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jueves, 12 de enero de 2023

Será el calor

 

El Capitolio y Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”

Me voy de La Habana, de Cuba, y no tengo ningunas ganas. He pedido un taxi de los ilegales, más baratos que los normales. Uno está continuamente confrontando si lo que hace está bien, que es lo que sería mejor, si contribuir o no al trapicheo…. El que me viene a buscar es un amigo del que llamé y a su vez trae a alguien en el coche al que presenta como su hermano de Camagüey. Eso sí, me pregunta si me importa que el vaya también al aeropuerto y le digo que claro que no, no estoy de humor así que todo me da igual. Así como en los demás viajes con los taxistas me pasaba el rato hablando, con estos, como hablan entre ellos, no digo nada y sólo voy pillando retazos de su conversación mientras la tristeza por irme me invade y siento algo raro en el estómago, a pesar de que mi estómago es a prueba de amebas y amores. Los cubanos al hablar no se cortan un pelo, hablan alto como si no hubiera nadie alrededor, y el “hermano” de Camagüey le empieza a contar al que conduce con un montón de sentimiento lo que quiere a la negra esa y que el se quiere ir a vivir con ella, que esa mujer la he llegado hasta el fondo, todo con una pasión que me deja anonadado. A mi Cuba también me ha llegado al fondo, no sé en realidad como explicarlo, así que lo voy a dejar. Mientras más me alejo, más pienso en ello. Y empiezo a pensar en Ecuador, donde en Quito me esperan 9ºC y lloviendo y como averiguaré al llegar, una maleta que se ha quedado en México. Para rematarlo.

A todos les he dicho que volveré a Cuba, en diciembre. Ahora ya estoy pensando a adelantarlo a noviembre, ya solo faltan 10 meses. Además me lo dijo la bibliotecaria amable, yo sé que usted volverá.

A lo largo de este mes pasado en Cuba he intentado hacer un balance de las cosas que me han parecido más positivas del país y las que no. Y es verdad que este país no hay quien lo entienda y que en este corto tiempo ya hay cosas que he escrito que ya han cambiado. Por ejemplo, todo el tiempo he hablado del cambio oficial a 25 CUP, pues lo han subido a final de año a 124 CUP para equipararlo lo más posible al mercado negro. Me dejo muchas cosas e impresiones en el tintero, pero al final esto sólo es un blog de viajes, no un ensayo sobre Cuba.

Fin de año en La Habana con amigos 

Lo positivo

Los productos más básicos para la población local parece que están asegurados, aunque escasean actualmente al parecer los huevos, la leche y los pañales, entre otros. Tener un niño aquí no debe ser nada fácil pero los hay. Tampoco se encuentran papas y el otro día las compré de escondidas, en una esquina, como si fuera a comprar marihuana.

La seguridad que siento aquí es algo impagable, al no estar pensando todo el rato que te van a robar o asaltar, o peor, matar, comparado con cualquier país de Centroamérica y de las otras américas cercanas. Esto es algo que el cubano conoce pero que no aprecia al conocer poco esas otras realidades. Muchos días he estado pensando cuanto estaría yo dispuesto a pagar por tener en Ecuador o en Colombia la misma seguridad que respiro aquí, de poder andar por cualquier calle de día y de noche sin voltearme cuando oiga pasos, poder subirme al primer taxi que pase, o consultar sin problemas a cada rato el móvil para ubicarme cuando me pierdo por La Habana Vieja. Como me gusta ponerles cifras a las cosas, le he puesto un precio de 30 € por día, o sea 900 Euros en un mes que pagaría a gusto por sentirme seguro. ¡Y en Cuba es gratis!. Cuba siempre ha sido segura, por el control que hay, tanto a nivel policial, como de los CDR (Comités de defensa de la Revolución) pero es que además todos los que eran o pensaban ser delincuentes creo que ya están en Miami.

Las tiendas en dólares o euros (llamadas aquí MLB – moneda libremente convertible) permiten a todos los que tienen FE (Familia en el extranjero, término reflejado en el último libro de Leonardo Padura) y que acceden a esta moneda, comprar lo que no se obtiene normalmente en el país. Además, hay empresas españolas, entre otras, que les suministran todo tipo de productos, también a las embajadas y hoteles, por lo que, teniendo dinero, uno encuentra aquí casi lo mismo que en España, aunque más caro. He ido un par de veces a una tienda, Assukar, que tiene cualquier tipo de embutido, café molido, pan, dulces, sin nada que envidiar a cualquier tienda gourmet en España.

La resistencia de Cuba al embargo norteamericano es algo épico, que ningún otro país ha sabido aguantar, sin bajar la cabeza. Mientras el embargo no desaparezca no hay argumentos suficientes para criticar al gobierno y al pueblo cubano.

La famosa heladería Coppelia, en Cienfuegos

El teléfono fijo en las casas es gratis mientras el móvil hay que pagarlo. Por las calles todavía hay cabinas telefónicas, que por lo que he visto funcionan. Eso es lo que se llama ofrecer un servicio público mientras en nuestros países nos parece lo más normal del mundo que hayan desparecido. Además, no hay varias compañías telefónicas bombardeándote con ofertas y promociones engañosas. Aquí sólo hay una empresa estatal y funciona.


Ni en la televisión ni en la calle hay anuncios de las grandes multinacionales intentando meterte por los ojos cualquier producto, lo necesites o no. He visto estrategias de marketing aberrantes en países de Latinoamérica creando necesidades que la gente no tiene. Aquí lo que hay es lo que hay.

Cuba es país de ciclones y cada año, con más o menos intensidad, la visitan. Es raro que alguien muera dado el nivel de organización que tienen y la capacidad de prevención frente a desastres que han desarrollado. Ningún otro país del área puede decir lo mismo, ni los EEUU.

Es de admirar la gran inventiva de los cubanos, desde innovaciones tecnológicas haciendo que caminen autos de los años 50, adaptándoles todo tipo de artilugios, hasta por ejemplo cortar por la mitad un rollo de papel que se usa para la cocina y hacer con ello 2 rollos de WC, un producto que ahora no se encuentra. Papel es papel.

Hasta ahora nadie se ha cortado en mi presencia en criticar al régimen cubano y contarte todos los problemas que ven en el país. Lo hacen abiertamente, supongo que sobre todo con extranjeros y con los cubanos que no son muy fieles al régimen, pero también lo he visto hacer delante de gente del partido. Y es que ya están muy hartos.

Aquí he podido huir de la basura navideña y de la fiebre consumista que llena nuestras calles. Esto no existe aquí, aunque probablemente sea por la falta de todo. Quizás una de cada 10 casas tenía algún pequeño adorno navideño. No existe esa exagerada proliferación de luces, de adornos kitsch y de ridículos papás Noel descolgándose de los edificios. Será por el calor.

La falta de inversión mantiene al país en su mayor parte en un estado natural inimaginable en la España costera destrozada por la especulación del turismo. Cuando uno se aleja de las ciudades las costas están en un estado virgen, algo difícil de ver en un país que permite la depredación urbanística como el nuestro.

A pesar de todas las dificultades se puede decir que la ciudad de La Habana está relativamente limpia. Hay operarios limpiando las calles y los camiones de basura pasan regularmente.  Los contenedores están en su mayoría rotos por lo que la basura acaba en el suelo y el camión a veces trae una pequeña pala mecánica que la recoge y la sube al camión. En la única otra ciudad que he visto, Cienfuegos, la limpieza todavía resalta más y es un motivo de orgullo de su población.

Viviendas sociales en La Habana Vieja

En la Habana Vieja, obviamente llama la atención la miseria de su calles y casas imposibles. Cuesta mucho más el ver las viviendas sociales que construyen, normalmente con ayuda internacional, en la propia Habana Vieja, así como casas para personas de la tercera edad, y viviendas provisionales que se fabrican para los que viven en edificios que amenazan ruina, hasta que estos se rehabilitan o se construyen nuevos.

Arte y casas en ruina en el Malecón

Lo menos positivo

La corrupción y sus corruptelas, que, como un cáncer, va desarrollando todos sus tentáculos llegando a prácticamente todas las capas de la sociedad. Este es el país del trapicheo no productivo. Las cosas se compran, se venden y luego se revenden, las veces que haga falta. En todos estos pasos alguien gana, aunque sea un poco de dinero, pero nadie ha producido nada, más que vergüenza y engaño.

Las colas para conseguir los productos básicos. No sé qué porcentaje de su tiempo emplea la gente en hacer colas, pero creo que debe ser muy alto. Este es sólo un ejemplo del sistema tan ineficaz que se tiene en Cuba en que como en una cadena, se va reproduciendo en un círculo sin fin.

Colas sin fin

Muchos de los sistemas cubanos parecen anclados en el pasado, con burocracias y procedimientos administrativos, alejados de la realidad virtual que impera en el mundo y que desgraciadamente parece la herencia del pasado colonial que les dejamos.

La falta de transporte, con miles de personas rifándose cada día para conseguir desplazarse de un lugar a otro, perdiendo innumerables horas y las ganas. La gente está cansada, se quiere ir, está harta de promesas de que todo va ir mejor, cuando ven como día a día todo va a peor. La mayoría de la gente con la que hablo han nacido con la revolución y hablan con odio de estos comunistas que están en el poder. No sé si los dirigentes comunistas salen a la calle y oyen estos mensajes.

Farmacias sin medicamentos

Para salir del país hay que seguir procedimientos bastante complicados, tanto por parte del gobierno cubano como para conseguir el visado del país de destino. No ha habido casi ninguna persona menor de 80 años que no me haya dicho que quiere irse, que se quiere nacionalizar (por ejemplo los que tienen antecedentes españoles en segundo grado) y que este país se va para el carajo. Un taxista me decía que estaba sacando los papeles para ir a España a trabajar en Uber y que además tiene el oficio de barbero.

Los cuadros medios y altos del gobierno revolucionario tienen una serie de ventajas en productos básicos, vehículo asignado, combustible, que no son bien vistos por la población que no goza de estos privilegios, más cuando se sabe que esta gente también se beneficia de otras corruptelas o a veces son quienes introducen estos productos en el mercado negro. Un aspecto criticado es la inversión millonaria en la construcción de mega hoteles en el país, en una apuesta por el turismo, mientras el país sufre a menudo apagones y los alimentos no llegan ni en cantidad ni en calidad. Un día alguien me hablaba de que podría haber una piñata en el país como la que hubo en Nicaragua en 1990.

Los cubano/as están orgullosos de que todos tienen una educación básica y muchos, superior. Por el contrario, desmontan el mito de que la educación sea gratuita. Claro que no tienen que pagar mientras estudian, pero cuando terminan una carrera, los primeros 3 años que trabajan les reducen su salario para recuperar lo invertido. Dicen que la gente joven no quiere estudiar y quien lo hace, muchas veces está pensando en luego poder irse y con esa titulación, convalidarla en el nuevo país y ponerse a ganar dinero de verdad.

Antiguos palacetes como este son reconvertidos a oficinas estatales 

Las infraestructuras son obsoletas y de difícil reposición. Un país que tenía hasta 1959 productos de procedencia en su mayoría norteamericana pasó después de la Revolución y del criminal embargo norteamericano a importar productos de países amigos, normalmente del bloque socialista y últimamente con muchos productos provenientes de China. Así que el que tiene algo y se rompe, no lo tira, lo repara y apedaza como puede porque seguramente nunca encontrará su recambio (a excepción quizás de los coches Lada y los tractores Belarus, que siguen existiendo y son incombustibles).

Hay un racismo latente de los blancos hacia los negros y quizás no se ha hecho suficiente por parte del gobierno por cambiarlo.

Cuando veo los paisajes, bosques, edificios, casas, playas en este país pienso que cuando esto se vire, los que vengan se lo cargarán todo. Cuando esto se vire habrá que ver que quedó del poso ideológico revolucionario.


Palacio reconvertido a Casa de la Cultura Popular en la zona norte de La Habana




 

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