Los árboles en el invernadero del El Hierro |
Las primeras referencias escritas del cacao están ligadas al descubrimiento de América, concretamente en México, desde donde los españoles, viendo las propiedades que le atribuían los aztecas como un alimento energético, lo trajeron a España, y de ahí más tarde se fue extendiendo por todo el continente. En un primer momento fue un manjar exclusivo de los reyes y de la nobleza europea, aunque se fue popularizando, sobre todo a raíz de la revolución industrial en el siglo XIX, lo que permitió su producción en mayor cantidad y a precios asequibles para las clases populares.
Cuando los países
latinoamericanos, los únicos que producían cacao, consiguieron la independencia
del imperio español, dejó de ser un producto de fácil adquisición, lo que llevó
al rey Fernando VII a dictar una real orden en que pedía que se desarrollara su
cultivo en la provincia de Málaga, haciendo gala del desconocimiento sobre las
zonas idóneas en que se dan de los productos tropicales.
En los fondos de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de
Tenerife (RSEAPT) se encuentra una copia de la carta en la que por deseo
del rey (Fernando VII) se pedía establecer estos cultivos en la Península, para
evitar el gasto de traerlos de ultramar. Se realizaron plantaciones
experimentales con cacao y canela en la Hoya de Málaga, donde, según las
personas encargadas, don Claudio Boutelou, profesor de agricultura y botánica
en Sevilla, y don Manuel Agustín Heredia, del comercio de Málaga, el clima de
diciembre a enero es de 14 ºC, por lo que los resultados no se correspondieron con
lo esperado. A raíz de este fracaso se propuso que se hicieran ensayos en las
Islas Canarias, para lo que se emitió en Madrid el 28 de junio de 1831 una real
orden, que incluía además los productos pimienta, clavo, nuez moscada y añil.
En la carta de respuesta de Amigos del País de Tenerife se recomiendan las
localidades de Güímar, Los Realejos, Telde y Gáldar por ser de clima más
benigno que el de La Laguna. No sabemos si se realizaron estas pruebas ni los resultados
del experimento, pero suponemos que fracasó, ya que no se ha encontrado ninguna
otra referencia al respecto ni conocemos de árboles de cacao que hayan
prosperado en los lugares señalados.
No es hasta hace unos años, en
2005, cuando un herreño, don Juan Rodríguez Casañas, que en la actualidad tiene
89 años y que había residido en Venezuela, pidió a una sobrina que en un viaje
de Venezuela a El Hierro le trajera semillas de unos árboles de cacao que él
pensaba que podrían adaptarse a las condiciones de la isla de El Hierro, por
ser el clima similar y cuya variedad allá se conocía como «colombiano». El
lugar donde él había vivido y de donde proceden las semillas se llama Sara
Linda, en la zona de Trujillo, cercana al lago Maracaibo. Así fue como en ese
año plantó algunas semillas en Frontera y repartió otras, de las que
actualmente solo sobreviven dos árboles que se encuentran en una finca del
Cabildo.
Frutos desarrollados |
Hasta hace poco no se les había hecho mucho caso a estos dos ejemplares, que se encuentran en unos invernaderos de malla de agricultura ecológica, en Frontera, asociados al cultivo de piña tropical. En los últimos dos años, se les ha dispensado algo más de cuidados, sobre todo realizando la poda de forma adecuada. Al momento de escribir este artículo (marzo de 2023) cada árbol tiene más de cincuenta frutos desarrollados (mazorcas), lo que extrapolado a una hectárea representa una producción que triplica el promedio que se obtiene a nivel mundial y se equipara con las mayores producciones de países como Perú. Según Manuel Macías, agrónomo experto en cacao de la Fundación Maquita de Ecuador, estos árboles podrían ser considerados con el término que se conoce como «superárbol» por la abundante fructificación que presentan.
Los árboles de cacao encuentran
su mejor hábitat entre los 10º de latitud norte y 10º de latitud sur, aunque en
la bibliografía se refiere que se pueden encontrar ejemplares hasta los 20º de
latitud. El Hierro se encuentra a la latitud 27º norte, pero su clima benigno
en la zona de Frontera y la protección de los vientos que les ofrece el invernadero
de malla es lo que probablemente ha hecho que se hayan desarrollado de forma
satisfactoria en estos años.
Flores y frutos en diferentes grados de desarrollo |
Aunque el cultivo de cacao en las Islas Canarias no deja de ser por el momento una excentricidad, sí puede contribuir a aportar un elemento más a la biodiversidad de las islas, además de ser un cultivo que tradicionalmente está asociado al del plátano en los países productores.
En la isla de
Tenerife el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA) cuenta con unos
pocos ejemplares al aire libre en diferentes instalaciones (Pajalillos, Cueva
del Polvo), aunque estos no presentan un buen desarrollo al estar plantados en
zonas marginales. También hay al menos un vivero en la isla que vende plantas
de cacao, aunque se desconoce la procedencia de las semillas.
La historia de Canarias aparece ligada al cacao que se traía de las Indias desde los puertos de Caracas, La Habana, Campeche y Trinidad de Cuba, aunque también llegaba del puerto de Guayaquil, junto con otros productos como el índigo y el tabaco. En la bibliografía se encuentran referencias como la del navío El Brillante, que llegó de La Habana en octubre de 1784 y traía una carga de cinco mil fanegas de cacao y noventa quintales de índigo.
Frutos cosechados recientemente, que parecen ser de variedades diferentes |
Desde hace un par de años se
están haciendo pruebas con el cultivo del cacao en Málaga (que se encuentra a
36º de latitud norte) por parte de investigadores del Centro Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC), quienes aseguran que hace años tampoco se
creía que el cultivo del mango fuera posible en Málaga y que ahora se
encuentran ante la misma situación con el cacao. Creen que el cambio climático
y las investigaciones con clones adaptados de esta planta lo puedan hacer viable
en un futuro próximo.
Una vez más las Islas Canarias podrían ser un buen banco de pruebas para la adaptación de nuevas especies si los distintos centros de investigación se decidieran a colaborar con un objetivo común.
El fruto de la izquierda de la foto anterior parece ser var. Criollo y los otros dos Forastero |
Las mazorcas anteriores de izquierda a derecha con 36 semillas; 40 semillas y 52 semillas |
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