Tiburón de punta negra -black tip- en Kri, Raja Ampat |
Desde ya sé que lo que más encontrare a faltar en Togo son
las aguas cristalinas de Indonesia y sus tiburones. Pero no se puede tener todo
en la vida, así que a partir de ahora tocará ver lo bueno de este país. De
Camboya me fui sin pena ni gloria, con una maleta que sólo pesó 24 kilogramos.
Incluso a mí me extrañó que fuera capaz de poner algo más de 2 años de mi vida
en una sola maleta.
Mi vida desperdigada en la cama, poco antes de hacer la maleta en Camboya |
Después de pasar unos días por la península, me encuentro en
Canarias con que me han retrasado el viaje a Togo 1 semana, así que tengo la
maleta hecha y no sé qué hacer, después de haberme despedido de casi todos mis
amigos.
Intento prepararme para mi nuevo destino, pensando en lo que
dejo atrás y en lo que me espera. Togo no tiene islas ni las hay en países
cercanos, las que más son Sao Tome y Príncipe, a unos 1000 km, y ya están en mi
agenda.
Cuando llego al aeropuerto de Togo, el policía que me sella
el pasaporte me dice que si no le he traído ningún regalo. Después de hacérselo
repetir tres veces, haciendo ver que no lo entiendo (lo que nunca falla) le
digo que se me olvidó, pero que la próxima vez sin falta. Me pone el sello y
casi nos abrazamos, pero el cristal que hay de por medio nos lo impide.
Pasados los trámites, mis maletas ya están rodando en la
cinta y esta vez he venido con 40 kilogramos, incluido equipaje de mano y
ordenador, por lo que me alegro de ver al chófer de mi organización
esperándome.
Nada más llegar el lunes a la oficina ya me ponen a trabajar
ya que están haciendo la planificación del año. Tengo un chófer asignado que me
viene a buscar cada mañana al hotel y me devuelve por la tarde.
A pesar de las bromas que hice con mis amigos de que en Togo
sería un blanco perfecto, tengo que decir que la gente pasa de uno, casi no te
dicen nada, si acaso algún vendedor callejero que se pone un poco pesado
mientras las moto-taxis te pitan igual que si fueras un negro más.
En Togo es difícil hacer fotos ya que hay que vigilar que no
haya policías, ni soldados ni edificios estratégicos (que es un edificio
estratégico ¿?) antes de hacerla.
Un Banco togolés, el contraste entre el lujo y la miseria de las calles adyacentes |
Cuando te has asegurado de todo ello, lo que querías
fotografiar ya no está o ha cambiado hasta la posición del sol. Además, algunas
cosas que me llaman la atención tienen que ver con las miserias de la raza
humana y casi siempre me da vergüenza acercarme a hacerles una foto.
Tengo como compañera de trabajo a Silvia, que vive en Lomé con
su pareja que trabaja en la AECID. De momento es la que más me ha ayudado en
los primeros días de orientarme aquí y ya nos llaman la mafia española porque
siempre estamos hablando en castellano. Algunos africanos del equipo, animados
por las telenovelas de Latinoamérica que ven (sobre todo narcos) y de las que
aprenden algunos vocablos como vete a la chingada y peores, ya nos saludan en
español y hacen sus pinitos en nuestro idioma.
La oficina está en la que se llama Avenida de los nim, lo
que enseguida he tomado como una premonición. Los nim están por doquier, me han
dicho que se utiliza mucho como insecticida en fincas ecológicas y mucha gente
se pone en la ciudad a vender cualquier cosa bajo su sombra.
Los viernes acabo de trabajar a la 1, lo que me gusta ya que
me permite tener un fin de semana semi largo. Así que por la tarde la dedico a
caminar por la ciudad y recorrer parte de la playa. Es increíble la cantidad de
gente joven que esta ociosa, sin hacer nada. Son los futuros inmigrantes que
irán a saltar la valla o que se lanzarán en una barca a quien sabe dónde.
El sábado por la mañana me dedico a turistear y lo primero
que hago es irme la mercado de los fetiches. No compro nada pero aprendo
algunas cosas y volveré cuando sepa exactamente lo que quiero de todo lo que me
han ofrecido.
Diversos fetiches, tan diferentes que no supe por cual decidirme |
Ya por la noche, hay una actuación de un grupo africano en
el Instituto francés. Para acceder al recinto hay que pasar por un detector de
metales, como si fueras a tomar un avión, y eso que llega la crema de la
sociedad de Lomé, entre diplomáticos de diferentes embajadas hasta la élite togolesa.
Lo mejor ha sido que he podido conocer a casi toda la comunidad española que
vive aquí, muy reducida por cierto, y parte de la extranjera, mayoritariamente
franceses. La música recordaba a sones cubanos y no nos poníamos de acuerdo en que sentido había sido la influencia.
Orchestre Sassamasso |
Acabamos la noche en un bar de la playa que me recuerda al
Castaway de Timor Leste.
El domingo por la mañana me doy el lujo de irme al hotel
Sarakawa donde por el módico precio de 9 euros puedes disfrutar de su piscina
olímpica, enfrente del mar, donde vuelvo a retomar la natación. Tanto por el
precio como porque no estaré a menudo en Lomé, intentaré disfrutar este lujo aunque
sea a cuentagotas.
Mercados artesanales coloridos en Lome |
Y colorín colorado, esta mi primera semana se ha acabado
¡Buenas expectativas compañero..! Vete preparando el terreno y ubícame los pájaros que allí nos vemos, un abrazo y mucha suerte
ResponderEliminarAcabo de darme cuenta de que las respuestas a tus anteriores entradas no llegan directamente desde el correo... te perdiste mi maravillosa retórica epistolar jejejeee