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sábado, 27 de julio de 2024

UGANDA

 

Casa de estilo colonial en Entebbe, de las que hay toda una serie, construidas por los británicos y que se entregaban a los jóvenes ugandeses que se graduaban y empezaban a trabajar para el estado colonial en puestos intermedios.

A los nervios y a la ilusión del viaje a Uganda, como si fuera la primera vez, se le une el aburrimiento de las largas esperas y los pesados controles en los aeropuertos, además del tiempo interminable en el vuelo, viendo películas que nunca verías en tu vida, para, finalmente, al llegar, olvidarte de todo y ponerte en marcha como si hubieras salida de casa hace 5 minutos.

Aterrizo en Entebbe, el aeropuerto internacional de Uganda que te ahorra tener que lidiar con la vorágine de Kampala, la capital, que está a unos 30 km, por la que en algún momento tendré que pasar. He venido un día antes de la salida del tour que tengo organizado, para tener tiempo a darme cuenta de donde estoy. Y ese día se convierte en frenético para buscar una tarjeta SIM que me permita tener internet, cambiar dinero a shillings ugandeses y empezar a acumular “sencillo”, buscar donde comer y ver los sitios que me había apuntado que quería ver para irme situando.

Pero lo primero es lo primero y es que no te atropellen al cruzar la calle, porque vas con sueño, despistado, los conductores no respetan a los peatones y además se conduce por la izquierda, así que al principio siempre miras al lado equivocado.

Una vez conseguido todo esto, me pongo a visitar el botánico que me ha decepcionado. Aquí se grabaron algunas escenas de las primeras películas de Tarzán, pero ahora lo están convirtiendo en un parque temático con la hierba cortada tipo césped, unos pocos árboles grandiosos y una playa con música a toda pastilla donde se celebran bodas y fiestas los fines de semana.

Árbol con flores que darán grandes frutos que se asemejan a una manzana

No me pude resistir ir al zoológico, llamado Centro de conservación de la Naturaleza donde tienen animales rescatados. El más alucinante es el pobre picozapato (shoebill), metidos varios en unas urnas de cristal y que espero poder ver en libertad.


Empiezo mi safari acompañado de los ugandeses Herbert, chofer y guía, y Denis, guía y traductor. Nunca había organizado un viaje antes como este, con todo pagado y organizado más de un mes antes de salir. Lo hice para no tener que preocuparme de organizarlo todo como tantas veces he hecho y me apunté a compartir la experiencia con un pequeño grupo. Finalmente, los que iban a venir, no lo han podido hacer y hago el viaje solo con mis dos guías, lo que es todo un lujo ya que las cosas que antes hubiéramos tenido que decidir juntos ahora lo hago yo solo. Como a mi me gusta.

Santuario de rinocerontes

A partir de los años 60, en que había 400 rinocerontes censados en Uganda, debido a las diversas guerras internas y con algunos países vecinos, además de la proliferación de cazadores furtivos, se dieron en 1983 por extinguidos. En 2005 reintrodujeron 4 ejemplares de Kenia y 2 de Estados Unidos, con los que han conseguido llegar a una población de 41 ejemplares en una reserva creada exclusivamente para ellos.

El macho

Los mantienen en libertad, en un área de 70 km2, vallada y vigilado por rangers armados, para evitar a los furtivos. Cuando lleguen a los 50 ejemplares van a empezar a introducirlos en el Parque Nacional Murchison, el más grande del país con sus 3840 km2, para que vuelvan a estar en el lugar que les corresponde. Un ejemplo de cómo recuperar una especie en un país.

Lo que más me impresionó de esta experiencia fue que el rastreo lo hicimos a pie, en un grupo pequeño de 3 turistas con un ranger que nos iba explicando cosas de estos animales. Nos decía que aunque los rinocerontes permiten la presencia de humanos, a los que huelen y oyen enseguida, cuando se sienten en peligro pueden hacer amago de atacar, por lo que teníamos  que estar siempre cerca de un árbol para ponernos detrás ya que ven muy mal.

La familia

Denis

Por muy bonito y apasionante que sea todo lo que estoy viendo, lo que me llega siempre al alma son las historias humanas, como la de Denis, un chico, de 31 años que me hace de guía y traductor (aunque estaba contratado para los otros que no han venido, que no hablaban inglés) y que se fue becado a Cuba cuando tenía 20 años. Pasó allá 5 años, sin volver a su país. Me cuenta que el primer año estuvo aprendiendo solo español en un instituto en Matanzas. Que estaba todo muy bien organizado y que compartía habitación con otros chicos becados, de otros países africanos y latinoamericanos, pero donde cuidaban que ninguno hablara el idioma de los demás para que así se vieran obligados a hablar español entre ellos. Luego estudió ingeniería mecánica durante 4 años. Al regresar a su país, enseguida encontró trabajo como guía de turistas españoles, por su dominio del idioma y con el dinero que ganaba empezó a montar una pequeña empresa de reparación de motocicletas y venta de repuestos. Me dice que los que estudiaron medicina allá trabajan ahora aquí en hospitales mientras que muchos otros han hecho como el, trabajar con el turismo y montar pequeños negocios. Este tipo de historias, de lo que hacen países como Cuba, no salen en la prensa ni a nadie le interesa. A mi si me parece que habría que ponerlo en letras grandes. Son historias de un país pobre, que ayuda a otros países también pobres, en lo más importante para la gente joven, como es la formación.

Denis

Seguimos ruta hacia el norte, al Parque nacional Murchison, donde están las famosas cataratas que dan vida al río Nilo. Ahí pasamos por las pistas de tierra roja que tanto me gustan de África.


También iré encontrado en el país estas enormes Euphorbias candelabro, que tienen más usos que solo el de adorno, como ya veremos.


Y en África no pueden faltar los elefantes, grandes, medianos y pequeños, caminando en grupo en busca de pastos. Pueden recorrer grandes distancias en el día y por su sistema digestivo son grandes diseminadores de semillas  que germinan en sus excrementos. También nos encontramos con algunos machos adultos que caminan solos. Y es que es una maravilla poder ver a los animales libres, en lo que algún día debió ser su paraíso.


Las jirafas también van en grupos, con los machos que tienen tonalidades más oscuras y pequeñas diferencias con las hembras en los cuernos.


Y el safari, que como todo el mundo sabe significa viaje en suahili, sigue ....

1 comentario:

  1. Interesante todo lo que cuentas. Respecto a lo que dices sobre Cuba y que parece que no interesa, te doy toda la razón.
    Lo sé de primera mano, por los saharauis. Gracias a Cuba, cientos, por no decir miles, han podido estudiar una carrera allí. Tanto hombres como mujeres. Sólo tienen palabras de agradecimiento para ellos.
    Sigue publicando cada vez que puedas. África, en general, es una de mis asignaturas pendientes.

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