Mural en Abijan |
Tuve que ir a Costa de Marfil por
trabajo y por primera vez he viajado a otro país sin prepararme el viaje. Ya en el
aeropuerto de Abijan, después de varios recordatorios de la obligatoriedad de traer el
visado y de amenazarme con devolverme a Togo con el mismo avión, yo creo que
gracias a que llevaba el pasaporte de servicio alemán y a mi simpatía natural,
me dieron un papel para que al día siguiente fuera a buscar el pasaporte a la
central de la policía. Una vez allí y cuando vieron que no traía la foto que
siempre hay que llevar para estas ocasiones y seguramente pensando que era
tonto, me entregaron el pasaporte y sin pagar visa ni nada me pude ir. Final
feliz con algunos sudores¡!
Yo ya estuve en Costa de Marfil
en 1996, esa vez con visado y ahora, de nuevo en Abijan, la capital económica
de Costa de Marfil, 23 años después no reconozco nada. El tráfico se ha
convertido en un problema, los altos edificios están por todas partes, están
construyendo un bulevar al lado del mar impresionante y los coches grandes y de
lujo están por doquier. En las jornadas a las que asisto hay prevista una
salida a visitar una cooperativa y un productor de cacao. Una vez salimos del
lujoso centro de Abijan, empiezan a aparecer las barriadas de techos de zinc y
una vez llegamos a la zona rural, ya nada se diferencia de la Togo rural, con
la misma pobreza y calles sin asfaltar.
La primera vez que estuve en Costa
de Marfil me llamo la atención la cantidad de camiones cargados con enormes
troncos que circulaban por la carretera. A pesar de que este país ya es
considerado como prácticamente deforestado, quedando solo los reductos de áreas
protegidas y los bosques sagrados, todavía pude ver en un rato varios camiones cargados de troncos, lo que indica que la tala
sigue.
En Togo el calor ha venido igual
que se fue, si es que se fue alguna vez, unido a cortas lluvias, que refrescan
para luego apretar de verdad. Y así sera hasta mayo. En mi casa de Kpalime me siento
a comer y a veces me olvido de poner el ventilador. Al poco rato el sudor corre
desbocado y sus cosquillas en la espalda me recuerdan el olvido.
Kosi, un artista que hace los
batiks que mas me gustan, me dice que antes de que llegue el Harmattan, el
viento que viene del desierto, viene una lluvia fuerte que es la ultima de la
temporada. Kosi me cae bien, y lo voy a ver cuándo subo a Kuma Konda, aunque
no le compre nada. Pero esta vez no me pude resistir y le encargué otro pescado
ya que el primero lo escogió una amiga, así que no me queda mas remedio que
comprar otro. Me dijo que nunca hace ninguna obra igual, lo que también me
parece bien.
A menudo pienso en que significó
para este país tantos años de esclavitud, llevando a tanta gente esclavizada a trabajar a América. Sobre
la reparación de este crimen contra la Humanidad de la esclavitud y que los
países occidentales se niegan a debatir leo esta frase en “El planeta futuro” de
El País en noviembre “El crimen de la esclavitud es irreparable; la
reparación, aunque sea imposible, sigue siendo un derecho, dicho por la
ex ministra de Justicia de Francia.
Estoy leyendo Afrikanische
Totenklage: Der Ausverkauf des schwarzen Kontinents, algo así como “la venta
del continente negro” de Peter Scholl-Latour, otro libro denso y lleno de datos
que muestran cuales son las razones que han llevado a este continente a seguir
en este nivel de subdesarrollo, analizando desde mediados del siglo pasado
hasta principios del actual.
En mi vuelo a España se veia el Niger en Mali, surcando las dunas del desierto |
Y para saber mas del cacao bio en Togo:
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