Además de que no se le
escapaba ninguna señal de vudú, por pequeña que fuera, mientras los pescadores intentaban
atrapar a los peces, la autora de esta foto también se especializo en atrapar a
los pescadores tirando sus redes.
Casa vudú en Grand Popo |
Desde un inicio, nada más
llegar a Benín, el vudú fue a nuestro encuentro. Lo encontramos bailando en las
calles del Grand Popo, con unas figuras en que según su tradición no se sabe si
dentro hay un hombre o un animal y luego lo fuimos viendo por todos los
rincones de los sitios que visitamos.
Siembra de manglares en Grand Popo |
De ahí nos fuimos a Cotonou, una ciudad a la que cuesta encontrarle el encanto, aunque nosotros lo encontramos en casa de Pepa y Arturo, que nos dieron las pistas necesarias para seguir explorando el país.
Cualquier lugar es bueno
para echar una cabezadita. A la sombra del jardín de la antigua casa del gobernador
en Porto Novo, estos dos benineses no se lo han pensado. Esta ciudad, difícil
de recorrer a pie, tiene algunas plazas que han sido renovadas, poniendo de
nuevo en valor la cultura vudú, que desde hace pocos años es también religión
oficial en Benín.
En el lago Ganvie, uno de
los sitios de visita turística obligada, la gente no quiere ser fotografiada,
quizás por alguna creencia y también porque están hartos de que todo el mundo
les saque fotos como si fueran monos de feria como nos lo demostraron
claramente estos dos niños. En el lago se vive de la pesca, de los criaderos de
gambas y del pequeño comercio que se realiza en piragua. El turismo todavía
incipiente, podría ser importante una fuente de ingresos si se organiza bien,
lo que visto lo visto, es poco probable. Además, nunca he visto tantos niños
trabajando como en este país, lo que tampoco es un aspecto que el turista
aprecie.
De herencia en Ganvie nos
quedó Boniface, un guía que nos recomendaron. Nos llevó a ver a un rey local al
que tuvimos que darle dinero, regalo lo llaman ellos. Le di 3 euros por el
ratito que estuvimos con él y además un consejo de cómo mejorar la situación de
su pueblo plantando tomates según el ejemplo que vi en un lago de Myanmar.
Cuando ya nos íbamos a ir me llamo haciendo intención de querer hablarme al
oído y yo creí que me quería agradecer el consejo que le había dado, pero el
susurro fue que si no le podía añadir algo más de dinero para sus consejeros,
así que tuve que apoquinar otros 3 euros. Me fui con la impresión de que todos
los reyes son iguales, no sirven para nada y además viven de los demás sin
trabajar. Y eso que Benín es una república¡!
Desde ese día Boniface no
ha dejado de bombardearnos con mensajes de amor, amistad, de buenos días y
buenas tardes de forma incansable, aunque no se le conteste.
Después de haber estado
varias veces en los lagos de Camboya, con sus pueblos flotantes, no me
impresionaron demasiado las casas sobre palafitos, más que los equilibrios de
algunas casas por mantenerse y los mercados ambulantes en piraguas.
Este lago es muy poco
profundo por lo que las piraguas no usan remos sino pértigas para impulsarse y
los pescadores muchas veces van caminando y tirando las redes.
Abomey |
Abomey fue la cuna del
reino de Dahomey y los restos que quedan de sus palacios valen la pena verse.
Aunque los guías se esfuerzan en explicártelo todo, la cantidad de datos, los
nombres que te dicen en su lengua local como si tu pudieras retenerlo, hace que
al final ya no sepas que rey estaba dónde ni cuándo. Una sencilla hoja con los
datos más básicos seria de mucha ayuda, pero aquí todavía prevalece la
transmisión oral del conocimiento.
En Ouidah, otra visita
obligada es la casa de las pitones, donde unos 60 ejemplares son venerados por
sus habitantes como parte de sus creencias del vudú, que al contrario de lo que
se cree y como nos explicaron, se trata de una religión como cualquier otra, que
ofrece dadivas a sus dioses para pedirles cosas, ni más ni menos como se hace
en la mayoría de las religiones. La magia negra y los alfileres en los muñecos
es la contraposición al bien, como existe también en otras religiones.
Lo que si me gusta de
África en general y en este caso de Benín en particular es la profusión de
colores en todas las cosas. En Ouidah, una ciudad que se puede pasear en su
núcleo urbano, en la Fundación Zinsou, su café y su tienda te ofrece cultura,
arte y mucho colorido.
Desde la ciudad se puede
hacer a pie el mismo recorrido que hicieron los esclavos hasta la puerta del no
retorno, de donde eran embarcados hacia los enclaves de esclavos en América del
sur. El árbol del olvido, el antiguo fuerte portugués, la puerta del no retorno,
son algunos de los vestigios que se pueden ver y dan una dimensión de la
sangría a la que fueron sometidos estos pueblos, primero en las guerras entre
las diferentes tribus y después, en su venta como mercancía a los esclavistas
europeos.
Lago Ganvie |
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