Camino de Kuma Konda y debajo del monte Kloto, en un camino algo apartado de la carretera, hay este precioso árbol y una casa abandonada |
Aunque llevo solo unos días en
Togo y ya no me acuerdo de Tenerife, ni de mi piso ni de mi baño, que se quedo
a medio hacer cuando me fui. No sé si esto es una ventaja o no.
Ya de vuelta en Kpalimé me pongo a cuidar mis tomates
asalvajados y también he conseguido comerme unos cuantos pepinos.
Y hoy, 31 de octubre, empiezo la cuenta atrás, ya que me
queda justo un año de contrato en Togo. Ya he empezado a hacer planes para el
día después, una de las cosas que más me gusta, planificar el durante y el
después. Primero quiero volver a Tenerife y luego ya veré, seguir haciendo
cosas que me gusten.
Una de las cosas que más me preocupa después de mi estancia
en Tenerife, es lo de los viajes del Imserso, a los que he visto que mis amigos,
ya jubilados, se apuntan alegremente. No puedo pasarme la vida riéndome de los
viajes del Imserso, para luego hacer como que no me acuerdo, por baratos que
sean. Así que ya aviso, si llegado el momento alguien me ve en un viaje de
esos, ello será una clara señal de mi decadencia definitiva.
Después de mi experiencia en las recientes obras en el baño de
mi casa he pensado que igual puedo yo hacer una buena parte de las futuras
obras que quiero acometer ya que, para hacerlo mal, yo también puedo y además
no me cuesta dinero.
Mis amigos catalanes me dicen que
cuando vuelva dentro de un año, ya Catalunya será independiente, pues vamos a
ver. En todo caso nos lo pasamos bien recordando viejos tiempos y viendo a
gente que hacia mucho que no veía.
Mientras, ya de
vuelta aprovecho toda ocasión para ir a Lomé y pasármelo bien con mis otros amigos,
casi todos hispano parlantes
Vivien, Juan, Giacomo, Marta, Silvia y Juan y Andrés, que hizo la foto |
Con Silvia y Kika
aproveche para ir al mercado de Hedzranawoe (que todos llamamos Jarana Guey por
razones obvias). Allí se puede comprar cualquiera de los productos, ropa y
calzado que en Europa tiramos en los contenedores de ropa usada y que aquí se
revenden a precio de risa (si sabes regatear) y que en algunos casos son
lavados, cosidos, remendados y puestos a punto por una corte de trabajadores,
en un mercado sucio y maloliente, que debe albergar más de mil personas, por
decir una cantidad, trabajando en él.
Togo es como Nicaragua hace 30 años. Tuve el otro día un "deja vu" cuando estaba reunido con miembros de una cooperativa. Es el mismo bajo
nivel de formación, la misma falta de medios e infraestructuras, solo que con
30 años de diferencia. No me desanimo, pero tendría motivos para ello. Y ellos más
¡
Aunque me queda un
año de trabajo aquí, veo el futuro de este país como el de este busito
sobrecargado y a punto de tumbarse y caerle a alguien encima.
Por suerte las
palmeras y los colores de este país siempre me devuelven al plano optimista
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