¡Cuánto
cuesta irse de un país! No hablo de lo emocional, que se puede dar, aunque no
es mi caso aquí, pero siempre acaban saliendo sentimientos escondidos que no sé
porque, afloran al final. Te toca cerrar la cuenta del banco que tanto te costó
abrir, dejar las plantas en el jardín (zanahorias) que ya no te podrás comer y que
además nadie va a regar y también despedirte de alguna gente que ni te cae
bien. En fin, un coñazo. Es mucho más alegre llegar que irse, así que eso será
lo que me tocará dentro de poco.
Me voy sin volver la vista atrás, olvidándome ya de los
embotellamientos en la ciudad provocados mayoritariamente por conductores
oportunistas que colapsan el tráfico con sus maniobras irregulares, de la gente
educada pero que no te dice lo que en realidad piensa, olvidándome de mirar
atrás cuando oigo pasos que me siguen, del miedo a los atracos, de mi
contraparte que cuando se enteró de que me iba, dejó ir un suspiro y dijo
<será un alivio para mí> lo que no se si tomármelo como un cumplido o al
revés, de esa desigualdad tan brutal que existe en este país, de esas dos
Guatemala’s que se miran como si existiera realmente una barrera infranqueable
entre ellos, de vivir en un lugar donde ni queriendo podía uno gastar dinero,
lo que me ha permitido ahorrar tanto que podría volver a dar tranquilamente la
vuelta al mundo.
Pero en cambio, en estos últimos días voy aprendiendo nuevas
rutas que ya no me sirven ya que me voy, saber que encontraré a faltar mi super
Amarok, al que solo le faltaban alas para salir volando, sus cristales
polarizados que me permitían bailar al son de música preferida al estar parado
en los semáforos o en los embotellamientos sin que nadie me vea, a pasear por
las mañanas por la calzada peatonal, libre de coches y de autobuses rojos
pestilentes,
Creo que me equivoqué cuando vine
a Guatemala engañado por un mundo de colorido indígena en mercados sin fin,
cuando lo que vives es en realidad un mundo gris de cemento, ladrillos y techos
de zinc, cuando pensé que venía a cambiar algo cuando lo que se quiere es
mantener lo establecido, al pensar que iba a un país que avanza, y sin embargo
retrocede, cuando pensaba que hay que decir las cosas claras, mientras se trata
de irlas cargando a la espalda, al ser franco con mis pensamientos dado que
estos deben dejarse en el fondo del alma mostrando en la superficie una sonrisa,
al confundir amor con compañía, mezclando vida con trabajo y volviendo atrás en
vez de adelante, al querer enseñar de experiencias pasadas, al hablar de tú a
quienes te tratan de usted.
Me gustó ir a Rio Dulce, una
laguna mágica refugio del pirata Tatín, a Livingstone, con su mezcla de razas y
colores, a Quetzaltenango, la ciudad donde quizás me hubiera gustado vivir, la
cercanía de Belice, con sus gentes negras, sus islas verdes y sus aguas
cristalinas
Mientras, ya en Nicaragua, Cuba y Mozambique se perfilan en
el horizonte
Siempre q me he ido de un pais he tenido sentimientos encontrados. Cosas q no podia soportar ni un minuto mas, cosas q ya estaba echando de menos. Casi siempre han ganado las primeras. Me tenia q ir ya. Ahora q he vuelto a los origenes de momento lo llevo bastante bien, quizas por los cambios recientes en politica q no dejan de esperanzarme. No se donde acabare pero a quien le importa, vivir en diferentes paises me ha cansado pero tambien me ha llenado, q me quiten lo bailao!
ResponderEliminarAbrazos! y suerte en el siguente destino!
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