Después de extraer el aceite de la palma, queda la fibra que se pone a secar y luego se vende como combustible para encender el fuego de carbón |
No quiero publicar tan seguido
pero la verdad es que cada vez que hago una foto hay una historia asociada,
cuando voy por la calle, cuando sueño en mi casa, cuando estoy en el campo con
los agricultores, en Lomé, cuando nado, y para que no se me atropellen las
ideas en la cabeza, es por lo que me veo obligado a escribir y escribir.
Mi casa, un lugar en donde me siento super a gusto |
Espero con fruición los fines de
semana para subirme en mi moto e ir a Kuma Konda. Ahí ya he quedado normalmente
con mi amigo José Ramón (a partir de ahora pondré JR) para hacer una nueva
excursión, a pie o en bicicleta, la otra semana fuimos a Kuma Apoti, por una
pista muy bonita. A mi Kuma Konda me recuerda, ya no solo por el nombre, a
Macondo. Si se juega con las letras sale la palabra Makondo, y si se sigue
jugando salen otras como Komodo, quizás haciendo realidad lo de esos lugares
mágicos interconectados. Aunque yo de eso no sé, solo lo que he oído.
Mágica fue la subida, en la carretera
que tanto me gusta, con rincones en los que no me extrañaría ver salir un
bosquimano. La carretera en esta época esta regada de mangos que caen por su
propio peso, o no, de los arboles sembrados a lo largo de la misma y que
seguramente son producto de años de comerlos y tirar las semillas al borde de
la carretera. Hoy vi una escena surrealista y era una mujer barriendo los
mangos de la carretera delante de su casa, como si fuera basura. A la vuelta me
toco ir detrás de un camión que ya habíamos visto en Kuma
Apoti y que en el momento que pasábamos con las bicis justo perforó la veta
de agua que estaban buscando del que salió un enorme chorro de agua. Hecho su
trabajo, regresaba hacia Kpalimé, y al ser de dimensiones mayores que los
camiones que habitualmente circulan por aquí iba golpeando las ramas por lo que
los mangos caían a montones, como si fuera una piñata de bombones amarillos.
El copiloto, en un momento dado, se subió al techo de la cabina del camión e iba esquivando ramas y arramblando con los mangos que podía. Artistas que son ¡! Menos mágico fue cuando yendo en bicicleta, y reconozco que, haciendo un poco el burro, me di con una piedra en el dedo pequeño del pie derecho, donde ya me había dado la semana pasada, con lo que en pleno día he visto estrellas y fuegos artificiales, lo que me llevo a pensar que esto solo puede pasar en un lugar mágico como este. Ese pensamiento me ayudo a pasar el dolor. El resultado final es que, tres semanas después sigue infectado y haciéndome recordar lo de que, en África, lo peor son las bacterias y los microbios.
De todas formas, en la bajada, en una pista infernal, llena de surcos dejados por la lluvia reciente, lo dimos todo y bajamos a tumba abierta, intentando no frenar para así no gastar los frenos de la bici que son difíciles de conseguir y que hay que ir a comprar a Lomé. Aunque sabe mal deshacer tan rápido lo que tanto ha costado subir, no me puedo resistir a sentir la velocidad y que el aire te seque el sudor y prefiero, haciendo referencia a la tumba, morirme de un golpe en la cabeza, ya que vamos sin casco, que, de un cáncer de colon, por decir algo.
JR tuvo la idea de hacer una fiesta en la plaza de Kuma Konda el 1 de junio y yo me he apuntado ya que es mi aniversario de haber dejado de fumar. Estáis tod@s invitad@s.
Lugar de la fiesta, ahora rebautizado como WOEZ), que significa bienvenido en Ewé |
Parte del grupo Coulibaly et la lumiere, ensayando en casa de Juan y Silvia |
No faltéis, es este sábado, 1 junio
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