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domingo, 3 de febrero de 2019

Lome


Lo curan y arreglan absolutamente todo

Mi amiga Cande, en lo que parece un vano intento de deshacerse de su biblioteca antes de su próxima mudanza, me regaló un libro sobre África que vale su peso en oro, al igual que se hacía con la sal en tiempos pasados en ese continente (Africa: desde la prehistoria hasta los estados actuales, Pierre Bertraux, Ed. Siglo XXI, publicado en 1966). No he acabado de leerlo todavía y ya siento que he aprendido tanto sobre este continente, que me ayuda a entender muchas cosas mejor.

Como ejemplo, para los amigos que no me vendrán a ver: El insecto es más peligroso que la fiera y el microbio más que el insecto (pg. 9).

Sobre las migraciones escribe: Es posible, pues, imaginar -pero aquí empieza la hipótesis- que hubo civilizaciones constituidas en un Sahara fértil, al menos más acogedor que hoy en día, y que estas poblaciones fueron arrojadas de su jardín del Edén por la sequedad progresiva, emigrando unas al valle del Nilo, donde se fijan y fundan la civilización egipcia, y otras hacia el sur, hacia el Níger y más allá, lanzadas a un desplazamiento sin tregua que apenas si ha cesado en la actualidad (pg. 11)

La próxima patera ?

Como moverse
En Lomé, y en el resto del país, no hay buses interurbanos. Los buses son para desplazarse a distancias largas (al extranjero) y por la ciudad se va a pie, en bicicleta, en moto o en coche. Los africanos son buenos a camina y a veces realizan grandes distancias para ir a buscar agua (las mujeres en las zonas rurales) como para cualquier otro mandado. Esta es la parte de la población que no se puede permitir un medio de transporte propio o alquilado. En bicicleta van unos pocos, ya que ha caído en desuso frente a la moto, más rápida. Hasta hace pocos años era un medio de transporte popular en el campo y de ahí venía el nombre de “pollo bicicleta”, para las aves criadas en el campo y transportadas al mercado en bicicleta, para diferenciarlo del que viene de cría de engorde. El otro día estaba comiendo con unos colegas de trabajo togoleses y pedimos un pollo que estaba duro como una piedra. Uno de ellos, mordiéndolo como si se tratara de mermelada me dijo, se nota que es un pollo de campo, no de engorde, porque está buenísimo. Seguí mordisqueando mi trozo como pude, aunque sin conseguir avanzar mucho.

El rey del transporte es la moto, sobre todo de modelos chinos que han proliferado aquí como ya casi en todo el mundo. Los que se pueden permitir comprar una les permite ir al trabajo sin depender de nadie, pero la gran parte de estas se dedican al moto taxi, aquí llamado “Zem” (viene de Zémidjan, que significa “llévame rápido”), habiendo sido importado el sistema de Benin. Son relativamente baratas, menos si eres un extranjero despistado, que entonces te clavan. Van muy deprisa y sólo llevan un pasajero normalmente (en el campo quizás dos) lo que es entendible cuando ves el calibre de  buena parte de los pasajeros. Ahora hay una aplicación que se llama GoZem, parecido a Uber, para llamar uno de sus Zem, pero todavía no hay muchas motos en este sistema. Su diferencia es que el precio es por kilómetro por lo que no hay que regatear y que traen un casco para el pasajero.

Una "señora" pasajera

El fin de semana pasado fui a la piscina en una de estas motos. Después de arreglar un precio razonable, me llevó a toda velocidad por la carretera de la costa. Se saltó un par de semáforos en rojo y en uno la policía le dio el alto. Casi se paró enfrente del policía y de repente dio media vuelta y nos escapamos. Por suerte aquí los policías no disparan cuando haces algo como esto. Dando un rodeo finalmente me dejó en la piscina. Al regreso ya tuve claro que debía tomar un taxi, aunque fuera algo más caro.
Finalmente están los coches, que ya sólo se pueden permitir la clase media alta y la alta, o bien son taxis que van ruteando, cogiendo varios pasajeros a la vez (y por eso son más baratos) o que uno puede tomar solo y te vuelven a clavar. En todo caso hay que hacerse a la idea de que aquí casi todo se regatea y finalmente, sabiendo los precios, uno puede salir no tan escaldado.
Como en el tiempo que he estado en Lomé he vivido en el barrio de Kodjoviakopé,el mayor problema ha sido aprenderme el dichoso nombre para decirle a los taxistas adonde voy.

El mar
La costa de Togo tiene unos 50 km, todo playa, pero con un mar peligroso por sus fuertes corrientes y la suciedad que hay. Esta suciedad viene tanto de los barcos que fondean frente a la costa de Lomé, esperando para descargar sus mercancías, que van a varios países del área al ser el único puerto de aguas profundas en esta parte de África, o bien para trasvasar incluso en alta mar la mercancía a barcos más pequeños que luego van a diferentes puertos. Por la noche se ven sus luces y parece que haya otra costa al frente. Hay barcos militares patrullando esta parte ya que al parecer abundan los barcos piratas.



La gente se reúne en la playa, bajo las palmeras a descansar al mediodía y llenan los bares los fines de semana, al ritmo de una música estridente que no te deja conversar. Lo bueno de la playa es que siempre corre el aire y es un sitio agradable para estar.


Tanta aglomeración de gente en la playa, sin baños públicos, lleva a que cada uno vaya donde puede. Los letreros que han puesto no parecen servir de mucho.



Lome colonial


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