El ano del perro |
Estamos en el año 2562 según el calendario budista, hace poco celebré el
2018 nuestro y aquí el mes pasado fue el año 4715 de los chinos, y es que los
camboyanos se apuntan a cualquier fiesta, ya que con su mezcla de culturas son
un poco de todo, además de hacerles la fiesta a los turistas que vienen.
Con tanto descontrol de fechas realmente me siento en el futuro, así que
miro para atrás y me pregunto qué hago aquí, mientras que en el normal
ejercicio de coherencia que me caracteriza y de donde dije digo, digo Diego,
estoy empezando a tramitar ya mi renovación de contrato para más allá de agosto
de este año …. (ya no me atrevo a poner ningún número).
Pienso en lo de la coherencia y me digo que será que me hago mayor, lo que
me recuerda a Ermengol, quien siempre me decía que cuando me levantara
temprano, es que me habría hecho mayor. Pues efectivamente, así es.
Todo esto lo he decidido y pensado en las últimas dos semanas, después de
regresar de mi corto viaje, primero a Catalunya, donde me emborraché de catalán
y comida, y luego a Tenerife, con toda la cantidad de amigxs y la fiesta en la
playa de Bajamar.
Nada más regresar a Camboya, me instalé en el apartamento que he alquilado
en Siem Reap, con suelo de madera y piscina, dos cosas que me encantan. También
he recuperado mi bicicleta china rojita, que dejé aparcada en Siem Reap y con
la que vuelvo a salir todos los fines de semana a dar vueltas, a comprar, a ver
el campo y también a la oficina cuando estoy aquí. Es verdad que es peligroso
con la forma de conducir de aquí, pero intento alejarme del centro donde el
tráfico es menos denso. También debo reconocer que, aunque me queje, la forma
caótica de conducir de aquí tiene su encanto en el riesgo y que de alguna
manera me atrae.
En Serei Sisophon, donde ahora trabajo 4 días a la semana y duermo tres
noches, también me he cambiado de casa, de la mansión que tenía a un pequeño
apartamento, donde la otra noche me visitó un geko que con sus sonidos
estridentes no me dejaba dormir.
Siem Reap, donde duermo las otras 4 noches y paso el fin de semana, además
de trabajar un día, normalmente los lunes en la oficina que tenemos aquí,
tampoco es que sea una gran maravilla, pero me permite vivir en el anonimato
que me gusta, ir a comprar al supermercado y escoger productos de mejor calidad
que en el mercado normal, con los precios puestos y con algunos productos de
Europa, aunque caros. Hoy quise comprar queso manchego y un taco de 150 gramos
estaba a 5 euros. Me pareció algo abusivo. Lo compraré mañana. Y así es en los negocios de aquí, que florecen y aparecen por cualquier
sitio de una semana a la otra, en un dinamismo difícil de entender en nuestro
país. El análisis casero que hacíamos con un colega alemán es que los precios,
aunque baratos, permiten obtener al dueño grandes beneficios ya que los
salarios son mucho más bajos. Por ejemplo, mientras una comida sencilla puede
costar unos 2 euros (o sea unas 4 veces menos que una comida de ese tipo en
España), el cocinero recibe un salario de unos 70 euros, o sea al menos 10
veces menos que allá. Efectos colateralesUno de mis cometidos aquí es hacer la agricultura más sostenible. Por eso
hemos empezado a fomentar con los agricultores de yuca, el plantar abonos
verdes, como la Crotolaria, y un par de agricultores ya la han sembrado. Estas
plantas deben incorporarse al suelo cuando empiezan a florecer, para que dejen
todo el nitrógeno que han fijado. Si florecen, vuelven a consumir nitrógeno, y
entonces pierden parte de su valor como abonado. Pero a la gente de aquí les
encantan las flores, así que a un agricultor que ha plantado un gran campo, se
le presentan vecinos del pueblo que se quieren hacer fotos entre las flores
amarillas y les ha empezado a cobrar por cada foto 500 KHR, que son unos 10
céntimos de euro. La consecuencia es que no incorpora las plantas florecidas
porque tiene clientela (hemos calculado que se han hecho unas 600 fotos en su
campo) pero a cambio e ha ganado unos 60 euros, que son un 10% de sus costes de
producción del siguiente cultivo. Ahora nos está pidiendo plantas de otros
colores. Lo dicho, efectos colaterales e inesperados.
Me sigue alucinando los medios de trasnporte |
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