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jueves, 7 de marzo de 2024

Clasificación

Torras Organic

En este chocolate hay varias cosas: aunque es orgánico (ecológico) no se sabe de donde viene. En la etiqueta pone Criollo-Forastero que suena muy bien, pero que no dice nada ya que una buena parte de la producción mundial es de estas dos variedades. Es interesante el alto contenido de cacao (aunque una parte es de cacao en polvo, del cual no pone el porcentaje) y el resto suponemos que es el Eritritol, que según pone en el envoltorio es un azúcar, presente de forma natural en los granos de maíz (en este caso de producción ecológica), proveniente de la fermentación de la dextrosa. Al precio que se vende, significa que se les paga una miseria a los productores por el cacao, probablemente el 7% del precio del cacao contenido en la tableta, o sea unos 0,12 euros. Ya es hora de decir y exigir que los productos ecológicos también incorporen aspectos sociales y de retribución justa a los productores. 


Blanxart

Este chocolate con un 91% de cacao deja poco espacio para el azúcar. Dicen que siguen el proceso “bean to bar” sin que expliquen lo que es y en que consiste. Supongo que bajan el gramaje (80 g) para que así no sea tan caro. Me parece correcta la explicación sobre el origen del cacao del Congo, en que una parte puede provenir de una zona aledaña de Uganda. Es el único en este grupo de chocolates que sabe de dónde viene su cacao. Este chocolate no alcanza una gran puntuación porque no habla ni de sistemas agroforestales ni del trabajo infantil, pero todo y así es el que tiene más puntos del grupo de hoy.

Se habla de que el Congo va a ser el próximo gran proveedor de cacao de los próximos años si siguen los problemas de producción de Costa de Marfil y Ghana, más ahora que se han disparado los precios.


Ferrero Rocher

Otro ejemplo de pagar mal a los productores. Este además usa triquiñuelas para jugar con el 55% de cacao y el 37% que en realidad tiene. Usa manteca de palma, más barata, y unas cuantas cosas más. La puntuación lo dice todo. Para saber más de lo que esta empresa paga pongo un ejemplo:

A principios del 2020, la familia Ferrero se abonó un dividendo anual de 642 millones de euros. Un cálculo aproximado muestra que una empresa de chocolate como Ferrero, que adquiere 135 000 toneladas de cacao por año, podría proporcionar a cada familia productora de cacao de los que se abastece (alrededor de 90 000 agricultores que producen 1,5 toneladas por familia) un ingreso digno para el año (5 500 US$ por cada hogar en Costa de Marfil – doble de lo que se paga ahora), con un costo de 450 millones de dólares como máximo. Esto todavía dejaría a la empresa alrededor de 192 millones de euros para su familia propietaria, la familia más rica de Italia. Si las compañías de chocolate pueden pagar esa cantidad de dinero a sus accionistas y propietarios, simplemente no hay excusa para que las compañías no paguen precios que aseguren un ingreso digno para sus productores (Fuente: Barómetro del Cacao, 2020). Este tipo de datos deberían al menos llevar a los consumidores a cuestionarse si es ético seguir comprando a este tipo de empresas.

 

Lindt

Este chocolate ha salida a la palestra últimamente porque en unos análisis publicados en una revista estadounidense decía que se había encontrado cadmio en sus tabletas. Debería empezar a pedirse que este dato también apareciera en los “ingredientes” de las tabletas.

Este chocolate tiene un alto porcentaje de cacao, azúcar moreno y vainilla (suponemos que natural) pero está en la línea de los demás en cuanto a respeto al medio ambiente y evitar el trabajo infantil.

Valor

Había oído hablar bien de este chocolate, pero ….. Ponen en el envoltorio que han seleccionado algunos de los mejores cacaos del mundo (si fuera así pondrían de dónde). Además, dicen que están comprometidos con la sociedad y el medio ambiente, con un aprovisionamiento responsable, lo que no justifican de ninguna manera más que poniéndolo en el envoltorio. ¿Es esto lo que llaman greenwashing?

  

Cartas

En mi anterior última entrada del blog propuse escribir cartas a los fabricantes de chocolate para obtener información sobre su producto y que respondieran a una serie de preguntas de carácter social y ambiental. A continuación, pongo la respuesta de Tirma, que seguramente fue contestada por una máquina. ¿Será que el chocolate también lo hace un robot y de ahí su poca empatía?


Estimado Alfonso,

Muchas gracias por tu correo y el interés que muestras por nuestro chocolate.

Puedes obtener toda la información que deseas en el siguiente enlace:

Tirma - Productos --- CHOCOLATE

Un saludo y gracias

marketing@tirma.com; Las Palmas de Gran Canaria, España

 

Ambrosía


Para corresponder a la amabilidad del robot de la empresa canaria Tirma en su respuesta, he analizado la Ambrosía que es la carta de presentación de la compañía aérea Binter en todos sus vuelos y que fabrica Tirma. Esta chocolatina de 21,5 gramos, contiene un 40% de cobertura de chocolate con leche (azúcar, manteca de cacao, leche en polvo, pasta de cacao, lecitina de soja, E-476 y aromas). Luego, al restante 60% le vuelven a añadir azúcar, harina de trigo, grasa vegetal de palma, coco rallado, suero de leche en polvo, dextrosa, aceite vegetal de soja, leche en polvo, lecitina de soja, sal, gasificantes (E500ii y E503ii) y más aromas. No me quedaron dudas y tiré la ambrosía a la basura.


Y por último os recomiendo un interesante documental que me han mandado sobre la chufa y que tiene muchas similitudes con el comercio del cacao.

https://www.elsaltodiario.com/cine/documental-chufas-sangre-proceso-judicial 

 

jueves, 15 de febrero de 2024

Más Chocolates

 

Mazorcas y tableta Chocolate El Indio, expuestos en noviembre de 2023 en Chocoshow, en Bogotá, Colombia

Como decía en mi anterior entrada en el blog, todavía estoy haciendo pruebas de cómo hacer una clasificación de diferentes chocolates y tener una metodología que sea fácil de entender por todo el mundo, además de ser lo más objetiva posible. Prefiero los chocolates de tipo un poco especiales, como los ecológicos y certificados, ya que no me apetece demasiado comprar chocolates, que nada más verlos en la estantería del supermercado, no me merecen ninguna confianza. ¡Pero siempre me llevo alguno que veréis que no hay por donde cogerlo!

En esta entrada he incluido los conceptos de trabajo infantil (algo que todavía se da en algunos países africanos) y sobre lo que me extenderé en otra entrada del blog. También he añadido que los cultivos estén libres de deforestación (o al menos se realicen en sistemas agroforestales), uno de los mayores problemas que se achacan al cacao, aunque no sea provocado exclusivamente por este cultivo.

Más adelante también incluiré alguna valoración más, como el contenido en cadmio o plomo, que prácticamente todos los chocolates tienen.

Le Chocolatier Ivoirien

Este chocolate lo compré en Costa de Marfil el año pasado y no recuerdo el precio, pero sé que no era barato para los marfileños. Lo he puesto como un ejemplo de que ya se está haciendo chocolate en algunos países productores, como en este caso, por un economista que se reconvirtió a chocolatero y además tiene mucho éxito. Axel Emmanuel ha recibido varios premios en Europa y si miráis en su página web y redes sociales veréis que elabora también un chocolate más económico para la gente de su país. Posiblemente también se pueda comprar en Francia (el caro). Tiene una valoración relativamente alta porque a pesar de tener poco cacao, especifica exactamente la cantidad de cada uno de sus ingredientes (el café le daba un sabor delicioso), porque es obvio que proviene de Costa de Marfil y porque es de comercio justo. ¡A ver si aprenden las otras empresas! Tiene una chocolatería famosa en Abidjan donde se puede comprar y degustar.



Vivani

Esta marca tampoco está mal y tiene algo menos de puntuación porque a pesar de su nombre, Santo Domingo, no se sabe si el cacao es de la República Dominicana o de otra parte. En cambio, tiene un alto contenido de cacao y está certificado por Rainforest y como ecológico.

También tiene algo a lo que le doy cada vez más importancia y es que en la parte interna del envoltorio también pone información, en este caso de que están implicados en contra del trabajo infantil (sin dar más detalles) y además, que parte del envoltorio se puede compostar y otra parte es clima neutral (carbono), además de que el papel/cartón es certificado FSC.












Tony’s Chocolonely

A pesar de haber dicho que no valoraría el sabor, he de decir que tengo debilidad por el chocolate de Tony’s Chocolonely, que es el que más me gusta de todos, aunque es verdad que no tiene tanto cacao. Esta empresa es conocida por su labor desde hace años en erradicar el trabajo infantil y es la única que conozco que lo garantiza al 100%. Su historia es muy curiosa de cómo empezó en el mundo del chocolate y si te interesa lo puedes encontrar en su página web. Además, me consta que es una de las más valoradas en Costa de Marfil, donde paga precios muy superiores a los de las multinacionales. Y también se diferencia de los demás por su envoltorio sencillo y completamente diferente a las de las grandes marcas, lo que es de valorar. Sobre todo, si hacemos caso de Klaus Werner y Hans Weiss, que en su “Libro negro de las marcas”, de 2003, ed. Sudamericana, Buenos Aires ya decían:

Las multinacionales invierten sumas millonarias para cuidar la imagen de sus marcas. En donde ahorran es en las condiciones de producción. Como consecuencia, surgen relaciones laborales deplorables, pobreza y violaciones a los derechos humanos. En estos casos, el compromiso social no es más que un truco publicitario.

 



















Tirma

A la puntuación me remito. Aunque cuesta leer la letra pequeña en el envoltorio, si se consigue, esta no tiene desperdicio ya que contiene:

·         Maltitol: un alcohol (obtenido de hidrogenar maltosa), también llamado polialcohol , usado como sustituto de la sacarosa y del azúcar.

·         Lactitol: un polialcohol empleado como edulcorante artificial. Se trata de uno de los edulcorantes de bajas calorías que suelen estar en refrescos comerciales.

·         Lecitina de soja: es un producto derivado de la extracción de aceite de soja. Está compuesta por una mezcla natural de fosfolípidos, glicolípidos, azúcares, triglicéridos, ácidos grasos y otros compuestos.

·         Acesulfamo potásico: conocido también como acesulfamo-K es un edulcorante artificial acalórico. En la Unión Europea se le identifica bajo el código de aditivo E-950

·         Aroma: no especifica que aroma es, pero visto lo anterior, ¡igual es aroma de chocolate!

¡A que todo ello parece la descripción de un insecticida!

 


Como todos los chocolates ponen en su página web un correo electrónico al que se les puede contactar os propongo escribirles una carta en la que se les pregunte por su producto.

Por ejemplo, podría ser algo así como:

Estimados Sres/as de xxxx,

Estoy muy concienciado/a con el consumo responsable de productos que deben venir a su vez de una producción responsable. Por ello quisiera saber, para seguir comprando su chocolate xxxx, si pueden contestarme a los siguientes puntos:

Contenido de cacao: Podrían indicarme en porcentaje el contenido en cacao en sus diferentes formas que contiene su chocolate

Azúcar: Podrían indicarme el porcentaje o gramos de azúcar que contiene su chocolate

Ingredientes adicionales: podrían indicarme y especificar tanto los nombres como los porcentajes en que se encuentran los ingredientes adicionales añadidos al cacao

Certificación: Quisiera saber si tienen alguna certificación que demuestre que el cacao que comercializan está libre de trabajo infantil y que ha sido cultivado en terrenos que no han sido deforestados recientemente

Procedencia: me gusta saber la procedencia de lo que consumo. Por ello les quisiera pedir si me pueden indicar al menos a nivel de país, de donde proviene el cacao que está en su chocolate.

Metales pesados: Podrían indicarme si el cacao contenido en el chocolate que ustedes producen contiene cadmio y/o plomo y en que cantidades. Conozco la normativa europea de los límites de estos metales pesados permitidos, pero quisiera que me indicaran la cantidad contenida en su tableta.

Deforestación: Podrían indicarme como su empresa contribuye a reforestar o garantizar la producción en sistemas agroforestales del cacao que ustedes compran para producir su chocolate.

 

Quedo a la espera de sus respuestas, con cordiales saludos

 

Preguntas

Un par de amigos/as me han preguntado si puedo recomendar un chocolate ético que no engorde: ¡Lo que engorda es el azúcar, no el chocolate!

Y una pregunta sobre el precio: Pues el mayor precio de la tableta no significa necesariamente que el productor reciba más dinero. Como es un tema complejo intentaré desarrollarlo más adelante.

Ah, y si alguien manda la carta y os contestan, la podemos poner en el blog.

 

domingo, 4 de febrero de 2024

Chocolates

 

Árbol de cacao en mi casa

Sin casi darme cuenta, he vuelto a la normalidad, del Amazonas a mi casa, sin notar el jet lag, quizás porque mentalmente ya vuelvo a estar de viaje. Hoy me he bañado en el mar en el Puerto de La Cruz, que, sin ser el Caribe, el sol calentaba como si lo fuera. Por la tarde me he echado una siesta en mi hamaca, mientras el sol me daba en la cara, así que tampoco estoy tan lejos de lo que he hecho en los últimos meses.

Tengo al lado de mi hamaca el árbol de cacao, probablemente el único que hay en toda Canarias a más de 500 msnm. Tumbado, leo sobre mis próximos destinos, Uganda y Madagascar. En ambos países quiero recorrer sus territorios y disfrutar de la naturaleza y los animales que sólo se pueden ver en el continente africano. Además, quiero visitar plantaciones de cacao, lo que se ha convertido en un must de mis viajes. Después aprovechando que estoy por esas tierras iré visitar a un amigo a Maputo y si coincide que él tenga algunos días libres, la idea es ir a hacer un safari a Sudáfrica. Así que tendré que echarme varios ratos en mi hamaca para procesar todo esto y para que el tiempo hasta subirme al avión sea sólo de transición.

Pero mientras, voy a intentar plasmar aquí algo que tengo en mente hace tiempo y que nunca encontraba el momento de hacer. Siento a veces que tengo muchas ideas, pero en el paso de la cabeza a mis manos, debe haber algún tipo de embudo que no permite que las ideas se conviertan en hechos a la misma velocidad. Hay que tener paciencia, pero como dice un amigo mío: Señor dame paciencia, pero ¡¡DÁMELA YA¡!

La idea viene de que en algunas charlas que he dado, la gente me dice que con tantas marcas diferentes que hay de chocolate, es difícil saber cuál es la mejor para comprar y me preguntan por alguna marca que les pueda recomendar. Así que voy a intentar plasmar en un sistema que iré mejorando con el tiempo los criterios para diferenciar unas tabletas de otras y así podernos decidir por la mejor. No voy a valorar el chocolate en cuanto al sabor, por un lado, porque a mí casi todo el chocolate me sabe bien y por otra parte porque no soy catador de chocolate. Lo voy a hacer desde el punto de vista de la información que proporciona cada fabricante, en base a los sucedáneos o no que utiliza para abaratar sus costes (que no el precio), de algunos sellos de sostenibilidad que casi ni se sostienen sobre el papel, de certificados de comercio justo y de agricultura ecológica, de si indica la procedencia o no, de su precio, entre otros. A continuación van los criterios que he seguido y que espero ir mejorando con el tiempo.

Peso: Voy a valorar sólo tabletas de chocolate de 100 gr o similares, sin meterme con bombones ni otros preparados con cacao.

Porcentaje: normalmente sólo valoraré tabletas de un 70% o más de cacao. Por una parte, porque son las más sanas ya que tienen menos azúcar y menos cantidad de sucedáneos. Si como en esta ocasión hay alguna de menos, sólo será para que se tenga claro que en realidad no se sabe muy bien que se está comiendo.

Precio: aunque es un factor que se valora a la hora de comprar -como más barato mejor- aquí va a ser valorado de forma inversa. Como más barato, menor es el precio que se paga a los productores. Como norma, los chocolates de un 70% de cacao, en una tableta de 100 g que cueste menos de 2 €, el productor ha recibido no más de 10 céntimos de euro por el equivalente en cacao, quizás 15 céntimos si es de comercio justo o ecológico. El resto se lo quedan la cadena de intermediarios, el fabricante y sobre todo el distribuidor.

Certificación: se valora especialmente las certificaciones de comercio justo como Fairtrade y otras, ya que son las únicas que aseguran un pequeño sobreprecio a los productores y que se inviertan en aspectos sociales. También la certificación ecológica es un plus, ya que los productores también reciben un sobreprecio, aunque a veces las certificadoras sólo se ocupen de que se cumpla la norma ecológica y no les importe tanto las cuestiones sociales. Algunas empresas multinacionales, como es el caso de la tableta de Nestlé, han establecido su propia certificación de sostenibilidad, que para mí forma parte del green washing y no es creíble. Es cierto que como dicen en su envoltorio o en su página web, han distribuido plantas de cacao de alto rendimiento a los productores (algo cuestionable ya que por un lado estas plantas necesitan de un paquete tecnológico no asequible por muchos productores y por otro lado porque con ello intentan asegurarse el suministro con estas “donaciones”). Aseguran comprar cacao 100% certificado, cuando los volúmenes totales que manejan superan en mucho la cantidad de cacao certificado que hay en oferta (a menos que certifiquen ellos mismos, o sea que son como Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como).

La certificación Rainforest ha perdido credibilidad ya que al entrar las multinacionales en este concepto han rebajado en mucho sus exigencias como por ejemplo sólo exigir 5 árboles de sombra en una hectárea de cacao, lo que es una auténtica barbaridad.

Pasta/manteca de cacao: Estos son los dos ingredientes principales del cacao. La manteca se usa sobre todo para mejorar la untuosidad del chocolate. Cuando el fabricante no da los porcentajes y además añade sucedáneos, no podemos tener confianza en ese chocolate.

Cacao desgrasado: es cacao en polvo del que se usa para hacer cacaos solubles. Se valora negativamente su uso por los tratamientos que recibe.

Azúcar: Cuando el chocolate sólo lleva cacao y azúcar y se indican las proporciones de cada uno, entonces sabemos de que estamos hablando. Cuando no se dan estos datos, cualquier cosa es posible y el engaño está asegurado

Lecitina de soja/Grasa láctea: El gran engaño del chocolate. Se usan para reducir la cantidad de cacao y abaratar los costes del fabricante, pero no necesariamente al consumidor. Aunque sea legal, es un engaño ya que la gente no suele saber que está comiendo un sucedáneo ni en que proporción.

Aroma natural/vainilla: Esto tampoco está nada claro. Cuando no especifican exactamente que es y en qué cantidad es que hay gato encerrado. La vainilla natural se usa como saborizante al cacao desde hace tiempo, pero también para enmascarar el cacao de mala calidad y darle un sabor uniforme. Como la vainilla natural también es cara, se suele usar vainillina, un compuesto químico con sabor a vainilla que cumple la misma función. También se valora negativamente.

Procedencia: la mayoría de los chocolates fabricados por la gran industria es una mezcla de diversas procedencias, según la oferta del mercado y que luego mezclan en sus factorías. No indicar la procedencia es sinónimo de mala calidad, de grandes cantidades compradas en cualquier parte, sin importar ni quien ni como se ha producido. Las pequeñas empresas si suelen tener ese contacto más directo y muchas veces establecen vínculos con asociaciones de productores lo que les da cierta seguridad, también en el precio a ambas partes. Un ejemplo de ello es el bean to bar, aunque merece un análisis diferenciado y sobre lo que intentaré profundizar dentro de un tiempo, ya que tampoco está asegurado que el productor reciba un mejor precio.


CONCLUSIONES

Aldi

Ya hace tiempo, cuando estaba trabajando con cacao en Togo, mi amigo Manolo me preguntó como era posible que Aldi vendiera el chocolate tan barato y además a veces, hasta certificado como en los dos casos de este ejemplo. Sólo se me ocurre una respuesta; trabajando con fabricantes que presionan a los productores para obtener los precios más bajos y con una calidad más que cuestionable.

El otro chocolate que distribuye Aldi, de GUTbio, aunque tiene mejor puntuación y es de comercio justo y ecológico, no se conoce su procedencia. Al mismo precio que el de Nestlé (aunque este tiene algo más de peso) significa que tampoco pagan muy bien a los productores. Yo le pondría a este chocolate al menos un gran interrogante.

La isleña

Una marca que no conocía y que se produce en Gran Canaria. Obviamente no la volveré a comprar. No me merece ninguna confianza.


Nestlé

Seguiré analizando alguna tableta más de Nestlé, pero no creo que cambie mucho más lo que tienen que ofrecer. Mi propuesta: NO COMPRES CHOCOLATES DE ESTA MARCA.

Ethiquable

Esta marca de comercio justo y además ecológico se lleva de momento la mejor puntuación. Explican en el envoltorio de donde viene el cacao (cooperativa de 400 miembros en Madagascar), dan datos claros y concisos del contenido, no tiene aditivos. Y además tiene una paleta de cacaos de diferentes orígenes que voy a seguir probando. La conclusión es que hay que incorporar este tipo de chocolates en nuestra cesta de la compra y aunque sean algo más caros creo que vale la pena apoyar estas iniciativas. Yo intentaré averiguar si tienen datos o los proporcionan sobre que porcentaje del precio del cacao va a parar al productor. Sería el dato que me faltaría para ponerles un 100.


Nota final

Los datos se basan en lo indicado en las tabletas por los fabricantes y mi apreciación objetiva y en algunos casos subjetiva de los mismos. 

Si tienes alguna marca de chocolate que te guste especialmente, mándame una foto que se vea bien la composición y dime el precio y la incorporo a la lista que irá haciendo.

Y cualquier anotación y comentario respecto a esta tabla es bienvenida.


miércoles, 17 de enero de 2024

El impresionante Amazonas

 El impresionante Amazonas

Llegada de mi barco, el Amazon Star a Belém (el nombre de la ciudad es Belém do Pará, de donde vienen las famosas nueces de Brasil)

El fin de año lo paso en Belém, en la Estaçao das Docas, el antiguo puerto actualmente en remodelación, pero no fue nada espectacular. Había una fiesta bastante popular con mucha gente lo que me agobiaba y me fui pronto.

Fin de año en Estaçao das Docas

Al día siguiente fui a la isla de Combu, donde hay una mujer que hace chocolate, Doña Nena, que lo produce con el cacao de una finca de 7 hectáreas agroforestales. Lo vende a los turistas en un modelo que se puede parecer bastante al que se podría implantar en Canarias. Tiene a 14 personas empleadas lo que da una idea de lo rentable que es este negocio agroturístico.

Chocolate en la isla de Combu

Tanto para ir al puerto en una zona algo apartada de Belém, donde salen los barcos a la isla, como luego al regreso, lo hago caminando, a pesar de que me dicen que no lo haga porque es peligroso. Me quedo sorprendido de la cantidad de gente que hay durmiendo en la calle hecha polvo y de la miseria que se ve. En la parte colonial, donde está el famoso Mercado Ver-o-Peso, hay zonas donde no te atreves a pasar. En esta zona te recomiendan que a partir de las 5 de la tarde no camines por la calle. Una ciudad que no se pueda caminar pierde todo el interés para mí, así que decido irme al par de días.

Mercado Ver-o-Peso al fondo y los buitres por todas partes

Como ya llegué adonde quería llegar (sigue pendiente averiguar lo del sueño y el reto) emprendo el regreso. Brasil es muy grande y todo hay que hacerlo en avión si no quieres pasarte varios días viajando como ya he visto. Por eso decido seguir indagando en el Amazonas, aunque usando el avión para regresar, primero a Manaos y después a Tabatinga, para pasar luego finalmente a Leticia.

El famoso y precioso palo de Brasil en la selva del río Negro

Tanto en Manaos como en Leticia he hecho dos tours, durmiendo en cada sitio 3 noches en la selva, alguna en hamaca y las otras en habitaciones rústicas. Llegué al Amazonas el 12 de diciembre y me voy el 16 de enero, más de un mes recorriendo lugares alrededor del río, sin perderlo casi nunca de vista y me queda claro que sólo he visto una mínima parte. Más de la mitad de este tiempo he estado en la selva o navegando por el río y el resto en pueblos y ciudades aledañas.

Campamento para dormir en la selva del río Negro

Solo viajando por el Amazonas te puedes dar cuenta de su inmensidad, sólo viéndolo, navegándolo, porque no tenemos en nuestra zona geográfica nada que se le pueda igualar. Tanto en algunos afluentes como en el propio Amazonas ha habido lugares en que no se veía la otra orilla como si fuera un mar inmenso. Cuando lo sobrevuelas en avión ves los ríos serpeantes que desafían las líneas rectas y ves la selva que no parece tener fin. He leído que la cuenca del Amazonas vierte al mar tanto caudal de agua en un segundo como el Támesis en un año. Y lo que me pareció al principio exagerado ahora pienso que quizás se queda corto.

En avión de Belem a Manaos

Los árboles superan en altura, pero sobre todo en grosor, lo que uno está acostumbrado a ver. Soy incapaz de recordar todos los nombres de los árboles que me han ido mostrando en las diferentes excursiones por la selva, sus usos, tanto medicinales como para la construcción, o algunos que al golpearlos sirven para avisar donde está uno. Algunos árboles de hasta 40 m de altura no me cabían en la foto, uno de los más bonitos es el palo de Brasil, de un intenso rojo, del que dicen que dio su nombre al país. Luego estaban las palmeras, tanto las comestibles como el Açai, como otras de las que se aprovechan sus hojas para el techado de casas y que sirven de refugio a las tarántulas. Hay un montón de cosas que te muestran de cómo aprovechar los recursos que te da el bosque y te queda claro que si vas realmente adentro, no duras ni un par de días.

Árbol teléfono

También se ven zonas deforestadas, que han convertido en pasto para animales y se ven pasar las barcazas con madera por el río. Por la noche se pueden ver los incendios que en su peor momento llegan a hacer irrespirable el aire de Manaos cuando en la época seca el viento dirige hacia allá el humo.

He encontrado árboles de cacao, tanto en Manaos como en la zona de Perú, que no sé si son silvestres, producto de su diseminación por animales o plantados por el hombre. En casi todos los casos tenían muy pocos frutos y estaban solos, inmersos dentro del conglomerado de la selva. Los frutos estaban llenos de hongos o no estaban maduros con lo que no he podido traer ninguna semilla.

Árbol de cacao (fruto inmaduro en el lado izquierdo)

Si uno espera ver animales grandes en el Amazonas, quizás es mejor que vaya a un zoológico. Debido a la inmensidad de la selva, los animales son difíciles de ver. En todos los tours que he hecho he visto muchas aves (tucanes, loros, guacamayos, garzas, camungos, tucutucu, oropéndolas, patos silvestres…). Hay unas 1300 especies de aves en el Amazonas de las que la mitad son endémicas. También he podido ver algunos perezosos, pieles de la muda de serpientes, diversas arañas y tarántulas, escorpiones, sapos, delfines rosados y grises y pirañas, así como pequeños caimanes y sus ojos por la noche cuando los enfocas con la linterna. En las excursiones por la selva siempre hemos seguido caminos trillados por turistas como nosotros o por los propios pobladores que los utilizan para ir de caza. Por eso los animales raramente se dejan ver por ahí. Sólo los delfines, de los que me ha asombrado la cantidad que he visto, vienen a ver qué pasa cuando oyen el motor de un barco.

Tarántula

He aprendido que el Amazonas también se compone de sonidos, sobre todo por la noche y que los indígenas conocen y saben imitar: los sapos, las chicharras, los caimanes hembra llamando a sus crías, los monos, las águilas (arpía, marrón, pescadora) incluso los mosquitos que no dejan de hacer pasadas cerca de tu oído, el motor de los barcos que ellos saben distinguir uno de otro, lo remos al golpear el agua, la lluvia cuando cae con furia.

La humedad y el calor están presentes todo el tiempo. Para entrar a la selva hay que llevar ropa gruesa de manga larga y pantalones largos, si puede ser dos de cada uno ya que los mosquitos atraviesan fácilmente una pieza. Si llueve, la humedad es el doble, por dentro y por fuera, ya que si te pones algún tipo de chubasquero todavía sudas más. Pero quizás sea eso lo que todavía protege algo estas zonas, su clima tan inhóspito que no permite asentarse fácilmente aquí ni adentrarse mucho.

En Gamboa, con ropa de lluvia, la que llega en un momento y lo anega todo. Al rato, si acaso, sale el sol, y el suelo arenoso se seca rápidamente mientras el agua queda retenida en el suelo y la humedad de la selva

Las hormigas también están siempre presentes, picándote los pies si andas descalzo y te topas con ellas, o atacando cualquier tipo de alimento que dejes a su alcance. La única forma es aprender a convivir con ellas.

Una de las compensaciones que tienes son los amaneceres y puestas de sol, espectaculares y los lugares donde puedes estar horas contemplando el paisaje.

Puesta de sol con lluvia

Como turista uno se mueve solamente en los bordes de la selva, que es lo que nos permite en cualquier momento regresar a la civilización para disfrutar de las comodidades a las que estamos acostumbrados. Entrar más hacia dentro significa no tener luz, tener que navegar a remo o hacer caminatas extenuantes, estar expuesto a picadas de animales que no conocemos, no tener ninguna seguridad de lo que nos deparará el día en un medio al que somos completamente extraños.

El Amazonas es tan grande que por eso no se ven animales, que se esconden del humano y sobre todo, que salen de noche. Solo cuando reduzcan su superficie por la presión de la gente, las quemas, los nuevos cultivos y las poblaciones que se van asentando, se les podrá ver, arrinconados en pequeñas reservas, como se puede ver en la actualidad en lugares como Kalimantán en el sudeste asiático o en las reservas de safaris en África.

Deforestación en la zona de Perú

La tripe frontera (Leticia-Colombia, Tabatinga-Brasil y Santa Rosa-Perú) te permite pasar de un país a otro sin pasaporte ni trámites burocráticos, al menos mientras no te adentres muy al interior o vayas a otras poblaciones. Esto fue lo que me permitió pasar los últimos días en la selva de Perú, en una población llamada Gamboa y en una casa en un lago más al interior.

Casa para turistas en Perú, en lago del río Gamboa

Los mosquitos casi en ningún momento dan tregua (sólo cuando es verano, en la época seca que va de agosto a noviembre, antes de que llueva). Aun cuando uno se protege tapándose encuentran cualquier hueco entre la ropa, o van directamente a las manos o las orejas, que están libres de protección. Su hora pico es las 6, tanto de la mañana como de la tarde, y en ese momento no perdonan y te vienen a buscar donde estés. La única opción es protegerte dentro de una mosquitera, no hay más.

El sol cuando sale es tan fuerte que seca en un momento la ropa que has tendido, sudada o mojada por la lluvia. En los poblados enseguida ponen la ropa en las cuerdas cuando sale el sol, porque continuamente viven con la ropa mojada, sea porque llueve o porque andan metidos en el río.

Ropa al sol en Gamboa

Tanto por los viajes en barco como por los ritmos de la selva me he acostumbrado a levantarme a las 5 de la mañana, para después hacer caminatas, ir a pescar, a remar en el río, por lo que cuando son las 8 de la noche ya me estoy cayendo de sueño. Y así termino esta última entrada en el blog de este viaje, cayéndome de sueño antes de subirme al avión que me lleva a mi vida más o menos normal, horrorizado de tener que volver a ponerme pantalón largo y zapatos, mientras ya empiezo a pensar en el próximo destino, esta vez africano.

El impresionante Puerto de Manaos, con el puente que cruza el río Negro antes de juntarse más adelante con el río Solimoes

domingo, 14 de enero de 2024

De Manaos a Belém en barco

 


Mientras he viajado en barco en Brasil, he ido cambiando de horario, ya que hay hasta 3 horas de diferencia entre Leticia y Belém, viajando de oeste a este. Me doy cuenta porque cuando pasamos cerca de un pueblo grande me puedo conectar a internet con el teléfono y se me cambia la hora automáticamente.

En el primer barco, el orden era total, con un marinero mirando que las hamacas estuvieran bien colocadas, que no molestaran a nadie ni impidieran el paso, todo estaba limpio, la comida organizada. En este, quizás por su mayor tamaño, o por el menor tiempo de navegación, cada uno pone la hamaca donde quiere, el suelo está lleno de restos que la gente tira, el bar es un desorden y he visto gente emborracharse después de tomarse unas cuantas, bastantes, cervezas.

La vida alegre en la cubierta del barco

Sigo leyendo, escribiendo y viendo donde ir cuando llegue a Santarém. Finalmente me decido por Alter do Chao, un lugar al que llaman el Caribe amazónico. Tiene lo que les gusta a los brasileños, playas de arena blanca, restaurantes que te sirven la comida en mesas que están dentro del agua, excursiones de una playa a la otra. Yo voy porque estoy interesado en ir a FLONA (Floresta Nacional do Tapajós). Los barcos para Belém sólo salen el lunes y el viernes, así que como llego el lunes me tocará esperar hasta el viernes para poder embarcarme.

Las famosas playas de Alter do Chao, en la desembocadura del río Tapajós al Amazonas

Hago tiempo paseando por el pueblo, por la isla que llaman del amor, a escribir y planificar los siguientes pasos sin llegar a ninguna decisión. Ya en Belém veré que hacer.

Aprovecho la estancia en Alter do Chao para irme de excursión a la selva de Tapajós

Regreso a Santarém para embarcarme y esta vez, cuando veo un par de turistas, me pongo a su lado. No es el mejor lugar porque está a popa, o sea con el ruido del motor, pero al menos puedo hablar en francés con ellas. Al otro lado se ha instalado una pareja de EEUU y cerca hay un colombiano.

Me ha gustado ver como se resuelven los pequeños conflictos por el espacio sin peleas, sin broncas. Cada barco es diferente y nunca sabes cuánta gente va a subir, donde, ni cuando, obviamente todo el mundo quiere estar cómodo y tener espacio, pero todos se acaban acomodando a lo que hay.

Puestas de sol como fuego, aunque también vimos alguno de los famosos incendios del Amazonas en el viaje

Me ha llamado la atención el mundo de las tiendas en las zonas populares de estas ciudades. En Manaos tenían unos voceadores que con micrófono en mano van contando una serie de cosas que, seguro que no son verdad, con descuentos increíbles, promociones, pero que al parecer atraen a la gente. Luego hay unos vigilantes dentro de las tiendas grandes que están sentados en unas sillas altas, como las de los jueces de los partidos de tenis, y desde ahí controlan que nadie se lleve nada sin pagar. Tienen una enorme cantidad de gente trabajando en las tiendas, señal de que les paga poco. El aire acondicionado está a varios grados bajo cero, o eso me parece a mí. También eso atrae a la gente por el calor que hace fuera y hasta yo he entrado alguna vez para refrescarme un poco. Todo esto, claro está con las puertas

abiertas de par en par, o sea con un gasto energético enorme que seguro que lo paga el cliente. En Santarém los voceadores ponían la música a todo volumen, sobreponiéndose la música de una tienda a la del lado. También parece que les gusta esto a la gente. Ocupan una parte de la acera con sus mercancías, ya de si estrecha, así que no pueden pasar dos personas a la vez.

Uno de los famosos árboles de caucho

De la ciudad de Santarém me gustaba el paseo marítimo fluvial, al lado del Amazonas. Durante el día no había un alma, por el calor que hace, y por la tarde cuando entra la brisa, todo el mundo se pone a pasear arriba y abajo y a tomar o comer algo. Enfrente de donde desembarcan las lanchas y los barcos de la gente que viene de los pueblos cercanos están todas las tiendas que venden motosierras y productos químicos para acabar con la selva.


Todo y así pude ver varios perezosos en un área cerca de la ciudad


Trayecto Santarém -  Belém

En Santarém había varios puertos con barcos de pasajeros que me preguntaba siempre adonde irían

La ruta entre Santarém y Belém, en el barco Amazonas Star, con 2 noches y dos días en el barco ha sido con diferencia el viaje más bonito. De que vivirán la gente que vive en las riberas es lo que se pregunta uno. Cuando se acercan al barco, se ve que llevan pescado que han estado pescando. También pescan camarón y cosechan palmito que vienen a vender al barco. En las casas tienen paneles solares con lo que al menos tienen luz y parece que también televisión. Al parecer hay una subvención del gobierno para los indígenas, que reciben las mujeres para que así no abandonen sus poblados para ir a engrosas los cinturones de miseria de la ciudad. Muchos vienen con sus barquitos y sus niños a pedir comida y ropa que la gente les tira en bolsas de plástico al agua.

Los niños salen en sus botes a pedir comida

En el trayecto hacemos varias escalas y en Gurupa vamos hacia Itamarati, a partir de donde el barco va pasando por canales estrechos donde se puede apreciar la vida en los bordes. Pasamos por Bom Jardin hacia el Furu Tajapuru y nos dirigimos al poblado de Antonio Lemos. En este trayecto no quería hacer muchas fotos por el trabajo que lleva pasarlas al ordenador, clasificarlas y escoger las mejores. Pensé en hacer sólo 5 o 6 y acabé haciendo 200, ya que en las zonas donde navegábamos cerca de la orilla o en estrechos canales cada paisaje que veía me parecía más bonito que el anterior.

Casas con paneles solares (las cajitas azules)


En Gurupa sube a las 6 de la mañana una familia grande que mira los puestos libres entre las francesas y yo. Finalmente se instalan en el medio, más caluroso, pero donde hay espacio. El que paga el pato es el colombiano al que literalmente desplazan. Al final como siempre, con pequeños cambios aquí y allá, todos encuentran acomodo y las francesas y yo seguimos disfrutando de nuestro espacio vital.

A veces pasamos por canales que ni salen marcados en el mapa


Aunque había leído en un blog que este era el peor barco no me lo ha parecido tanto. Tenía sus cosas buenas, como el bar y terraza con mesas de la parte de arriba y menos buenas como los pocos baños y alguna que otra cucaracha. Los niños disfrutaban con las duchas que había en la parte alta del barco con agua del río.


Cuando sube alguien se sienten los nuevos olores, de la naftalina de las hamacas que se va difuminando al rato, el olor de la bolsa de zapatos que te ponen debajo de tu hamaca y que no se disipa tan rápido, la comida que algunos prepararan en un pequeño hornillo o que se traen del comedor e impregna los alrededores, el sudor, y el desodorante que se aplican generosamente después de cada ducha.



Llegamos a Belem a las 6 de la mañana. En total he pasado 140 horas en los tres barcos, han sido 6 noches y sus días en los que sólo me he duchado 2 veces, a pesar de que la humedad se te pega a la piel, porque el agua marrón me tira un poco para atrás.

Me quedo con las ganas de ir a tantos sitios en Brasil, sobre todo Sao Luis, Salvador de Bahía, Illheus y otras zonas cacaoteras. Quería ir a Altamira, una zona cacaotera importante, pero leí que era una de las ciudades con índices de criminalidad más alta de Brasil. Así que lo dejo para otra ocasión.

Hemos podido ver en el trayecto algunas zonas deforestadas y barcazas cargadas con madera

Tanto en el barco, como en la calle, la gente me toma por brasileño y me comenta o me pregunta algo. Creo que esto es una suerte ya que no me identifican como extranjero, pero sé que nunca podré ser brasileño porque no se cantar canciones, mientras ellos se saben las letras de todas, y porque además les encanta hacerse fotos a todas horas y en cualquier lugar.

Mural en Alter do Chao