Cabañas en Mabul |
Pasé un par de días en Singapore
esperando a Pink y una noche quedé con Sean, un malasio que conocí el año
pasado buceando en Malapascua y que vive en Singapore. Desde entonces habíamos
estado en contacto y me había prometido que si yo iba a Singapore me iba a
invitar a comer tapas. Cuando llegamos al lugar, este estaba cerrado (menos
mal, porque era un restaurante de comida mejicana) y nos fuimos a un lugar
popular donde comen los singapurenses. Allí nos encontramos con sus amigos,
algunos couchsurfers y otros filipinos y nos pasamos la noche entretenidos
haciendo lo que a esta gente más le gusta que es comer.
Borneo
Quizás no supimos donde ir o las
expectativas eran demasiado altas pero en resumidas cuentas Borneo no fue un
lugar que nos encantara. A mí lo que más me gustó fue el río Kinabatangan donde
volvimos a aplicar nuestra cura de rejuvenecimiento, que ya habíamos iniciado con
Pink hace años en el río San Juan. También fue en el río donde sufrimos la
mayor lluvia que yo nunca haya visto. Llevábamos una hora navegando sin ver
ningún animal hasta que vimos un par de orangutanes. Veíamos que la lluvia se
acercaba pero todos pensábamos que iban a ser cuatro gotas. Cuando empezó a
caer dolía en las partes del cuerpo que llevabas descubiertas y no podías
mantener los ojos abiertos. Nuestro guía tenía problemas para manejar el bote
ya que no veía nada y además, la cantidad de agua que caía dentro del bote se
iba acumulando en la parte de atrás. Cuando vi que el guía tenía problemas para
manejar y achicar agua le fui a echar una mano y vi que el recipiente de
gasolina empezaba a bailar sobre el agua y la batería ya estaba anegada. Poco a
poco fuimos consiguiendo reducir el nivel de agua acumulada y al cabo de rato la
lluvia empezó a bajar su intensidad.
Una noche, antes de venir a
Malasia, estaba en Cebú con un grupo de gente en el bar de la academia de
inglés ya que había sido el día de la clase de salsa. Un gringo que suele venir
por ahí, aprovechó el momento de aglomeración de gente en la barra para contar
una de sus historias. Es de los que les gusta que le escuchen y con la mirada
busca los ojos de la gente para captar más interlocutores. Contaba que había
nacido en Chicago, de madre alemana y padre norteamericano. Se había criado en
Estados Unidos, en Alemania y en Hong Kong, además de una estancia en Hawai, no
sé si por ese orden y además su adolescencia la había pasado en Filipinas. Pero
finalmente decía que en realidad se consideraba mitad alemán, mitad
norteamericano. Un filipino que había estado escuchando atentamente le miro con
una sonrisa y le dijo que él había nacido en Filipinas y que toda su vida había
vivido aquí, pero que se consideraba mitad filipino y mitad filipina, a lo que
el gringo ya no supo que decir.
Esa dualidad en algunas personas
ya la he observado otras veces. Yo ya me había fijado en este filipino/a que al
bailar salsa, aunque hacía de hombre bailando con una chica, se movía como si
fuera chica, intercambiando constantemente los papeles. Desde entonces, en mi
viaje por Malasia con Pink nos hemos ido fijando en l@s mitad y mitad y
finalmente descubrimos en la isla Perhentian Kecil un hombre que era mitad
malayo y mitad nica. Lo de malayo se reconocía porque llevaba enrollada a la
cintura una tela que le servía de toalla-pantalón mientras que lo nica se veía
en que la camiseta la llevaba enrollada hacia arriba, dejando al descubierto su
barriga y espalda, con lo que dejaba que la brisa lo refrescase y secase el
sudor de estas nobles partes, costumbre que como es bien sabido, fue inventada
en Nicaragua y es practicada con vehemencia por casi todos los hombres, sobre
todo los más gordos.
Malayo-Nica |
Nos fuimos de Borneo por Tawau,
un aeropuerto cerca de Semporna, adonde nos lleva un turista pirata que al
final nos acaba pidiendo algo más del dinero acordado para que su mujer coma
pollo, ya que también la ha traído de excursión con nosotros. Pues se quedó sin
pollo la señora. Llegamos a Kuala Lumpur a medianoche y nos quedamos en el
aeropuerto, donde mal dormimos, ya que nuestro vuelo a Kota Bahru salía a las 6
de la mañana y no valía la pena ir a la ciudad por un rato. Esa misma mañana
llegamos a la más pequeña de las islas Perhentian, donde nos quedaremos 3 días.
Alli hacemos un par de excursiones en barco y vemos tiburones black tip (aleta
negra), no muy grandes pero preciosos de verlos nadar y uno de ellos nos deja
acercarnos hasta muy poca distancia y seguirlo un buen rato sin que se aleje
mucho de nosotros.
En el bus que nos lleva hacia
el Teman Negara me siento algo enfermo, resfriado, cuando Pink me pone al
auricular de su MP3 con la canción “Mi niña bonita” que tanto había escuchado
en Nicaragua. Me da tanta alegría escucharla que me pondría a bailar con el
chofer del autobús si no estuviera el tráfico tan denso. Me quedo un rato
recordando tiempos pasados.
Nos quedamos sólo un par de
noches en la selva de Teman Negara. Aunque es la entrada a la selva más antigua
del planeta y de una extensión de unos 4.000 km2, es un lugar bastante
turístico y le están poniendo peldaños a la montaña, al estilo de Costa Rica,para
facilitar la venida de más turistas, incluidos los de más edad que son los que
más dinero tienen. Pero es que la otra opción, los trekking hacia el interior de
la selva no nos apetecían por las sanguijuelas que se te pegan por todo el
cuerpo. Al final, de nuestro grupo yo fui el único que pillo una.
La marca de la sanguijuela |
Los desayunos a lo malasio son con
arroz o fideos, y normalmente todos con picante. A partir de las 8 de la mañana
puedo con ello pero si son las 7 todavía no me atrevo. En las comidas, en los sitios
populares en vez de servilletas muchas veces te ponen un rollo de papel del WC,
lo que le encantaría a mi amigo Uli si estuviera aquí.
Tal como ya he ido viendo en muchos
de estos países, mi impresión es que tienen un modelo de desarrollo
completamente insostenible. De momento parece que tienen una gran cantidad de
yacimientos de petróleo y de gas, lo que les permite vender la gasolina a 50
céntimos de euro el litro y mantener este tren de vida. El despilfarro de
energía es evidente y por ejemplo puedes estar en una cabaña, en medio del mar,
con aire acondicionado en tu habitación, pero con una ventana que tiene
aberturas suficientes para que si apagas el aire al cabo de un minuto la
temperatura interior se ha igualado a la exterior. Malasia es además el mayor
productor de aceite de palma del mundo, con un 40% de la producción total, lo
que se ve al viajar por el país, con kilómetros de paisaje de palmerales. A
nivel ambiental será algo que le acabará pasando factura en algún momento de la
historia a este país.
Poblado Orang Asli en Teman Negara |
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