El viaje de Creta a Rodas en barco tarda unas 13 horas, algo más de lo previsto, ya que depende de la carga, de los camiones y coches que entran y salen de sus entrañas. En algún momento se hace de noche y me pongo a escribir. Vamos parando por las islas de Kosos, la de Karpatos, por la de Halki y finalmente Rodas, adonde llegamos a las 2 de la madrugada.
Esta isla, con su gran puerto y sus enormes murallas,
impresiona. Todavía era una isla demasiado grande para mi gusto, tomada por los
turistas y donde me pasé de nuevo horas caminando por sus puertos y admirando
todo tipo de barcos. Yo quería seguir hacia islas más pequeñas y para ello
había sido inevitable pasar por Rodas y además quería intentar ir un par de
días a la costa de Turquía, donde un amigo alemán, con el que trabajé en
Camboya, también estaba de vacaciones. Pero no había ningún barco que hiciera
el trayecto, en otros años muy popular, por un lado, por el Covid y por otro,
por los problemas políticos que atraviesan las relaciones de estos dos países,
a causa de los problemas con los refugiados.
El coloso de Rodas, en pequeño |
Mi siguiente destino es la isla de Kos, adonde llego en un barco rápido que hace una corta escala en la isla de Symi, en el Puerto de Gialos, que es descrito como el más bonito del Mediterráneo y que pude ver desde el barco.
En Kos aprovecho que la isla en su parte norte es muy llana, con un carril bici profusamente utilizado por muchos turistas a lo que yo también me apunto y así recorro algunos pueblos y parte de la costa de esta forma. Esta isla, como todas las demás, tiene innumerables sitios visitables en los que los años de antigüedad se cuentan por siglos.
La última isla que visito antes de volver a Atenas es Kalymnos, un paraíso para los escaladores por sus formaciones rocosas y que me gusta por su tamaño y tranquilidad, por lo que me quedo toda una semana ya cansado de saltar de isla en isla. Me quedo en un hotelito con vistas al puerto, en la capital, que no es muy turística y está alejada de los centros vacacionales más al norte. Eso me permitió conocer cada uno de los pueblos de la isla, a los que fui andando o en el scooter que de nuevo alquilé, recorriendo una buena parte de las increíbles calas de aguas cristalinas
También es conocida por su tradición desde hace siglos de recoger en el mar, a veces buceando a grandes profundidades, esponjas, de las que, como no, compro algunas a un viejo pescador.
Esta isla es la que hace el número de 119 islas en las que he estado al menos una noche.
Das una pena... no te dejan ir a la costa de Turquía y te ves condenado a vagar de isla paradisíaca en isla paradisíaca... no cambio mi vida por la tuya ni jarto de vino... Fuera bromas.. necesitas un porteador??
ResponderEliminarAhora ya puedes ver la serie de los Durrell con conocimiento de causa (esa serie es lo más cerca que he estado yo de Grecia... :D).
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