Mayo de 1995.
En un poblado al margen de la carretera de la Esperanza, donde trabajé con la ONG Mon-3 de la Universitat de Barcelona, coincidí con estos nómadas sacando agua del pozo para abrevar sus animales y rellenar sus bidones para su consumo. Poco después continuaron su camino siguiendo los rastros invisibles del desierto.
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