Praia Jale |
Aunque la predicción del tiempo en mi teléfono decía que iba
a llover no le hice caso ya que hacía sol, así que me alquile una moto en la
capital que, curiosamente, valía lo mismo que la bici. Eso sí, mientras la
bicicleta era nueva, la moto era un poco desastre y en realidad no es una moto
de alquiler, sino que la agencia llama a algún conocido y le pide la moto y se
reparten de alguna manera las ganancias. Al final del día llegue a mi destino, pero
medio empapado. Aunque ya habían pasado 2 días de mi excursión en la bici
todavía tenía agujetas, aunque es un dolor agradable, de sentirse bien.
Con la moto me recorro las playas del sur, a cual más
bonita, a las que llego más fácil que si fuera en coche ya que las pistas están
llenas de piedras y baches.
Praia piscina |
Como mi teléfono me vuelve a decir que lloverá algo los
próximos días, esta vez le hago caso y cuando toca devolver la moto después de
dos días, la cambio por un jeep Suzuki, que vale 40 Euros. La verdad es que no
se en que se basan para poner los precios ya que no le veo mucho sentido.
Como la predicción fue de verdad, el coche me permitió
moverme, aunque lloviera, ya que así podía apuntar hacia donde escampaba.
Los 2 últimos días en Sao Tome me quede en una Roça que es
como les llaman a las haciendas que tenían los portugueses. Ahí coincidí de
nuevo con Daniel el gaditano y una pareja de franceses simpáticos.
El gaditano enseñando a tocar las palmas a los niños. Me decía que pillan el ritmo enseguida |
Desde allí me recorría en coche la parte oeste de la isla o
me iba por la tarde a pasear a pie, sobre todo a otra Roça que se llama La
Generosa, subiendo un repecho y donde había un bar, fuera del cual me sentaba a
tomar algo, a escuchar su música africana y a ver pasar la vida.
Recorriendo la isla me fijo en todo lo que puedo como por
ejemplo en las escuelas que están en mejor estado que en Togo, ya que por lo
menos tienen puertas y ventanas con cristales.
Escuela cerca de Madalena |
La pesca que se realiza desde la costa es muy artesanal, con
pequeños botes a los que cuando hay viento le ponen unas velas a base de
sacos. No sé si la pesca puede ser uno
de los intereses de los chinos en su presencia en la isla o también de empresas
españolas. En internet leí sobre denuncias de corrupción ligadas a empresas de
nuestro país. En cuanto a los chinos, con decir que tienen una enorme embajada
en un país tan chiquito como Sao Tome creo que lo dice todo. En la capital
conocí a un chico que había estado en Guinea Ecuatorial y que por eso hablaba
muy bien español. Me dijo que trabajaba con una empresa china que no hacía nada
más que esperar a que saliera algún contrato de obras de su país para
ejecutarla.
Las playas, como más alejadas de los pueblos y ciudades, más
bonitas y desiertas son. Esta llamada la piscina es de una belleza especial,
aunque la marea alta y el oleaje no me dejaron meterme muy adentro. El gaditano
me invito a ir a dar una vuelta con una barca de un pescador para ir a ver
ballenas. Cuando vi la barca, al pescador y el estado de la mar, le dije
amablemente que no, gracias, que no tenía ganas de mojarme. ¿O será que me
estoy haciendo mayor?
La palma africana se acerca al pico Cão Grande como si fuera
un monstruo que se arrastra con vida propia y no fuera una empresa con
propaganda de agricultura tropical sostenible quien lo hace avanzar. Esta sea posiblemente
ambientalmente una de las mayores sombras de Sao Tome.
El pico y el monstruo |
Algunas casas, aunque sencillas y en madera, destacan con sus
colores vistosos y las vistas que tienen. En general recorriendo la isla por
los caminos en los que solo podía viajar con la bicicleta, vi que la mayoría de
las casas tienen más un estilo europeizado que africano y, por lo tanto, al
menos desde fuera no dan esa impresión de desaliñadas y apedazadas como en
Togo.
Casa cerca de Ribeira Afonso |
Pero si algo también hacen en Sao Tome es cosechar el vino
de la palma o mejor dicho ordeñar la palmera para que el jugo resultante, después
de destilarlo les dé un licor con el que les gusta emborracharse, como este
hombre en lo alto de la palmera. Yo me contentaba con emborracharme de estos
bosques lujuriosos.
Las haciendas que tenían los portugueses también se hicieron
en sitios privilegiados, muchas veces con vistas impresionantes al mar y en
terreno volcánicos fértiles para el cultivo de café y cacao, como esta en que
me quede los dos últimos días y disfrute como un enano de ir a la playa,
caminar por caminos y veredas e irme hasta el fin de la carretera con el coche
y empacharme de cacaoteros.
Hotel Roça Monte Forte, donde se cultiva cacao biológico al lado del mar (y entonces que hago yo en Togo en vez de estar aqui ?) |
Estoy listo para volver¡!
Y el que quiera ver las restantes 200 fotos que tengo, o que
venga a verme, o mejor, que se vaya a Sao Tome.
No hay comentarios:
Publicar un comentario