El Capitolio y Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso” |
Me voy de La Habana, de Cuba, y no tengo ningunas ganas. He
pedido un taxi de los ilegales, más baratos que los normales. Uno está
continuamente confrontando si lo que hace está bien, que es lo que sería mejor,
si contribuir o no al trapicheo…. El que me viene a buscar es un amigo del que
llamé y a su vez trae a alguien en el coche al que presenta como su hermano de
Camagüey. Eso sí, me pregunta si me importa que el vaya también al aeropuerto y
le digo que claro que no, no estoy de humor así que todo me da igual. Así como
en los demás viajes con los taxistas me pasaba el rato hablando, con estos,
como hablan entre ellos, no digo nada y sólo voy pillando retazos de su conversación
mientras la tristeza por irme me invade y siento algo raro en el estómago, a
pesar de que mi estómago es a prueba de amebas y amores. Los cubanos al hablar no
se cortan un pelo, hablan alto como si no hubiera nadie alrededor, y el
“hermano” de Camagüey le empieza a contar al que conduce con un montón de
sentimiento lo que quiere a la negra esa y que el se quiere ir a vivir con
ella, que esa mujer la he llegado hasta el fondo, todo con una pasión que
me deja anonadado. A mi Cuba también me ha llegado al fondo, no sé en realidad como
explicarlo, así que lo voy a dejar. Mientras más me alejo, más pienso en ello. Y
empiezo a pensar en Ecuador, donde en Quito me esperan 9ºC y lloviendo y como
averiguaré al llegar, una maleta que se ha quedado en México. Para rematarlo.
A todos les he dicho que volveré a Cuba, en diciembre. Ahora
ya estoy pensando a adelantarlo a noviembre, ya solo faltan 10 meses. Además me
lo dijo la bibliotecaria amable, yo sé que usted volverá.
A lo largo de este mes pasado en Cuba he intentado hacer un
balance de las cosas que me han parecido más positivas del país y las que no. Y
es verdad que este país no hay quien lo entienda y que en este corto tiempo ya
hay cosas que he escrito que ya han cambiado. Por ejemplo, todo el tiempo he
hablado del cambio oficial a 25 CUP, pues lo han subido a final de año a 124
CUP para equipararlo lo más posible al mercado negro. Me dejo muchas cosas e
impresiones en el tintero, pero al final esto sólo es un blog de viajes, no un
ensayo sobre Cuba.
Fin de año en La Habana con amigos
Lo positivo
Los productos más básicos para la población local parece que
están asegurados, aunque escasean actualmente al parecer los huevos, la leche y
los pañales, entre otros. Tener un niño aquí no debe ser nada fácil pero los
hay. Tampoco se encuentran papas y el otro día las compré de escondidas, en una
esquina, como si fuera a comprar marihuana.
La seguridad que siento aquí es algo impagable, al no estar
pensando todo el rato que te van a robar o asaltar, o peor, matar, comparado
con cualquier país de Centroamérica y de las otras américas cercanas. Esto es
algo que el cubano conoce pero que no aprecia al conocer poco esas otras
realidades. Muchos días he estado pensando cuanto estaría yo dispuesto a pagar
por tener en Ecuador o en Colombia la misma seguridad que respiro aquí, de poder
andar por cualquier calle de día y de noche sin voltearme cuando oiga pasos,
poder subirme al primer taxi que pase, o consultar sin problemas a cada rato el
móvil para ubicarme cuando me pierdo por La Habana Vieja. Como me gusta
ponerles cifras a las cosas, le he puesto un precio de 30 € por día, o sea 900
Euros en un mes que pagaría a gusto por sentirme seguro. ¡Y en Cuba es gratis!.
Cuba siempre ha sido segura, por el control que hay, tanto a nivel policial,
como de los CDR (Comités de defensa de la Revolución) pero es que además todos
los que eran o pensaban ser delincuentes creo que ya están en Miami.
Las tiendas en dólares o euros (llamadas aquí MLB – moneda
libremente convertible) permiten a todos los que tienen FE (Familia en el
extranjero, término reflejado en el último libro de Leonardo Padura) y que
acceden a esta moneda, comprar lo que no se obtiene normalmente en el país.
Además, hay empresas españolas, entre otras, que les suministran todo tipo de
productos, también a las embajadas y hoteles, por lo que, teniendo dinero, uno
encuentra aquí casi lo mismo que en España, aunque más caro. He ido un par de
veces a una tienda, Assukar, que tiene cualquier tipo de embutido, café molido,
pan, dulces, sin nada que envidiar a cualquier tienda gourmet en España.
La resistencia de Cuba al embargo norteamericano es algo
épico, que ningún otro país ha sabido aguantar, sin bajar la cabeza. Mientras
el embargo no desaparezca no hay argumentos suficientes para criticar al
gobierno y al pueblo cubano.
La famosa heladería Coppelia, en Cienfuegos |
El teléfono fijo en las casas es gratis mientras el móvil hay que pagarlo. Por las calles todavía hay cabinas telefónicas, que por lo que he visto funcionan. Eso es lo que se llama ofrecer un servicio público mientras en nuestros países nos parece lo más normal del mundo que hayan desparecido. Además, no hay varias compañías telefónicas bombardeándote con ofertas y promociones engañosas. Aquí sólo hay una empresa estatal y funciona.
Ni en la televisión ni en la calle hay anuncios de las grandes multinacionales intentando meterte por los ojos cualquier producto, lo necesites o no. He visto estrategias de marketing aberrantes en países de Latinoamérica creando necesidades que la gente no tiene. Aquí lo que hay es lo que hay.
Cuba es país de ciclones y cada año, con más o menos
intensidad, la visitan. Es raro que alguien muera dado el nivel de organización
que tienen y la capacidad de prevención frente a desastres que han
desarrollado. Ningún otro país del área puede decir lo mismo, ni los EEUU.
Es de admirar la gran inventiva de los cubanos, desde
innovaciones tecnológicas haciendo que caminen autos de los años 50,
adaptándoles todo tipo de artilugios, hasta por ejemplo cortar por la mitad un
rollo de papel que se usa para la cocina y hacer con ello 2 rollos de WC, un
producto que ahora no se encuentra. Papel es papel.
Hasta ahora nadie se ha cortado en mi presencia en criticar al
régimen cubano y contarte todos los problemas que ven en el país. Lo hacen
abiertamente, supongo que sobre todo con extranjeros y con los cubanos que no
son muy fieles al régimen, pero también lo he visto hacer delante de gente del partido.
Y es que ya están muy hartos.
Aquí he podido huir de la basura navideña y de la fiebre
consumista que llena nuestras calles. Esto no existe aquí, aunque probablemente
sea por la falta de todo. Quizás una de cada 10 casas tenía algún pequeño
adorno navideño. No existe esa exagerada proliferación de luces, de adornos
kitsch y de ridículos papás Noel descolgándose de los edificios. Será por el
calor.
La falta de inversión mantiene al país en su mayor parte en
un estado natural inimaginable en la España costera destrozada por la
especulación del turismo. Cuando uno se aleja de las ciudades las costas están
en un estado virgen, algo difícil de ver en un país que permite la depredación
urbanística como el nuestro.
A pesar de todas las dificultades se puede decir que la
ciudad de La Habana está relativamente limpia. Hay operarios limpiando las
calles y los camiones de basura pasan regularmente. Los contenedores están en su mayoría rotos
por lo que la basura acaba en el suelo y el camión a veces trae una pequeña
pala mecánica que la recoge y la sube al camión. En la única otra ciudad que he
visto, Cienfuegos, la limpieza todavía resalta más y es un motivo de orgullo de
su población.
Viviendas sociales en La Habana Vieja |
En la Habana Vieja, obviamente llama la atención la miseria
de su calles y casas imposibles. Cuesta mucho más el ver las viviendas sociales
que construyen, normalmente con ayuda internacional, en la propia Habana Vieja,
así como casas para personas de la tercera edad, y viviendas provisionales que se
fabrican para los que viven en edificios que amenazan ruina, hasta que estos se
rehabilitan o se construyen nuevos.
Arte y casas en ruina en el Malecón |
Lo menos positivo
La corrupción y sus corruptelas, que, como un cáncer, va
desarrollando todos sus tentáculos llegando a prácticamente todas las capas de
la sociedad. Este es el país del trapicheo no productivo. Las cosas se compran,
se venden y luego se revenden, las veces que haga falta. En todos estos pasos
alguien gana, aunque sea un poco de dinero, pero nadie ha producido nada, más
que vergüenza y engaño.
Las colas para conseguir los productos básicos. No sé qué
porcentaje de su tiempo emplea la gente en hacer colas, pero creo que debe ser
muy alto. Este es sólo un ejemplo del sistema tan ineficaz que se tiene en Cuba
en que como en una cadena, se va reproduciendo en un círculo sin fin.
Colas sin fin |
Muchos de los sistemas cubanos parecen anclados en el
pasado, con burocracias y procedimientos administrativos, alejados de la
realidad virtual que impera en el mundo y que desgraciadamente parece la herencia
del pasado colonial que les dejamos.
La falta de transporte, con miles de personas rifándose cada
día para conseguir desplazarse de un lugar a otro, perdiendo innumerables horas
y las ganas. La gente está cansada, se quiere ir, está harta de promesas de que
todo va ir mejor, cuando ven como día a día todo va a peor. La mayoría de la
gente con la que hablo han nacido con la revolución y hablan con odio de estos
comunistas que están en el poder. No sé si los dirigentes comunistas salen a la
calle y oyen estos mensajes.
Farmacias sin medicamentos |
Para salir del país hay que seguir procedimientos bastante
complicados, tanto por parte del gobierno cubano como para conseguir el visado
del país de destino. No ha habido casi ninguna persona menor de 80 años que no
me haya dicho que quiere irse, que se quiere nacionalizar (por ejemplo los que
tienen antecedentes españoles en segundo grado) y que este país se va para el
carajo. Un taxista me decía que estaba sacando los papeles para ir a España a
trabajar en Uber y que además tiene el oficio de barbero.
Los cuadros medios y altos del gobierno revolucionario
tienen una serie de ventajas en productos básicos, vehículo asignado,
combustible, que no son bien vistos por la población que no goza de estos
privilegios, más cuando se sabe que esta gente también se beneficia de otras
corruptelas o a veces son quienes introducen estos productos en el mercado
negro. Un aspecto criticado es la inversión millonaria en la construcción de
mega hoteles en el país, en una apuesta por el turismo, mientras el país sufre
a menudo apagones y los alimentos no llegan ni en cantidad ni en calidad. Un
día alguien me hablaba de que podría haber una piñata en el país como la que
hubo en Nicaragua en 1990.
Los cubano/as están orgullosos de que todos tienen una
educación básica y muchos, superior. Por el contrario, desmontan el mito de que
la educación sea gratuita. Claro que no tienen que pagar mientras estudian,
pero cuando terminan una carrera, los primeros 3 años que trabajan les reducen
su salario para recuperar lo invertido. Dicen que la gente joven no quiere
estudiar y quien lo hace, muchas veces está pensando en luego poder irse y con
esa titulación, convalidarla en el nuevo país y ponerse a ganar dinero de
verdad.
Antiguos palacetes como este son reconvertidos a oficinas estatales |
Las infraestructuras son obsoletas y de difícil reposición.
Un país que tenía hasta 1959 productos de procedencia en su mayoría
norteamericana pasó después de la Revolución y del criminal embargo
norteamericano a importar productos de países amigos, normalmente del bloque
socialista y últimamente con muchos productos provenientes de China. Así que el
que tiene algo y se rompe, no lo tira, lo repara y apedaza como puede porque
seguramente nunca encontrará su recambio (a excepción quizás de los coches Lada
y los tractores Belarus, que siguen existiendo y son incombustibles).
Hay un racismo latente de los blancos hacia los negros y
quizás no se ha hecho suficiente por parte del gobierno por cambiarlo.
Cuando veo los paisajes, bosques, edificios, casas, playas
en este país pienso que cuando esto se vire, los que vengan se lo cargarán
todo. Cuando esto se vire habrá que ver que quedó del poso ideológico
revolucionario.
Palacio reconvertido a Casa de la Cultura Popular en la zona norte de La Habana
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