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martes, 27 de septiembre de 2016

Living in Cambodia



Cuando llueve, todo se pone perdido y si vas al campo como yo, pues esto es lo que pasa y por eso voy en chanclas, que no gano para zapatos.
La vida en Camboya puede ser muy diferente en una ciudad grande o en el campo. Yo vivo en una pequeña ciudad que tiene varios nombres (Sisophon, Serei Saopohan, Banteay Meanchey) y unos 60.000 habitantes, bastante diseminados. Se encuentra en la parte noroeste del país, a unos 50 km de la frontera con Tailandia, en una zona rica en agricultura y donde, hasta los acuerdos de paz de 1991 (finalizando con la deposición definitiva de las armas en 1998), estuvieron los khmer rouge manteniendo su último bastión.
El mercado está cerca de mi casa y puedo ir andando pero también me he acostumbrado a ir en moto. La aparco fuera en la calle, a la entrada, pero la gente va hasta los puestos del interior con su moto ya que ni ahí quieren caminar. A veces al ir a comprar comida intento descubrir nuevas zonas  en el mercado y al pasar por algunos puestos de pescado y carne, ni encuentro lo que busco y en cambio, por los fuertes olores y lo que venden, se me pasan hasta las ganas de comer.

Algunas delicatessen

La comida no me gusta tanto como esperaba, lo que demuestra que no es lo mismo vivir en un país que estar allí de vacaciones. Cuando viajé por Camboya solía comer en lugares turísticos, donde ya saben lo que te gusta. Aquí, donde sólo somos muy pocos extranjeros, te toca comer lo que ellos. Sobre todo cuando voy al campo con mis colegas y nos toca comer fuera, pues me toca apechugar con lo que hay. 
A los camboyanos no les gusta comer solos y tampoco les gusta esperar por la comida. Cuando llegas a un restaurante, por sencillo y pequeño que sea, enseguida te ponen un plato con arroz y un vaso con hielo donde te sirves té caliente desde una tetera. En la entrada tienen unos calderos de los que en unos bols te ponen la comida según la pides o según las personas que compongan el grupo. Los bols se comparten lo que significa que te vas poniendo un poco de cada en tu plato y lo comes con el arroz. Está mal visto que si lo que hay en un bol te gusta mucho, te lo pongas todo (prometo no hacerlo más!!). Yo normalmente suelo solo comer un poco de 1 o 2 boles ya que el resto de los contenidos siempre me parece sospechoso, además de que hacen unas mezclas con unas pastas de pescado fermentado que tienen un olor tan fuerte que te tira para atrás. Lo bueno que tiene esta comida es que sólo cuesta 1 euro. Por lo menos espero que con este tipo de dieta obligada y la piscina, la barriga que me puse en Alemania se me acabe de quitar.
Los fines de semana me doy el gusto de irme a mi restaurante favorito, donde me como un plato de setas con algo de carne y todo el arroz que quiera, además del consabido té. El precio del lujazo es de 2 euros.

A comer !! que curiosamente en camboyano se dice "ñam"

Para evitar que la moto ayude a agrandar mi panza me voy todas las veces que puedo a la piscina de 25 metros de largo que casi siempre tengo para mí solo. Supongo que con el tiempo eso cambiará ya que hace poco que la han abierto, aunque los precios son algo caros para la gente normal de aquí. Suelo ir el fin de semana a la hora de comer, al mediodía, y me doy el gusto de nadar solo, ya que los camboyanos la comida al mediodía no la perdonan y todavía están en casa, en un agua cristalina y sin nadie que me moleste. Luego, tras bastantes piscinas y cuando ya empiezan a llegar los primeros niños, me voy. A veces voy entre semana, después de trabajar y ahí me encuentro alguna gente nadando que no respetan las líneas, sobre todo una china que nadando de espaldas, va haciendo zig-zags, pero bueno, me aguanto.
Después de la piscina del sábado me doy el otro lujo asiático, que es irme a una casa de masajes cerca de la piscina, donde por 7 euros me dan un masaje de una hora que me deja como nuevo.

Mi piscina

 Y el que no hace ejercicio es porque no quiere. Los camboyanos son muy aficionados a hacer ejercicios temprano por la mañana o al atardecer y se puede ver a gente sentada delante de su casa haciendo pequeños movimientos con las manos o los pies, algunos andando alrededor del parque y sobre todo mujeres haciendo unos bailes un poco cursis al son de una música y una instructora, a la que pagan una módica cantidad por poner el sonido y enseñarles los pasos.

Lo bueno es que cada una baila como quiere

La ciudad forma en su núcleo un triángulo en la que en dos de sus vértices hay estatuas, como la de esta señora que todavía no he averiguado quien es, pero la llaman la Perfect lady. En toda la ciudad hay sólo un semáforo que es respetado por un aproximadamente 70% de los vehículos.



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