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jueves, 9 de junio de 2016

Huaytará



A las 12 de la noche me llaman diciéndome que han tenido que adelantar el viaje a la 1 de la madrugada, que si me viene bien, me vienen a recoger. Yo que ya estaba durmiendo no entiendo bien lo que me dicen hasta que me doy cuenta que quieren salir ya, que viajaríamos todo el rato de noche y no vería el recorrido, que es una de las cosas que me interesa y que otra vez tocaría estar a las 5 de la mañana en un sitio donde no tengo ni hotel reservado. Le digo que muchas gracias, que ya me apañaré, pero obviamente ya estoy con los ojos como platos, pensando en cómo voy a hacer, recuperando de la papelera el papelito que me había conseguido de un taxista al que había preguntado para hacer ese recorrido y que ya alegremente había tirado y me doy cuenta de que otra vez no me voy a poder dormir. Para rematar a las 3 de la mañana me llaman de España al móvil y me gastan el saldo que tenía, ya que parece que aunque te llamen tú también pagas. A las 5,30 ya haciéndome a la idea de otra noche perdida llamo al taxista al que no consigo despertar en primera instancia. A las 6,30 por fin lo saco de la cama y me dice que a las 7 me manda a un taxista y puedo salir. A ducharse a toda prisa toca y ya me vienen a buscar.

Andy y su taxi
Mi taxista se llama Andy y normalmente hace la ruta a Rumichaca y a veces va hasta Huaytará. Me iba contando cosas por el camino, que si aquí le llaman las 7 curvas, que si ahora estamos a 4.800 metros sobre el nivel del mar, los nombres de los pueblos por donde pasábamos, y preguntándome que cuánto cuesta un Corolla en España y así fuimos charlando y viendo el paisaje durante las 4 horas que dura el viaje. Paramos a desayunar en Santa Inés una de las zonas donde se va a trabajar con el proyecto y me puse a hablar con Hilario, el dueño del restaurante que estaba moliendo albahaca para la comida del mediodía. Le pregunte que si estando a 4.600 msnm no tenía estufa en la casa y me dijo que no, que la gente está acostumbrada y que si uno tiene frio se pone más ropa. Pues no lo veo claro.
Andy lleva 5 años conduciendo en esta ruta y sólo una vez se durmió y se salió de la carretera. No le debí haber preguntado ni el habérmelo contado porque ya a partir de ese momento el viaje no fue lo mismo.
Me seguía doliendo la cabeza y aún me costaba respirar y no veía el momento de que empezáramos a bajar.

Pueblo de Chcoclococha que sus habitantes se vieron obligados a abandonar cuando el represamiento de la laguna lo inundó
Una vez de nuevo en camino pasábamos por paisajes increíbles, con pequeños reductos de nieve en las montañas ya por encima de los 5.000 msnm, viendo todos los pisos climáticos con los diferentes tipos de vegetación y también los animales como la alpaca al principio, las llamas después y los rebaños de vicuñas al final, e incluso algunos animales silvestres como una especie de conejo silvestre y unas aves de las que ya olvidé el nombre. El paso por la laguna de Chococlocha fue espectacular y a pesar de haberlo visto en fotos es imponente pasar por allí. Lo que más me llamaba la atención es la inmensidad del territorio sin casi población.
Producción de truchas en la laguna de Chococlocha
Y a las 11 de la mañana, después de las 4 horas anunciadas (los taxistas rápidos lo hacen en 3 horas pero a Andy le dije que no íbamos con prisa) y 217 kilómetros, llegamos a la ciudad de Huaytará, de la que mi primera impresión es que todo parece ir todavía más lento. Había dos hoteles que yo llevaba recomendados, uno el Plazapi, con buen aspecto pero que a las 12 del mediodía no tiene a nadie en recepción, sólo un papel pegado en el mostrador donde pone el teléfono del administrador a quien llamas y te dice que sólo atiende después de las 2 de la tarde, así que me fui al otro, el hotel turístico del Tambo, que pertenece a la asociación de campesinos de Huaytará y donde me dieron una habitación que no está mal por 30 soles (8 euros).

En Huaytará, a sólo 2700 msnm, ya el paisaje cambia y aparecen los cultivos
Al día siguiente sigo camino hacia Ica, la parte baja de la cuenca del río Ica, ya una gran ciudad y donde realizaré las entrevistas más provechosas. Se tarda unas 2 horas en llegar a Pisco y de allí otra hora en regresar hacia Ica. Por fin, después de varias reuniones contrarreloj lo que me obliga a tomar varios mototaxis, que son los únicos que te aseguran que te llevan en el mínimo tiempo posible al lugar que vayas ya que para ellos las reglas de circulación no existen y se saltan incluso las que no están escritas, a las 6 de la tarde llego agotado a un hotel que me han recomendado para pasar la noche, donde a pesar del cansancio por primera vez vuelvo a subir las escaleras de 2 en 2 de nuevo y siento que vuelvo a la normalidad.


Las alpacas son las que a mayor altura viven y abrigadas, no parecen tener frío

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