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domingo, 25 de agosto de 2019

Sao Tome y Príncipe, a pie y en bicicleta (I)



Baobab en Lagoa azul, lamiendo las olas del mar
La República Democrática de Santo Tomé y Príncipe, es un país africano formado por varias islas localizadas en el golfo de Guinea, al noroeste de la costa de Gabón, muy cerca de la línea ecuatorial. Las islas de mayor importancia son Santo Tomé y Príncipe. Tienen una extensión de 964 km2 (un poco más grande que la isla de La Palma) y casi 200 000 habitantes, de los que solo unos 7 000 viven en Príncipe, siendo el portugués es la lengua principal.

Para lo que es habitual en mí, me decidí con poco tiempo de antelación a hacer este viaje y por haber sido mi isla 111 (no fui a Príncipe), no estuvo nada mal. Volví encantado y ya estoy pensando en cuando volver.

Pero vamos por partes. Nada mas llegar hice lo que mas me gusta, patearme la ciudad todo lo que podía, perdiéndome por las calles a pesar de lo pequeño de la capital y bordeando la costa cuando no quería perderme. Hay varios edificios coloniales bonitos de ver, aunque muchos se están deteriorando a ojos vista y muchas estampas que no te da ni tiempo a fotografiar.

Casa colonial en proceso de descomposición

Aproveche además para visitar una cooperativa de cacao biológico, con más de 2 000 socios, donde me entreviste con su director ejecutivo a quien vamos a invitar a un encuentro que tenemos próximamente en Costa de Marfil. Después de hablar con el y entendernos perfectamente, leí en un folleto que me dio que hasta el año pasado había sido ministro de agricultura, lo que reforzó más mi buena opinión sobre él ya que pocos políticos vuelven a la vida normal después de su paso por altos cargos.

Taxis amarillos en la capital
También aproveche para ir a hacer una cata de chocolates con Claudio Corallo, un italiano gurú del chocolate exquisito y con fama mundial. En la degustación éramos unas 25 personas, casi todos blancos y había un asiático que solo hablaba inglés y al que le dijeron que la charla era en portugués y en francés. Por lo menos comió chocolate.
Además de inundarme la boca de los diferentes sabores que hace, le lleve un chocolate de Choco Togo, del que dijo que se podría mejorar, pero que no estaba mal. Claudio hace algunas exquisiteces como poner un trocito minúsculo de café tostado de una variedad que viene de Liberia (con un rendimiento de solo 50 kg/ha), rodeada de chocolate, que te deja la boca con un agradable sabor a café. A cambio de mi tableta de chocolate de Togo me regalo una de sus exquisitas bolitas.
Aunque vive y tiene su laboratorio en Sao Tome, sus plantaciones están en la isla de Príncipe. Alguien de los visitantes pregunto a Claudio si era porque allí el clima era mejor, había más lluvia o el suelo era más apto y el riéndose le dijo que no, que era porque le gusta mucho la pesca submarina y allí es mejor que en Sao Tome así que por eso al principio, cuando llego hace 20 años, se fue a vivir allí y compró las tierras.

Cerca de Monte Cafe, la cascada de Sao Nicolau, con mi super e-bike
Después de pensármelo un poco me decidí a alquilar una e-bike que costaba 25 euros por día, pero con la que en los 2 días que la tuve fui feliz. Con ella llegué a todos los sitios que quise, subía las cuestas como un tiro y dejaba sobre todo a los niños boquiabiertos cuando me veían subir a 25 km/h y en algunos casos, cuando había hoyos en la carretera, adelantando incluso a los coches.

Niños no se sabe si contentos de verme a mi o a la bicicleta
Subí hasta Monte Café, a más de 600 msnm y en la bajada me decidí a meterme por toda pista y vereda no asfaltada que encontraba. Yo sabía que mientras fuera de bajada iba bien y además siempre tenía mi teléfono con GPS que en caso de duda me echaba una mano, sobre todo en los cruces. La bici no tenía cuenta kilómetros, pero si velocímetro. En las bajadas en que la carretera estaba en buen estado llegaba a los 50 km por hora. A partir de ahí cerraba los ojos para no ver si seguía aumentando.
Pero también me hacia la pregunta si no estaba yo de nuevo mostrándoles otro de los productos de la Europa rica a la que ellos posiblemente nunca llegaran ya que la e-bike cuesta por lo menos 2 veces como alguna de las motos chinas que se venden en el país. No es de extrañar que se quieran ir a Europa ya que, cultivando cacao, ni que sea biológico, nunca lo van a conseguir.

Roça cerca de Madalena
Por la mañana la dueña portuguesa del hotel Central donde me quedo me da dos besos de buenos días y cuando salgo a la calle nada de lo poco negativo que había leído sobre la isla me pasa. Las amplias avenidas y las casas coloniales al borde del mar me recuerdan a la ciudad de Dili de la isla de Timor Este y es que seguramente fueron los mismos arquitectos portugueses los que diseñaron estas ciudades. La gente te dice bon día por la mañana y boa tarde mas luego. Las casas no tienen rejas ni hay guardas armados, lo que es un índice claro de seguridad. A lo máximo hay unos cuantos viejos sentados a la fresca que no se si son vigilante o es que viven en las casas. Para entendernos, viejo es cualquiera que pase de 61 años y este dato va cambiando con el tiempo. En su forma de vestir y comportarse me parecen mucho mas europeizados que los togoleses, seguramente porque al ser traídos de otros países como esclavos y ser mezclados entre ellos, perdieron buena parte de su cultura.

En la capital pasé por el mercado atravesando los puestos de verduras, frutas, carne y pescado, toda una aventura olfativa. Se que no les gusta que les hagas fotos así que me quedo con el recuerdo de sus colores. Y no hay rio por el que pases que no veas niñas y mujeres lavando los trastes de la cocina o la ropa, todo el día, desde la mañana hasta la tarde.

Mujeres lavando en un río cerca de Neves
A Sao Tome la llaman la isla del chocolate porque una buena parte de la isla esta ocupado por árboles del cacao y además aquí se han establecido algunos chocolateros que tienen fama más allá de las islas. Este país fue el mayor exportador mundial de cacao en 1910 con 35 000 toneladas, lo que disminuyo drásticamente en los años posteriores y sobre todo tras la independencia en 1975. Hoy solo se producen y exportan unas 3 000 toneladas.
La instalación en el país de inversores extranjeros, siendo ellos mismos o trayendo maestros chocolateros de Europa, han relanzado la fama de la isla con una producción de chocolate de alta calidad.

Sacando el cacao de las mazorcas en Roça Monte Forte
Desde hace algunos años se ha instalado en la isla la empresa Agripalma que procesa aceite de palma y que ha plantado 5 000 ha, ocupando incluso partes de zonas protegidas y alterando claramente la biodiversidad de la isla. Ya hay algunos movimientos en contra de esta empresa y han conseguido (aunque esto no se sabe muy bien) que no se sigan extendiendo hacia el parque natural Obo, un parque que abarca cerca 235 km² de Santo Tomé en el sur y 65 km² de Isla de Príncipe. ​ El parque es conocido a nivel internacional entre los conservacionistas por su gran riqueza biológica y su densa selva tropical virgen. En todo caso, encuentro que la palma africana ofrece un paisaje desolador, aunque es verdad que da empleo a una buena cantidad de la población del sur de la isla, aunque sea al sueldo de miseria de 40 Euros al mes.

El pico Cão Grande, tapón volcánico en la isla de Santo Tomé (Santo Tomé y Príncipe), que se eleva más de 300 m sobre los alrededores
Los caminos empedrados, marca de la casa de los portugueses ahí donde estuvieron, constituyen toda una red que une los diferentes poblados y roças, la mayoría no transitables para vehículos de 4 ruedas y que por falta de mantenimiento se van deteriorando poco a poco.

Mujeres bajando por el camino que viene de la Roça de Sao Joao de Angolares
Los niños van a pescar a muelles que conocieron mejores tiempos y con tablas, construyen sus propios legos de la vida. En este estuve un buen rato y si al principio muestran interés por ti, al cabo de un rato, si no les das nada y no les haces mucho caso, vuelven a sus actividades cotidianas, algunas de juegos y otras de adulto, como la pesca.


Cuando fui al museo en la capital me dijeron que me darían un recibo al salir y no debieron entender mi nombre pero si de donde venía.



Ilheu das Rolas, al sur











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