Esto no es Butuán |
Y empiezo mis primeros días en
Butuán, hechos de la rutina del trabajo y de irse acomodando a las costumbres
locales. Cuando me preguntan algo, para decir que si hago como los filipinos, levanto de forma ostentosa las cejas lo que
significa eso, que sí.
Me he comprado una fiambrera
para que no me den 3 bolsas de plástico cada vez que voy a comprar la comida. Me
he acostumbrado a comer en la oficina, con mis compañeras de trabajo y
compramos la comida en una comidería, algo muy típico aquí llamado carendería, donde
puedes comer en unas mesitas pequeñas o bien te llevas la comida a tu casa o
lugar de trabajo. Para ello usan unas bolsas pláticas transparentes, poniéndote
el arroz hervido con una medida preestablecida en una de esas bolsas, luego usan
un platito como medida de lo que pidas, normalmente carne y a veces pescado, que
también vuelcan en otra bolsa y luego las dos bolsas las ponen en otra bolsa más
grande para poderlo transportar. A mis compañeras de oficina les parece muy
bien mi iniciativa medioambiental y primero pensé que lo tomaban como otra
excentricidad de uno de estos extranjeros y pensaba que esto es como lo de
género, está muy bien hablarle a los otros de estos temas, pero cuesta más
aplicárselo uno mismo. A la semana siguiente fueron apareciendo cada una de
ellas con su tuper y ahora ya dejamos de incorporar al menos 12 bolsitas de
comida al día (bueno, algún día se les olvida) a la contaminación
medioambiental. Gratamente sorprendido!
La ciudad de Butuán es aburrida
y no hay nada especial que hacer. Lo más excitante es irse después del trabajo,
cuando ya ha oscurecido, andando hasta un centro comercial (Gaisano Mall) que
está a 1 km de distancia. Es excitante porque el tener que sortear los diversos
obstáculos que hay en la acera tienes que pasarte a la carretera y ahí siempre
hay la posibilidad de que alguno de los artefactos que circulan por ella te
atropelle. Algunos días, a las 7 de la tarde ya estoy de vuelta, cenado y
dispuesto para irme a la habitación y volverme a conectar a internet. Es lo que
tiene contratar gente que es de fuera, que al aburrirse, trabajan incluso en
las horas fuera de oficina. El aire acondicionado que hay
por todas partes me tiene la garganta destrozada y a veces al hablar me sale
una voz de niña con lo que cualquier día de estos me van a tomar por un
ladyboy.
Lo de los eructos me sigue
ocupando bastante ya que no me acabo de acostumbrar. Se los echan de todo tipo
y colores, más flojitos y algunos desde el fondo más profundo del estómago. Yo
entiendo lo que dicen de que los gases malos deben sacarse al exterior, como si
la boca fuera un tubo de escape, pero no entiendo porque luego cuando
estornudan se disculpan y dicen “excuse me”. Estoy algo confundido y estoy
esperando a que alguien se tire un pedo para ver qué es lo que se hace en esos
casos (y descubrir si eso es un segundo tubo de escape o se considera solamente
como un ventilador), es sólo para saber, por si me encuentro en esa situación y
saber si tengo que pedir disculpas, dar las gracias o aplaudir.
La despedida
La naturaleza alegre del ser
humano está en el viaje y no porque piense que se va a encontrar con algo mejor
más allá, lejos del sitio en el que vive, sino por huir del tedio de los días
repetidos y, siendo osado, por huir del miedo, de esta carrera alocada hacia la
vejez y la muerte en la que todos andamos inmersos.
Manuel Leguineche
Voy a compartir algunas de las
razones de porque he decidido dejar de viajar y volver a llevar una vida más o
menos normal, o sea trabajando y anclándome a una rutina. Pienso que el viajar
sobre todo te abre la mente a otras culturas y otras formas de hacer y pensar.
A veces pienso que me ha hecho más paciente, pero sólo un poco y que me ha
ayudado a conocerme algo más (sólo un poco también, ya que la verdad es que me
parece que después de tanto tiempo ya me conocía bastante).
En bici por Tonga |
Durante los casi 5 años que
trabajé en Nicaragua nunca me costó levantarme para ir a trabajar mientras que
el otro día me dí cuenta que me costaba levantarme para seguir estando de
vacaciones, cuando había decidido ir a ver un parque en Davao donde tienen
algunos de los últimos ejemplares de las enormes águilas filipinas. Noto como
que he perdido la ilusión por ver cosas nuevas y me cuesta sorprenderme como cuando
empecé el viaje. También me ha pasado varias veces que me tenía que parar a
pensar durante un buen rato en qué país estaba ya que al cambiar casi cada mes
de país ya no me acordaba. Ahora que llevo más tiempo en Filipinas ya no me
pasa.
También dejo el viaje porque siento
que ya cumplí la mayoría de los sueños que tenía o bien vi que no eran tales.
He sentido cierto deterioro físico-químico-económico y en algún momento del
viaje, por primera vez en mi vida, he sentido que me he hecho
mayor. A veces me he sentido fuera de lugar en alguno de los backpackers donde
me he quedado. Creo que he cumplido los sueños que se pueden hacer con poco
dinero, ahora voy a ver si hay alguno que sea más caro y me pongo a ello.
Durante algo más de 2 años he
estado viviendo en mi mundo feliz, hecho de mar y peces de colores, de calor,
pantalones cortos y chancletas, de sonrisas y pieles morenas, arena fina y
cocoteros sin fin, donde el agua salada y el sol doran tu piel. He viajado
desde septiembre de 2010 hasta enero de 2013 y entremedio he trabajado durante
3 meses. Durante este tiempo he estado en 18 países que no conocía, alguno de
los cuales luego he repetido. He dormido en 50 islas, algunas tan grandes como
Australia, Sumatra o Borneo y otras tan pequeñas como Gili Air o Malapascua.
Sé que no dejaré de viajar porque de una u otra forma lo he hecho toda mi
vida. Pero quizás ya no viajaré tanto tiempo seguido ya que calmé la sed que
tenía de pasar de un sitio a otro, siempre mirando que otro país hay detrás de
donde estoy.
Esos 15 años que tengo sin cotizar en mi vida laboral los pasé en buena parte viajando, o viajando-trabajando que es lo que más me gusta, como esos períodos trabajados en el campo, en la cosecha de fruta en Lérida o en el molino de aceite de L’Albi, con turnos de 12 horas, sin estar asegurado, los casi 3 años trabajados en Nicaragua en los 80 para una Fundación alemana, no cotizando ni aquí ni allá, viajando por Alemania en autostop en mi época de insumiso huyendo del servicio militar y de la cárcel en la España postfranquista, los meses que pasé en la Bretagne francesa visitando a Dominique, viajando en bicicleta por España, Italia y más tarde por el norte de África, trabajando en el barco de pesca Lajares de Los Abrigos, para aprender del mar y de las estrellas y aprendiendo sólo las rudezas de los que en ella trabajan, el viaje en velero a la península desde Canarias, cuando no me daban pasaporte y viajaba con la cartilla de marinero, estudiando agrónomos en La Laguna para poder llegar a trabajar en lo que más me gusta.
Esos 15 años que tengo sin cotizar en mi vida laboral los pasé en buena parte viajando, o viajando-trabajando que es lo que más me gusta, como esos períodos trabajados en el campo, en la cosecha de fruta en Lérida o en el molino de aceite de L’Albi, con turnos de 12 horas, sin estar asegurado, los casi 3 años trabajados en Nicaragua en los 80 para una Fundación alemana, no cotizando ni aquí ni allá, viajando por Alemania en autostop en mi época de insumiso huyendo del servicio militar y de la cárcel en la España postfranquista, los meses que pasé en la Bretagne francesa visitando a Dominique, viajando en bicicleta por España, Italia y más tarde por el norte de África, trabajando en el barco de pesca Lajares de Los Abrigos, para aprender del mar y de las estrellas y aprendiendo sólo las rudezas de los que en ella trabajan, el viaje en velero a la península desde Canarias, cuando no me daban pasaporte y viajaba con la cartilla de marinero, estudiando agrónomos en La Laguna para poder llegar a trabajar en lo que más me gusta.
Entrevistando a la Comandante Leticia Herrera, (1986). Aquí soy el de la derecha, en el sentido de ubicación solamente. |
Esta es mi última anotación como
blog de viajes y espero que la próxima ya sea sobre cooperación.
Hola, Alfonso, me encantan tus narraciones sobre los viajes preciosos que haces. Cuando te instales ¿seguirás con los relatos? Al menos nos dirás dónde estás para saber algo de ti...
ResponderEliminarUn abrazo
Edita Olaizola
Hola¡¡ me quiero ir a Filipinas uno o dos meses para estudiar ingles, he visto que tu estuviste por allí,me podrias dar algun consejo o información de la escuela o que parte crees que es mejor para ir a estudiar, ya sabes bueno bonito barato jj
ResponderEliminargracias