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lunes, 8 de diciembre de 2025

SIERRA LEONA


No importa con quien hablara antes de empezar el viaje a Sierra Leona, todos me preguntaban si allí no estaban en guerra, si no era un país extremadamente peligroso y alguno también recordaba el libro o la película sobre los diamantes de sangre. A todos les decía que no, ni guerra ni extremadamente peligroso y que lo de los diamantes es de hace unos cuantos años.  Pero la verdad es que no tenía ni idea de lo que me iba a encontrar en este país hasta llegar y comprobarlo por mí mismo. A mi favor tengo el conocer ya algunos países africanos, de los que cinco están en esta zona de África occidental, lo que me da cierta perspectiva. También que tengo cierta predisposición a que me caigan bien en general las gentes africanas, lo cual siempre ayuda. Pero es difícil sustraerse a tantas informaciones negativas sin que te recorra una cierta incertidumbre.

Voy con un grupo de cinco personas de Barcelona, que se conocen y son amigos, interesadas desde diferentes perspectivas en el cacao de Sierra Leona, y a los que conozco cuando me uno a ellos en el aeropuerto de Bruselas.


Uno de ellos es el dueño de Organic África Chocolate (www.organicafricachocolate.org), junto con un colaborador de esta empresa, otro es el dueño de la cadena de supermercados ecológicos más grande de España y luego hay dos mujeres expertas nutricionistas.

La ventaja de ir con el grupo es que en Sierra Leona ya está todo organizado y para la primera semana no me tengo que encargar de buscarme la vida, tal como he hecho en tantos otros viajes. Esto quiere decir que cuando llegamos a Freetown vienen dos coches a buscarnos al aeropuerto, el hotel está reservado a nuestros nombres y después de cenar podemos ir a dormir enseguida después de la paliza de viaje de 15 horas que llevamos desde Barcelona.

Kenema y Kailahun

Las plantaciones de cacao que vamos a visitar están en el distrito de Kailahun, a unos 400 km de la capital, hacia donde nos dirigimos desde temprano por la mañana en los dos vehículos. Como vamos justos de tiempo compramos unos kebabs en Kenema y nos los comemos por el camino. Esta segunda parte del viaje es una pequeña aventura porque primero vamos en los dos coches hasta un pueblo, donde nos esperan motoristas que nos llevan a las 8 personas, ya que se nos han unido el alemán Daniel, dueño de la empresa ética Lizard Earth que comercializa el cacao y la sierraleonesa Fatmata. Vamos cada uno de paquete en una moto, como si fuéramos un tren, por unos caminos de tierra en mal estado donde lo único que esperas es no caerte. Pasamos por algunos pueblos donde la gente y sobre todo los niños salen corriendo a saludarnos y ver esta procesión de blancos tan rara.

Llegamos al poblado Bandajuma, donde hay una pequeña planta de procesamiento y vemos parte del proceso de fermentación en cestas, el secado sobre esterillas de bambú y donde Fatmata les da a los pobladores a probar chocolate que el grupo ha traído de Barcelona y que está hecho con el cacao que ellos han cultivado. Para la mayoría es la primera vez que comen chocolate en su vida.

Cacao secándose al sol en Bandajuma

Cuando ya se acerca la tarde, los niños en los poblados nos están esperando para vernos pasar, porque saben que en algún momento tenemos que volver.

De regreso en Kenama nos quedamos a dormir en el Hotel Paloma. En la mesita de noche de mi habitación, en vez de una Biblia hay varios condones, al parecer regalo de la casa, lo cual en la mayoría de los casos es de mayor ayuda que la susodicha biblia. Por la mañana, al ir a desayunar, veo salir de la habitación de enfrente a una despampanante mujerona negra y un hombre que la despide en calzoncillos, así que entiendo mejor la importancia del regalo.

Al día siguiente, ya todo es más relajado y vamos hacia otros campos de cacao, esta vez sin tener que subirnos en motos y me doy cuenta a lo largo del día, y así se lo digo a Daniel, que hay muchísimas cosas que hacer y mejorar. También hacemos una corta visita a un rey local, que al igual que en otros países africanos, cumplen una función de intermediación entre el gobierno y la población, así como de autoridad en casos de conflicto, como suele ser habitual en los casos de propiedad de la tierra.


Acabamos el día visitando por la tarde la fábrica donde a partir del año que viene se procesará parte del cacao transformándolo en masa de cacao, con la posibilidad también de tostarlo y poder exportar con valor añadido, huyendo de la simple venta de materia prima, que lo único que hace es seguir replicando el sistema colonial que en realidad nunca ha desparecido.

Hay que decir que todos los procesos con el cacao, incluso los que se realizan en el campo, son muy intensivos en mano de obra, por lo que la gente local, que son contratados por esta empresa, pueden tener ingresos monetarios adicionales que les permiten mejorar en algo su nivel de vida.

Con el grupo regresamos al día siguiente a Freetown (otras cinco horas de viaje en coche) y vamos al santuario de Tacugama, donde hay un centenar de chimpancés que esta institución ha recuperado de las zonas selváticas, bien porque estaban heridos o bien porque los cazadores han matado a la madre. Allí se les alimenta, permaneciendo al principio en campos de entrenamiento para adquirir capacidades de buscar comida, como por ejemplo ponerles frutas en cajas con barrotes para que con la ayuda de palos sean capaces de cogerla. Al cabo de un tiempo pasan a superficies boscosas cercadas, para que cada vez se alimenten más por sí mismos, esperando el momento en que puedan ser devueltos al bosque, aunque en muchos casos no es posible y pasaran el resto de su vida en este centro.

Al día siguiente por la mañana nos recibe en su despacho el jefe de ministros de Sierra Leona, David Senghe, el cual, en una forma muy ejecutiva, se hace en 10 minutos con una imagen del proyecto y de los problemas más importantes que promete abordar. Nos concierta una cita para al cabo de una hora con el ministro de Agricultura. También nos recomienda hablar con el embajador español responsable para Sierra Leona, pero ubicado en Guinea Conakry, que está ese día en Freetown, aunque las agendas no coinciden y finalmente no nos vemos. Sergi, que ha vivido varios años en África, dice nunca ha conocido a ningún embajador español que haya hecho algo que valga la pena para ayudar a iniciativas como en la que estamos inmersos. La visita con el ministro de Agricultura si tiene lugar y habrá que esperar los resultados, aunque ya es interesante que políticos de este nivel, con capacidad de decisión, se interesen por este tipo de proyectos.


Como ya es fin de semana lo damos todo y nos vamos a The Place, el hotel más lujoso de Freetown que está en la playa. Fue construido en su momento para los ingenieros que trabajaban en las grandes minas del país para que fueran una semana allí después de 3 semanas en las minas. Nunca en mi vida he pagado tanto por una noche de hotel y no creo que nunca lo vuelva a pagar. Pero al ir en un grupo, que lo ha organizado todo y me ha dado la oportunidad de conocer todo esto, lo que hacerlo por mi cuenta habría sido muy difícil, tienes que adaptarte a su programa. Eso no quita que me haya parecido una contradicción completa entre lo que hicimos el primer día y pasar al otro extremo, pero los caminos del señor son variados e inescrutables. Por la noche hay una fiesta en la playa de danzas del vientre o algo parecido con un grupo de Dubai y dado que el propietario del hotel es de la India, hay un montón de ciudadanos de ese país, que una vez ingerido suficiente alcohol, nos muestran lo mejor y lo peor de ese país. No lo disfruto para nada y a la que puedo, me escapo a la habitación e intento dormir a pesar de la música.


Lo mejor de este sitio para mí fue poder ir a ver los pescadores con sus barcos de colores y ver la amabilidad de la gente y de los niños, a pesar de que te ven venir de ese lugar donde pagas más por una noche de lo que ellos ganan en un mes.

Por fin el grupito se va y yo regreso con Daniel y Fatmata a Kenema, a volver a la vida normal, ¡por fin ! y donde pasaré las siguiente dos semanas intentando aportar algo al mundo del cacao sierraleonés.

¡Esto es África!