Serie fotos (Autora: R. Cebrián) - Burgados con chile |
En el día a día de Camboya voy descubriendo nuevas cosas. A ello
me ayudan algunos libros, en algunos casos algo subversivos (por ejemplo de líderes
políticos que tienen prohibida la entrada al país) que mi amiga inglesa Jan me
proporciona en nuestro encuentro de europeos en un café cutre pero sabroso del
mercado. Estos libros me permiten a través de la mirada de otros entender más
rápidamente lo que yo mismo voy viendo y contrastarlo de una forma más rápida
que si tuviera que llegara a estas conclusiones por mí mismo.
Paseando por mi ciudad descubrí
esta barbería en las afueras. Me pregunté cuánto costará un corte de pelo si en
una del centro pagué sólo un dólar.
Voy aprendiendo khmer muy despacio y me voy desesperando más
rápido. Lo que realmente aprendo es monosílabos y así, aunque algo me hago
entender, hablo peor que Tarzán, tirando a Chita. Practico con el chófer cuando
vamos a alguna zona, diciendo a la izquierda, a la derecha o todo tieso. No
logro construir frases y a veces es algo frustrante, también porque justo
cuando necesito una palabra en ese momento no aparece y no tengo suficiente
vocabulario para decirlo de otra forma. Por suerte en el inglés sí que he
mejorado, aunque no quiero ni saber que acento se me está quedando.
Que miedo encontrarse este camión cargado
de sacos de arroz en una curva!
Cuando salimos a trabajar al
campo, a veces lo hacemos bastante temprano. Yo habitualmente desayuno en casa,
café y tostadas. Los técnicos con los que trabajo no. Por el camino paramos en
uno de esos comedores baratos y todos se ponen a comer como unos descosidos
unos enormes platos de arroz con cerdo o ternera o un enorme bol de sopa de
fideos con carne. Yo no puedo y me tomo un café que hacen aquí malísimo, aunque
sea para pasar el tiempo.
Fiesta que organicé en mi casa con mis colegas camboyanos quienes en un plis plas montaron todo el chiringuito con comida |
Camboya no es el mejor lugar para ponerse enfermo. No
solamente cuesta que te entiendan sino que incluso los hospitales privados no
tienen algunos de los equipos más elementales.
Últimamente he tenido que ir un par de veces a Bangkok, para sacarme un
pedrusco que he ido creando en los últimos 50 años. Me han dicho que si bebo
mucha agua ya no tendré más problemas.
Incluso para ver una atracción o grupo de música, van con las motos y desde allí miran el concierto |
La zona donde trabajo (noreste de
Camboya, fronteriza con Tailandia) fue hasta hace unos 20 años zona de guerra.
Una de las consecuencias fue que ambas partes minaron amplias partes del país,
para evitar que los unos u los otros les atacaran y todavía hay algo más de 100
casos de explosiones por año. En 2013 hubo 22 muertos y 89 heridos por pisar
minas antipersonas, siendo España uno de los países que produjo y vendió minas
antipersonas hasta su prohibición en 2008 – en 2015 aprobó la nueva ley
de prohibición de las minas antipersonas y armas de efecto similar
- y en el país hay 40.000 amputados por este motivo. Todavía se calcula que
hay unos 6 millones de minas y artefactos similares sin explotar. Como esta zona
del país estaba bastante despoblada debido a la guerra, se ha convertido en los
años posteriores en una zona de ocupación de gente sin tierra o incluso en parte
de los planes del gobierno para repoblarla y descongestionar zonas más cercanas
a la capital. Aunque ha habido campañas de desminado, como no se sabe cuántas
minas hay ni dónde están, las tierras que no han sido pisadas o trabajadas
siguen siendo un peligro potencial. El mes pasado estuvimos en un pueblo donde
ese mismo día murió un tractorista al pasar por encima de una mina.
Una vez las tierras están
desminadas, la gente se lanza a cortar los árboles que quedan y a plantar el
cultivo de moda, cassava (o yuca en latinoamericano). La mayor parte del bosque
primario ya se cortó por ambos bandos durante la guerra, en parte para financiarla,
en parte para enriquecerse algunos altos mandos. Los nuevos agricultores
financian el cultivo con la venta de la madera que queda y después cualquier
cosa que saquen del mismo es beneficio. Como son tierras forestales ocurre lo
típico, la erosión se lleva la parte superficial y más fértil de la tierra, a
los 2-3 años el rendimiento decrece y el agricultor, finamente, abandona el
cultivo. En este berenjenal ando metido y a veces nuestro papel no me queda muy
claro.
Alguna de esta gente ha venido
aquí desplazada de otras partes donde el gobierno ha adjudicado zonas de
concesiones económicas a grandes empresas para explotar los terrenos, en unos
contratos como mínimos dudosos y que no tienen en cuenta ningún aspecto
medioambiental, o si bien los tienen en cuenta, como otras muchas normas, no se
cumplen. Así se acaban cortando los restos de bosques que se encuentran en cada
una de estas concesiones (hablamos de diez mil hectáreas o más por cada
concesión) y se plantan cultivos como cassava o maíz, o bien árboles de caucho
o de teca, a veces sólo para cumplir el expediente de la concesión.
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