Wayag |
Vuelvo a algunos sitios en los
que ya estuve en abril de este año, y me encanta recorrer los lugares ya
conocidos, con el sudor corriendo desbocado por la espalda, volver a comer en
el mismo puesto callejero de entonces, con la boca quemándote por el sambal, la
salsa picante que le ponen a todo, pero a la que no me puedo resistir.
Por fin, me embarco en el barco
de Deni, el Adventurer (ver en Facebook: Deni rajaampat), somos 7 turistas y 5
de tripulación. Serán 10 días de islas y agua, de bucear y sumergirte en aguas
cristalinas, de vivir en acuario perpetuo, sin más que hacer mirar el mar,
regurgitar el pasado y escupir el futuro (en realidad escribí en mi cuaderno
”repasar el pasando y dibujar el futuro” pero no hay que pensar que al final
escribo lo que primero que pienso, ).
Barco Adventurer |
A lo largo del viaje los delfines
se cruzan varias veces con nosotros, a su antojo, jugando a veces con el barco,
alejándose cuando intento nadar entre ellos. Entre Waisai y Gam, en lo que
llaman el pasaje, la corriente arrastra a parte de nuestro grupo y el bote
tiene que ir a rescatarlos. Nuestra secuencia de dormir – comer – nadar – comer
– nadar – dormir no se interrumpe ningún día.
A pesar de que cada noche
dormimos al lado de una isla diferente, siempre lo hacemos en el barco. Reunido
con el consejo de administración del club “100 islas plus” decidimos que el
barco no cuenta como isla, así que me quedo con el mismo número que tenía.
Aunque en nuestro viaje pasamos 2
veces la línea del ecuador y nos bañamos en un sitio donde ésta está marcada,
no noto la diferencia entre el sur y el norte. Cerca de ahí paramos en una isla
donde acaban de tirar restos de pescado al mar y mientras nado cerca de la
orilla 5 tiburones black tip van dando vueltas alrededor mío esperando algo
más.
Islas del Ecuador |
En Wayag, el sitio álgido de nuestro viaje donde todos
quieren ir, tras una pequeña escalada podemos ver las vistas que han hecho
famoso este lugar. Lo mejor es que pasamos ahí casi 2 días sin cruzarnos más
que con 2 barcos y disfrutamos de la magia del lugar.
El viaje para mí ha sido un
refresco del francés ya que durante todas mis vacaciones me cruzaré todo el
tiempo con franceses que hablan un pésimo inglés, así que aprovecho para
practicar y a veces traducirle en este viaje a los holandeses que no hablan
francés. Para rematar todos los libros que leo son en alemán por lo que el lio
idiomático es tremendo.
En el barco no hay internet, no
funcionan los teléfonos, no hay hora, tele, sin zapatos, sin máquina de afeitar…
Pianemo es otro de los lugares
espectaculares que tenía pendiente de la otra vez y cerca de allí nadamos en
Melissa’s Garden (en honor a la mujer de Max Aubert). Los corales y los grandes
peces, tiburones incluidos, son impresionantes.
Pianemo |
Un día mirando por la borda vi un
pez grande que estaba a la popa del barco, pendiente de lo que salía del baño.
El reciclaje parecía perfecto si no fuera porque los tripulantes del barco se
dedicaban a pescar en los ratos libres y después comíamos lo que habían
obtenido.
El último día, sería por la
tristeza de irnos, me despisto al bajar las escaleras del barco, resbalo y lo
hago pegando con mis costillas sobre cada escalón hasta el último. Aunque no me
rompo nada, el dolor me acompañará todo el tiempo (fíjate que ahora al
recordarlo me vuelve a doler). En el barco, en realidad lo que más me dolió en
el primer momento fue el amor propio.
Los lugareños se desplazan en botes bastante precarios |
Y sus casas también parecen bastante precarias |
Y en mi despedida el cielo se incendió |
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