El barco de la cooperación
Como no puedo viajar, recupero
historias escritas en alguno de los viajes o trabajos pasados, este en concreto en
Guatemala, entre 2013 y 2015, en que intento mostrar la otra cara de la cooperación,
la del despropósito que va unido a muchos proyectos donde, a veces, lo que
menos importa es lo que realmente se venía a hacer.
Capítulo 1: Érase una vez la gran aventura
Había una vez un hombre rico,
filántropo y que también se dedica a los negocios, que decidió fletar un barco
que se dirigiera a un país del que todos hablan y casi nadie conoce. Al parecer
este país en realidad es un archipiélago y no está claro cuál de sus islas es
la más importante. Para este proyecto lo primero que hizo fue ponerle un nombre
a la aventura, que sonara bien, para luego formar una comisión que decidiera lo
que se quería conseguir, establecer una hoja de ruta, barruntar cómo ir hasta
allí y pensar cuantas personas deberían conformar la expedición.
Después de varias discusiones con
su junta de accionistas se decidió que al archipiélago le llamarían Cambio
Climático y más adelante ya se vería si le cambiaban el nombre. Lo que se quería
obtener era bien sencillo: primero llegar a este país, dar a conocer a todo el
mundo de que se había llegado y finalmente mostrar todos los materiales y
conocimientos que se habían recogido por el camino, fruto de los intercambios
que se habían tenido con otros pueblos. Al ir viajando de un lado a otro, adquiriendo
conocimientos de gente de pueble diversos, los que no se conocen entre sí,
permite adueñarse de su conocimiento, y con algunos cambios en el idioma y en la
forma de presentarlos se puede utilizar como si fuera propio.
Para el viaje se decidió que,
dado que eran islas, lo más indicado parecía ser el fletar un barco. Además, se
pensó en una embarcación bastante grande, que fuera muy visible desde todas
partes y así todo el mundo sabría que estaba en camino el barco que iba a
descubrir un nuevo país.
Finalmente se decidió elegir un capitán, que sería el encargado de llevar a buen término el viaje además de seleccionar a algunos oficiales de su agrado, así como a los marineros, además de cocineros, pilotos y científicos.
Los científicos a los que se había
consultado antes de iniciar la expedición pronosticaron que habría fuertes
lluvias en los próximos meses así que se decidió construir el barco en tierra
firme esperando que con las fuertes inundaciones simplemente se debería esperar
a que las aguas subieran para echarlo a navegar.
El filántropo tenía un hermano todavía
más rico que él, propietario de varias flotas de barcos además de un gran banco.
Habían acordado que a medida que fueran descubriendo islas en el camino le iría
mandando más materiales y quizás algún marinero más, según hiciera falta.
También habían hablado de que, si había que pagar alguna obra para mejorar las
condiciones en Cambio Climático, él lo haría. El hermano banquero puso para
ello algunas condiciones, como que también contrataran en el barco a un par de
marineros y científicos de los que trabajaban para él, con lo que se aseguraba
tener diferentes fuentes de información sobre la marcha del barco y así en base
a ello decidiría si hacía caso a las propuestas o no.
Cuando el barco ya estuvo construido
fueron llegando poco a poco todos sus tripulantes y acomodándose a bordo.
Primero hubo que distribuir las literas y camarotes y hubo algunas desavenencias
entre el personal del filántropo y los contratados de su hermano. Finalmente,
el capitán intervino y todo volvió a su cauce aunque se notaba que no había
buena armonía, sobre todo entre los remeros y los científicos y eso que todavía
el viaje no había comenzado.
Llegó el momento en que ya todos
estaban a bordo esperando las primeras lluvias, que, al igual que al arca de Noé, los empujara mar adentro, rumbo[1]
a Cambio Climático. En esto empezó una sequía de 6 meses como nunca se había
visto antes. No llovía ni una gota y los científicos a bordo decían que era el
efecto de desajustes en el tiempo pero que siempre después de una sequía suele
venir la lluvia, lo cual además de cierto es una obviedad, y el capitán les
preguntaba si no podrían predecir, aunque fuera de forma aproximada, cuando iba
a llover. Mientras esperaba las lluvias, el capitán se desentendió del barco y
le dijo a uno de sus oficiales que se encargara de tenerlo todo listo para
cuando empezara a llover.
Entretanto continuaba la sequía,
los científicos planificaban el viaje, los kilómetros a recorrer, quienes, y en
que turno remarían, como sería el horario de las comidas y lo más importante,
el pago de los viáticos, que cuando tocaba el turno de noche, automáticamente
se cobraba el doble. Y por fin, una medianoche sin luna, sonó un relámpago.
[1]
RUMBO: Dirección
en el plano del horizonte, y principalmente cualquiera de las comprendidas en
la rosa náutica. También es el camino que uno se propone seguir.
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