Hay una reunión mensual, donde
entre los asistentes hay una mujer, de nombre Aladina, que mes a mes consigue
venir cada vez más guapa que a la reunión anterior. Una vez es su ropa
ajustada, otra sus ojos grandes a los que aplica un fondo blanco, o su melena
que deja suelta. Cuando sus ojos negros como el azabache le miran, el siente
como si le atravesaran dos dagas como las que lleva al cinto. Sólo la ve un día
al mes, siempre el tercer miércoles y a menudo se descubre contando los días
que quedan hasta volver a verla.
Como ya no resiste más, un día la
aborda antes de la reunión y le dice que no se siga poniendo tan guapa, que lo
va a derretir. Ella se lleva la mano a la cintura porque no sabe si es una
broma, pero cuando ve sus ojos, se ruboriza y no dice nada. Él le dice que si
no fuera por ese ojo que lleva tapado, el muñón de la mano izquierda y de los
20 años de más que le lleva, que, si no fuera por eso, ahora mismo la raptaría
para que cabalgaran juntos las olas de los mares que le quedan por descubrir.
Ella le aguanta la mirada y lo recorre de arriba abajo deteniéndose en su
bragueta, sopesando los pros de lo que intuye y los contras de los años, el
muñón y el cuenco del ojo vacío. Finalmente, con una sonrisa se da la vuelta y
él sabe que la ha perdido, pero también que ha hecho lo que todo pirata que se
precie hace, decir lo que piensa claro y de frente.
El gruñón ya sabe que algún
cambio grande se va a producir y que le queda poco tiempo, bien porque el mismo
tome la decisión o porque la tomen por él como consecuencia de todo lo que se ha
puesto en marcha. La cuerda se ha estirado tanto que acabará por romperse, la única
pregunta es de qué lado.
Ha empezado a empacar sus cosas,
porque sabe que sus días en el barco están contados. Se ha vuelto a poner a
estudiar inglés todos los días por si le toca salir de estampida a un lugar
donde solo hablen eso o algo peor.
En los últimos días pasa inquieto
por todo ello y por las noches, enfebrecido, mientras todos duermen, alcanza a
garabatear las notas de este diario a la tenue luz de una vela y con una letra
que al día siguiente, incluso a él le cuesta entender. Duerme con la libreta y
la pluma entre las sábanas, para no perder ni una de las ideas que se le
ocurren en el duerme vela. Cuando piensa en lo que hará cuando abandone el
barco se imagina el dedicarse a escribir, para luego darse cuenta de que
necesita a personajes como el capitán ya que sin él no es nada, literariamente
hablando.
En la reunión clandestina que se
ha tenido en el camarote de los marineros sin la presencia del capitán,
aprovechando que éste ha tenido que ir a otro barco llamado Costa Rica, se
empieza a elaborar la estrategia que se usará cuando se hable con él. Hay quien
propone medidas drásticas como matarlo y luego contestar sus correos como si
siguiera de viaje. Se descarta inmediatamente. Otro propone pagarle un curso
intensivo para que aprenda a decir que no.
Hay quien dice que para ahorrar dinero, se le haga escribir 100 folios
reciclados a mano con letra de tamaño 10 la palabra “no”. Se descarta para no
gastar tanto papel y tinta.
También en el guirigay que se
produce algunos se preguntan cómo se ha llegado a esta situación y alguien
comenta que el oficial lo ha hipnotizado. Algunos entienden que se dijo que lo
ha idiotizado y se produce una pequeña confusión hasta que se aclara el
término, agravada porque unos dicen que esta palabra se escribe con h y otros
que sin, lo que alarga interminablemente la discusión.
Todos los marineros han estado en
otros barcos, han conocido otros capitanes y han participado en numerosas
batallas, pero todos coinciden que nunca habían visto un capitán tan desastre.
Proponen llamarle Capitán Desastre, pero la idea tampoco prospera.
Tanto empeño que puso el capitán
en que la tripulación formara equipo, finalmente lo ha conseguido ya que
incluso los que se llevaban mal y no se hablaban se han unido contra él, viendo
que es la única forma de parar sus desmanes. El capitán ha intentado ganarse a
la gente con regalos e invitaciones a comer, a cargo de la cuenta del armador
claro, pero ni así ha conseguido comprar las voluntades de todos los de su
equipo, excluido al “Potro” que le sigue siendo fiel como un caballo domado.
Una de las máximas del capitán es
que quiere que el trato entre todos los miembros del equipo sea respetuoso
aunque ya se sabe que los marineros son gente ruda, acostumbrada a peleas
pendencieras pero también capaces de los actos más nobles cuando se trata de
defender a sus compañeros de batallas. En las discusiones no se andan con
chiquitas lo que molesta al capitán, quien les llama la atención por
irrespetuosos mientras uno de ellos le dice que más irrespeto es gastarse el
dinero del pueblo en conferencias inútiles invitando a todos sus amigos
zánganos de la élite y en consultorías que no cumplen con los términos descritos
en el contrato. Finalmente, un marinero de los más callados, le dice, mire
señor capitán, hasta ahora nunca había hablado pero ya que me he decidido, y
eso sí, con la venia y con todo el respeto que usted pide y que me merece su
cargo, le quisiera decir que usted se ha cagado en el barco y ahora dígame
usted; ¿quién va a limpiar esta marranada?.
Una vez apaciguados los murmullos
que se producen tras la intervención del marinero, mientras todos los ojos se
posan en el capitán esperando su respuesta, éste empieza a temblar y abriendo
mucho los ojos se lleva la mano al corazón. Mientras unos corren buscando a un
médico otros dicen <quizás sea mejor así para todos> pero poco a poco
parece que se va recuperando y al parecer no ha sido nada grave, nada más que
pura flojera de no saber cómo enfrentar la situación. Los marineros lo miran
con cara de pocos amigos, resoplando alguno fuerte por la nariz, mientras le
traen un vaso de agua. Otros dicen que no ha sido un ataque al corazón sino un
ataque a la conciencia, mientras los que estaban más apartados dicen que eso es
imposible por 2 razones; una porque todavía no está determinado que la
conciencia sea un órgano tangible del cuerpo humano y otra porque
independientemente de lo que sea, está demostrado que el capitán no tiene
conciencia, en todo caso tendrá inconsciencia, todo ello entre fuertes
risotadas, empujones y en voz tan alta que el capitán no tiene ningún problema
en oír todo lo dicho.
Al fondo se oyen las palabras de
rebelión a bordo, motín, si se puede, si podemos…….
No hay comentarios:
Publicar un comentario