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viernes, 22 de junio de 2012

Tongan@s


La gente en Tonga es muy amable. Te sonríen a menudo y te saludan al cruzarse contigo en la calle, te intentan ayudar cuando les pides algo. Entre ellos también pasan buenos ratos riéndose y aunque no entiendo lo que dicen, por lo corto de las frases, no parece ser algo muy agudo, lo que van repitiendo constantemente, provocando cada vez más risas.
Como (casi) siempre, en este viaje tampoco me he atrevido a ir hasta el final, en este caso ante el reto de ir a las islas Niu’a, al norte de Tonga ya que no sabía cómo podría volver. He decidido llegar sólo a la mitad del trayecto que hacía el barco, hasta el grupo de islas Vava’u, adonde llego después de 24 horas en un ferry moderno (aunque le llaman el vómito naranja porque parece que se mueve mucho cuando hay mal tiempo y porque su color es naranja), en un viaje bastante tranquilo desde Nuku’alofa. La mayoría de la gente se ha bajado en las islas anteriores ya que, al parecer por el féretro que traían y la forma de vestir, iban a un entierro, algo que reviste una gran importancia en este país. También la mayoría de los extranjeros se han quedado aquí, entre ellas las insoportables italo-argentinas que ya volaron conmigo en el avión desde Nueva Zelanda.
En el barco me encuentro a Lukas, un checo de 26 años, recién licenciado como ingeniero mecánico en su país y que está viajando y trabajando en Nueva Zelanda por 1 año, con la famosa working and holiday visa. En Vava’u compartimos dormitorio en el Adventure backpackers, el cual recomiendo (www.visitvavau.com/backpackers) y además haremos algunas excursiones juntos. Desde esta isla mando una postal, en realidad una excusa para comprar un par de los sellos con animales y plantas que tienen en el bonito edificio de Correos.

Féretro y acompañantes


En Vava’u, isla principal de un grupo que se encuentra a unos 275 km al norte de Tongatapu, uno tiene la impresión de estar en una colonia extranjera. Por la calle que bordea el mar pasan un montón de rubios, que o bien viven en los yates anclados en el puerto, son voluntarios de alguna ONG o tienen algún negocio relacionado con los turistas (cafés, restaurantes, internet, tiendas) y con los que es fácil entablar conversación. En cambio es más difícil entrar en contacto con los locales más allá de una breve conversación al viajar juntos en el barco o con alguno de los que trabaja en el hospedaje donde te quedas.
Oficina de turismo en Vava'u

Cementerio tongano
Junto con Lukas decido volver en barco a Ha’pai, adonde llegamos a la isla de Lifuka tras 7 horas de viaje. Lo bueno de viajar con un tío es que no pierdes el tiempo con pensamientos extraños. Justo antes de llegar a la isla unos delfines pasan nadando rápido delante del barco.
Muchos hombres y mujeres visten faldas negras en este país. Algunos llevan unas esteras alrededor que son una muestra de respeto hacia la sociedad y que se usan también en ceremonias, aunque sólo se las ponen en público y se las quitan cuando están en su casa, ya que parece algo bastante incómodo de llevar. Los chicos y las chicas van también con faldas y una pequeña estera alrededor de la cintura, lo que les sirve de uniforme, siendo los diferentes colores de la falda distintivos de la escuela a la que pertenecen. Las escuelas suelen ser religiosas y algunas tienen un nivel bastante alto comparadas con otras por lo que algunas familias se cambian de religión para que sus hijos/as puedan tener una mejor educación. Un ejemplo más del mercantilismo de las religiones. Tanto algunos hombres como mujeres suelen ponerse por las mañanas una flor en el pelo (frangipangi).
De vez en cuando, en tiendas o en hoteles, te encuentras a alguno de los “fakaleti”, una continuación de una antigua tradición polinesia que consiste en que si una mujer tiene muchos hijos y pocas hijas, escoge a uno de ellos para que le ayude en las tareas de “mujeres” como cocinar y limpiar la casa. Son aceptados en la sociedad y al parecer muchas veces admirados por su “estilo”.

Correos en Vava'u
Yendo en el barco la gente no tira nada por la borda, al contrario de la gente en Nicaragua, Filipinas y Vietnam, por poner 3 ejemplos de baja conciencia marítimo-ambiental, y eso que Tonga tiene mar para dar y regalar, unos 700.000 km2.
No acabo de entender de qué viven esta gente. En el barco me he encontrado a una mujer de la isla de Vava’u que llevaba 17 años trabajando fuera para enviar dinero a su familia y que no había vuelto a su país en todo este tiempo. Viendo el nivel de vida y los precios que hay aquí no se entiende como pueden mantenerse en este ritmo, aunque alguien me ha dicho que la gente invierte en los hijos, a los que luego manda a trabajar fuera para que los mantenga. Muchas familias tonganas al parecer viven de las remesas y de la ayuda exterior. Algunos van a trabajar a Nueva Zelanda o Australia a recoger fruta, allá se compran un coche de 3ª o 4ª mano que son muy baratos y al parecer están bien cuidados y los mandan para Tonga, además de que con el dinero ganado ayudan a la familia e invierten en mejoras en la casa. Cada ciudadanos varón de Tonga, cuando alcanza la edad de 16 años recibe 3,36 ha de terreno cedidos por el rey, lo que le sirve para sembrar, mantener a sus cerdos y proveerse de la yuca, mandioca  y cocos que necesitan para la familia.

Pasajeros en el barco
Un día fui andando por la playa recorriendo un buen tramo. Para regresar lo hice por la carretera para tener otras vistas y seguir paseando. De cada dos coches que pasaban uno paraba y me preguntaba que si quería que me llevaran hasta el pueblo y eso que yo no hacía ninguna señal para ello. Realmente amables ¡








Ministerio de ...

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