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lunes, 16 de junio de 2025

ESTE PAIS SE VA AL CARAJO

 

Atardecer en Sucre

Para ir de Trinidad a Sucre, que por carretera serían un poco más de 1000 km mientras en línea recta no llega a los 500 km, he tenido que coger 3 aviones, haciendo escala en Cochabamba y otra escala para dormir en Santa Cruz. Los tres vuelos me han costado 1063 bolivianos que al cambio oficial serían 135 euros, pero como cambié en el mercado paralelo, me salió por 58 euros. Una locura.

Cuando a media mañana iba hacia el aeropuerto de Santa Cruz para coger el avión a Sucre, había camiones atravesados en la carretera exigiendo diesel para poder trabajar. Como acababan de poner el bloqueo, el taxista se ha podido escabullir por unas calles laterales y llegamos al aeropuerto sin problemas.

Ver las colas de coches y camiones haciendo fila para poner combustible es tremendo porque es inimaginable para nosotros pasar por una situación así, aparte del tiempo y dinero que se pierde con todo ello. Y el enfado de toda esta gente.

Una de las muchas filas de gente y coches esperando por gasolina

Si a ello unimos que el expresidente Evo Morales ha ordenado a sus partidarios paralizar todas las vías más importantes del país hasta que dimita el actual presidente, entonces la cosa se complica más. Las elecciones son en agosto y todo parece indicar que la situación va a ir cada día a peor. Estando en Sucre estaba decidido a ir a la ciudad de Potosí, pero como las carreteras, especialmente alrededor de Cochabamba están bloqueadas, no he podido ir.

Alguna gente con la que he hablado en Sucre despotrica de Evo Morales y del actual gobierno, tachándoles de inútiles y de que han despilfarrado la riqueza del país. Al parecer el país no tiene divisas para comprar combustible con lo que la situación se agravará según pasen los días. Y las reservas de gas, que era una de las grandes riquezas del país, parece que se están agotando.

Los indígenas son más del 40 % de la población de Bolivia, y si están unidos, tienen la llave en las elecciones para definir quien pueda gobernar. Pero su gran esperanza para muchos, Evo Morales, no se puede presentar (ha sido el presidente que más tiempo ha estado en el poder en la historia de Bolivia, 15 años) y ya no puede ser reelegido, aunque él quiere cambiar la Constitución para ello. Qué lástima que los que fueron presidentes revolucionarios con elevados ideales se conviertan después en dirigentes ávidos de poder y de bajos instintos. Todo hace prever una escalada de la violencia dado que en estos días en uno de los bloqueos han matado a tiros a 4 policías.

Indígenas bloqueando el gobierno municipal de Sucre, protestando por la subida de precios de productos básicos

Volviendo a mis problemas más mundanos. He tenido que lidiar estos días con algunos hoteles que quieren cobrar en dólares y si les quieres pagar en bolivianos, entonces quieren hacer el cambio con el tipo de cambio paralelo, lo cual es ilegal. También lo es en principio cambiar dólares en el mercado paralelo, pero cuando cambié mis dólares en la calle en Santa Cruz pasaron dos policías, mientras el cambista y yo estábamos contando el dinero, y como si nada.

También ando viendo cómo evitar a booking, la aplicación de reservas de hoteles, que se queda con un 15% del precio que pagas al hotel. Además, copan todas las páginas web de los establecimientos por lo que Google siempre te acaba redirigiendo a ellos. Lo que hago es buscar el whatsapp del hotel y comunicarme directamente con ellos para reservar y funciona bastante bien.

La verdad es que todo me está saliendo bastante barato como por ejemplo el precio de habitaciones que me sale a una media entre 8 y 13 euros y las comidas, normalmente muy buenas, a menos de 5 euros. La parte negativa es que te ves limitado en tus desplazamientos por los problemas de bloqueos y combustible. Y cuando no es una cosa es la otra. El domingo quise ir al mercado de Tarabuco, un pueblo indígena a 60 km de Sucre, pero justo había una carrera de coches y la carretera estaba cortada.

He alargado un par de días mi estancia en Sucre porque contacté con la Facultad de Ciencias Agrarias Charla en la Universidad Pontificia de Sucre para darles uno de mis cuadernos de cacao y resulta que ellos también tienen un proyecto sobre este cultivo, así que después de hablar un rato, me invitaron a dar una charla.


Para quien quiera castigarse con la charla que está publicada en Facebook, aquí está el link: https://fb.watch/A7-WGHtmcK/


Sucre está plagado de iglesias (plagado viene de plaga), unos edificios imponentes, mientras en las aceras a lo largo de sus muros se alinean, sentadas, sobre todo mujeres indígenas, pidiendo limosna o vendiendo sus pocas frutas.



Vistas de Sucre desde el campanario-café de una de las iglesias
 

La última semana he estado decidiendo, unas veces a favor, otras en contra, acortar el viaje y regresar ya. Lo de los bloqueos, la falta de gasolina te crea mucha incertidumbre y pensé que no valía la pena alargar algo que va a ir a peor. Pero, me encontré una pareja de alemanes que estuvieron en Samaipata, una zona a unos 100 km de Santa Cruz, ideal para hacer senderismo, así que me decido a huir de la fría Sucre, donde la temperatura baja por la noche hasta 1ºC y donde la altura hace que a veces me falte el aire. Así que vuelo de nuevo a Santa Cruz (la carretera está bloqueada) a seguir descubriendo esta otra zona del país.


Una de los muchos murales pintados que hay en Samaipata, y en la esquina, la gente con bidones esperando para cargar gasolina 

La alternativa a Samaipata era irme de nuevo a una zona de selva, el parque nacional Amboro, pero al final me decidí por la opción más cómoda de Samaipata y la verdad es que no me arrepiento. Aquí he podido hacer excursiones al bosque gigante de helechos, al Fuerte, una estructura incaica impresionante y al codo de los Andes, aparte de ver los impresionantes paisajes en la zona donde estuvo operando el Che. Y aunque la zona no es selvática he podido ver a un par de monos capuchinos y una especie de ciervo, además del colibrí cometa, con su larga cola.


El Fuerte es un yacimiento preincaico que estuvo ocupado por otros pueblos desde el año 2000 a.C. Los incas llegaron en el año 1470 d.C. Los relieves que en su superficie representan animales como el jaguar, el puma o la serpiente son impresionantes.



De aquí ya toca regresar vía Santa Cruz, y al hablar con otros viajeros solitarios me llevo unas cuantas ideas de próximos destinos. Y aunque la experiencia que me estoy llevando de este viaje es que cada vez es más difícil hacer viajes en solitario, ya que, si quieres hacer algún tipo de tour, al ir solo te cobran el precio mínimo de 2 personas. Si quieres pagar menos, debes buscar algún/os compañeros de viaje. Y si además lo que quieres hacer es muy exclusivo, entonces te piden cantidades desorbitadas como los 2000 € que me pedían para ir a ver jaguares (y no hay garantías de verlos) a una finca privada. Aunque el precio incluye la estancia durante dos noches, el traslado y la comida de los tres días, así como un guía, me sigue pareciendo mucho.


En Samaipata he coincidido con una alemana y una francesa, con las que me lo he pasado muy bien, además de poder practicar todos mis idiomas, incluso el camboyano, ya que la madre de Julia, la francesa, es camboyana y ella se crio allí. Y es que como siempre, se cumple la máxima de cuando mejor te lo estás pasando, te tienes que ir.

Las sandalias aguantaron hasta el final y llegó el momento de la despedida

domingo, 8 de junio de 2025

Rurrenabaque, la puerta a la selva

 

Parque Madidi desde el río Beni


Me he decidido ir a la selva con un operador que se llama Mashaquipe (www.mashaquipe.com), en un tour combinado de 5 días y 4 noches de los que se pasan 3 noches en la selva (en el parque nacional Madidi, uno de los de mayor biodiversidad de Bolivia) y 1 noche en Pampas de Yocuma, una zona de pantanal, pero que mantiene una franja de bosque en los bordes del río, y donde es más fácil ver los animales silvestres que en la selva.

No es fácil encontrar un operador que coja a gente individual, pero esta vez estuve de suerte. Nos juntamos un coreano, un alemán y una inglesa (no es un chiste) llegando cada uno por separado y con los que me tocó convivir esos días, lo cual resultó una experiencia normal, sin grandes amistades, pero tampoco sin contratiempos. El guía boliviano también hablaba inglés así que ese fue el idioma que utilizamos esos días, lo cual siempre va bien para seguirlo practicando.

En la selva los animales no se ven, se intuyen y a veces se oyen. Los monos aulladores se hacen oír sobre todo por la mañana, a los monos araña o los monos capuchinos se les oye saltando de una rama a la otra, huyendo de los humanos y a los pájaros, con sonidos mucho más estridentes de lo que su tamaño parece indicar. Y si ha llovido hace poco y uno se fija, entonces las pisadas te indican quien pasó por ahí.

 

Pisada del ocelote

Luego están los animales que no se oyen, como alguna culebra o esta tarántula que sale por la noche de su nido a cazar insectos.

En el bosque impresionan los árboles, algunos enormes, centenarios y de alto valor como madera, como el almendrillo, el cedro y otros muchos cuyo nombre he olvidado. Hay muchas plantas medicinales, que nuestro guía Domingo, nos iba mostrando y contando sus propiedades, plantas cuya corteza sabe a ajo, otra que sirve como anestésico como pudimos comprobar al morderla y así un sinfín de otras plantas que constituyen la farmacopea de los indígenas.


De la selva me traigo un pequeño resfriado por el frío que hizo por las noches y unas cuantas picaduras, cuyos efectos de ambos me duran varios días.

También hay otros animales silenciosos como son las hormigas, que están por todas partes, por millones, como las cortadoras de hojas, que puede limpiar un árbol enorme en una noche o como las hormigas guerreras, de las que los indígenas usan sus potentes mandíbulas como si fueran grapas para cerrar pequeñas heridas.


Todos los días hacemos seis horas de caminata por la selva, buscando los animales o sus señales, en el suelo, en los árboles o en los sonidos. Una noche nos quedamos a dormir en un campamento a 3 horas de marcha del lodge principal (¡en la página web se puede ver que es bastante lujoso, y es que la selva ya no es lo que era!) donde a pesar de ser algo rústico todo estaba muy bien organizado.


Los monos son muy esquivos y cuando los oyes es que ya se están alejando, pero estos dos monos capuchinos, que primero pensé que los pude fotografiar porque eran una madre con su cría, luego al ver la foto, me pareció que si los pude captar fue porque estaban entretenidos y prefirieron eso a seguir huyendo.

 


En otra de las caminatas vamos a un mirador donde se pueden ver los guacamayos rojos y azules que tienen sus nidos en el acantilado y que vuelan en pareja o en bandadas sin cesar, con unas vistas magníficas del bosque.



Después toca descender hasta el río donde nos vienen a buscar una pequeña embarcación a motor.


Aparte de todo lo que vi, una cosa que disfruté fue que no había señal de internet ni de teléfono. Durante 3 días estuvimos desconectados del mundo sin saber si Trump había hecho alguna nueva animalada, si los políticos españoles seguían insultándose sin parar, y perdiéndote lo bueno y lo malo que pasa cada día. En esos días te das cuenta de lo banal de muchas de esas noticias, de que el mundo sigue girando sin ti y de tu enorme dependencia del teléfono. A pesar de los propósitos de reducir su uso después de esos días, en cuanto tienes señal y te entran mensajes, vuelves a caer en la vieja dinámica y habrá que buscar algún método como el de Ed Sheeran para reducir esa drogodependencia.


El último día en la selva volvemos a Rurre y de ahí salimos en coche hacia el otro lodge en las Pampas de Yocuma. Por la carretera, recién asfaltada y a pesar de las señales de limitación de velocidad, los coches y camiones van a toda leche y

encontramos los primeros animales, todos muertos, capibaras, zorros, serpientes, atropellados, siendo los buitres los primeros en descubrirlos y eliminar sus restos en cuestión de pocas horas. Por lo menos vemos alguno vivo como el oso perezoso colgado de su árbol preferido.


En esta zona de Pampas no se hacen caminatas ya que en esta época del año todo está anegado de agua. En los arenales de las grandes superficies de agua podemos ver bastantes caimanes yacaré y caimanes negros, que son bastante más grandes.


Aunque los monos siguen siendo esquivos, los de esta especie (Somiris sciurus) parece que no nos tienen miedo.


Uno de los platos fuertes de la excursión es poder nada con los delfines rosados que abundan en esta área protegida, lo que puedes hacer tranquilamente porque al parecer se encargan de ahuyentar a los caimanes para proteger a sus crías.


Ya de regreso en Rurre, me empeño en viajar en coche compartido hacia la ciudad de Trinidad, a algo más de 300 km, para lo que se tarda poco más de 6 horas, sin contar las casi 2 horas que tuve que esperar hasta que el coche se llenó y pudimos salir.

El conductor era como una efigie indígena, impertérrito, agarrado al volante y mirando hacia el frente todo el rato, sin hablar. Pero el trayecto valió la pena por los paisajes que se podían ver.


Ir a Trinidad no salió como yo esperaba, porque no era tan bonito como me había imaginado y porque no pude hacer ninguna excursión por la falta de gasolina. Pero me vino bien descansar y no hacer gran cosa nada durante un par de días, para recuperarme del resfriado que me ha dejado algo flojo y para lo que tomé un antibiótico. Todo y así aproveché para ir al museo ictícola de Trinidad, donde uno se asombra del tamaño de algunos ejemplares de peces que hay en estos ríos.





martes, 3 de junio de 2025

BOLIVIA


 

El centro de Santa Cruz


Santa Cruz de la Sierra, adonde llego después de un corto vuelo desde Asunción, es una ciudad con un centro histórico que ha ido creciendo hacia el exterior. Tiene una serie de anillos concéntricos (más o menos) que van circunvalando la ciudad desde el centro, hasta ocho, separados cada uno a un km del anterior. Luego, para unir los anillos, hay calles radiales, hasta 18, que los unen y que son transitadas por innumerables microbuses, que fueron lo que me pareció lo más peligroso que hay aquí. Es la ciudad más poblada y moderna de Bolivia, siendo la población menos indígena del país y al parecer, si pudieran, se independizarían del resto de Bolivia.

A pesar de que amenazaba lluvia, todos los días ha hecho sol, por lo que he podido aprovechar el tiempo y darme unos cuantos paseos por la ciudad. Me quedo en un hotel al lado de la plaza 24 de septiembre, la principal de la ciudad, que todo el día bulle de gente local, sobre todo al atardecer, en que vienen a observar y ser observados, a pasear, a sentarse en sus numerosos bancos y a tomar a todas horas un café con leche muy dulce, que unos repartidores van ofreciendo a menos de un euro el vaso. La verdad es que es un espectáculo sentarse y ver escenas que parecen sacadas de hace décadas, cuando no había internet y la gente se sentaba a hablar y no a mirar una pantalla. Los numerosos bancos están siempre petados de gente y es difícil encontrar uno vacío.

La plaza 24 de septiembre, en el centro
Hay algunas mesas de ajedrez de cemento, donde la gente trae sus fichas y se ponen a jugar. Ha sido una de mis ocupaciones en muchos ratos, observarlos jugar y finalmente, el último día, jugar dos partidas, una la he ganado y la otra he perdido, así que me he quedado igual. El que pierde tiene que pagar el equivalente a 25 céntimos de euro al dueño de las fichas, que suele ser alguien que juega bastante bien. Al perder, aparte de pagar, te levantas para dejar paso al siguiente.

He aprovechado para ir a mirar zapatos y he constatado que aquí tampoco usan sandalias. He encontrado una zapatería de la marca Skechers donde había unas sandalias casi iguales que las mías, pero nuevas claro. Las he estado mirando, me las he probado y mientras lo hacía, he notado que sobre todo la sandalia izquierda me apretaba fuerte y finalmente no he tenido corazón de comprar las nuevas. Me ha parecido notar un suspiro de mis sandalias al salir de la tienda y que andaba como más ligero, así que dejo este capítulo ya cerrado. Seguiremos juntos hasta que la muerte nos separe, probablemente igual que con algunas camisetas de las que me digo que es la última vez que las llevo, algunas incluso con agujeros y ahí siguen conmigo, viaje tras viaje.



También voy al zoo, ya que sé que en la selva es muy difícil ver animales. Ver al jaguar impresiona, pero más me llamó la atención el oso hormiguero gigante, que nunca antes había visto.

Un oso hormiguero gigante

A pesar de que el cambio oficial del dólar es de unos 7 pesos bolivianos, en el mercado negro (ahora llamado mercado blue o paralelo, que es políticamente más correcto) lo he cambiado entre 16 y 17 bolivianos. Esto significa que todo lo que tiene un precio local me cuesta menos de la mitad de lo que costaría normalmente. Obviamente la gente te quiere cobrar en dólares al precio del cambio oficial, pero si te empeñas en pagar en bolivianos tienen que aceptarlo. Que conste, que los que te quieren cobrar en dólares, los quieren para luego cambiarlos en el mercado paralelo.

En la ciudad hay colas interminables de coches haciendo fila en las gasolineras lo cual, aparte de una pérdida de tiempo increíble para los conductores, que a veces tienen que dormir en el coche, provoca enormes pérdidas económicas y de tiempo. Esta semana el presidente de Bolivia ha prometido que la situación está a punto de regularizarse, pero días después sigo viendo colas por todas partes.

Filas de coches kilométricas, para repostar gasolina

El domingo aprovecho para ir al jardín botánico, que tiene 207 hectáreas y donde hay una parte de bosque natural donde un letrero te avisa de que no entres ya que puedes perderte. Me lo van a decir a mí que me pierdo todavía por La Laguna, donde vivo hace 30 años. Me adentro un poco en el sendero, pero al cabo de un rato lo que me hace volver atrás no es el miedo a perderme sino los mosquitos que me estaban esperando.

Sendero para perderse en el Jardín botánico

Como ya viendo siendo una tradición, me voy a cortar el pelo, aprovechando que tengo tiempo.


Y el lunes con escala en Cochabamba vuelo a Rurrenabaque, el punto de partida en la zona amazónica, al borde del río Beni. Como el nombre es largo y cuesta acostumbrarse a él, los de aquí le llaman Rurre. El rio Beni se une al río Mamoré, formando el río Madeira que acaba constituyendo el afluente más potente del Amazonas, a unos 2000 km (más o menos) de distancia de Manaos.

Este pueblo me recuerda un poco a Leticia, la ciudad amazónica del lado colombiano, aunque es mucho más pequeño y el río tienen mucho menos movimiento de barcos y gente.

Me doy una vuelta para ver que tour escoger y no me acabo de decidir, pero lo que sé es que no quiero salir al día siguiente. He escogido un hotel que está al lado de río Beni, donde los pequeños botes pasan con sus atronadores motores.

El río Beni, a la izquierda mi hotel, y hacia el fondo, la ruta hacia la selva en bote

Esto del cambio paralelo se las trae, porque casi sin quererlo entras en la espiral de la especulación ya que de un día para otro puedes ganar o dejar de ganar (no perder) una cantidad considerable de dinero, en función de los dólares que tengas para cambiar. Para poner un ejemplo, he contratado en Rurre un tour que cuesta 480 US$, pero como he pagado en bolivianos me ha costado en realidad 210 US$ ya que cambié en Santa Cruz a 16 bolivianos por dólar cuando el cambio oficial estaba a 6,9 bolivianos. ¿Quién ha perdido? En principio nadie, quizás el estado de Bolivia ya que esto a gran escala desajusta la economía y encarece algunos productos. El que hace el tour ha cobrado los bolivianos que pedía y como sus gastos no son en dólares, ni gana ni pierde. ¿Quién ha ganado? Pues obviamente yo que he podido contratar un tour de 5 días cuando mi presupuesto llegaba para uno de 2 o 3 días y el cambista que me cambió a 16 porque cuando yo salía le estaba vendiendo mis dólares a otro a 17. No sé si ha quedado muy claro. ¡¡En todo caso, una locura y lo que es seguro es que, en las elecciones de agosto de este año, este gobierno actual no va a continuar!!

Según el gobierno los que han provocado esta situación son los bancos que tienen reservas en dólares, adquiridos a precio oficial y los ponen en el mercado paralelo a un precio muy superior. Y es que no hay duda, los bancos representados por sus altos directivos son una panda de ladrones.

Aunque no la he probado, la coca está a la orden del día, y mucha gente la va mascando en las enormes bolas que mantienen en su boca. Lo de la torcedura no pude averiguar lo que era

Cerca de Rurre hay una comunidad indígena del pueblo Tacana, Villa Alcira, donde pude ver el funcionamiento de una máquina artesanal para extraer jugo de la caña de azúcar. Cuando la vi supe que, si mi amigo Manolo estuviera aquí, se habría quedado a vivir en la comunidad.

Máquina completamente de madera para extraer el jugo

Vista de Rurrenabaque desde un cerro cercano


Y de aquí salimos hacia la selva, que es a lo que he venido




viernes, 23 de mayo de 2025

PARAGUAY

 

Atardecer en el río Paraná (Encarnación)

Por una vez, y sin que sirva de precedente, he decidido ir a dos países que no tienen mar, Paraguay y Bolivia, pero que tienen inmensos ríos, lagos y lagunas.

De vuelta desde Ciudad del Este a la capital Asunción, esta vez me quedo en un hotel de españoles venidos a menos (tanto ellos como el hotel, con el pomposo nombre de Leones de Castilla) relativamente cerca de la terminal de buses ya que al día siguiente sigo viaje temprano. Me doy una vuelta por los alrededores y es una zona más moderna que donde me quedé la otra vez en el centro histórico. Hay tiendas y shopping mall’s de lujo, casas impresionantes y me llama la atención que aquí no hay policías en las esquinas. No lo entiendo, porque si hay algo que robar debe ser aquí. Estos ladrones no hay quien los entienda.

 

Policías esperando que les asignen una esquina

Fui a ver si encontraba una tienda de zapatos, pero nada más ver las tiendas por fuera ya vi que no valía la pena entrar. Busco unas sandalias porque las que me traje esperaba que aguantaran el viaje, pero se están deteriorando a ojos vista. Ya han estado conmigo en varios países, entre ellos en Madagascar donde una, la de la derecha, sufrió una operación a corazón abierto y les tengo cariño, como a todo eso que te acompaña durante mucho tiempo y te sabe mal tirar. Pues bien, en Paraguay lo de las sandalias no se lleva, aquí casi todo son zapatos cerrados. Así que vamos a ver si consigo que aguanten hasta Bolivia, que me da que allí si habrá. A saber ¡!

La zona donde me quedo está cerca del lugar donde el 17 de septiembre de 1980 fue ajusticiado por el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) de Argentina, el dictador nicaragüense Anastasio Somoza, que había huido de Nicaragua tras la Revolución Sandinista del 19 de julio de 1979 y se había refugiado en el país de su amigo dictador Stroessner. Y es que dos dictadores en un mismo país no se puede permitir (https://www.abc.com.py/nacionales/2024/09/17/somoza-fue-asesinado-hace-44-anos-en-asuncion-esta-es-la-historia/).

Me gustaría poner que los paraguayos/as son simpáticos, pero me cuesta definir como son. Yo diría que correctos, poco expresivos, te contestan si les hablas y poco más. En realidad, mis conversaciones son con camareros, taxistas, recepcionistas de hotel y algún despistado que me encuentro por ahí. En los buses no he hablado con nadie, la gente va en su mundo y un tipo con sandalias no parece interesarles demasiado. Además, hablan muy rápido, empiezan las frases a toda velocidad y si no pillas el principio tienes que hacerles repetir. Cuando hablan guaraní, un idioma que parece que consta de palabras muy cortas, onomatopéyicas, ya no entiendo nada, aunque a veces le ponen una palabra en castellano aquí y allá. Cuando salen en grupo entonces se les ve más relajados y alegres, sobre todo con un par de cervezas. Algunos me han preguntado si soy argentino o uruguayo, ya me dirás de qué ¡!

Trancón en Ciudad del Este

Paso por una calle donde veo una casa con un rótulo de Taiwán. Busco en internet y veo que Paraguay es el único país latinoamericano que reconoce a Taiwán como país y uno de los sólo doce países en todo el mundo que lo hacen. Cosas curiosas.

Otra cosa que me llama la atención es que la gente que parece de una mejor clase habla como los ticos, como si tuvieran un chicle en la boca, de una forma afectada y con un acento como americanizado. No he tenido ocasión de preguntar a que se debe eso.

De nuevo estoy en movimiento, me voy hacia Concepción, una ciudad que era mi objetivo desde que empecé a leer sobre Paraguay. Antes de llegar se pasa por Pozo Colorado, un pueblo sobre la ruta Transchaco, que finalmente no me he atrevido a hacer en su totalidad hacia Bolivia. Son muchas horas de bus para llegar hasta la frontera con Bolivia y luego del otro lado hasta Santa Cruz de la Sierra, sin saber el estado de la carretera ni si estará abierto el puesto fronterizo.

Pero por lo menos hago este primer tramo, y me pego todo el viaje (8 horas) con la nariz pegada a la ventana, viendo la vegetación de millones de palmeras Caranday (Copernica alba), algunos pájaros que se empiezan a ver y las casitas y estancias que son como salpicaduras en este terreno desolado.  Este es el camino hacia el pantanal, que es el mayor humedal tropical del mundo, al que se puede llegar viajando por el río Paraguay hacia el norte, otro viaje con el que me quedo con las ganas.

Foto tomada desde el bus de la entrada a una estancia

Concepción también es la puerta a la zona inhóspita del Chaco. Está a la orilla del río Paraguay y desde aquí se puede ir, si se encuentra algún barco, hacia Bolivia o Brasil. Ya el mítico barco Aquidabán, que tenía días regulares de salida, hace un par de años que dejó de funcionar y por lo que he averiguado no hay otro que lo sustituya. Hay que estar atento en el puerto y preguntar. El barco que estaba ahí cuando llegué, al que primero tomé por un pesquero, resulta que es de carga y de pasajeros y parece que salía el lunes a las 5 de la tarde hacia el norte (lo pregunté el domingo temprano por la mañana), aunque eso nunca se sabe.

Barco de carga y pasajeros

Ante tanta incertidumbre, me decido a dar una vuelta en una lanchita por el río Paraguay, hasta una isla que está enfrente, de donde es Juan, el lanchero que me lleva y que me dice que, a sus 62 años, toda su vida se la ha pasado transportando pasajeros de un lado a otro, antes a remo, y ahora ya más cómodamente con un pequeño motor.



Paseando en barca por el río Paraguay

Paraguay no está demasiado abierto al turismo extranjero, menos al del turista mochilero y más bien tienden a que sean viajes organizados en grupo tipo charter. No tienen ningún punto de información que sirva para viajeros individuales. Lo que más les gusta es construir una costanera a la orilla del río para que la gente vaya a pasear por las tardes y ya.  

Casona de principios del siglo pasado en Concepción

Finalmente viendo que en este país no había muchos más lugares que visitar sin que eso significara interminables horas de desplazamientos y sin saber cómo llegar a los sitios interesantes, o lo costoso que es en tiempo y dinero, he decidido adelantar al 23 de mayo mi vuelo a Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, con ganas ya de ir a la parte del Amazonas, esperando que todo sea más accesible, así que empiezo a leer noticias de este país y veo que hay movilizaciones campesinas a favor de la candidatura de Evo Morales (lo que significa cortes de carreteras y protestas) y que la situación económica es complicada con una moneda fluctuante, por lo que aprovecho para hacer acopio de dólares.


Finca de turismo rural El Roble

En Concepción, me decido a pasar un par de días en la Granja el Roble, propiedad de un alemán, Peter, casado con una mujer paraguaya, que tienen una serie de cabañas de estilo turismo rural y varios estanques para la cría de tilapias. Aprovecho las horas de la mañana para hacerme una caminata hacia el río Ypané, que no resultó muy espectacular, sobre todo porque el camino estaba embarrado por la lluvia del día anterior.


Peter y sus trabajadores cogiendo las tilapias de uno de los estanques

Cuando regreso hablo con Peter, el dueño de la finca, quien compró el terreno hace 35 años y que en muchas cosas es el típico expatriado con una visión muy particular del mundo. Pero por suerte evitamos los temas más espinosos en los que seguramente no estaríamos de acuerdo y acabamos hablando de viajes, de libros y de agricultura, en los que no hay posibilidad de discutir cuando a alguien le apasionan estos temas. Nos pasamos varias horas charlando lo que me deja un buen sabor de esta estancia.

Además los trabajadores de la granja me invitan a tomar tereré con ellos, un té frío muy rico, refrescante aunque lo de chupar todos de la misma pajita es lo que menos gracia me hace, pero así es la vida.

Puente sobre el río Ypané

Sólo de pensar en el regreso a Asunción, 9 horas en bus (cómodo, eso sí y con aire acondicionado) para hacer 400 kilómetros, esta vez por otra ruta, se me ponen los pelos de punta. Pero la Transchaco es muchísimo más dura, con una buena parte sin asfaltar y posibilidades de quedarse tirado por avería en el trayecto.  


Esta es la idea que hay aquí de la iglesia, enseñando a los indígenas y aniquilando su cultura y creencias (Belén, al lado de Concepción)

En mi último día en Asunción está lloviendo, con lo que me dan más ganas de irme, pero eso no quiere decir que cuando llegue a Bolivia no llueva también, con lo que volverán a darme ganas de irme y así en un bucle sin fin, hasta que deje de llover.


Siguiente etapa: Santa Cruz de la Sierra (Bolivia)