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jueves, 3 de enero de 2013

Filipinas 3

Fin de año en Malapascua, mi isla favorita


Desde que una vez viajando en bicicleta por el desierto de Argelia me quedé sin comida y no pude dormir en toda la noche del hambre que tenía, siempre que viajo necesito saber que en cualquier momento puedo comer algo, aunque luego no lo haga. Traumas o manías que te quedan. Así que normalmente antes de irme al hotel o donde esté, siempre cargo algo de comida, por si acaso, lo que a veces en el país de las hormigas no es fácil.
Después de pasar 2 semanas intensas de trabajo de más de 12 horas diarias vuelvo a viajar y el gusano del estómago sigue ahí y se mueve sólo si hay retos, como Zamboanga, el dominio del moro, al sur de la isla de Mindanao. En el viaje en bus, con largos recorridos, más en tiempo que en kilómetros, aprovecho para estudiar inglés, aunque en realidad estoy repasando, al menos 1 lección cada día y como sólo son 142 pues en 5 meses acabo. Durante 3 días he viajado con un promedio de 6-7 horas cada día para hacer en total unos 700 km. Prefiero estas etapas cortas (para mí 6 horas en bus ya no son nada) y dormir en cada estación intermedia, en ciudades más o menos grandes, con la posibilidad de ver algo de la ciudad con la luz del día que no pegarme la paliza de un tirón o viajar en avión. El otro día hice un viaje de 2 horas en bus y me supo mal cuando llegué a mi destino ya que se me hizo corto el viaje.
En el norte de Mindanao, la gran mayoría son católicos y para cualquier pendejada se ponen a rezar, que si para iniciar unas charlas, que si para comer. La verdad es que entre esto y los eructos, prefiero estos últimos.
El peligro, según voy bajando al sur, no son los moros sino los triciclos. En Pagadian están muy contentos con su adaptación de los triciclos a la ladera en que está construida la ciudad, por lo que han construido unos triciclos inclinados, supongo que para hacer que el peso se desplace hacia atrás que es donde está la tracción de la motocicleta. Si en el resto del país los triciclos son incómodos aquí son el infierno y cuando van con 6 pasajeros a toda velocidad cuesta abajo piensas que quizás sea mejor ser secuestrado por el Frente Moro de Liberación.
Pagadián, donde me quedo la segunda noche, no tiene nada especial que ofrecer pero es agradable estar en una habitación limpia, con una cama grande y con conexión a internet. Por la mañana el desayuno, que está incluido, consiste en arroz blanco hervido, 2 rollitos de primavera grasientos y medio huevo revuelto, sin otra opción. Lo dicho, mejor ser secuestrado por el FML

Lo que me convence de que en este país se roba y mucho, es ver como en los buses cada 20 km, sin exagerar, se sube un controlador que revisa con el cobrador los tickets vendidos, lo que significa que si no se hiciera, la robadera sería inmensa. Lo que no se es quien controla a los controladores. Viajar en un bus de aire acondicionado vale entre 1 a 2 PHP por kilómetro, o sea entre 2 y 4 euros cada 100 km, lo que comparado con Malasia es un poco caro. En algunos trayectos cuentan con tele y además algunos con wifi dentro del bus. Los buses con aire ”condicionado” a lo que esté abierta la ventanilla, son algo más baratos.
Mientras viajo voy escrutando con los ojos todo lo que puedo ver e incluso lo que llego a imaginar. La imaginación va saltando sin control de atrás hacia adelante, intentando adivinar lo que harás en los próximos días, volviendo hacia atrás, rememorando viejos fantasmas.

Paco con su hija, en su casa
Con Paco me encuentro en la carretera donde me ha venido a esperar. Paco es un santanderino que ha viajado por 12 años en bicicleta por América y Asia y que lleva viviendo ya 11 años en Zamboanga. He contactado con el por medio de Couchsurfing y enseguida me ha enviado un correo invitándome a su casa. La primera noche nos tomamos los 3 litros de cerveza Red Horse que ha comprado mientras escuchamos bachata, al ritmo de Frank Reyes, lo que con la ayuda del alcohol me hace dudar de si estoy en la República Dominicana o en Mindanao. Al día siguiente oyendo hablar chabacano ya me sitúo de nuevo. Me quedo 2 noches en su casa, durmiendo en el suelo de madera, lo que hará que durante 2 días después me sigan doliendo los huesos. Su mujer, una artista del barro y de la cocina, hace figuras de barro a semejanza de los visitantes que pasan por ahí y cuando se pone a cocinar, de la nada saca una comida sabrosa, sea en la casa o en la cascada donde fuimos el último día. Paco es un personaje bien curioso, con sus propias ideas sobre la libertad y lo que está bien y mal, pero al fin y al cabo todos somos unos personajes a nuestra manera. Después de 2 días en su casa decido seguir mi camino.

Lo del chabacano, el idioma que se sigue hablando sólo en esa parte de Filipinas es bien curioso, al parecer es un remanente del tiempo de los españoles en Filipinas que a través de los mejicanos contratados en esa época, arraigó en la población local. Como era algo diferente del castellano, es que lo llamaron chabacano. Hoy en día todavía se puede entender algo así como un 25% de las palabras que dicen, aunque comentaba Paco que se va contaminando con palabras inglesas y de las lenguas locales. Que nadie se haya ocupado en serio de este idioma (o dialecto) es un ejemplo de la manera de hacer española, incluso en los tiempos cuando el dinero sobraba. La gente de Zamboanga, en sus folletos dirigidos al turismo se definen como la Asia’s Latin City. El alcalde de Zamboanga, Celso Lobregat, desciende de una familia catalana (incluso la carretera principal lleva este apellido), mientras muchos letreros están en castellano o chabacano.
Navidades en Zamboanga a todo color

De Zamboanga vuelvo a remontar hacia el norte, sin atreverme a visitar las islas más musulmanas del sur dado que la posibilidad de un secuestro, aunque sea remota, existe y finalmente he decidido que no me apetece, que seguro que sólo dan arroz por la mañana para desayunar. Paco también me desaconseja ir hacia Cotabato por carretera ya que a veces hay atentados. Unos días después leo en el periódico que una bomba explota en un bus de ese trayecto y hiere a 4 pasajeros.
Así que me decido a hacer de turista normal y me decido por pasarme a la isla de Cebú, donde voy a hacer freediving a Moalboal, con Wolfgang como instructor, un austríaco con el que compartí casa hace un año en Cebú. En esta disciplina se trata de sumergirse el mayor tiempo y a la mayor profundidad posible, sin ayuda de ningún equipo más que las aletas, el tubo y las gafas. He sido con diferencia el peor de los 5 que tomábamos parte en el curso lo cual me ha frustrado un poco pero también me ha enseñado donde están mis límites. Aunque al final me dan un diploma, creo que he suspendido. 

Los mínimos esperados eran aguantar 2 minutos la respiración en la piscina y bajar al menos a 10 metros en el mar. No he conseguido ni lo uno (1 min 28 segundos) ni lo otro (8 metros) y Wolfgang me decía que en mi caso es un bloqueo mental. Lo que me faltaba. Como consolación me regala unas gafas de buceo que usan los pescadores locales con madera y plástico y que parece que realmente funcionan. Algo es algo, aunque hubiera preferido bajar un par de metros más y aguantar algunos segundos extras. Paso por Cebu City, la ciudad que me transforma , por Malapascua, mi isla preferida y vuelo hacia Davao, para ir en bus hacia Butuan y volver a empezar a trabajar. Aunque faltan los detalles parece que voy a quedarme trabajando unos 4-6 meses en esta isla, Mindanao.

Ya no me queda mucho más por contar más que de momento este va a ser el último viaje. En los últimos meses no sabía dónde ir, no sentía la misma ilusión que al principio, hay cosas que ya no me atraen y por eso pienso también que de momento voy a dejar de viajar, en el sentido de no hacer otra cosa. Cuando pienso a donde me gustaría ir ahora, pienso en Jamaica y las Islas Caimán, pero no se trata de ir saltando de una parte del mundo a la otra, así porqué sí. Me apetece conocer mejor este país desde otra perspectiva y dentro de unos meses decidir adonde ir. Si vuelvo a viajar por largo tiempo creo que lo haré de otra manera, no porqué ahora no me haya gustado, sino porque siempre hay que avanzar, cambiar air cosas, mi eterna manía de mirar detrás de cada esquina que veo.
Cuando me ponga a trabajar otra vez el 7 de enero en Mindanao ya consideraré acabado este viaje y seguiré trabajando. Con ello cerraré este blog y estoy pensando en empezar otro sobre cooperación, a ver qué tal se me da. Todavía estoy a la búsqueda de que nombre ponerle.
Cooper Ando
COCOS PA TI              COmo COoperar Sin Perderse Al Tercer Intento
COSER                        COoperando Sin Excesivos Recursos
ATASCO                      Algunas Tímidas Anotaciones Sobre COoperación
ASCO                          Anotaciones Sobre COoperación

Se aceptan sugerencias (se pueden poner en Comentarios del blog)


Los colorful jeepneys

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