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martes, 3 de noviembre de 2020

Nicaragua sandinista

 

    Con amigos en la urbanización Casablanca, en el Poris de Abona, Tenerife

Corre 1985 y vuelvo a trabajar en Tenerife en el mismo barco de pesca de la otra vez. Ventajas de ya ser conocido. Pero no es lo mío, es un trabajo muy rudo con gente más ruda aún y así, después de un tiempo, consigo trabajar en una oficina de una urbanización donde viven en su mayoría alemanes. De allí, me voy a La Gomera donde paso unos meses en Valle Gran Rey viviendo y trabajando también con un alemán. Sigo sin hacer fotos. ¿Para qué?

Mis amigos del Finkhof me escriben de que van a ir a Nicaragua, a Masaya, a trabajar en la construcción de un taller de carpintería, donde se enseñará a los jóvenes revolucionarios a formarse un futuro. Nicaragua estaba en uno de los momentos más difíciles de la Revolución Sandinista y había que ir a ayudar. O eso nos parecía a nosotros. Así que no me lo pensé y en enero me fui con Sonia e Irene a la aventura nicaragüense.

Mi primera idea era estar trabajando como voluntario en la construcción del taller durante unos 3 meses y luego comprarme una bicicleta e irme hasta el sur de Chile. Pero poco a poco, el país me fue enamorando, pasaron los 3 meses y Chile y la bicicleta quedaban cada vez más lejos.

La brigada construyendo el taller de carpintería “Tonio Pflaum” (nombre de un brigadista muerto por la contra), en Monimbó, Masaya

Una cosa trajo la otra y me ofrecieron trabajar para una ONG alemana y decidí quedarme. En mayo la contra secuestró a un grupo de alemanes con la finalidad de que los gobiernos europeos no siguieran permitiendo que jóvenes brigadistas fueran a trabajar con la población nicaragüense. En las reuniones que se hicieron entre los alemanes, a los que yo asistía por trabajar con ellos, se decidió asaltar la embajada de Alemania en Managua, a lo que me apunté. Durante 3 días estuvimos un grupo de unos 70 brigadistas encerrados en la embajada, y entre otras cosas, se pudo acceder a todos los intercambios de informaciones entre las embajadas de los países europeos y ver su doble cara, entre lo que decían a la prensa y lo que acordaban entre ellos.

Titular del periódico de La Prensa del 20 de mayo de 1986 con el fin de la ocupación de la embajada alemana

En una acción interna secreta se decidió que un grupo de extranjeros no alemanes fuéramos a Costa Rica para dar a conocer lo que hacia la Contra ya que además se suponía que irían a liberar a los brigadistas secuestrados en ese país y utilizarían ese hecho para hacer propaganda. Fuimos 2 vascos, 3 alemanes con pasaportes de otros países y yo. Después de estar unos días en la capital San José, se decidió que nos encadenáramos a las columnas de la catedral. Yo me encargué de la intendencia, o sea de comprar las cadenas y candados. Nuestra sorpresa fue ver que a la gente de Costa Rica les ofendía que hiciéramos una acción en la catedral, mancillando sus símbolos religiosos, mientras la guerra sucia en Nicaragua les importaba un pimiento. La gente se iba volviendo más agresiva contra nosotros y por ello nos alegramos cuando llego la policía y nos detuvo. Después de interrogarnos de forma individual, nos llevaron a la cárcel y nos metieron a todos juntos en unos calabozos, en los sótanos de una estación de policía, donde curiosamente en las paredes había inscripciones de la contra. Es la única vez que he estado y he dormido en la cárcel y una vez más, no me pareció una experiencia para repetir. Al día siguiente dos policías, tras quitarnos todo lo de valor que teníamos, nos metieron al bus que iba a Nicaragua y nos deportaron a ese país, devolviéndonos nuestros pasaportes en la frontera.

Compartiendo habitación con Jürgen, en un cuartucho del mercado viejo de Diriamba

Durante algo más de 2 años trabaje en Nicaragua, primero en Masaya y después en Diriamba, donde mas tarde vino Tere. Compartíamos con otros alemanes unos habitáculos bastante simples que nos habían dejado en lo que anteriormente fue el mercado y que poco a poco fuimos adecentando. De la guerra solo veíamos los muertos cuando llegaban para las “velas” de las familias. Solo alguna vez, cuando estuvimos en Juigalpa o en Somoto, hubo cerca combates con la contra. Por lo demás, la vida dentro de ese contexto de Revolución y de guerra, era más o menos normal, pero con la falta de muchas cosas que no había y con una cartilla de racionamiento que nos daba derecho a arroz, aceite y un par de cosas mas cada 15 días. Todo y así, éramos unos privilegiados respecto a la población nicaragüense.

En el sentido del reloj: 1. inauguración del parque infantil financiado por una ONG alemana en Diriamba, 2. Reunión para organizar la estancia de unos brigadistas, 3. Navegando por el Lago de Granada 4. Habitación todavía precaria, pero con color.

En junio de 1988, después de 2 años y medio y decidir con Tere que queríamos volver a España, aunque ella más que yo, nos despedimos de esta Nicaragua de la que nos habíamos enamorado.

A lo largo de los años he vuelto muchas veces, a veces a trabajar, a veces a estar con mis amigos, a veces como dicen allí “a pasear”. Me gusta recordar todos esos momentos y me reafirma en mi idea de que, probablemente, ya no volveré, y así poder quedarme con esos recuerdos como si fueran un cuadro más colgado en mi habitación.

Hablando com mi chocoito en el patio de nuestra casa. Uno de nuestros primeros viajes a Corn Island con la pista todavía de tierra.

En las playas del Pacifico de Nicaragua con Tere

1 comentario:

  1. Ya decía yo, tanta fijación con Corn Island... ahora lo entiendo... por cierto, me firmas un autógrafo?? jjjjejejejjee abrazoss!!

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