Llevo unos pocos días de viaje
y ya he cogido el ritmo para volver a mi dieta y peso habitual, o sea, desayunar
y cenar más o menos bien mientras al mediodía me como cualquier cosa para engañar
el hambre.
El tipo de comida y la forma de
comer en este país es un verdadero problema con la consecuencia de que hay gente
bastante obesa. Un ejemplo de ello era el anterior rey que pesaba 210 kg y en
un esfuerzo que debía servir de ejemplo a su pueblo llegó a bajar hasta los 135
kg, o sea que perdió 75 kilos en poco tiempo, haciendo dieta y ejercicio.
Cuando la gente habla de pelear
con alguien, en vez de decir que le van a pegar dicen que se lo van a comer, lo
que parece que les gusta especialmente de la parte de su historia antigua. Está
documentado que al último misionero que se comieron en Tonga fue en 1806,
aunque todavía se comentan casos de canibalismo que hubo en años posteriores.
Comen sobre todo pollo que
envuelven en papel de plata y que cuecen con el calor de las piedras puestas
encima de brasas en un hoyo que hacen en el suelo y tapado con hojas de
plátano. Lo suelen acompañar con pan o yuca. Su plato especial, el de las
grandes ceremonias y festividades, es el cochinillo asado, al que ensartan en
un palo y ponen a asar encima de las brasas. Cuando viajan, por ejemplo en
barco, comen al estilo fast-food (aunque Tonga es uno de los pocos países del
mundo donde no existe ningún McDonald’s ni otra transnacional de comida rápida)
usando para ello unos vasitos de noodles instantáneos (chinos) que tienen
varios sabores. En el ferry yendo para Ha’apai lo he probado y son bastante
líquidos, picantitos y efectivamente con sabor a pollo como ponía en el envase.
El contenido es de 300 cc y vale aproximadamente 1 euro. Otros llevan unas
cestas tejidas con hojas de coco en la que llevan comida para toda la familia e
incluso para invitar a otros.
Respecto a la comida, una broma
tongana dice que los extranjeros comen hasta que están llenos y que ellos lo
hacen hasta que se cansan.
Canastita de comida en el barco |
El cerdo es el animal por
excelencia del país, se les encuentra por cualquier parte ya que muchas veces
corretean libres buscando su comida, siendo también uno de los motivos de
accidentes automovilísticos. Mote, el dueño de Noa Guest House, se queda a
dormir en un verdadero chamizo en su
finca al lado de los cerdos ya que dice que le sirve para desestresarse de la
vida en la capital (23.000 habitantes) lo que demuestra que el concepto de estrés
puede ser muy diferente según donde se esté. Yo por lo menos nunca había estado
en una capital de país tan desestresada como esta.
Los dueños del Adventure
Backpackers en Vava’u, Forster y T., ambos de Inglaterra, nos invitaron a Lukas
y a mí a la isla de Mala, a pasar el día. Al día siguiente, con la excusa de
que yo podría aconsejarles en su huerto casero nos llevaron a su casa y nos
invitaron a una cena con una ensalada gigante y pescado con verduras al horno,
al estilo inglés. Delicioso. Para compensar les dije un par de cosas sobre su
huerto que ella ya sabía y metí un par de veces las manos en la tierra y el
compost, para al menos ganarme la cena. El huerto en sí consiste solamente en 3
bancales de unos 3 m de largo por 1 de ancho.
Hay una tradición en Tonga que
se practica en otras islas del Pacífico que consiste en llamar a los tiburones,
recitando cánticos antiguos mientras golpean el agua con unos collares hechos
de cuencos de coco. Cuando el tiburón se acerca al bote le pasan una cuerda
alrededor de la cabeza y lo aporrean hasta matarlo. En el cumpleaños del rey se
le ofrecen estos animales y en 1965 llegaron a ofrecerle 40 tiburones.
Cuando me voy de Lifuka veo
como tienen una tortuga de las más grandes que he visto puesta sobre su
caparazón para llevarla a comerla a la capital, a la conferencia religiosa que
hay.
Vista de Vava'u |
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