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sábado, 1 de enero de 2022

Capítulo 2: Barco en marcha y bogando

 



Y por fin, una medianoche sin luna, sonó un relámpago y llegaron las lluvias tan esperadas, para sorpresa de los científicos que habían pronosticado que todavía quedaba un mes de sequía aunque enseguida dijeron que de todas formas también habían dicho que en cualquier momento podría llover.

Aunque los salarios de todos los participantes en la expedición eran bastante altos y disponían de materiales de alta tecnología, algunos trabajos se hacían con medios muy rudimentarios ya que en realidad no había prisa por llegar dado que en el camino también se pensaba ir recogiendo algunos datos. Por ello se había decidido que el barco sólo sería propulsado por los remeros que se había contratado, con lo que se aseguraba una travesía lenta pero segura, además de no consumir combustible, lo cual parecía ser beneficioso para el archipiélago de cambio climático.

Como la espera había sido muy tediosa, todo el personal tenía unas ganas enormes de empezar la travesía así que se pusieron los remeros a remar, pero en direcciones contrarias dado que los asientos estaban colocados al revés entre babor y estribor. Los oficiales daban órdenes contradictorias, lo que todavía contribuía más al caos mientras el capitán estaba en su camarote descifrando un libro de códigos de navegación en un idioma que todavía no entendía muy bien e intentando fijar el rumbo con un método muy sofisticado, lo que parecía que le iba a llevar varios días.

Y es que ccomo más tiempo se tardase en llegar, más tiempo cobrarían todos su salario así que, por ejemplo, algunos marineros, cuando nadie los veía, no remaban. Los científicos por su parte también se entretenían discutiendo y valorando algunos aspectos que no parecían tener ninguna importancia para los fines que se perseguían, pero eso se aceptaba como algo normal.

El capitán soñaba con otro archipiélago que había descubierto tiempo atrás y como quedaba casi de camino proponía desviarse hacia allá, a lo que casi nadie decía nada, ya que a todo el mundo le parecía bien emplear algunos días más de los previstos.

No todos los marineros habían trabajado antes en un barco de estas características, es más, algunos ni habían remado antes en toda su vida. Pero si había buena voluntad y además el salario y las buenas condiciones laborales (poco control, horario fijo y un flexidía al mes) hacían que todos mostraran su mejor predisposición.

Había una mujer que era la encargada de llevar las cuentas de todo lo que había a bordo. Ella era la que repartía los remos, las banquetas donde sentarse, la comida y llevaba el control de las vacaciones y los flexidías. Al principio todo fueron buenas caras pero según avanzaban los días se veía como ella le daba el remo roto a quien le caía mal, le pedía a los subordinados que estaban a su cargo que le contaran si algunos de los remeros llegaba tarde a su puesto o si remaban demasiado despacio y cuando creía que nadie la veía iba a la despensa a atiborrarse de comida. Los marineros le temían, pero cuando no los oía, le hacían burla y la llamaban la bruja Lola.

A pesar de los errores de los científicos, como todos se consideraban buenos compañeros de trabajo y eran muy educados, no se les criticaba ni decía nada y se asumían los errores como algo normal en el quehacer diario y se valoraba más la buena voluntad que el conocimiento.

El capitán marcó un rumbo aproximado, ni muy al este ni muy al oeste, para dar margen de maniobra ya que en realidad no sabía muy bien donde quedaba Cambio Climático. A veces se le veía dando vueltas a la Rosa de los Vientos[1] y según donde caía la aguja, marcaba un nuevo rumbo. Para ocultar este hecho les daba libertad a los oficiales y a los marineros para que ellos decidieran el rumbo, dándoles a entender que ellos también eran partícipes del destino al que se dirigían. Esto contradice una máxima de la navegación que dice que el rumbo siempre debe estar claro aunque esté equivocado. El resultado de este método tan participativo era que, cuando se navegaba en círculo, lo que ocurría la mayor parte del tiempo, el resto se navegaba en zigzag, según la fuerza de los remeros de estribor o de babor.

Al barco se había invitado a varios marineros y oficiales que eran del país al que se dirigían. Se pretendía a lo largo de la travesía enseñarles a navegar y a remar, para que otro día ellos pudieran ya hacer la travesía solos, tanto de ida como de vuelta, o incluso ir a otros países. Pero los oficiales de ese país se negaban a remar ya que decían que ellos eran oficiales y ese no era su trabajo. Cuando se les preguntaba qué era lo que querían hacer decían que no podían hacer nada porque en su país no tenían todos los medios que había en este barco. Cuando no se les preguntaba nada entonces ellos aprovechaban para preguntar que cuando les iban a pagar sus viáticos. Mientras, el barco seguía dando vueltas sobre sí mismo hasta que el capitán llamó a todos, a oficiales, científicos y marineros a una conferencia a su camarote para tomar una drástica decisión …….. 

 

 



[1] ROSA DE LOS VIENTOS: Círculo que tiene marcados los treinta y dos rumbos en que se divide la vuelta del horizonte.

 



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