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domingo, 21 de diciembre de 2025

Sierra Leona (fin)

 

Niña en Bandajuma, en una plantación de cacao

Me llevo un montón de impresiones de Sierra Leona, que seguramente todavía me llevará algún tiempo procesar. Escribir el blog me sirve para reflexionar. No es lo mismo pensar para uno mismo, o contar a alguien lo que has vivido, muchas veces de una forma espontánea, según va saliendo, que escribirlo y darle vueltas a lo largo de los días, afinando y refinando tus impresiones. Me parece que todo queda más asentado, mas apegado a la realidad y relacionado con lo que has vivido en esos días.

Para ello tengo un par de días en Banana Island, mi última etapa antes de ir a Freetown para coger el barco que me llevara al aeropuerto (¿a que parece un contrasentido?) para volar toda la noche del domingo y llegar el lunes 22 por la noche a Tenerife.

Después de haber mirado las opciones que había en la isla, me decido por Dalton’’s Banana Guesthouse, un sitio que cuesta diez veces menos que el carísimo The Place y que me gusta diez veces más. Y es que cuando te quedas en un sitio que no es de tu nivel, creo que se nota, tanto si es por arriba como si es por abajo.

Dalton's Guesthouse, en Banana Island

La isla, antes de Navidad es de una tranquilidad absoluta. Coincido el primer día con 3 miembros de Médicos sin Fronteras (MSF), una chica rusa, un enfermero brasileño y un psicólogo holandés. También hay una pareja de franceses que vienen desde Francia en bicicleta y que van camino de Sudáfrica (uno de mis sueños que ya va a ser difícil poder realizar).


En todo este tiempo en Sierra Leona me ha tocado corregir la maquetación de mi libro sobre el cacao que la verdad es que no me dio muchos problemas más que las de conectarme de vez en cuando a internet, lo que no siempre era fácil. También he acabado de darle el ok a la cubierta estando en la isla. Ahora sólo falta que impriman el libro y que lo manden. Si no falla nada estará a mediados de enero, ya que la primera presentación está anunciada para el 31 de ese mes.


Uno de estos días me visitó una araña por la noche a la habitación. Al parecer es pariente de la tarántula y hubo división de opiniones sobre si es peligrosa o no. La chica del restaurante decía que no, que es una araña de campo y el dueño del hotel decía que si te pica, sólo duele un poco. En todo caso no la maté y la empujé hacia fuera para que volviera a su hábitat.


En la isla no hay mucho que hacer. Bañarse en el mar, hacer un poco de snorkeling, pasear por el pueblo que tiene sólo unas 50 casas y donde se puede ver algunas de un standard medio y la mayoría auténticas chabolas. También se puede ir a un pequeño puerto flanqueado por dos impresionantes ceibas. Allí los barcos y los marineros sestean, esperando el momento de salir a pescar. No parece que el negocio les vaya demasiado bien.

Otro día me voy caminando de punta a punta de la isla, hasta llegar a la siguiente (Ricketts), donde hay otro pequeño pueblo. En todo el camino en el que tardé una hora en un sentido, no me encontré absolutamente a nadie y a veces el camino se perdía. En algunos casos ayudaba ver donde había algún plástico en el suelo, lo que indicaba que ese era el camino correcto.


Ricketts island

Quizás influenciado por lo que escribí en mi libro, me he estado fijando en el trabajo infantil. Lo he visto en muchas partes y de muchas maneras. Niños vendiendo en las calles, niñas recogiendo botellas de plástico en las playas, otros acarreando recipientes con agua sobre sus cabezas, los niños trabajadores en la arena del río, quizás el trabajo más duro que les he visto hacer. En cambio, no he visto a ningún niño en los campos agrícolas por los que he pasado.


En el bar del pueblo de Banana Island, hay un mural que les recuerda de dónde vienen.



Paso el último día en Freetown aunque tranquilamente me podía haber quedado un día mas en la isla, pero no quiero apurar demasiado el último día antes de viajar por cualquier contratiempo que pueda surgir.

De regreso a tierra firme

Desde Kent se tarda casi 2 horas en llegar al extremo norte de Freetown, donde me quedo y que está cerca de las playas y del puerto donde sale el barco al aeropuerto. La ciudad está en efervescencia constructora, en parte por las remesas que mandan los que viven y trabajan fuera del país y que quieren tener un lugar donde vivir cuando regresen a sus orígenes, una vez retirados.

Camino de Freetown

Aprovecho por la noche para ver un poco del ambiente nocturno de la capital en la playa de Lumley, donde parece que todo el mundo se ha reunido para hacer botellón, ir a los bares e incluso para casarse.

Y hasta aquí llega mi periplo por Sierra Leona, ¡de momento!



 

 

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