El día que se conocieron fue como cualquier otro. No hubo relámpagos, ni terremotos, ni siquiera un eclipse de sol, por lo que nada hacía presagiar lo que iba a suceder. Lo que empezó con cierta timidez fue ganando en atrevimiento. Los inicios, siempre expectantes y atrayentes permiten descubrir al otro, descubrirse a sí mismo y perfilar las personalidades. Pero la vida en un espacio reducido como un barco, por grande que sea, no es fácil y los lugares donde escaparse no abundan. Si las obligaciones del uno y del otro no coinciden, lo que antes era fiesta ahora se convierte en frustración.
Ella nunca pudo sobreponerse a
haber nacido y sido criada en un país y en una sociedad mojigata y castradora.
El peso de las costumbres sociales y las imposiciones familiares pesaban más
que lo que pudiera sentir en el bajo vientre y cuando por tanto tiempo se ha
apartado y encerrado la pasión es difícil recuperarla. El, acostumbrado a
navegar, le cuesta sentirse retenido en tierra, agravado porque el tiempo,
ahora su mayor enemigo, se le escapa entre los poros de su cuerpo.
Y es que los amores piratas
tienen ese algo que les permite saltar del beso robado a la búsqueda de la
chispa que permite seguir navegando por mares desconocidos.
Entre los marineros hay un pirata
viejo, con la cara surcada de arrugas y cicatrices, tan confundidas que no se
sabe dónde empieza una y acaba la otra. Afirma que las arrugas son una por cada
mujer que conoció y las cicatrices por cada puerto en el que desembarcó, y por
ello, en su versión pirata del amor dice, sin el mínimo atisbo de duda, que, si
tiene que elegir entre la muerte y estar enamorado, indiscutiblemente prefiere
la muerte.
http://edukred.blogspot.com/2014/06/poesia-estaba-un-pirata-viejo-de.html
Sobre el tema hay opiniones para
todos los gustos, y los marineros se ponen a hablar y discutir sobre el amor.
Chespir dice que cuando está enamorado es cuando mejor escribe, que las
palabras le salen a borbotones, atropelladas, y que no le da tiempo a reflejar,
enfebrecido, todo lo que le pasa por la cabeza, mientras otro comenta que
enamorado es capaz de inventar el mundo cada día, y el gruñón que también
quiere opinar y empieza a hablar de los ojos, su tema preferido, se ve interrumpido
cuando le avisan que le toca ir a moderar una reunión.
Normalmente le toca moderar las
reuniones de un grupo de oficiales de diferentes instituciones que tienen la
orden de ayudar a encontrar el mejor camino para llegar al archipiélago de
cambio climático. Pero una cosa es recibir una orden y otra es la forma de
cumplirla. El perfil medio de estos oficiales es, con raras excepciones,
bastante similar. Por lo general intentan llegar tarde a la reunión que se fija
durante una mañana cada dos meses. Algunos llegan y al poco, cuando ya han
tomado café, desaparecen con alguna excusa más o menos creíble, y muchas veces
sin excusa, a la francesa. Hay reuniones a las que no asisten, pero en la
siguiente reunión, se creen en el derecho de preguntar y cuestionar todas las
decisiones que se tomaron en la reunión anterior. Normalmente pasan el rato
cuchicheando y con cara de que todo lo que se propone les parece mal. Cuando
hacen una propuesta siempre es para que la ejecute otro. Normalmente sus
propuestas no suelen ser muy prácticas, son laboriosas de ejecutar y
obligatoriamente deben quedar pendientes para la próxima reunión. O bien
sueltan un discurso que aburre a todos y ya nadie se acuerda del punto del que
se estaba hablando. Así, a veces, parece que se pongan de acuerdo para que en
una sesión uno, en otra sesión otro, introducir una ponencia de este tipo cada
uno, para que de dos meses en dos meses vaya pasando el año y al final no se
haya hecho nada. Tal pareciera que estuvieran expresamente entrenados para ello.
Algunos días, cuando no sopla
mucho viento, algunos marineros se ponen a pescar tiburones. El piloto JojoJo
siempre está atento y se mantiene cerca, con un palo de grandes dimensiones en
sus manos. Cuando suben a alguno de los escualos a bordo que todavía tira
dentelladas a todo lo que esté cerca, el sólo pregunta, ¿Un golpe o dos golpes?
El marinero de turno mira al animal y según el tamaño le receta una u otra
cantidad de golpes, después de lo cual el tiburón ya quedé frito para siempre.
Al parecer el capitán finalmente
se ha dado cuenta de que no sabe cómo encontrar el rumbo y que necesita la
ayuda de todos por lo que comunica a la tripulación que ha contratado un
experto que les enseñará la mejor manera de marcar la dirección correcta
<para que cada uno de nosotros sea capaz de encontrar el camino, evitando el
voltejear[1]
continuo> dice. El curso crea mucha expectación y en este caso el experto es
realmente muy bueno. Enseña a los marineros a aprender, lo cual no es poco
importante ni menos difícil y les cuenta muchos ejemplos, como que en un país
que le llaman del áfrica subsahariana hay un presidente que hace lo que se
llama dictadura del desarrollo que consiste en que se obliga por ejemplo
a las mujeres a realizar cursos de empoderamiento, a los jóvenes a estudiar
oficios prácticos, todo por decreto, de forma dictatorial y que parece
funcionar y contribuir realmente al desarrollo y es que al parecer el
presidente de este país estudió en un país del norte y dice que sabe lo que hay
que hacer.
Aparte de todas estas historias,
los marineros también se dan cuenta de que una parte del taller que reciben en
realidad está dirigida a preparar a la tripulación para responder a las
preguntas que hará una comisión evaluadora que envía el armador y de la que ya
se ha anunciado su llegada para abril. De nuevo la tripulación se siente
engañada y manipulada por el capitán quien se muestra muy satisfecho con su
maniobra. Al parecer, dado el poco avance del barco y lo poco que hay para
mostrar, el capitán quiere que se golpee el agua con el remo para hacer mucho
ruido y se den bordadas[2]
aunque no se avance mientras con ello se consiga que la comisión tenga una
impresión satisfactoria.
Posteriormente, en una reunión con la contraparte, se da a conocer el presupuesto que queda disponible para este año y todos se quedan sorprendidos de que quede tan poco dinero, incluso parece que el propio capitán, cuando ha sido el quien alegremente ha despilfarrado en gastos caprichosos en algunos casos, empavesando[3] el barco por un lado y en gastos del oficial en otros, ese dinero que parecía que nunca se iba acabar. Lo que el capitán todavía no sabe es que la tripulación ha enviado una carta al responsable de la comisión de asuntos internos del armador …….
[1]
VOLTEJEAR: Navegar con viradas
sucesivas, por no poder realizar la derrota a un solo rumbo.
[2]
BORDADA: Distancia navegada entre
dos viradas consecutivas cuando se navega voltejeando.
[3]
EMPAVESAR: Formar empavesadas;
engalanar la embarcación.
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