Ya estoy de nuevo de viaje y como siempre, con pocas ganas antes de iniciarlo y encantado en cuanto aterrizo. El viaje ha sido de nuevo una paliza, sobre todo porque me toca salir de Tenerife para hacer escala en Madrid y volver a pasar por encima de Tenerife al cabo de 12 horas. Ya estás cansado y no has avanzado nada.
Pero vamos a lo que vamos. Llego
a Asunción y nada más bajar del avión ya me da en la cara el calor que tanto me
gusta. La oficina de turismo en el aeropuerto está cerrada, tampoco hay ninguna
tienda que venda tarjetas SIM, así que saco dinero (guaraníes) de un cajero y
decido irme a mi hotel en bus. Encuentro la parada que está fuera del
aeropuerto y allí por suerte me encuentro a un hombre que me dice que él
también va al centro, así que me indicará en que bus subirme lo que, como pude
comprobar, no era tan fácil como yo pensaba. Nada más subir le quiero pagar al
chofer y me dice que solo se puede pagar con tarjeta de la compañía. Como no
tengo me dice que le pregunte a alguno de los pasajeros (solo había dos) para que
me pague con su tarjeta. Mi ya amigo, viene desde atrás y me paga el pasaje. Me
siento cerca de él y además de agradecerle, le digo que no tengo billetes
pequeños para pagarle y me dice que no importa, que me invita. Ni se me ocurrió
preguntarle el nombre, de lo que me doy cuenta ahora. Por el camino me
explicaba alguna de las cosas que veíamos al pasar como un shopping mall bastante
lujoso, normalmente orgullo de los que tienen dinero, porque van a comprar ahí,
y orgullo de los pobres, porque cuando pueden van a pasear y a refrescarse en
sus tiendas con aire acondicionado. Le pregunté si era caro y me dijo, fíjese que
una empanada cuesta ahí 15 mil guaraníes (1,60 €) y en el centro, en la calle,
cuesta 30 céntimos de euro, cinco veces menos. Por cierto, el pasaje de bus
(bastante destartalado) también costaba 30 céntimos de euro para llevarme a 16
km de distancia. Nos bajamos en el centro y cada uno tomó su camino y yo le
dije que esperaba verle de nuevo para pagarle el pasaje. Pero no lo he visto
más.
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Edificio en la calle Colón, donde se venden los afamados rones Aristócrata |
Cuando hace un par de meses me decidí por el hotel donde quería quedarme en Asunción había dos opciones: una la del centro histórico y otra la del centro financiero, mucho más moderno. Elegí el histórico y nada más llegar supe que no me había equivocado. Hay muchos edificios coloniales, algo venidos a menos y las calles tienen aceras, aunque son un peligro sobre todo para las mujeres con sus tacones de aguja que deben sortear los innumerables agujeros que hay. Pero este es un país donde tampoco se camina mucho, porque eso es de pobres.
Asunción tiene fama de ciudad
tranquila, nada peligrosa, y esa impresión me estoy llevando. Eso sí, hay
policías cada 3 o 4 esquinas, de los que no dan miedo, porque son jóvenes y
apenas llevan una pistola, aunque por algo será. No los he visto poner ninguna multa
ni perseguir a nadie y es que están todo el rato mirando el móvil.
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Policía con su termo y su móvil |
Van con su termo de agua caliente
y el mate a todas partes y yo me pregunto que, si tienen que perseguir a un
ladrón, ¿si se llevan el termo también?
El salario mínimo oficial está
fijado en 2 800 000 guaraníes (310 €) y el coste de la vida, comidas y demás productos
nacionales están más o menos acorde a ello, aunque ya he oído a más de uno
quejarse de los bajos salarios. Un plato de menú del día con refresco,
abundante y bueno, cuesta 4 € y en un restaurante mejor, a la carta, te sale
por unos 9 €. Otro precio ajustado a la realidad del país son los servicios de coches
de pasajeros como Bolt que salen más baratos que los taxis y que te llevan en
la ciudad unos 6 km por 2,5 euros (la compañía les cobra el 18% de lo que vale
el pasaje). O el bus, que, para hacer 370 km hasta Encarnación, tardando 5
horas, te cobra 14 euros.
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Arte urbano |
En este país no conozco a nadie, pero hace muchos años, en Alemania, conocí a un menonita que vivía aquí, creo que cultivaban algodón en su comunidad. Y luego me acuerdo también de un suizo, que tenía un rent a car en el sur de Tenerife y al que yo a veces le alquilaba un coche, que vino a Paraguay y al cabo de un mes regresó con un pasaporte a su nombre que había comprado bajo mano. Así, sin más. Con estos antecedentes, me decidí a traer mi libro sobre “Agroecología, asignatura pendiente” para regalarlo, como una especie de ofrenda a los dioses paraguayos. Como la Biblioteca Nacional Agraria estaba a ½ cuadra de mi hotel, me fui por la mañana, tan contento, pensando en que ya era la tercera biblioteca de fuera de España que tenía mi libro (antes en Costa de Marfil y en Cuba) y además me deshacía de un pequeño peso (1 kg) en mi maleta, que dicho sea de paso voy reduciendo en cada viaje. He conseguido esta vez viajar con 2 mochilas de cabina y un total de 13 kg entre ambas. Cuál no sería mi sorpresa cuando la jefa de la biblioteca, en agradecimiento, me regala la serie completa de reproducciones de la obra del Dr. Moisés S. Bertoni, un suizo-paraguayo ilustre, que investigó y escribió mucho sobre este país y del que quiero visitar la casa-museo donde pasaba sus vacaciones. Total, regalé 1 kg y me encasquetaron 2 kg.
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Con Liliana Plate, de la Biblioteca Nacional Agraria, en el intercambio de libros |
Las calles del centro de Asunción no están muy abarrotadas, los semáforos funcionan bien y como es normal no se respetan los pasos a peatones, con alguna excepción. Pero en general los coches no van muy rápidos y no parece que quieran atropellarte, incluso alguno baja la velocidad cuando cruzas. Hay un carril bici en varias de las calles, donde no he visto circular ninguna, quizás porque los coches las usan para aparcar.
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El carril bici |
Ahora que llevo sólo unos pocos
días aquí, ya vuelvo a tener la sensación de que lo que me parecían muchos días
antes de emprender el viaje, ahora creo que se me va a hacer corto. De todas formas,
no es fácil viajar por Paraguay en mi plan, con transporte público. Aquí el
turismo es mayoritariamente de latinoamericanos (brasileños o argentinos) que
viajan en grupo.
Tras tres días en Asunción me voy
hacia Encarnación, que es considerada la perla del sur y que tiene frontera con
la ciudad de Posadas (Argentina), de la que la separa el río Paraná. Son 355 km
que el bus, de dos pisos, hace en poco más de 6 horas.
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Esperando el bus en la estación de ómnibus de Asunción |
Encarnación es una ciudad apacible que me recorro a pie de punta a punta. Tiene muchas casitas con jardín y destaca frente a los rascacielos que se ven en Posadas, del lado argentino. Viajar en época baja tiene sus ventajas y es que no hay mucho turismo, de por sí ya muy bajo en Paraguay, pero tiene el inconveniente de que hay muchas actividades que están cerradas.
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Puente que une la ciudad de Encarnación de Paraguay con Posadas, de Argentina |
En un ruteado me voy al pueblo de Honehau (aquí se escondió durante un tiempo el nazi Mengele, después de huir de Alemania), donde pensaba ver menonitas por la calle, pero no, así que regresé en otro ruteado hasta Trinidad, donde están las ruinas de las misiones de los jesuitas. Di una vuelta alrededor, saqué un par de fotos para decir que he estado, pero como la temática no me daba ni frio ni calor, no entré y regresé a Encarnación. Al llegar hubo un momento de pánico al darme cuenta de que se me movía una muela de un implante, que se le debió haber aflojado el tornillo. ¡Llamé al seguro que me dijo que no cubrían eso (tendré que cambiar de seguro)! Y me fui a corriendo a buscar un dentista ya que los dos días siguientes eran festivos -el día de la Independencia y el de la madre- y no quería ir con la muela bailando todo el rato. Al segundo intento encontré uno que me atendiera y la verdad que muy bien, en 5 minutos y 20 euros despachó el asunto y todos contentos.
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Viajando en el ruteado |
Cierro el triángulo de viajes que me había propuesto, yendo hacia Ciudad del Este, un lugar más horrible de lo que pone la guía de viaje. Está en la frontera con Brasil y cerca de Argentina. Fue fundada por el dictador Stroessner que le puso su nombre y cuyos secuaces se encargaron de convertirla en una ciudad corrupta con comercios de todo tipo, que venden mercancía de todo tipo, legal e ilegal, como un puerto franco libre de impuestos. Hay un tráfico enorme hacia y desde Brasil por el puente de la amistad, con gente arrastrando bultos, maletas y filas de coches interminables pasando la aduana. Es zona de paso obligado para ir a las cataratas de Foz de Iguazú, adonde al final decido no ir. Me voy a unas cataratas más pequeñas, los saltos del Monday donde estoy yo sólo mirando las masas de agua que caen de unos 45 m de altura con cientos de golondrina volando entre la neblina de agua. Me alegro de mi decisión y de no haber ido al macro espectáculo del lado brasileño, donde por lo que me han contado, hay todo un circo montado con un trenecito que te lleva y la gente haciendo fila para hacerse la foto. Eso no es para mí. Y para cerrar el día y mi estancia en la zona me voy con un Bolt (una especie de Uber) al museo y bosque de Moisés Bertoni, donde paso una hora deliciosa andando por los senderos de un bosque con una enorme diversidad y por donde, para variar, casi me pierdo.
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Saltos del Monday, en el lado paraguayo (Monday significa río robado o agua que roba - absorbe agua de otros ríos) |
Moisés Bertoni llegó a ser ministro de agricultura de Paraguay y para mí está en la categoría de esa gente admirable, adelantados a su tiempo, que, sin internet, eran capaces de trabajar, investigar y escribir de una forma que le hace replantearse a uno que es lo que ha hecho en su vida. Ya en 1920 Bertoni demostró con datos que se estaba produciendo el cambio climático. Vale la pena leer la bibliografía de este hombre, de principios anarquistas, defensor de la cultura guaraní y de los indígenas del Paraguay y en definitiva, un sabio.
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Uno de los senderos en el bosque de Moisés Bertoni |
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Niña indígena de uno de los dos pueblos que viven en la zona donde se encuentra el museo de M. Bertoni |
A partir de aquí no tengo nada planeado así que de momento me regreso a Asunción y a ver que hago a partir de mañana antes de seguir viaje hacia Bolivia.
💪🎒😘
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