeros habitantes los usaban como vivienda, aprovechando las oquedades de los árboles más grandes para establecerse dentro hasta que aprendieron a modelar la tierra para hacer sus propias casas.


La ciudad, Kara, es un hervidero de gente a todas horas, y sus mezquitas, distribuidas por doquier, muestran que la mayoría de esta zona es musulmana.


En el sur suroeste, en la frontera con Ghana, los restos de las mazorcas de cacao esperan su momento para ser convertidas en jabón, sacándole así otra pequeña ganancia a este cultivo. Pero son un residuo rico en potasio que sería imprescindible para volverlo a utilizar compostado e incorporarlo al suelo como abono. Es la continua contradicción que se da en la pobreza, que no da para todo.