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viernes, 18 de febrero de 2022

Capítulo 9: Érase una vez uno de esos días que le llaman navidad

En los barcos del armador los remeros tienen diferente titulación. Los que son del lugar donde navega habitualmente el barco se llaman remeros técnicos y los que vienen del país del armador se llaman remeros temáticos. Estos últimos tienen como función asesorar y enseñarles el oficio a los marineros del país adonde se dirige el barco. Como el gruñón es marinero temático le ha tocado de contraparte un oficial, al que no le gusta mucho trabajar. Es el típico funcionario que se las sabe todas, que siempre aparece en la foto, que deja el trabajo para los demás, siempre tiene una excusa para cuando no ha hecho lo convenido, que suele tener muy buenos modales, que prioriza sus intereses personales a los inherentes a su puesto de trabajo y si uno observa bien, verá que cuando se aleja deja detrás de sí una estela como la de los caracoles al desplazarse, lo que le ha valido el sobrenombre de “baboso”. Como es oficial, enseguida ha delegado todo en un remero que está a su cargo, porque dice que de remero a remero todo es más fácil y se entienden mejor. El único problema de este remero, llamado Cruz, es que no tiene muchas luces, o como dicen en Canarias, en términos marineros, le falta un agua. Un día contó que hace unos años tuvo un accidente de coche y que estuvo tres días inconsciente por conmoción cerebral. Finalmente se recuperó, pero parece que de la cabeza no tanto. Como Cruz tenía pendiente las vacaciones se ha ido todo el mes y el gruñón se ha quedado sin trabajo. Mientras, su contraparte, el oficial le dice <no te preocupes, ahí vamos haciendo>, pero no pasa nada, para su desesperación.

Y ya las cartas están echadas. Hace unos días habló con el comandante y le contó que las bancas de los remeros estaban mala colocadas desde el principio, que las órdenes que se recibían eran contradictorias y que algunos de los científicos no hacían el trabajo para los que se les pagaba. Le dice que hay contratos que no se han cumplido y que estaría bien que se revisaran. También que él no quiere trabajar en un barco que no tiene un rumbo claro y definido. El comandante se tenía que ir de viaje y le dijo que a su vuelta hablaría con el capitán. Así que el gruñón aprovechó para pedirle al capitán irse por unos días a un barco que navegara también hacia el mismo archipiélago de cambio climático pero que ya estuviera más adelantado. Sabía que debía aprovechar ahora ya que no sabe qué le espera cuando regrese y el capitán y el comandante hayan hablado.

Este viaje va en contra de las reglas del armador ya que este sólo contrata marineros que ya sepan bastante, y por lo tanto no los manda a que vayan a otros lugares a aprender, o en todo caso deben hacerlo acompañando a algún contraparte para que sea este el que aprenda. El capitán como se sabe bastantes trucos tramposillos consigue que desde la central se autorice el viaje y manda al gruñón a un barco que se llama Perú y de paso se libra de el por unos días. Este se queda esperando hasta el último momento a que cancelen su viaje por si el capitán habla con el comandante, pero no, e incluso el capitán al despedirle le abraza deseándole buen viaje.

El trabajo en este barco Perú consiste en ir un en bote pequeño por ríos navegables visitando comunidades de indígenas. Le da la impresión de que navega con un rumbo definido y con un capitán que sabe adónde va.

En el viaje, en una de las comunidades lo coronaron príncipe indígena por un día (se ha difuminado la cara del gruñón para preservar su identidad)


Cuando regresa todo contento de su experiencia y pensando que se han acabado los malos rollos, oye de varias historias que han pasado en estos días en que estuvo fuera. Una de éstas ocurrió entre el ratón y uno de los pilotos, al que llaman “JojoJo” por su parecido con Santa Klaus porque es muy tranquilo y bonachón, grande como un oso y con unos brazos que tienen el mismo diámetro que la cintura de la “Miss”. Cuando oye cantar a los Tigres del Norte, sus ídolos, sonríe mientras la saliva empieza a mojar la comisura de sus labios y los ojos se le empequeñecen y toman un brillo especial. Al parecer un día de estos, el ratón, en una discusión a causa de las vacaciones de JojoJo le faltó al respeto, llamándolo viejo gordo. Ahí, a este hombre de principios a la antigua y de honores narcos se le empezó a subir y multiplicar la sangre, llegándole hasta la cabeza, se levantó despacio mirando desde su gran altura al ratoncillo que se iba empequeñeciendo y acercándosele despacio lo agarró con su mano, sólo usando sus dedos pulgar e índice, y apretándolo contra la pared lo levantó medio metro del suelo para ponerle sus ojos a su misma altura. Y entonces, despacio, sin ponerse nervioso, casi susurrando le dijo que eso sí que no, que esta era la última vez que le faltaba al respeto. Por suerte, cuando ya al ratón se le estaba bajando toda su sangre a los pies, una de las mujeres que trabajan en administración, los vio y llamó a JojoJo, para decirle que lo soltase inmediatamente ya que se juega el puesto cuando la rata se recupere y se lo cuente a la bruja Lola. El oso lo fue bajando poco a poco y en cuanto la rata tocó tierra se zafó[1] y se puso fuera de su alcance ya que una cosa es provocar al oso y otra dejar que lo destroce. Sus ojos, algo fuera de sus órbitas por el apretón, sacaban chispas y le costaba trabajo tragar saliva. Se fue retirando de espaldas aunque todos saben que sólo recula para preparar su venganza. De todas formas, en estos días algunos comentan, que cada vez que el oso mira al ratón, al poco le aparece a este una pequeña mancha en la parte delantera de sus pantalones.

Por otro lado el “Potro” sigue haciendo comentarios de como él entiende la vida, como cuando pasamos por un auto-hotel y dice, “aquí pasé mi última luna de miel” mientras se pasa la lengua por los labios o bien cuando habla de género dice que la arboladura[2] del barco está al 50%.

Cuando se le pide al capitán que visite personalmente las diferentes zonas del barco, este hace instalar unas televisiones gigantes en las diferentes oficinas y propone hacer reuniones por video conferencia. La tecnología falla muchas veces y los micrófonos dan retorno, por lo que cuando el capitán empieza la reunión y dice hola, se oye “la, la, la, la, la” como si fuera una canción de eurovisión.

En esos días que llaman navidad, el armador ordena a todas las flotas echar el ancla. Por eso no ocurre nada en diciembre y todo se acumula para enero.

 



[1] ZAFAR: Liberar algo que estaba sujeto (un nudo, un cabo, un ratón...).

[2] ARBOLADURA: Conjunto de palos y vergas de que consta un barco.


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