Y me volví a escapar
a una nueva isla, en Belice y con nombre de fruta, muy pequeña, tanto
que para ir a cualquier parte buscas siempre el camino más largo, donde las
iguanas son las que mandan cuando no hay nadie, donde las tortugas ya nacen con
prisa para escapar de los depredadores que las esperan, donde el agua es
transparente como el cielo, donde los cangrejos ermitaños
salen a comer las sobras por la noche, donde las langostas enormes se aprietan
dentro de pequeñas cuevas en las que ya casi no caben sin conseguir esconder
sus antenas que las delatan, donde las barracudas patrullan en formación los
alrededores del arrecife y donde un viejo te cuenta historias, que no importa
de cuando son, ya que todas son antiguas.
Qué buena pinta... disfruta.
ResponderEliminar¿...y además hay cerveza?¿cuándo dices que vuelves?
ResponderEliminar