Y por fin, una medianoche sin luna, sonó un relámpago y llegaron las lluvias tan esperadas, para sorpresa de los científicos que habían pronosticado que todavía quedaba un mes de sequía aunque enseguida dijeron que de todas formas también habían dicho que en cualquier momento podría llover.
Aunque los salarios de todos los
participantes en la expedición eran bastante altos y disponían de materiales de
alta tecnología, algunos trabajos se hacían con medios muy rudimentarios ya que
en realidad no había prisa por llegar dado que en el camino también se pensaba
ir recogiendo algunos datos. Por ello se había decidido que el barco sólo sería
propulsado por los remeros que se había contratado, con lo que se aseguraba una
travesía lenta pero segura, además de no consumir combustible, lo cual parecía
ser beneficioso para el archipiélago de cambio climático.
Como la espera había sido muy
tediosa, todo el personal tenía unas ganas enormes de empezar la travesía así
que se pusieron los remeros a remar, pero en direcciones contrarias dado que
los asientos estaban colocados al revés entre babor y estribor. Los oficiales
daban órdenes contradictorias, lo que todavía contribuía más al caos mientras
el capitán estaba en su camarote descifrando un libro de códigos de navegación en
un idioma que todavía no entendía muy bien e intentando fijar el rumbo con un
método muy sofisticado, lo que parecía que le iba a llevar varios días.
Y es que ccomo más tiempo se tardase en llegar, más
tiempo cobrarían todos su salario así que, por ejemplo, algunos marineros,
cuando nadie los veía, no remaban. Los científicos por su parte también se
entretenían discutiendo y valorando algunos aspectos que no parecían tener
ninguna importancia para los fines que se perseguían, pero eso se aceptaba como
algo normal.
El capitán soñaba con otro
archipiélago que había descubierto tiempo atrás y como quedaba casi de camino proponía
desviarse hacia allá, a lo que casi nadie decía nada, ya que a todo el mundo le
parecía bien emplear algunos días más de los previstos.
No todos los marineros habían
trabajado antes en un barco de estas características, es más, algunos ni habían
remado antes en toda su vida. Pero si había buena voluntad y además el salario
y las buenas condiciones laborales (poco control, horario fijo y un flexidía al
mes) hacían que todos mostraran su mejor predisposición.
Había una mujer que era la
encargada de llevar las cuentas de todo lo que había a bordo. Ella era la que
repartía los remos, las banquetas donde sentarse, la comida y llevaba el
control de las vacaciones y los flexidías. Al principio todo fueron buenas
caras pero según avanzaban los días se veía como ella le daba el remo roto a
quien le caía mal, le pedía a los subordinados que estaban a su cargo que le
contaran si algunos de los remeros llegaba tarde a su puesto o si remaban
demasiado despacio y cuando creía que nadie la veía iba a la despensa a
atiborrarse de comida. Los marineros le temían, pero cuando no los oía, le
hacían burla y la llamaban la bruja Lola.
A pesar de los errores de los
científicos, como todos se consideraban buenos compañeros de trabajo y eran muy
educados, no se les criticaba ni decía nada y se asumían los errores como algo
normal en el quehacer diario y se valoraba más la buena voluntad que el
conocimiento.
El capitán marcó un rumbo
aproximado, ni muy al este ni muy al oeste, para dar margen de maniobra ya que
en realidad no sabía muy bien donde quedaba Cambio Climático. A veces se le
veía dando vueltas a la Rosa de los Vientos[1]
y según donde caía la aguja, marcaba un nuevo rumbo. Para ocultar este hecho
les daba libertad a los oficiales y a los marineros para que ellos decidieran
el rumbo, dándoles a entender que ellos también eran partícipes del destino al
que se dirigían. Esto contradice una máxima de la navegación que dice que el
rumbo siempre debe estar claro aunque esté equivocado. El resultado de este
método tan participativo era que, cuando se navegaba en círculo, lo que ocurría
la mayor parte del tiempo, el resto se navegaba en zigzag, según la fuerza de
los remeros de estribor o de babor.
Al barco se había invitado a varios
marineros y oficiales que eran del país al que se dirigían. Se pretendía a lo
largo de la travesía enseñarles a navegar y a remar, para que otro día ellos
pudieran ya hacer la travesía solos, tanto de ida como de vuelta, o incluso ir
a otros países. Pero los oficiales de ese país se negaban a remar ya que decían
que ellos eran oficiales y ese no era su trabajo. Cuando se les preguntaba qué
era lo que querían hacer decían que no podían hacer nada porque en su país no tenían
todos los medios que había en este barco. Cuando no se les preguntaba nada
entonces ellos aprovechaban para preguntar que cuando les iban a pagar sus
viáticos. Mientras, el barco seguía dando vueltas sobre sí mismo hasta que el
capitán llamó a todos, a oficiales, científicos y marineros a una conferencia a
su camarote para tomar una drástica decisión ……..
[1] ROSA
DE LOS VIENTOS: Círculo que tiene marcados los treinta y dos rumbos en que
se divide la vuelta del horizonte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario