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sábado, 26 de mayo de 2018

Myanmar




Después de haber abandonado toda posibilidad de entender la escritura camboyana, que consiste en una serie de gusanitos que se retuercen y contorsionan para formar las diferentes palabras, en Myanmar, para que la gente se pueda entender leyendo, usan caracoles. Algunos de los caracoles están encerrados en cajitas, seguramente castigados por los militares por algo que no les pareció, como lo de los Rohingas.



Como no entiendo nada de los letreros, no sé si dicen hola o adiós. En otros, como en algunos templos, lo ponen además en inglés por si quieres donar alguno de los materiales para seguir construyendo el mayor buda del mundo (Mawlamyne)

Buda gigante cerca de Mawlamyne
Como no creo en las religiones (no me quiero extender en esto, que me pierdo) es quizás por lo que me fijo más en sus contradicciones que en sus posibles bondades. Todo lo que se base en creencias, tan fácilmente manipulables me resulta altamente sospechoso, tanto si son los supuestos pelos de Buda que están en algunas de las pagodas del país, como las imágenes talladas que milagrosamente aparecían en las costas latinoamericanas. Por eso casi no he visitado templos, al igual que no voy a iglesias ni catedrales, y si lo hago, es porque me llaman la atención arquitectónicamente.

Templo en Mingun
Prefiero y disfruto mucho más de andar entre la gente, retratarlos cuando no me ven, de sentarme a tomar un café y observarlos, de verlos pastorear un rebano (se llama así) de patos. Y siempre que me hablan de las Sagrada Escrituras, sean de la religión que sean, la biblia o cualquier otro documento escrito hace al menos un par de miles de años, siempre pienso que a todos ellos les falta una frase al final que los unifique: Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.



Monje (Mingun)


Fumando (Inthein)



Volviendo del mercado (Inle Lake)

La próxima semana más ....

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