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sábado, 20 de diciembre de 2025

Kenema 3

 

Kenema 2

Debido a las dificultades que he tenido en este tiempo para acceder a internet, al entrar en el blog para subir la tercera entrada de Sierra Leona, por error borré la segunda entrada, de la que no tengo copia, sólo las fotos. Por ello, si alguien por casualidad hubiera hecho una captura de pantalla o hubiera descargado esta segunda entrada, agradecería que me lo mandara para volverlo a colgar, aunque sea en formato jpg. Lo que si tengo son las fotos que había seleccionado, así que, si no consigo una copia de alguien, pondré las fotos y cada uno puede inventarse su propia historia sobre ellas.

Kenema 3

Sewa (técnico con gorro), motorista (de rojo), Daniel (blanco) y un cazador-pescador-recolector de la zona 

Volvemos a ir al campo para ver plantaciones de cacao y las proyecciones que hay de cosecha este año. En el recorrido esta vez me mojo primero el pie derecho al pasar un riachuelo, más tarde el pie izquierdo y luego ya me meto de forma voluntaria en el agua con los dos pies. ¡Ya que más da!

En Sokibu, un poblado que está solo a un par de kilómetros de la frontera con Liberia, unos niños pequeños que al parecer nunca han visto un blanco se ponen a llorar cuando nos ven.


De viaje

Llega el momento de irme, para pasar la última semana viajando por el país. La estancia en este proyecto me ha parecido provechosa porque en este cultivo nunca se deja de aprender. Con Daniel, el alemán que fundó Lizard Earth después de cansarse de trabajar en la cooperación y ver que no se llegaba a nada, compartimos muchas ideas e ideales. Hemos pasado estas dos semanas trabajando muchas horas juntos, intercambiando conocimientos y debo reconocer que me ha proporcionado datos que normalmente ninguna empresa te daría. Su idea es establecer una forma diferente de trabajar con los productores de cacao, pero las empresas de la competencia, incluso las “ecológicas” no se lo ponen fácil, y siguen jugando con los precios, muchas veces desde una posición económica mucho más fuerte para conseguir que los agricultore les vendan a ellos. Lo que no saben los agricultores, que en su pobreza arañan cada céntimo que pueden del mejor postor, es que cuando los precios bajen, entonces las grandes empresas no tendrán piedad de ellos.

limpieza de cacao en Lizard Earth dando empleo a la gente del barrio

Como más datos conozco del país, más me quedo sorprendido de como se puede vivir con tanto poco dinero. Muchos de los técnicos que trabajan en la oficina no comen al mediodía porque no pueden gastarse 1 euro que cuesta la comida. La primera respuesta sería que porque no se les paga más, pero si se mira más en detalle y se conocen todos los datos se ve que desde el consumidor final que consume chocolate, pasando por los supermercados que lo venden, las multinacionales que procesan el cacao, las empresas que lo compran en estos países, hasta los cientos de comisionistas y agentes que recorren todo el país buscando la materia prima, todos presionan a la baja el precio y finalmente acaban esquilmando al productor y a toda cadena de valor en origen.

Cacao secándose y las linternas de energía solar cargándose, su única fuente de luz por la noche

El sistema del comercio del cacao es tan enrevesado y bien construido que cualquiera de estos eslabones de la cadena puede decir que no es su culpa que la situación sea así y achacárselo a los otros. Pero todos, incluso los que lo hacen por desconocimiento, son responsables de esta situación. No podemos seguir comiendo chocolate (y tantos productos basados en materias primas) a precios ridículos cerrando los ojos y sin querer saber que esta gente recibe sólo una mínima parte del precio final del chocolate.

Antes de irme recorro un poco el caos del mercado de Kenema y lo que primero pienso que son herramientas para la agricultura finalmente averiguo que es para la minería artesanal. Muchos sueñan con encontrar una pepita de oro o un diamante que les haga ricos para siempre, pocos o ninguno lo consiguen.

Herramientas para la minería

Tiwai Island

Emprendo el viaje cargado de billetes de 5, 10 y 20 Leones, que son los más grandes que hay y que equivalen a 19, 38 y 80 céntimos de euro respectivamente. En algunos sitios se puede pagar en dólares o con tarjeta de crédito, pero sólo en los de categoría alta a muy alta.

Cambié 3 billetes de 100 US$ por todos estos billetes

Al principio había previsto ir en transporte público a Tiwai, que está a sólo 80 km en la pista más recta, pero donde no circulan casi vehículos. Por la ruta asfaltada la distancia se triplica y dado que el tramo final es otra vez pista, el tiempo que se tarda puede ser entre 5 a 8 horas.

Parada de taxis en Kenema. Siempre cabe algo más en el taxi

Daniel se apiada de mí y se ofrece a llevarme en parte como compensación por lo que he trabajado con el y para evitarme la paliza del viaje. De paso el verá esta zona que no conoce a pesar de llevar ya 12 años en el país. Tardamos 3 horas en hacer los 80 km, por caminos que no parecen hechos para coches. 

Ya en la isla, después de comer, me uno a una pareja holandesa para hacer una excursión por el bosque secundario de la isla, pero que lleva protegido los últimos 40 años. Esta isla alberga 11 especies de monos en sus 12 km2, una de las mayores densidades del mundo y además 130 especies de aves, además de otros bichos. En sólo un rato vemos 5 especies diferentes de monos de las que el que más llama la atención es el black and white colobo, con el cuerpo negro y con una enorme cola blanca. Vemos y oímos a los monos cuando ellos también se paran a observarnos o huyen de nuestra presencia. Pero una de las cosas que más me impresiona en los caminos en el bosque es ver los millones de termitas descomponiendo los restos de árboles y hojas y al ser tantas, hacen un ruido que se oye perfectamente y que da miedo, como si fueran la marabunta. 

Venta de naranjas en la calle. Cada una se vende por 4 céntimos de euro

A pesar de ser un sitio turístico, muchas cosas fallan y el precio que se paga, aunque relativamente bajo, no está en relación de lo que se recibe. Pero al final uno duerme, aunque haga calor, se ducha, aunque salga poca agua y espera hasta 2 horas para una excursión que estaba planificada para las 6,30 de la mañana y nadie aparece. La cuestión es no desesperarse. No obstante, para curarme en salud y una vez perdida la confianza en la mánager del centro turístico, adelanto mi salida un día para llegar a tiempo a mi siguiente isla donde ya he pagado la reserva.

Probablemente este sea el país más difícil en el que he estado (¿comparable a Vanuatu?) en relación al nivel de vida, a los estándares en general, a los conocimientos de la gente, el bajo nivel de idioma de intercambio (inglés) y el número de malentendidos ya que o no los entiendes a ellos o ellos no te entienden a ti. 

Monos en Tiwai island

Tiwai se viene a ver los hipopótamos pigmeos y chimpancés. No he visto ni lo uno ni lo otro, aunque he hecho el chimpancé track, con un guía que, al no encontrar su machete, decidió coger un cuchillo de la cocina. Aun así, el recorrido es muy bonito, caminando entre la vegetación oyendo los monos que van saltando de una rama a otra. Como al regresar mi guía se quiere ir a su casa, me deja sólo en la isla, cuidando de 12 km2 y miles de monos, por lo que por si acaso cierro la puerta de mi habitación por la noche, no sea que venga un chimpancé a hacer la cucharita.

Embarcadero en el rio Moa para ir a Tiwai

El día de mi partida me dicen que a las 9 de la mañana me espera un taxi para llevarme a la ciudad de Bo, donde cambiaré de taxi. Todo esto lo organiza Siria, la encargada de Tiwai, que me da la impresión de que con todo hace negocio. A las 8,30 llega el capitán que tiene que llevarme a tierra firme. Como nadie ha hecho el desayuno se pone a hacerlo él. Le digo que, para ir más rápido, con hacer una tortilla y un café ya está y nos vamos. Como si oyera llover. Yo tengo prisa porque tengo que llegar a Kent antes de las 3 de la tarde para coger el último barco que va a la isla y que cobra un precio razonable. Si llegas más tarde los pescadores te exprimen sabiendo que no tienes otra posibilidad. Al capitán se la suda ya que él también quiere desayunar como es debido, así que prepara un panqueque, unos plátanos fritos y una tortilla. Para todo ello tarda casi una hora. Ya el día anterior habíamos quedado un grupo de 5 personas con él a las 6,30 y se presentó a las 8. Cuando la jefa le pegó la bronca se excusaba diciendo que había quedado a las 7, no a las 6,30. Una vez en el barco tardamos casi media hora en llegar por la fuerte corriente y ya son casi las 10 de la mañana.

Pescador en el rio Moa

Mi método para no ponerme nervioso en estos países es que me imagino siempre el peor escenario posible. Por ejemplo, en el caso de mi viaje, me imagino que el capitán llega tarde, que luego se estropea el motor del barco, que una vez llegamos, el taxi se ha ido con otros clientes. Luego hay que esperar otro taxi que, cuando sale, se estropea al poco tiempo y hay que coger otro vehículo que pase por allí, pagando un sobre precio. Cuando llegas adonde habías quedado, ya todos se han ido y debes negociar con la gente que hace de intermediaria entre los buses y los taxis. Cuando encuentras un vehículo este se vuelve a estropear a medio camino. Vuelves a buscarte la vida y consigues llegar a tu destino varias horas después de lo previsto. El truco está en que, si cualquiera de estas cosas no pasa, entonces el viaje sólo puede ir a mejor y que, como me ha pasado a mí, aparte de un leve retraso, haya llegado a las 15,30 en punto y he podido coger el barco. Otra vez he pensado que, en estos países, llamados África, todo es posible.



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